NATASHA Y EL PROFESOR DE GIMNASIA – 6
Natasha celebra su cumpleaños, tiene otra fiesta en Guadalajara e inicia su aventura en Europa.
CAPÍTULO 6
Lunes y martes fueron días rutinarios, salvo que Juan fue al Banco a llevar el dinero que pagaron y lo depositó en una cuenta abierta a su nombre a plazo fijo para no poder tocarlo. A mi nombre no podía estar, porque al ser menor de edad tendrían que firmar mis abuelos que, a falta de mis padres eran los que ostentaban la patria potestad, y no habría forma de explicarles de manera creíble de dónde había salido ese dinero. Por otra parte no era cosa de tener en casa esa cantidad, de manera que como yo confiaba plenamente en Juan le dije que sí sin más explicaciones, ya que además pensaba que ese dinero nos pertenecía un poco a los tres en conjunto, aunque fuera la visión de mi video el causante de que me hubieran llamado. Juan dijo que eso era el germen de lo que pronto sería una apreciable fortuna.
Juan insistió mucho también en conocer lo que yo quería como regalo de cumpleaños.
Le contesté mil veces que su cariño me convertía en la persona más feliz del mundo y ese era el mejor regalo que nadie podía hacerme, pero tanto insistió que le dije que me comprase un juego de consoladores parecido al de Lucía, para que de esa forma pudiéramos usarlos simultáneamente. También le dije que se hiciera con un buen test de embarazo porque con la marcha que llevaba, si no estaba embarazada ya no tardaría prácticamente nada en estarlo. Yo con mi regla era como un reloj y entre los días 7 y 10 de cada mes no me había fallado nunca en los casi dos años que hacía que me llegó por primera vez, recién cumplidos los once años… y estábamos ya a 8 de agosto.
El miércoles Lucía y yo nos quedamos en la piscina mientras Juan se fue a por mis abuelos a Madrid. De momento, la regla no hizo acto de presencia. Llegaron sobre la 1 de la tarde y nos fuimos a comer a un buen restaurante para celebrarlo y luego en casa merendamos y apagué las 16 velas para celebrar que ya era una “mocita”, como decían mis abuelos. Insistieron en que no les llevasen de nuevo a Madrid, sino que les dejasen en la estación.
Juan dijo que haría algo mejor. Les mandaría a Madrid en un taxi, que pagó él. Así mis abuelos no tendrían que ir en el tren y Juan no tendría que hacer otros dos viajes. Aceptaron y a eso de las 8 de la tarde se marcharon.
Como mis abuelos sabían lo distraída que yo era con el móvil, les di también el número del teléfono móvil de Juan por si algún día querían hablar conmigo por cualquier cosa, diciéndoles que era mejor que me llamasen al de Juan, porque como yo no tenía costumbre lo podía dejar olvidado en casa si salíamos a pasear o a comprar algo y no les contestaría. Eso les convenció definitivamente. Con ello me aseguraba que al móvil no me llamarían casi nunca y si llamaban al fijo y estábamos en alguna “excursión sexual”, con el desvío activado la llamada pasaría al móvil de Juan. Mi móvil serviría más adelante para algo mucho más rentable.
Una vez dejados en el taxi Juan me dijo que tenía reservada una sorpresa para celebrar por todo lo alto mis recién estrenados dieciséis. Hizo una llamada y solo dijo: campo libre.
Al cabo de un cuarto de hora se presentaron Vanesa, Lorena, su padre, su primo y el amigo universitario, (el del piso de Madrid) Todo estaba calculado y éramos cuatro y cuatro, todos con unas ganas locas de follar, por lo que la diversión estaba completamente asegurada.
Inmediatamente empezamos a beber los ocho y en menos de media hora estábamos todos en pelotas, bañándonos en la piscina. Más de uno me la metió dentro del agua y puedo deciros que es una sensación muy agradable. Probadlo, si aún no lo habéis hecho, y me daréis la razón.
Luego pasamos al salón y entre el salón y los dormitorios se nos fueron más de dos horas de completa orgía y desenfreno, follando y bebiendo sin parar durante todo ese tiempo, a excepción del padre de Vanesa y Lorena, que luego tendría que llevar el coche de vuelta a Madrid. Sin embargo Vanesa y Lorena bebieron como locas y se la cogieron de campeonato. Vanessa y Lorena se dedicaron a practicar el sexo lésbico entre ellas, momentos en los que Lucía y yo disfrutamos de dos pollas cada una. ¡Y qué pollas! Porque la del padre de ellas era tan larga como la de Juan, pero algo menos gruesa, y las del primo y su amigo ya las conocía del pisito de Madrid y tenían un tamaño apreciable.
El padre de Lorena se colocó en el suelo, tendido boca arriba sobre una colchoneta hinchable y yo me coloqué a horcajadas sobre él mirándole, y me dispuse a cabalgarlo para lo cual su polla se colocó bajo mi coño y yo descendí casi de golpe, para que entrase bien profunda; una vez metida me agaché sobre su pecho y le ofrecí el culo a Juan que no tardó nada en penetrarme el ojete con su polla, previamente lubricada con un gel. Disfruté como una loca cuando me ensartaron a la vez el coño y el culo. No estaba todavía borracha y sentí perfectamente cómo las dos se introducían y se sincronizaban entrando y saliendo alternativamente, para lo cual yo intentaba mover la pelvis y Juan me desplazaba con sus manos sobre mis nalgas y glúteos, de modo que la sensación de sentirme llena de polla se trasladaba de mi coño a mi culo alternativamente. Los dos que faltaban se entretenían en pellizcarme los pezones, retorcérmelos, estirármelos y darme algún que otro azotito en mis tetas que, en la posición que estaba, me colgaban como si fueran un par de campanas.
Empecé jadeando, luego pasé a gemir de gusto; de ahí a comenzar a gritar apenas pasaron unos minutos, los justos para experimentar mi primer orgasmo, en el que mis gritos ya se convirtieron en verdaderos alaridos de placer. Vanesa le dijo a su primo que me callase la boca y no tuvo una idea mejor que dejar en paz la teta izquierda, de la que se estaba encargando, y polla en ristre vino frente a mí y me la metió en la boca sin ningún tipo de consideración. Me sujetó la cabeza para que la mantuviera firme y se dedicó a follarme la boca como si fuera mi coño; no tardó en traspasar la campanilla y su polla se deslizó libre a lo largo de mi garganta, llenándome de polla el único agujero que me quedaba libre.
El amigo universitario se encargaba de follarse a Lucía con una gran intensidad, incentivado por las peticiones que le hacía sobre que la reventase el coño y se la clavase con todas sus fuerzas, pero en el momento en que los dos se corrieron como locos, Emilio, se corrió también en mi boca y entonces se produjo un cambio en la manguera que me alimentaba directamente el estómago. Emilio se fue a que Lucía se la mamase para que no le bajara mucho la erección y el amigo vino a mi boca a que le realizase la misma función. Primero le limpié bien todos los restos que traía de su corrida y de los flujos del coño de Lucía, y luego se la mamé como buenamente pude, porque el padre de las chicas y Juan no dejaban de follarme con verdaderas ganas y tuvo mi segundo orgasmo poco antes de que ellos dos me llenaran el coño y el culo de leche bien calentita.
Hicimos un pequeño descanso, bebimos unos pelotazos de alcohol y se cambiaron las tornas, pero solo en quienes se ocuparon de mis agujeros, que fueron Emilio y su primo, coño y culo respectivamente, y el padre de Lorena y Vanessa que se encargó de mantener mi boca en actividad permanente. Habían acordado no dejar ninguno de mis agujeros libres de polla, como homenaje a mi cumpleaños y como una especie de examen que ellos transmitirían a sus amigos, con lo que en adelante no me faltaría “trabajo” sexual ningún fin de semana del verano, con el consiguiente incremento de mi capitalito. Esta segunda ronda se hizo más larga porque la recuperación de los cuatro machos llevó su tiempo, pero yo disfruté corriéndome otro par de veces. Eso sí, apenas bebí alcohol, porque mi boca siempre estuvo ocupada con una materia más sólida El líquido solo me llegó al final en forma de corridas casi directas a mi estómago.
Tras más de dos horas de follaje ininterrumpido, los “invitados” se ducharon y se dispusieron a volver a Madrid, quedándonos solos nosotros tres.
Yo había pensado reservarme un poco porque quería brindar a Juan todo mi cariño mediante una buena metida de polla por el culo, así que cuando se fueron le dije: Juan, mi amor, soy toda tuya pero, especialmente, es tuyo todo mi hermoso culo; perfóramelo cuanto antes. Sigo con ganas de polla. La metida fue monumental y pude comprobar cómo la cosa iba a mejor cada día que pasaba. Apenas sentí dolor y gocé y disfruté como una verdadera loca.
Después de su enculada, Lucía y yo nos comimos respectivamente el coño, con un consolador cada una en el culo, que Juan se encargaba de meter y sacar, proporcionándonos sendos orgasmos.
Luego sí, nos dedicamos a beber sin control hasta que llegamos de milagro a la cama, al borde del desfallecimiento. Fue una buena celebración.
Lucía y yo despertamos a media mañana del jueves, y eso porque Juan se encargó de zarandearnos. Nos había preparado el desayuno y mientras lo tomábamos me dijo que me fuese preparando para la que me esperaba el sábado en Guadalajara, ya que sabía por el padre de Vanesa y Lorena que allí me estaban organizando una fiesta de cumpleaños muy, pero que muy, “especial”.
El jueves y el viernes pasaron rápidamente sin incidencias dignas de mención, porque repetir que todos los días follábamos y bebíamos hasta casi emborracharnos, o emborracharnos mucho en ocasiones no sería una novedad a estas alturas del relato.
Por fin llegó el esperado sábado para ir a la fiesta que me esperaba en Guadalajara. Era el día 13 de Agosto y la regla no había aparecido (llevaba entre 3 y 7 días de retraso) así que lo primero que hice fue coger uno de los test de embarazo y hacer la prueba.
Dio “positivo” a la primera, o sea que ya me había preñado.
El día transcurrió normal hasta la comida, eso sí, con una gran impaciencia por mi parte. De un lado mi impaciencia por que llegara la noche y gozar de otra orgía similar a las de los dos últimos fines de semana, plena de drogas y alcohol que son las perfectas a indispensables compañeras para el buen disfrute de unas cuantas pollas.
A la hora de la comida le dije a Juan y Lucía que ya podían ir pensando en la fecha más apropiada para mi aborto porque por la mañana había hecho la prueba de embarazo y había dado positivo.
Me dijeron que aún no podía tener la certeza hasta que no hubiera hecho una prueba de confirmación, pasadas un par de semanas, pero que habiendo sido siempre tan regular y llegándome la regla alrededor del 9 al 12, descontando los 7 días previos a la ovulación, en que es difícil concebir, los 14 anteriores son los más propicios para ello. Eso suponía que los días más fértiles estarían entre el 22 de julio y el 5 de agosto, en los que estaría ovulando a diario.
Como quiera que mis primeros polvos a pelo con Juan fueron el 28 de Julio resulta que entre el 28 de Julio y el 5 de Agosto transcurrió más de una semana de joder a diario varias veces, en los que se incluye la primera fiesta en Guadalajara. El número de polvos en esos días seguro que pasaría de los treinta, con lo que las posibilidades eran bastante apreciables. Esa tarde, antes de salir para Guadalajara empecé con la cocaína para ir ya bien colocada.
En el coche, camino de Guadalajara, iba pensando en que hacía sólo dos semanas que me había trasladado a casa de Juan y de Lucía y en ese corto espacio de tiempo me había hecho inseparable de la cocaína y de la botella de lo que fuese (casi todos los días había terminado completamente borracha y al día siguiente tenía ganas de beber más que el anterior), aparte del más que posible embarazo que ya tendría.
Sin embargo, me sentía plenamente feliz por haber encontrado el amor de Juan y el cariño y la complicidad de Lucía. En estos pensamientos estaba cuando llegamos a Guadalajara.
El recibimiento fue más cordial que la vez anterior, aunque como era con ocasión de mi cumpleaños lo encontré normal. Sin embargo todo lo que sucedería después no tenía comparación alguna con la primera visita. Lo habían preparado todo con exquisito cuidado para que no faltase un solo detalle que me hiciera feliz como nunca.
Primero cenamos y luego pasamos al salón de los juegos, aunque esta vez no había ningún juego que realizar. La reina de la noche ya estaba escogida de antemano y todo giraría a mí alrededor.
El primer detalle es que me habían preparado una gran tarta en la que habían clavado 16 velas y ¡Ho! Sorpresa, las velas tenían la forma de polla. También me habían preparado 16 hombres para mí sola, uno por cada año de vida. Se habían propuesto hacer una orgía casi interminable, conmigo siendo follada durante tres o cuatro horas. Esos 16 tíos eran todos actores de cine porno, y de ellos 7 eran negros, con unas enormes pollas. Luego había otros 16 invitados normales, así que esa noche me joderían 32 tíos diferentes, si yo era capaz de soportarlo y resistirlo. La cosa prometía resultar apasionante.
De chicas estaban Lucía, Vanesa, Lorena, y otras dos que no conocía, una de ellas con una apreciable barriga. Ellas se encargarían de poner en forma las pollas de los 16 actores porno y de los 16 invitados normales, para que me follaran inmediatamente uno detrás de otro, lo más rápidamente posible.
Me dijeron que si no tenía inconveniente iban a grabar todo en una cinta de video para distribuirla en los diferentes grupos (De esa manera me daría a conocer y me llegarían continuas invitaciones para sus respectivas fiestas y ganaría mucho dinero)
Como tenía la experiencia de la invitación de la semana anterior no dudé en aceptar.
Lo primero fue encender las velas que yo apagaría de la misma forma que se apagan las de cualquier cumpleaños. Apagaron la luz, encendieron las velas y las apagué rápidamente de un soplo.
Volvieron a encender la luz, al tiempo que todos corearon el “cumpleaños feliz! Todo muy tradicional. Encontré a faltar el oportuno brindis, pero me dijeron que eso vendría enseguida.
Me llevaron a un sofá y me colocaron de revés en el asiento; es decir: Me sentaron con la cabeza por la parte delantera del asiento y me hicieron que colocase las piernas subiendo por el respaldo. Mi cabeza quedaba medio colgando por el borde del asiento. De inmediato sentí que metían en mi boca una polla, la primera de las 16 de los invitados “normales”.
El tío se colocó frente a mí y su polla penetró profundamente en mi boca y a medida que empujaba entraba más y más hasta el fondo de mi boca y se adentraba en mi garganta.
Según profundizaba empecé tener continuas náuseas y a llenárseme la boca de saliva, que poco a poco se fue deslizando por mi cara, penetrando por la nariz y haciendo que me atragantase continuamente. El tío estaba ya cachondo, con motivo de la mamada que le habían hecho antes, y en más o menos dos minutos aceleró sus embestidas hasta que llegó a punto de correrse.
Entonces se retiró y vertió toda su carga de semen en una copa que dejó sobre una mesita cercana. Me levantaron la cabeza y me dieron un chupito de vodka, que bebí con avidez. ¡Me supo a muy poco!
Inmediatamente me ordenaron que recobrase la posición original y la segunda de las pollas me folló la boca brutalmente, penetrando en su totalidad a través de mi boca, hasta su misma raíz.
Mis ojos se llenaron de lágrimas, que hicieron que mi rímel se corriese totalmente, así como el carmín de mis labios y el maquillaje. Al ir a correrse se retiró igualmente y lo echó en la misma copa que el anterior. Me dieron otro chupito de vodca, que apuré de un solo trago. Eso ya se convirtió en costumbre: tras cada mamada un chupito de vodka, para ir poniéndome a tono. Así, uno detrás de otro, me fueron metiendo las 16 pollas de los invitados.
No recuerdo bien en cuántas de las pollas tuve vómitos, pero fueron numerosos, con lo que mi cara y pelo quedaron hechos una verdadera mierda. Una de las pollas, que debía medir más de 20 centímetros me produjo tal náusea que casi todo el vodka que llevaba bebido me salió por la boca y nariz, empapando completamente mi pelo, que en cascada casi llegaba al suelo, en el que se rebozaba con los restos de babas, saliva y jugos estomacales que ya se habían ido acumulando. –Cuando vi la grabación me puse cachondísima.
Entonces tuve un gesto de rebeldía y le pedí al encargado de la bebida que me diera más vodka, para compensar el que acababa de vomitar. Les hizo gracia mi petición y me acercaron un frasquito en forma de petaca, con una capacidad de 250ml, que me bebí de un solo trago, sin apenas respirar.
Esa sesión completa duró cerca de una hora, al final de la cual acabé completamente empapada en mis propias babas y vómitos. Mi cara parecía una especie de caricatura de payaso con todos los mejunjes de maquillaje mezclados entre sí con los restos de mis espesos vómitos, formando una especie de pasta. Al ponerme recta, parte de mis babas y vómitos corrieron por mi cuello y llegaron a empapar mis tetas.
Me pasaron unas toallas por mi pelo, cara y tetas, de forma de adecentarme un poco. Chafarrinones de color indefinido manchaban mi cara y parte de mi torso, pero eso añadía una dosis de morbo a lo que se iba a desarrollar a continuación.
Entonces el encargado de servirme la bebida me acercó la copa en la que cada los 16 invitados habían depositado el esperma de sus corridas. Su volumen alcanzaba casi unos tres dedos de altura, lo mezclaron bien mezclado y me invitaron a que lo bebiera sin siquiera respirar. La verdad es que aquel brebaje tenía un aspecto muy desagradable, pero tragué el primer sorbo y puse una cara de cierto asco, por lo que el encargado se acercó a mí, me mostró la botella de vodka, diciéndome que si dejaba la copa limpia de un solo trago me entregaría la botella para que bebiese todo lo que quisiera.
Así lo hice, mientras las tres cámaras me filmaban primeros planos. A continuación agarré la botella y apuré casi la mitad sin respirar, dispuesta a coger la más enorme de mis borracheras. A fin de evitarlo, Juan me acercó una nueva dosis de cocaína y me dijo que no me preocupase por nada porque él me estaría vigilando, pero que era mi fiesta y que hiciera todas las locuras que se me ocurrieran. El me proporcionaría toda la bebida y droga que pudiera aguantar, hasta que alcanzase el límite de mi resistencia.
Con esa tranquilidad y con las ganas que tenía de follar como una verdadera loca me lancé a la más desenfrenada noche que hasta entonces había vivido.
Pedí un poco de silencio y les dije a todos los que estaban allí que quería que esa noche fuese la mejor de mi corta vida.
Que me jodiesen sin compasión alguna.
Quería que todos ellos metieran sus pollas en todos mis agujeros.
Que se me corrieran donde les diera la gana.
A las chicas les dije que cuando vieran que salía leche de mi coño o culo que me lo cogieran con cucharas, copas o lo que fuera y que me lo dieran a beber.
Entonces fue cuando entraron en acción los profesionales, pero esos se lanzaron a saco con sus pollas en todos mis agujeros y se pusieron a follarme como locos.
Se sucedieron las dobles y triples penetraciones, una tras otra, sin que apenas tuviera tiempo más que de mamar la polla que tenía en la boca y beber algún trago de vodka, y, eso sí, correrme una y otra vez, casi enlazando un orgasmo con el siguiente, mientras sentía que en cada corrido a en mi coño o culo, otra polla reemplazaba al instante a la que se había corrido. Pero estaba tan colocada con el alcohol y la coca, que era como si mi cuerpo solo fueran terminaciones nerviosas que recogían todas mis sensaciones y las trasladaban a mi cerebro y de ahí a la zona encargada de las sensaciones sexuales, con lo que cada vez me encontraba más cachonda y deseosa de ser follada ininterrumpidamente.
A partir de ahí y durante otras cuatro horas estuve jodiendo y bebiendo sin parar. Me llenaron coño, culo y boca, mejor diría estómago, de eyaculaciones, una tras otra, que yo me tragaba con ansia, pidiendo de inmediato otra polla a la que poder mamar.
Esnifé otras dos dosis de cocaína y cuando sentía que mi estómago no podía con más bebida pedía que me metieran una larga polla hasta el fondo hasta conseguir una náusea y que un borbotón de bebida me subiera del estómago, lo vomitara y se deslizara por mis tetas y vientre, llegando hasta el pelo de mi coño, que acabó empapado. Así seguía bebiendo y tragando semen continuamente.
Llegó un momento en que ya era incapaz de coordinarme y, menos aún, sostenerme, por lo que la muy cabrona de Lucía me ponía un vaso de vodka en la esquina del salón, llamaba mi atención y me hacía ir hacia él, si quería bebérmelo. Y allá iba yo, arrastrándome por el suelo entre los restos de mis vómitos hasta llegar al vaso y titubeante conseguía bebérmelo. Allí mismo era tomada por cualquiera de los 32 hombres y volvía a ser follada. Cuando estaba a punto de caer desfallecida Lucía se me acercó y me preguntó si me gustaría seguir todavía más.
En medio de la borrachera más absoluta y completamente colocada por la cocaína conseguí balbucear que claro que me gustaría, pero que me encontraba completamente exhausta y que desde hacía casi una hora no podía tenerme en pie y me arrastraba por el suelo entre los restos de mis babas, vómitos y semen.
Lucía preguntó si me atrevería a probar con un buen “chute” de heroína. Ella lo había hecho en varias ocasiones y le daba muy buen resultado. En poco tiempo reaccionaba y tenía un “subidón” que le permitía mantenerse activa por lo menos otro par de horas más. No me lo pensé, acepté, y fue el propio Juan el que me pinchó mi primera dosis de heroína.
El resultado fue tal como me dijo Lucia. Al poco tiempo sentí que me calentaba de nuevo, que me renacían las fuerzas y me lancé otra vez a follar y beber como una desesperada. Así estuve otra hora y media, hasta que al fin caí presa de mi primer ataque de “delirium tremens”, justo en la fiesta de mí 16 cumpleaños.
Eran pasadas las cinco de la mañana y llevaba de “marcha” desde las once de la noche (algo más de seis horas).
El médico que siempre está presente en esas fiestas, me inyectó un fuerte estimulante y un sedante para que descansase y Juan vigiló mi recuperación, que tardó en completarse más de doce horas.
Eran las siete de la tarde del domingo cuando al fin abrí los ojos y pude tomar conciencia de mí como persona.
Me tomé un baño bien caliente y nos arreglamos Lucia y yo para volver a Madrid. Me metí en la cama nada más llegar y no me desperté hasta el mediodía del lunes.
En mi fiesta me jodieron 36 tíos diferentes, que me la metieron por todos mis agujeros.
Se me corrieron más de 150 veces, porque el tío que menos me jodió lo hizo al menos 4 veces en las seis horas largas de orgía.
Grabaron un total de 4 cintas de cerca de dos horas, que luego he podido ver y por eso os lo cuento, porque recuerdos directos no me quedan muchos a consecuencia de mi gran borrachera.
Esa semana me lo tomé con mucha más tranquilidad, sobre todo en la bebida y la droga, que apenas las probé.
Juan me jodió a diario y Lucía y yo empezamos a practicar definitivamente el sexo lésbico, que a las dos nos producía un considerable placer. Empezaba a considerarme ya como una jovencita bisexual.
Al final de la semana repetimos otra fiesta en Guadalajara, esta vez un poco más normal.
Por normal se entiende que fueron sólo ocho los tíos que nos jodieron a Lucía, Vanesa, Lorena y a mí.
Las tres eran las asiduas de las fiestas de Guadalajara, acompañadas de vez en cuando por alguna cría más que se iniciaba o que llegaba con una buena barriga para que la hicieran abortar.
Por cierto, se confirmó plenamente que yo estaba preñada, así que se planeó mi aborto para finales de Septiembre, cuando estuviera de dos meses, porque al ser el primero que iba a tener era conveniente que el embarazo estuviese lo menos avanzado posible. Más adelante habría tiempo de ir aguantando los embarazos cada vez un poco más, y llegar a los cuatro o cinco meses para abortar un par de veces al año.
Para mediados de agosto ya se habían distribuido mis vídeos por los diferentes grupos y pronto empezó Juan a recibir peticiones de mi presencia en las fiestas que a menudo se organizaban.
Pasé agosto y septiembre de fiesta en fiesta, con el beneplácito de mis abuelos que creían que Lucía y yo nos habíamos hecho casi inseparables, pensando que como las dos éramos hijas únicas y Lucía no tenía madre, las dos nos necesitábamos.
Así fue convirtiéndose en norma que Lucía y yo pasásemos siempre el fin de semana juntas en la sierra (eso al menos es lo que ellos creían)
Todo era tan normal porque cuando salíamos a alguna fiesta Juan ponía el desviador de llamadas en el teléfono y cuando se recibía alguna se derivaba a su móvil, de manera que cuando mis abuelos me llamaron algún sábado les contestaba Juan y luego me ponía yo y hablaba con ellos y les dejaba tranquilos.
Por otra parte mis abuelos, ya mayores, siempre se acostaban entre las 10 y las 11, así que nunca llamaban cuando estábamos en plena orgía de jodienda.
A finales de septiembre tuve mi primer aborto, como estaba planeado, y no lo noté en absoluto. Aborté un domingo a media tarde, después de participar el sábado en la fiesta como si nada, jodiendo y bebiendo como de costumbre, hasta quedar completamente borracha.
Mi e-mail: [email protected]
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