Nati, mi nuera, el sabor de Nati
Cuando conocí a Nati, quedé muy sorprendida por su belleza y sensualidad. La verdad, me costaba dejar de mirarla..
Acá estoy, sentada en este sillón donde comenzó todo. O tal vez fue antes…
Soy Isabel, una travesti de closet. No me considero gay. Pero me atrae tener sexo con hombres desde mi rol de chica. Y tener sexo con chicas en mi rol de hombre.
Este relato lo escribo desde mi lado femenino
Llegué a esta familia hace aproximadamente 20 años.
Conocí a mi esposa en mi trabajo, luego de una fusión corporativa, en donde se integraron equipos de ambas empresas. Me tocó capacitar al personal de la empresa entrante en la modalidad de trabajo de la empresa principal y ahí estaba ella. Nos enamoramos y nos casamos.
Sus hijos y los míos adolescentes, en particular su hijo Hans, quien aporta el material para este relato.
Después de terminar su universidad Hans comenzó una relación con una chica de su misma edad, a quien conoció también por motivos de trabajo. Ella hacía su práctica de pedagogía y Hans participaba en un proyecto de reingeniería en el mismo lugar.
Ella se llama Nati.
Después de dos años de relación decidieron vivir juntos y tener hijos. Finalmente tuvieron 2 hermosos hijos.
Cuando conocí a Nati, quedé muy sorprendida por su belleza y sensualidad. La verdad, me costaba dejar de mirarla. Tez blanca, rostro bello, labios exquisitos, ojos verdes, rasgos muy nórdicos, y su cuerpo hermoso. Cuello y hombros sensuales, pechos erguidos, tamaño medio, vientre plano, caderas sinuosas, pubis protuberante y nalgas carnosas. Piernas torneadas, muslos y pantorrillas generosas.
En la medida que fueron pasando los años, su belleza se transformó ya en la de una mujer hecha y derecha, muy atractiva. Y a pesar de sus dos hijos, no perdió su contextura ni su silueta. Amante del yoga y la danza, le permitía mantenerse siempre muy sexy.
Hasta la fecha, es común que compartamos fines de semana muy entretenidos en familia.
Lo más excitante son las jornadas de piscina durante el verano. Verla en el esplendor total de su belleza me saca de mi compostura.
Fue justamente un verano, donde Hans y Nati viajaron de vacaciones al sur, haciendo escalas de ida, pero viaje directo de vuelta, que prefirieron llegar a mi casa antes de ir a la suya, pues su casa debía estar sin lo necesario para llegar cómodamente, y venían agotadísimos.
Por mi parte, estaba sola en casa, pues mi familia ya estaba de vacaciones en una localidad de la costa y a mi me quedaban un par de días antes de partir.
Una vez que llegaron, los recibí afectuosamente, como de costumbre, y como siempre, el abrazo con Nati era intenso.
No podía evitar prolongar esa sensación placentera de tenerla pegada a mi, sentir sus curvas, su cuerpo esbelto pero bien proporcionado, su aroma exquisito y más de una vez tuve una erección abrazándola, pues ella también se pegaba a mi. Esto me dejaba la sensación de que ella sabía lo que me pasaba y me provocaba, quizás para ver hasta donde me atrevía a llegar.
Después de la recepción, comieron algo, acostaron a los niños y luego se ducharon para también irse a dormir.
Como de costumbre, subí al segundo piso a verificar que todo estuviera bien y de paso recoger la ropa sucia para llevarla a la lavadora.
Entre la ropa sucia encontré su ropa interior. Uf, para mi fue muy excitante, pensé en ponérmela para luego fotografiarme con ella.
Sin embargo, al tomar su tanga, note que estaba manchada con sus fluidos vaginales. La acerque a mi rostro y la olí.
En primera instancia me provoco un poco de rechazo, pero luego, mi mente loca, me trajo su imagen y la sensación de que así debía oler su vulva, por lo que la volví a oler mas profundamente imaginando que era ella, que tenia ante mi su sexo para olerlo y saborearlo como había imaginado tantas veces, en las jornadas de piscina en mi casa, cuando miraba su entrepiernas, apenas cubierto por sus diminutos bikinis que delataban todas sus sensuales formas.
Mi excitación subió a mil, sintiendo su aroma en mi rostro, y más aún cuando decido saborear sus fluidos contenidos en su calzón. Fue la locura total.
Escalofríos recorrieron mi cuerpo entero y mi miembro se erectó hasta llegar a su máximo tamaño.
Ahí mismo en la sala de lavado, imaginando mi lengua dentro de su vagina, saboreando su sexo, sintiendo sus sabores concentrados en su ropa interior, me masturbe hasta tener un orgasmo intensísimo, donde mi esperma salto lejos alcanzando las paredes y el piso.
Estaba extasiada de sensaciones de placer. El solo hecho de pensar que ella estaba ahí, en mi casa, durmiendo semidesnuda, me volvía loca. La idea de subir y poseerla ya, sin importarme nada, me atormentaba hasta la locura. Esa noche apenas pude dormir pensando en ella.
Ese mismo verano, hicimos una junta familiar, por cierre de vacaciones, con invitados que venían de otras regiones y que se quedarían a pernoctar. Además, se sumaron algunos amigos de los hijos de mi esposa.
Comenzamos al medio día con un asado para almorzar, y disfrutar de los últimos días de piscina. Bebimos y comimos todo el día, hasta pasadas las 2 de la madrugada del día siguiente.
Varios se fueron casi inconscientes y los que quedaron en casa se acomodaron en sillones, ya que las habitaciones de alojados estaban reservadas para las familias de regiones y los niños.
Hans subió y durmió con sus niños en una de las habitaciones del segundo piso.
Nati se acomodó en el sillón en el que me encuentro ahora sentada.
Como anfitriona, esperé hasta el último minuto para dejar a todos acomodados, repartiendo cobertores, cerrando ventanas y apagando luces.
Partí por el segundo piso y terminé en el primero, siendo Nati la última en atender, pues estaba al final en la ruta antes de ir a mi habitación.
Cuando llegué donde ella apague todas las luces del lugar quedando encendida solo la del pasillo que daba a mi pieza.
La miré detenidamente mientras dormía, claramente bajo los efectos de lo que había bebido durante el día, sin embargo su belleza deslumbraba.
Mi mente se llenó de deseo por ella. Mi miembro comenzó a tomar volumen al verla así. Vestía una blusa floreada sin mangas y una falda larga y ancha.
Su cabeza mal acomodada dejaba su cuello en una posición poco ergonómica.
Tome su cabeza con delicadeza para acomodarla sobre una almohadilla. Al tocar su cara sentí una sensación de ternura inmensa, de verla ahí tan expuesta, sin embargo no pude contener mi lujuria, mis ganas de tocarla.
Acaricie sus brazos desde el codo hasta el hombro, casi simétricamente, a ambos lados con mis dos manos. No había reacción de parte de ella.
Deje mis manos volar sobre su cuerpo, en sus hombros, bajo el tirante del sostén, su espalda, sin atreverme a más.
Titubee un momento, dudando porque si despertaba haría un escándalo que me dejaría en evidencia. Pero todas mis caricias no habían tenido respuesta de parte de ella. Me convencí que no despertaría.
Con el corazón a mil, me arrodille en el piso, frente a ella. Apoye mis manos en mis muslos, casi como lo haría un samurái antes del harakiri. La mire respirar pausadamente, bella, deseable, deliciosa.
Enderecé mi cuerpo y me incorporé hacia ella, acariciando su pelo, su cara, luego sus hombros desnudos bajo su blusa sin mangas.
Luego toque sus senos, tímidamente al principio, por sobre su ropa. Poco a poco fui intensificando mis caricias, hasta que me decidí a meter mis manos bajo su blusa, hacia su espalda y desde ahí, por debajo de su sostén, acercarme a sus pechos, lentamente, cuidando y observando cualquier atisbo de reacción que pudiera tener. Su piel tibia y suave excito todo mi cuerpo y mis sentidos.
Finalmente, llegue a sus pechos. Los tomé con ambas manos desde abajo y acaricié sus pezones, los que reaccionaron a mis caricias tomando volumen y dureza. Quería besarlos pero no me atreví. No sé por qué no lo hice!!!
Deje sus pechos y baje con mis manos pegadas a su piel hacia sus caderas y piernas. Las acaricié por sobre su ropa y a medida que la acariciaba iba subiendo la falda hasta dejar sus piernas a la vista. Una vez ahí deslice mis manos bajo su falda sintiendo la piel de sus rodillas y sus muslos.
Acaricie sus piernas, cada vez más arriba, hasta que llegue a su calzón, blanco, diminuto, como el de aquella vez en la sala de lavado.
Mi excitación era casi incontrolable. Pensaba en penetrarla y acabar dentro de ella, pero dudaba.
La tiré desde sus caderas hasta dejar sus nalgas en la orilla del sillón. A esa altura ya estaba fuera de mi, totalmente decidida a llegar hasta donde más pudiera, sin detenerme, pero atenta a cualquier reacción.
La despojé de su diminuta tanga y descubrí, para mi, un hermoso y delicioso secreto. Su pubis y vulva completamente depilados, donde se podía apreciar cada detalle de su intimidad.
Abrí sus piernas y con la luz de mi teléfono puede reconocer cada forma de su sexo, maravillosamente limpio y húmedo.
Lamí su calzón dejando para mi todos sus fluidos vaginales, ahora frescos y húmedos.
Luego deslice mis manos hacia sus nalgas, acerque mi cara a su vulva y olí su aroma, exquisito y seductor. Comencé a recorrer con mi lengua desde la zona del perineo hasta su pubis, lenta y suavemente, succionando y saboreando todo ese manjar de dioses que regalaba su joven fertilidad, rico en fluidos y aromas que enloquecían.
Con mi lengua recorrí toda su vulva, su clítoris, entre sus labios, dentro de su vagina, como un sabueso, dando lengüetazos, pequeñas succiones y jugueteos con la punta de mi lengua y mi nariz. No deje rastro de sus sabores en su piel.
Estaba ebria de sus sabores, ebria de sus aromas
Me concentre con mi lengua en su clítoris esperando alguna reacción, y de pronto soltó un suspiro que me dejó helada y paralizada, y comenzó a mover su cabeza de lado a lado y a mover su pelvis hacia arriba y abajo con temblores irregulares, con un leve quejido, casi de llanto, con sus ojos apretados y su frente y boca con un rictus como de dolor, y, aparentemente, sin despertar
Me paralice como por 5 segundos hasta que comprendí lo que pasaba y subí mis manos hacia sus pechos y continúe estimulando su clítoris.
Comenzó a jadear bajito y siguió moviendo su pelvis al ritmo de mis movimientos de lengua, mientras que con mis manos volví a estimular sus pezones. Comenzó a regalarme sabores más intensos y exquisitos, mientras su respiración se agitaba mas y mas y sus movimientos eran más rápidos, cortos y violentos,
Sus jadeos elevaron mi temperatura a mil, y no quería parar de saborear su sexo. Mi lengua y mis labios casi acalambrados recorrían toda su vulva sin dejar escapar ni una sola gota de sus fluidos.
Sus jadeos, su respiración y sus movimientos pélvicos eran cada vez más rápidos y cortos hasta que de pronto dejó su pelvis arriba y un quejido largo y agudo, pero bajito, fue lo último que recibí de ella, hasta que su cuerpo se relajó completamente y siguió durmiendo profundamente.
Quedé en shock! Cómo pudo ser que pasara de un estado de actividad sexual intenso a la calma absoluta???
Quede de rodillas frente a ella, con mi rostro aún húmedo, recobrando mi serenidad, mirándola con esta sensación de ternura inmensa, de verla ahí tan expuesta, durmiendo plácidamente.
Subí cuidadosamente su ropa interior, acomodé su falda y su blusa, y puse un cobertor sobre ella para luego irme a mi cuarto, aun sin poder creer lo que había pasado.
Entre al baño de mi habitación, me di una ducha y descargue mis ganas con una copiosa eyaculación, a la vez que limpiaba mi cara para borrar todo rastro de esa aventura.
En la mañana, nos levantamos con mi esposa, preparamos desayuno para todos los de la familia. Nada ocurrió que pudiera indicar que Nati recordara lo que había pasado en la madrugada. De tanto en tanto le daba una mirada de reojo, como para ver alguna expresión, mirada o gesto cualquiera que pudiera entender como que si recordaba.
Ella actuaba de lo más normal, regalando su hermosura a todos los que estábamos en la mesa. Su sonrisa radiante iluminaba la mañana, mientras, junto a Hans, atendía a sus hijos.
Así llegamos al almuerzo, nos cruzamos infinidades de veces y nada. Por esto, tome confianza y me desentendí del tema.
Una vez terminada la sobremesa, Nati y Hans decidieron volver a su casa y comenzaron a despedirse de todos afectuosamente.
Yo los fui a dejar a la puerta mientras el resto se quedaba en el patio.
Hans tomó los bolsos con las cosas de los niños y fue acomodándolos en su auto. Finalmente, se despidió de mí con un abrazo y un hasta mañana.
Luego de dejar a sus hijos acomodados en el auto, Nati se devolvió a despedirse de mí.
En ese momento, estiró sus manos hacia las mías y con una dulce sonrisa me dijo «Gracias Chris», luego puso uno sus brazos alrededor de mi cuello, se apegó tanto a mi que pude sentir su pubis en mi pierna y me susurro cálida y sensualmente al oído «Gracias por todo»
Dicho esto, se separó de mí , me regaló la más hermosa sonrisa, y un guiño de ojo que me dejó con mis piernas temblorosas y el corazón con taquicardia.
Entré a mi casa con mi cabeza llena de interrogantes con una sola respuesta. Ella no estaba dormida. Ella dejó que sucediera. Ella siempre supo. Estaba atrapada!!!
Buen relato, al parecer se dio cuenta de todo pero no se hizo la dormida y gozó lo que le hiciste, veré los demás relatos sobre ella
Saludos