NATASHA Y EL PROFESOR DE GIMNASIA
Natasha nos narra lo que fue su experiencia en la casa donde se celebró la fiesta.
Capítulo 3
La primera en quedarse completamente en pelotas fue Lorena. Se subió descalza encima de la mesa mostrándonos a todos su coño, metió la mano en la bolsa de las bolas, cogió una y se fue escaleras arriba. De los tíos no diré nada, porque solo conocía a Juan y al padre de Vanesa y Lorena, que Lucía me dijo quién era, al preguntarle cómo es que Lorena y Vanesa estaban también allí. Luego quedó en pelotas Lucía, que igualmente se subió en la mesa, –lo hicimos todas, cada una a su tiempo–, enseñó su coño bien abierto, cogió su bola y se marchó a la escalera para subir al piso y esperar en su habitación.
A Vanesa y a mí nos quedaban dos prendas todavía, porque las dos tuvimos que hacer sendas mamadas a dos tíos que pujaron por nosotras y por eso íbamos más retrasadas en el despelote.
Mi mamada no fue complicada porque la polla del tío no era gorda, aunque sí larga, por lo que empecé a sentir lo que es una polla deslizándose a través de la garganta. La mamada duró apenas medio minuto para no dar lugar a que el tío se corriera.
Vanesa quedó pronto en pelotas y pude darme cuenta de que también estaba embarazada porque era inconfundible la redondez de su tripa, por más que vestida lo disimulaba muy bien, porque es de tetas abundantes y así las blusas le caen rectas y disimulan la tripa. Se lo pregunté al oído y me dijo que este domingo abortaría.
Al fin quedé yo sola porque me volvió a salir la dichosa carta de la mamada, cuando ya solo quedaban tres tíos para chupar. Se lo hice al que ganó la subasta y luego me quité las bragas, que era lo único que me quedaba. Inmediatamente cogí la bola que me habían dejado, la verde, y subí a la habitación.
Cómo fui la última en despelotarme ya me estaban esperando tres tíos, de unos 35 a 45 años aproximadamente, con unas buenas pollas, pero no tan enormes como la de Juan, por lo que supuse que me podría apañar bien con ellos y que no me harían excesivo daño.
Las pastillas ya me estaban haciendo efecto, –hacía más de una hora que las había tomado–, y lo que más me apetecía era un buen trago de vodka, porque no había bebido absolutamente nada desde la cena. Por suerte, cada habitación tenía una especie de mini bar, como los que hay en muchas habitaciones en los hoteles, y tenían un buen surtido de bebidas; solo que eran como las de muestras, de solo 50ml, pero para un buen trago sí que valían. Así que cogí una de vodka y me la bebí sin respirar, aunque tuve que hacerlo a palo seco, por no haber nada de zumos; tan solo bebidas alcohólicas.
Cuando aparecí, los tíos se pusieron muy contentos, comprobando la suerte que habían tenido de que me tocara a mí con ellos, porque en el fondo todos querían follarse a la recién llegada… y tan jovencita, jajaja.
Claro que les encantaría joder con cualquiera de nosotras, pero la atracción por un coño casi virgen y desconocido les producía un morbo especial, más tratándose de una cría que aún no había cumplido los trece, –alguien les había engañado sobre mi edad, pero yo no iba a ser yo quien les desengañase–. La más joven de las que ellos habrían follado jamás, pues todas las anteriores que habían jodido estaban cerca o por encima de los catorce–, con el añadido de ser casi virgen por hacer solo dos meses que follaba.
Me dijeron que cuando sintiera dolor o algo de lo que me hacían no me gustase, lo dijera sin miedo y que ellos serían respetuosos conmigo porque querían ante todo que yo saliera muy contenta de mi primera experiencia de sexo en grupo, –orgía diría yo–, para que volviese cuanto antes.
Les dije que estaba dispuesta y muy excitada, deseando empezar a follar cuanto antes, pero que si fuera posible antes deseaba un buen trago de vodka para animarme aún más, porque hacía más de una hora que no había probado el alcohol y mi cuerpo me lo estaba pidiendo.
Uno de ellos me dijo que tenía a mi disposición 12 biberones, tres de cada una de las bebidas que más se utilizaban: ginebra, vodka, tequila y whisky. Tenía también varias dosis de cocaína, si es que era adicta. Eso me sorprendió porque Lucía no me había hablado sobre ello.
Les confesé que la cocaína la había probado con Lucía y su padre pero en pequeña cantidad y mezclada con el vodka, para así poder soportar más tiempo la bebida atenuando los efectos del alcohol. –Les estaba contando una fantasía para hacerme la interesante, según me había recomendado Lucía que hiciera.
Uno de ellos me dijo que era mucho mejor que la probase directamente y le pregunté cómo, porque no lo había hecho nunca.
Me mando cepillarme los dientes con un cepillo duro que tenían en el servicio, –estaba sin estrenar–, sin ponerme pasta, de manera que me produjera unas ligeras erosiones en las encías y conseguir que sangrasen un poco. Luego puso unos pocos polvitos sobre un espejo y me dijo que mojase un dedo y que lo pusiera en los polvos. La cocaína se pegó en el dedo y me dijo que me lo pasara directamente por las encías, porque de esa forma la droga pasaba directamente a la sangre a través de las pequeñas erosiones y el efecto sería más inmediato. Lo hice como me decía y pasamos de nuevo a la habitación.
No había cama, sino que era un gran colchón que ocupaba toda la habitación, –así se evitaba el daño que podían producir las caídas si se estaba muy borracha–. Los biberones estaban a lo largo de la pared y a baja altura, para poder cogerlos sin necesidad de ponerse en pie, –en ocasiones una no podía físicamente ponerse en pie de lo borracha que ya estaba y solo podía arrastrarse, me dijeron.
Inmediatamente cogí uno de los biberones de vodka, –bastante más pequeño que una botella–, y del primer trago me bebí como la tercera parte.
Los tíos al verlo me dijeron que verdaderamente estaba seca y se pusieron enseguida a calentarme.
Me tumbaron en el suelo y me empezaron a sobar las tetas y a rozarme el clítoris, pasando sus dedos por mi rajita y metiendo alguno dentro del coño.
Yo tenía agarrado el biberón y de vez en cuando le daba un chupetón y sorbía el vodka con avidez. Al poco rato el primer biberón estaba vacío y les pedí que me trajeran otro. Uno de los tíos me lo trajo y me dijo que frenara un poco o que no tendría bastante con los tres. Yo no le hice el menor caso y seguí bebiendo cuando me apetecía.
Mientras tanto me habían puesto tan cachonda que entre sorbo y sorbo les decía que estaba ansiosa por que me metieran sus pollas. Me pusieron a cuatro patas y uno se puso detrás de mí y de un solo golpe metió su polla en mi coño.
Noté como una especie de hierro caliente que se metía dentro de mi coño y llegaba hasta el fondo de un solo golpe. El tío repitió la operación y los otros dijeron que era la única forma de conseguir que dejara de beber, –ya llevaba el segundo biberón por la mitad–, era teniéndome ocupada la boca, y empezaron a meterme su polla por turnos.
Me la metía uno todo lo que podía, la sacaba y luego la metía el otro. Así estuvimos todo el tiempo que necesitó el que me jodía para estar a punto de correrse.
Me preguntó dónde prefería que lo hiciera y yo le contesté que mejor directamente en la boca porque de esa forma no me escurriría luego la leche por entre los muslos. Así que al poco dijo: allá voy; me sacó rápidamente la polla del coño y me la metió en la boca al tiempo que me decía: no te la saques hasta que me corra y bébetelo todo.
Inmediatamente empezó a lanzarme chorros de semen dentro de la boca, directamente en mi garganta y yo me los tragaba apresuradamente, incluso atragantándome a veces. Luego le limpié cuidadosamente la polla con mi lengua y me bebí los últimos restos. A continuación no me resistí a echar otro buen trago del biberón de vodka.
No me dejaron descansar, sino que uno de los que me estaban metiendo la polla en la boca inmediatamente me la metió por el coño, quedando yo con la otra polla en la boca y el que acababa de joderme se colocó debajo de mí y me mordía las tetas.
Cuando tenía la boca libre, además de aprovechar para echar un buen trago del biberón, le decía que no dejase de morderme los pezones, porque me gustaba mucho y me excitaba aún más de lo que estaba.
El que me estaba jodiendo, como ya se había calentado bastante con las chupadas que antes le había hecho, tardó menos en correrse que el primero y se repitió la misma escena. Su polla en mi boca, profundamente metida, y sus chorros de esperma caliente bajando por mi garganta hasta mi estómago.
Cuando tuve la boca libre de su polla, otro viaje al biberón, con el que di fin al segundo, pero sentí que empezaba a estar muy mareada. El que no me había jodido aún me la metió rápidamente y el que me mordía los pezones pasó a que le chupase la polla para ponérsela de nuevo en condiciones de volver a joder. El que recién se había corrido pasó a seguir mordiéndome los pezones, al tiempo que con sus dedos me rozaba el clítoris, con lo que mi excitación llegaba a extremos increíbles.
Yo había tenido ya unos cuantos orgasmos mientras los demás me habían follado, porque los suelo tener con cierta facilidad, –soy muy cachonda y me estaba volviendo tan golfa que me corrí incontables veces durante una noche de juerga–. Al fin se corrió el tercero, también dentro de mi boca, con lo que ya llevaba un buen postre consistente en tres enormes corridas de buen, caliente y espeso esperma.
Paramos un poco y les pregunté qué tal había estado y me dijeron que fantástica.
Había pasado poco más de una hora desde que subí a la habitación y me había bebido alrededor de medio de vodka, con lo que empezaba a estar bastante mareada.
Les comenté entonces que me encontraba algo rara porque a pesar de haberme bebido dos biberones no me encontraba muy borracha, aunque sí bastante mareada.
Entonces me preguntaron si me había tomado alguna pastilla antes de subir.
Les contesté que dos y me contestaron que esas pastillas, que nos tomamos las crías para tener el “subidón” y aguantar mejor, nos producen una gran sed por lo que los biberones de bebida los rebajan con zumo, porque si no lo hicieran así beberíamos tan deprisa que en poco tiempo estaríamos completamente borrachas y no seríamos capaces de estar dos o tres horas jodiendo continuamente. Eso explicaba las grandes ganas de mear que tenía y así se lo dije a ellos. Pasé al lavabo y meé una gran cantidad y me sentí mucho mejor.
Les pregunté entonces qué es lo que tenía que hacer para conseguir coger una buena borrachera, porque con Juan estuve completamente borracha y disfruté una barbaridad hasta que me desmayé.
Me contestaron que había varias formas: beber mucho más, pero el estómago se me llenaría de líquidos y necesitaría mear mucho más a menudo, además de que sería mucho más fácil que vomitara al meterme las pollas profundamente en la boca; otra forma era una buena dosis de cocaína y mezclar las bebidas, –es lo que hacían las más expertas–, bebiendo un biberón de cada bebida. Yo, por ejemplo, ahora tendría que cambiar a otra bebida y dejar el vodka.
Les pregunté si creían que dada mi edad y mi poca costumbre podría tener algún problema serio si lo hacía.
Uno de ellos, que era sanitario, me dijo que me veía perfectamente y que para mi corta edad mi coño aguantaría muy bien otra buena sesión de pollas.
Así que pase de nuevo al baño a seguir con el ritual del cepillo de dientes y de la cocaína en las encías. Procuré cargar un poco más el dedo y me restregué bien una buena dosis.
Cuando salí, me habían preparado una rayita de coca para que la esnifara, porque eso me haría estar muy excitada, combatiría mi cansancio y sería capaz de follar durante varias horas, aunque siguiera bebiendo.
Precisamente eso es lo que yo quería, así que a continuación cogí un biberón de ginebra, porque me daba lo mismo uno que otro, me volví a colocar a cuatro patas y dije: estoy preparada para la primera polla.
Enseguida noté una polla dentro del coño, al tiempo que uno trajo del cuarto de baño unas pinzas como las de tender la ropa, pero un poco diferentes y me puso una pinza en cada uno de los pezones.
Las pinzas apretaban muchísimo y notaba un dolor agudo, pero al mismo tiempo una sensación de excitación que me hacía pedir al que me jodía que lo hiciera más fuerte y más rápido.
Me hizo caso de inmediato y metía y sacaba la polla de mi coño con toda rapidez; pero no solo lo hacía rápido sino que también me la metía con una gran fuerza y sentía su polla estrellarse en lo más profundo de mi coño, con un dolor intenso que se convertía en placer a base de repetirse, haciendo que mis gemidos ya se volvieran verdaderos gritos, lo que a mi follador le incitaba a ser cada vez más brusco en sus acometidas y acompañarlas de unos azotes en mis glúteos que me hacían gritar y gritar, siempre que la polla que tenía en la boca me lo permitía.
Con cada golpe notaba la punta de la polla estrellarse contra el cuello de mi útero, pero me abría de piernas todo lo que podía y le seguía pidiendo que empujase más y más.
Tuve un orgasmo muy intenso y él, al notarlo, no pudo evitar correrse dentro de mi chocho, sintiendo dentro de mí la caliente inundación producida por su esperma.
Nada más sacármela llevé mi mano al coño, metiendo dentro todos los dedos que pude, sacándolos rebosantes de esperma y flujos que inmediatamente me lleve a la boca.
De inmediato otra polla se metió dentro de mi coño, al tiempo que el que acababa de correrse se puso ante mí pidiéndome que se la mamase para ponérsela de nuevo dura.
Lo hice así, al tiempo que seguía haciendo visitas al biberón de ginebra, que ya iba por la mitad.
Como mis pezones estaban ya cogidos por las pinzas, el tercero se puso a jugar con mi trasero. Mientras estaba a cuatro patas y uno me jodía el otro me abría las cachas del culo y me echaba saliva encima del agujero y pasaba la punta de su lengua por el agujero de mi culito.
Yo empecé a estremecerme con esas caricias, y más aún cuando él empezó a colocar uno de sus dedos en el mismísimo agujero y apretó un poco con la intención de metérmelo.
Mi culo no estaba aún lo suficientemente relajado para permitirlo, pero él continuó con sus lamidas y acariciando los alrededores del agujerito.
Yo empecé a notar la sensación de un placer añadido y cuando no tenía la polla en la boca le decía que me gustaba lo que estaba haciendo y que continuase.
Lo siguió haciendo y yo procuraba poner mi culo más y más en pompa para darle facilidades.
El que me jodía dijo que iba a correrse sobre mi espalda y culo y así lo hizo.
Entonces me la metió el que me acariciaba el coño y el que acababa de joderme continuó con el trabajo del anterior. También aprovechó para mojar sus dedos en el esperma de mi espalda y acercármelo a la boca, con lo que no dejé de saborear parte de su corrida.
Poco a poco mi culo empezó a mostrarse más receptivo y ya no se cerraba instintivamente cuando intentaban introducir su dedo, sino que se mantenía elevado y abierto. Poco a poco me empezó a meter el dedo meñique. Lo metía un poquito, lo sacaba y me lo daba a chupar para mojarlo y que entrase mejor.
Yo me había terminado el biberón de ginebra y me habían traído el de tequila.
Era cierto; entre la nueva dosis de cocaína y el biberón de ginebra me había “colocado” rápidamente y empezaba a notar los efectos de todas las drogas que me había metido, pero no me atontaban sino que me sentía muy alerta, como si mis terminaciones nerviosas estuvieran atentas a percibir cualquier excitación.
Me sentía toda yo como una inmensa antena recibiendo señales de todo mi cuerpo. Y todas las que me llegaban eran de lo más excitantes, por lo que estaba disfrutando como una loca de mi actividad sexual y de todo lo que me rodeaba. No sentía ya el dolor de los pezones, sino que lo que deseaba es que las pollas fuesen mucho mayores, porque sentía mi coño totalmente dilatado y capaz de recibir la enorme polla de Juan completamente hasta el fondo.
Con todo ello, mi culo empezó a dilatarse también y el dedo entraba ya con toda facilidad, por lo que pasó a meterme otro mayor, que también chupaba cada vez que me lo ponían en la boca. Ni un momento me dio por pensar de donde venía ese dedo que metían en mi boca, y es que el alcohol y las drogas ejercían sobre mí la influencia de que no pensara más que en el deseo de ser follada sin descanso, cada vez con pollas más grandes y con una mayor intensidad. Era como si mi cuerpo fuera tan solo un coño y un culo ansiosos de ser follados.
Le dije al que me metía la polla por la boca que estaba deseando que me la metiese hasta el fondo, porque solo me metía poco más de la mitad, a pesar de que la sentía continuamente en la campanilla. Le dije que había visto a Lucía tragar entera la polla de su padre, que medía treinta centímetros, –cómo exageraba.
Me dijo que debía estar dispuesta a pasarlo mal porque para que me entrase entera tenía que deslizarse por mi garganta porque ninguna boca tenía tamaño suficiente para albergar una polla completa, a no ser que la polla fuese mínima, de no más de doce centímetros y que las de ellos estaban todas alrededor de veinte.
Le dije que de acuerdo y me bebí otro buen trago de tequila, hasta dejar el biberón por la mitad.
Me dijo que sacase la lengua.
Lo hice y puso su polla sobre ella y la deslizó sobre la lengua, –si tenía la lengua dentro, retrocedía y obstruía la tráquea–. Enseguida llegó la punta de la polla al fondo de la boca, –lo noté claramente–, y entonces cogió mi cabeza por detrás con sus dos manos, sujetándomela firmemente, a fin de que no retrocediese cuando él presionara su polla contra mi boca. Empezó haciendo presión lentamente y yo empecé a sentir que su polla penetraba un poco, al tiempo que me faltaba el aire y empecé a ponerme colorada. Sacó la polla y repetimos la operación pero me dijo que antes cogiese todo el aire que pudiera, como si fuese a bucear.
Lo hice así, saqué de nuevo la lengua y su polla volvió a deslizarse dentro; esta vez aguanté un poco más, pero no lo suficiente. Volvió a sacar la polla, bebí otro trago de tequila, –dije que para que se deslizara mejor–, y repetimos la secuencia.
Esta vez la profundización fue mayor, aunque al sacarla me vino una arcada con tequila, consecuencia de que el que acababa de beber en posición de a cuatro patas prácticamente no me había llegado al estómago.
Me dijo que en dos o tres intentos más lo podríamos conseguir, así que no desfallecí y volví a la tarea. Al fin, después de cuatro intentos más, conseguí engullir completa una polla de veintiún centímetros.
El premio fue liquidar definitivamente el biberón de tequila y una nueva dosis de cocaína, que me aplicó él porque yo a cuatro patas no podía, acompañada del estreno del biberón de whisky.
Por cierto que ya empezaba a estar definitivamente algo “tocada”, pero me propuse aguantar todo lo que pudiese para ver en qué quedaba lo del culo, aunque me suponía que pretendían meterme la polla, tal como había visto a Lucía con su padre.
Con los trabajos de la boca no había caído en la cuenta de que ya me estaban metiendo dos dedos a la vez en el culo. El encargado de dilatármelo dijo que si no aprovechaban pronto la ocasión podía venirme abajo en cualquier momento, dada la velocidad a la que estaba bebiendo.
Lo oí y les dije que no se preocupasen y que hicieran conmigo lo que quisieran porque lo que yo deseaba era experimentar cuantas más cosas mejor, y cuanto antes.
El que me jodía me dijo que si quería experimentar cuantas más cosas mejor lo iba a conseguir.
Me sacó la polla del coño y se colocó en el suelo boca arriba y me mandó sentarme sobre su polla mirando frente a él. Al hacerlo su polla se clavó por completo en mi coño, tan profundo como nunca se me había metido antes.
Yo casi no podía ya mantenerme erguida, –a cuatro patas no notaba la falta de coordinación que tenía–, por lo que me incliné hacia delante sobre su cuerpo. Con ello se lo ponía en bandeja a los otros, porque mi culo quedaba en pompa totalmente a disposición del que quisiera.
Fue precisamente el que acababa de metérmela hasta el fondo de la garganta el que se dirigió a mi culo y poco a poco, empujando con trabajo empezó a metérmela dentro y el que quedaba metió su polla en mi boca.
Al sentirla puse en práctica lo que acababa de aprender y su polla se deslizó completamente en mi garganta después de unos pocos intentos. El que estaba debajo de mí me dijo: no solo has estrenado la garganta y el culo, sino que te hemos llenado todos los agujeros al mismo tiempo. Y soltó una carcajada.
Me jodieron los tres al mismo tiempo, aunque tardaron un poco en coordinarse para que las entradas de sus pollas se produjesen de forma alternativa, pero una vez que lo consiguieron, yo disfruté como una verdadera zorra de las tres pollas que tenía dentro de mí. Entonces empezaron a intensificar sus embates y no dejaron de follarme hasta correrse cada uno en el agujero donde tenían la polla, llenándome de semen.
Las sacaron y cambiaron de posición volviendo a metérmelas todas a la vez hasta volver a correrse y luego volvieron a cambiar, de forma que los tres me jodieron por los tres agujeros todos al mismo tiempo. Me imagino que lo mismo que yo estaba de alcohol y droga hasta los topes, ellos deberían llevan una buena dosis de viagra.
En cada cambio yo le pegaba un enorme viaje al biberón, de forma que al finalizar también me bebí el resto del biberón de whisky, cayendo completamente borracha, al borde del desmayo, después de las dosis de cocaína, los biberones de vodka y ginebra, tequila y el de whisky. Aunque estuvieran mezclados con algo de zumo la cantidad de alcohol sería grande.
Me cogieron entre los tres y me llevaron al baño y me recostaron en la bañera. Pensé que me iban a duchar para espabilarme y ya lo creo que me ducharon.
Los tres frente a mí empezaron a mear sobre mi cara, apuntando a mi nariz, lo que me hacía abrir la boca y entonces dirigían su chorro a mi boca.
No podría decir la cantidad de orín que pude beber, pero fue bastante, en medio de constantes toses y atragantamientos.
Cuando terminaron de mear me dieron más cocaína, sosteniéndome entre los tres, porque yo era totalmente incapaz de tenerme en pie.
En la habitación me dieron otro biberón de vodka (el que quedaba) y yo sin tener casi idea de lo que hacía me puse a chupar de nuevo y a beber, mientras me llevaban fuera de la habitación, escaleras abajo, hasta el salón de la mesa del juego, donde ya me estaban esperando todos los demás.
Me tendieron encima de la mesa porque era completamente incapaz de tenerme ni siquiera a gatas, ––solo era capaz de sostener el biberón de vodka y beber de vez en cuando.
Sobre la mesa me jodieron los que me estaban esperando, unos por el coño y otros por el culo y a veces por los tres sitios a la vez, y al final terminaron meando todos encima de mí, incluidas Vanesa, Lorena y Lucía.
Yo, mientras lo hacían, abría la boca y bebía orines y vodka, hasta que, a punto de terminarlo, el biberón se me escurrió de las manos y caí completamente desvanecida. Habían pasado cuatro horas desde que subí las escaleras y eran más de las cuatro de la mañana.
Me pusieron una inyección para estimular mi reacción y me dejaron sobre un colchón en el suelo.
A partir de cuando empezaron a metérmela por el culo todo lo que escribo lo puedo contar porque lo habían grabado todo en video y luego me lo han dado para que lo viera, porque al despertarme el día siguiente, sobre las tres de la tarde, no recordaba absolutamente nada de la última hora y media.
El médico comprobó que mi recuperación era total, así que recogimos nuestras cosas y nos volvimos al chalet.
Juan me contó en el viaje de vuelta que todo estaba preparado de antemano. Las chicas tenían orden de dejarme la bola verde y en esa habitación entraron precisamente los hombres encargados de desvirgarme la garganta y el culo, cosa que hacían habitualmente con las nuevas chicas que se iban incorporando al grupo, siempre seleccionadas previamente, bien por su necesidad de un aborto inmediato o bien entre las que destacaban por su adicción temprana a las drogas o al alcohol. Principalmente hijas de gente relacionada ya de antes con el grupo, caso de Vanesa y Lorena, cuyo padre es abogado del dueño de la finca, y el caso de Lucía, cuyo padre, Juan, colabora con ese grupo desde su puesto de profesor en el instituto y jefe de viaje en los fines de curso, como el que hice yo cuando me desvirgaron.
Juan fue captado porque en los ambientes de prostitución se movía buscando las chicas más jóvenes que pudiera encontrar, siendo “ligado” por Lorena.
Vanesa y Lorena ya se habían iniciado en el grupo por medio de su padre, al quedar Vanesa embarazada al poco de cumplir los catorce. Lorena, que no es nada tonta, se dio cuenta del embarazo de su hermana y de cómo desaparecía un fin de semana con su padre y volvía el domingo ya sin el problema encima. Habló con ella y Vanesa le contó la orgía en que había participado y le dijo que iba a animar a su padre para que la llevara también a ella. Lorena había participado junto con Vanesa en todas sus aventuras sexuales y era tan cachonda como ella, solo que ella no se quedó embarazada.
Lorena se dio cuenta de la forma en que Juan nos miraba a todas en gimnasia y se le insinuó de forma clara y le propuso que se dejaría joder si le acompañaba a una fiesta que daban unos amigos.
Así le llevó a la finca de Guadalajara y a Juan le gustó tanto que se convirtió en una especie de captador de chicas para las fiestas.
Así inició en el sexo a Lucía y entre Vanesa, Lorena y Lucía me captaron a mí, porque una vez que me hicieron joder en el viaje de fin de curso, vieron que hacía todo lo posible por continuar jodiendo en el piso y la dependencia de las pollas que empezaba a mostrar, no haciendo ascos a ninguno de los planes que me proponían aunque cada vez eran más atrevidos. Además, contaban con que al no tener padres y estar solo con mis abuelos, ya mayores, el control sobre mí sería menor y ellos serían mucho más fáciles de manejar. Así se produjo su invitación a mis abuelos para conseguir ganar su confianza y luego la invitación mía del fin de semana.
Al regresar al chalet el ambiente era un poco tenso, ya que durante el viaje yo no había dicho una sola palabra, ya que estaba como reciclando mis recuerdos de la noche anterior y las explicaciones que Juan me iba dando sobre la marcha, y terminando de despejarme por completo. Además, les quise tener inquietos y hacerles rabiar un poco, como hacerles sentirse culpables, en venganza por no haberme hablado con toda claridad desde el principio, aunque entiendo que ellos tuvieran dudas de cómo reaccionaría yo si de sopetón me lo proponían, ya que yo no tenía ningún embarazo que solucionar y podía haberme negado.
Dejamos nuestras cosas y pasamos al salón y llamamos por teléfono para que nos trajeran unas pizzas para cenar, porque ninguno habíamos comido y nadie tenía ganas de meterse en la cocina.
Si quieren contactarme: [email protected]
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