Morbo con mi padre
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Hansolcer.
Tendría en ese entonces 13 y mis hormonas mantenían mi cuerpo siempre listo al sexo. Serían las cinco de la mañana cuando mi padre llegó a la casa, iba bastante borracho. Como usualmente hacia se acostó junto a mí en la vieja cama donde yo dormía. Pude sentir el calor de su cuerpo pegado al mío, casi inmediatamente se quedó dormido.
Afuera mi madre preparaba el desayuno para dejarlo listo, tenía que irse a trabajar como lo hacía cada día. Mis hermanos menores aún dormían.
Los ronquidos de papá inundaron por completo el cuarto que nos servía de dormitorio. Era evidente que estaba para despertarse hasta bien entrado el día. La figura de mamá en la puerta para indicarme que quedaba todo preparado y que ya se iba era la señal que podía dormir un par de horas más. Instintivamente me acerqué a mi padre en busca de calor, pues aunque estaba bajo cobijas hacia algo de frío. Pude sentir que estaba sólo en calzoncillos y un no sé qué hizo que mi pito se parara como resorte, una idea morbosa se apoderó de mi yo interior que me hacía sentir extraño el estar pegado a la espalda de mi padre.
Como una especie de escape salí para ir al baño a orinar, cuando termine pude ver que mis 15 cm de verga seguían igual de parados y la idea de mi papá dormido en calzones continuaba en mi mente. Instintivamente me la empecé a jalar, pero quise borrar la idea saliendo al patio. Una brisa de aire mañanero disipo algo mi mente y otra vez me dirigí a mi cama para de nuevo acostarme y dormir siquiera hasta las siete y despertar a mis dos hermanos menores (Beatriz y Eduardo) para que se fueran a la escuela ya que ellos estudiaban en el turno de la mañana.
Como si quisiera saber si de verdad papá está dormido le hable al oído. -Papá, papá – repetí – nada. Realmente estaba en los brazos de Morfeo. Instintivamente me pegué más a su espalda para sentir su calor, mi pene quedó a la altura de sus nalgas. Lo abracé rosándole descaradamente mi paquete, que de nuevo estaba como carpa de circo. El morbo y la idea de que podía verme descubierto hacía que mi corazón latiera más fuerte, mi respiración se había acelerado.
Seguía restregándole mi pito y como no daba señales de vida me anime a meter mi mano en el elástico de sus calzoncillos y poco a poco se los fui bajando hasta poder ver la raja de su culo, con la otra mano le coloqué mi verga en medio de sus cachetes para deslizársela. Prácticamente lo culeaba aunque sin llegar a penetrarlo, el calor de su zanja era algo increíble. Un movimiento inesperado de mi padre casi me provocó un infarto, dejo de roncar, y como si quisiera colocarse de mejor manera se giró boca abajo dejando ligeramente levantadas las caderas. Yo me había quedado completamente quiero aunque seguía muy cerca de su espalda. Otra vez le hable al oído, pero de nuevo comenzó con sus ronquidos de borracho.
Me pegue de nuevo a él y disfrazando mi intención lo abracé aunque mi verdadera intención fue colocarlo de lado para colocarme de cucarachita, en un santiamén ya estaba rosándole de nuevo mi camote entre sus nalgas. Como pude le bajé los calzones hasta casi dejárselo a las rodillas, fue entonces cuando me percaté que se había empalmado. Su verga sin llegar a ser grande le media los 18 cm, gruesa y totalmente negra. No sé porque pero se me antojó tocársela, estaba suave (No la tenía bien parada -supe entonces -), se le sentían las venas.
Me coloqué de la mejor manera y está vez con mi mano le puse la cabeza de mi verga en la entrada y suavemente presione aún a sabiendas que podía despertarse. Sus ronquidos me animaron a no detenerme y pude sentir cuando el anillo de su ano cedió al paso a mi pene, aunque sólo le había enterrado la puntita pude saber que esa cueva estaba muy estrecha. El que dejará de roncar, otra vez me tenía al borde de un ataque cardíaco. Eso sí, la cabeza de mi verga seguía alojada en su culito. Centímetro a centímetro se la fui sacando, esperando que de un momento a otro se volteara y me diera la tunda de mi vida. Ya con el pene afuera otra vez volvió a roncar colocándose de nuevo boca abajo. Yo estaba al punto del colapso, por un momento me creí descubierto.
Muy despacio me acomode mis calzoncillos y me salí de la cama. Pensé ir a jalármela al baño, dándome cuenta que unos ojos vivarachos me observaban en la otra cama. Era mi hermanita Beatriz que sonriente me miraba como si hubiese sido testigo de la más inusual escena.
– Ven – le dije extendiéndose la mano para que me acompañará afuera –
Nos salimos así como estábamos, los dos en ropas mejores y nomas llegamos a la cocina nos quitamos los calzones. La coloqué sobre la mesa de comedor y empecé a darle una buena mamada en su tierno chocho que estaba por demás húmedo. – ¿Le hiciste el amor a papá? – me pregunto entre gemidos –
– ¿Estas celosa?
– No
– ¿Me viste?
– Un poquito.
– La tiene bien grande – agregó – entendiéndole que se refería a la verga de mi padre.
– ¿Te gustó su vergota? – dije tratando de ponerle morbo a mi pregunta –
No me contestó, pero creí entender que ni hermana había disfrutado ver el miembro de papá. Con un ligero sentimiento de celos le chupe su raja tratando de darle el mayor placer posible. Ella se retorcía como gusano en hormiguero. Sus piernas me apretaban como si fuese yo a escapármele.
Como supe que estaba a punto me coloqué entre sus piernas y poniéndole mis 15 cm de verga en la entrada se la empuje hasta el fondo, Beatriz entrecerró sus ojos para quizás dedicarse a disfrutar otra cogida más con su hermano, porque teníamos sexo casi a diario desde hace más de un año, desde que ella tenía 11 y yo 12.
Hasta donde estábamos podíamos escuchar los ronquidos de papá, lo que me dio la idea de llevar a cabo algo que jamás hubiera imaginado. Coger a mi hermana mientras observamos a nuestro padre desnudo, total por el comentario de Beatriz le había gustado ver los 18 cm de verga de nuestro padre.
Aunque al principio a mi hermanita pareció no gustarle la idea, finalmente aceptó y fue a ponerse en cuatro sosteniéndose del borde de la cama de nuestro progenitor. Yo detrás chuleándola como salvaje, el morbo de lo que hacíamos me tenía cachondo como nunca antes.
Beatriz a cada embestida gemía como si no le importará el hecho de que podíamos ser descubiertos. Es más, sin sacarse mi pene había logrado llegar a la altura del mástil de papá y ya lo acariciaba con sus manos. Mi padre roncaba totalmente atrapado por el sueño, pero aun así su pene se iba poniendo grande y duro. Mi hermana ya le pasaba la lengua en círculos sobre el glande. Fueron minutos de placer incomparables, sentí bajar mi orgasmo por la espalda y la vulva de mi hermana contraerse apretándome deliciosamente el pene. Grandes chorros de leche se me salieron para ir a depositarse en lo más profundo de la vagina de Beatriz quién parecía haberse desmayado de la buena acabada que había tenido. Nuestra respiración sonaba como si hubieses corrido una maratón.
Fue entonces cuando caímos en cuenta que habíamos hecho una locura. Papá todavía roncaba, aunque tenía los ojos semi abiertos.
¿Estará consiente?
Al menos yo nunca lo supe. Digo yo, porque años después me enteré que mi padre se cogió a Beatriz. Que tuvieron su propia historia.
Como he contado en relatos anteriores, en mi familia el incesto fue un secreto compartido. Mi madre por ejemplo, supo que Beatriz, mis hermanos menores y yo cogíamos. Mis primos igual, hasta se unieron en más de una vez. Mi padre como dije, se cogió a Beatriz (A los otros hermanos no se), mamá incluso llego a tener sexo una vez cuando me descubrió en plena orgía con mis hermanos. Si mama llego a saber de mi padre y su relación con Beatriz pues será su secreto. Papá, al menos nunca me dijo o insinuó nada al respecto, aunque se cogió a más de una de mis novias.
De cuando le metí la puntita nunca comentó nada y tampoco se volvió a repetir.
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