Nati, mi nuera, reconciliación
Trato de describir a esta hembra en celo dominada por la adicción a nuestro placer sexual, y que fue liberando su sensualidad con el pasar de los meses que estuvimos juntos..
Después de esa hora y media del sábado, ya nada fue igual entre nosotros.
Entablamos una muy especial amistad y de vez en cuando nos sumergíamos en nuestros bajos instintos y dábamos rienda suelta a nuestros deseos sexuales.
Soy Isabel, una travesti de closet. No me considero gay, pero me atrae tener sexo con hombres desde mi rol de chica. Y tener sexo con chicas desde mi rol de hombre.
Este relato lo escribo desde mi lado femenino
Nati me decía que yo la seducía con mi trato, con cómo la miraba y como la tocaba,
Una vez hablamos por teléfono por una receta de cocina, y mientras le iba explicando, comencé a sentir un cambio en su tono de voz, y luego de un silencio estalla con un gemido orgásmico.
Yo me reí a carcajadas porque imagine lo que había pasado
Oye!! No me digai que…
Siii, me dice con un tono de voz sensual, quejumbroso, y hablar lento, como despertando de una siesta. Me excite oyéndote hablar y no aguante y me masturbe mientras me dabas la receta…
Me reí de buena gana… desee alas para irme a su lado
Jamás imaginé a esta Nati, tan sexual y desinhibida. Siempre creí que no tenía conciencia de lo que provocaba y que era algo fome en la intimidad.
Todo lo contrario!!!
No todo fue miel sobre hojuelas.
Un día, después del sexo, Nati me confió que estaba confundida. Que casi no tenía ganas de estar con Hans en la cama. Que solo pensaba en mí.
Le respondí que sí, que estaba confundida, pues nuestro trato era sexo y nada más.
Yo jamás dejaría de amar a mi mujer, y ella, Nati, era un caramelo delicioso y adictivo, pero tenía súper claro que su prioridad debía ser Hans y sus hijos.
Se enojó mucho y dejamos de encontrarnos por un tiempo largo. Solo lo protocolar. Cerca de 3 meses.
Un sábado, a principios de septiembre de ese mismo año, celebré mi cumpleaños.
Obviamente, Nati y Hans estaban invitados
Un rato después de la ceremonia de la torta me fui a la cocina acarreando algunos platos y cubiertos para despejar la mesa.
En eso me ayudó diligentemente Nati.
En un momento quedamos juntos frente al lavaplatos. Yo lavando y ella secando.
Cómo estai, Chris?, me preguntó
Bien poh, le dije, y tú?
Bien, me dice. Te traje un regalo especial… lo hice justo antes de venirnos a tu casa
Pensé en alguna manualidad de las que ella acostumbraba hacer…
Miró hacia la puerta de la cocina, cómo para verificar que no viniera alguien, y desde entre sus senos sacó un saquito como de terciopelo y me lo entregó.
Ábrelo cuando yo me vaya y estés solo, me dijo, y sonrió.
No dije nada, pero se me llenó de alegría el corazón con su sonrisa, que hacía tiempo no me regalaba.
Lo guardé en mi bolsillo y esperé pacientemente a que se fueran todos.
Finalizó la celebración, al fin, y quedé solo.
La curiosidad me tenía atrapado desde que recibí el regalo de Nati.
Fui al baño de visitas y abrí el saquito que me había entregado.
Tremenda sorpresa me lleve cuando meto mis dedos dentro del saquito y comienzo a sacar una tela blanca que había en su interior y empieza a aparecer el colaless blanco, empapado en sus fluidos vaginales, aún húmedo, y una leyenda escrita con bolígrafo sobre el, que decía: «reconciliemonos».
Me emocioné hasta las lágrimas. Quise llamarla de inmediato, pero me contuve. Sin embargo, la ansiedad se apoderó de mí y anduve inquieto todo el resto del fin de semana, impaciente porque llegara el lunes.
El lunes siguiente la llamé temprano. Calculando que ya estaba sola de vuelta de ir a dejar a los niños al colegio.
Hola, contesta, estoy sola, vente para acá. Y colgó
Salí de mi casa como rumbo a mi trabajo, pero tomé un bus que me dejaba justo en la puerta de su casa
Cuándo llegue abrió la cerradura eléctrica de la reja y subí rápidamente hasta la puerta de entrada, que también estaba sin cerradura.
Entre a su casa y estaba de pie en el medio del living, con sus manos atrás, meciendo sus hombros de lado a lado, entre mordiendo su labio inferior y una mirada de interrogación.
Estaba bellísima. Su pelo tomado resaltaba sus finos rasgos. Sus orejas blancas y pequeñas, sus ojos verdes rasgados, sus pómulos altos, su nariz fina, su boca, sus labios y su cuello largo y fino. Con un suéter rosado ajustado en la cintura, hasta mitad de muslo, con un hombro a la vista y unas calzas negras. Me fascinaba.
Hola Nati, le dije, nerviosa y torpe.
Viniste, me respondió
Cómo no iba a venir, le respondí, al tiempo que dejaba mis cosas en el piso y me acerqué para saludarla.
Ella me echó sus brazos al cuello y medio ladeó su cara como para que le diera un beso en la mejilla, tan leve que nos besamos en la comisura de los labios. La abrace fuerte y acaricie su cuello y ella se apegó a mi.
Te extrañe mucho, le dije. Extrañe nuestra buena onda.
Yo también, me dijo. Se me pasó la maña. Pa que seguir taimada si lo pasamos mejor en la buena.
Nos separamos para mirarnos y nos reímos
Estás bellísima, le dije. Siempre vas así a dejar a los niños al colegio? No creo que dejen a ningún papá ir a dejar a sus hijos después de verte lo bella que eres.
Uy, que galán!! me dijo, extrañaba eso, me sube la autoestima
Metí mi mano por entre su pelo hasta la nuca y la atraje hacia mi, y con mi otra mano en su espalda la abracé fuerte.
Ella también me abrazó y apoyó su cara en mi pecho.
La besé en su cabeza y ella se apegó más a mi, hasta que sentí su pubis.
Sentir nuevamente su cuerpo, sus aromas, me provoco una ereccion en segundos
Nos quedamos abrazados un momento. Disfruté ese instante
Luego levantó su cara, se separó de mí, tiró sus brazos a mi cuello y ofreciendo sus labios me dijo, Ya, vamos a la cama…
Nos besamos tierna y calmadamente. La tomé de sus nalgas y la levanté en brazos, y la llevé hasta su habitación.
En ese trayecto, sentí que no era solo sexo lo que me unía con Nati, había algo más, que no quería descifrar, pero se sentía bien.
Una vez en la cama, me puse encima de ella y comenzamos a desnudarnos mutuamente, frotando nuestros pubis, relajados, sin prisa, mientras nos besábamos y acariciábamos
Ella soltó su pelo y se sacó sus aros. Yo metí mis manos por debajo de su suéter y lo subí hasta sacarlo por su cabeza. Luego metí mis manos por su espalda para desabrochar su sostén y luego sacarlo hacia adelante. Mientras yo hacía todo eso, ella sacaba también mi suéter, desabotonaba mi camisa y la sacaba hacia atrás.
Una vez liberados sus pechos comencé a besarlos jugosamente. Nati comenzó gemir de placer y a enterrar sus dedos en mi espalda
Luego tome sus calzas desde la pretina y la baje hasta sus pies, y ella se encargó de liberarla, y quedo con un pequeño colaless negro, que hacia juego con su sostén. Esa ropa tan pequeña hacía resaltar su figura, sus formas, que tanto me seducían. Mientras, ella soltaba mis pantalones y los bajó con sus pies hasta liberarlos.
Nuestros pubis quedaron pegados, separados solo por nuestra ropa interior.
Nati levantó sus piernas con sus rodillas flectadas y comenzamos a frotar nuestros sexos sobre nuestra ropa.
Nuestros besos se volvieron más intensos y nuestras caricias más profundas. Nuestros gemidos y jadeos inundaron ese ardiente espacio y el universo desapareció de nuestra conciencia mientras nuestras pelvis se movían frenéticas.
Nati usó sus pies para bajar mi ropa interior, dejando libre mi pene erecto, brillando, empapado de fluidos preseminales.
Quise hacer a un lado su colaless para penetrarla, pero ella, de un tirón, rompió una de las ligas laterales y lo saco por una de sus piernas.
Mientras nos besábamos y acariciábamos intensamente, comencé a frotar mi miembro erecto desde su clítoris hasta su ano, sin penetrarla. Al pasar por su vagina sentía su calor y sus fluidos que empapaban todo, hasta las sábanas, y me quedaba medio atascado por su sexo ardiente, jugoso y receptivo. Luego, en su ano, presionaba un poco y sentía como ella lo relajaba para recibirme.
Ese juego altamente excitante duró unos cuantos segundos, luego de que quedáramos completamente desnudos.
Trate de bajar a su vulva con mi boca para saborear su sexo, pero me detuvo.
Ay, Chris, me dijo, no necesito nada más, ya estoy lista guachito, te espero desde el sábado, cuando imaginé que abrías mi regalo, cuando se me ocurrió la idea de tu regalo, no he dejado de tener ganas de estar contigo, dámelo ahora, quiero puro tenerte adentro wn. Ven, mételo, mételo
Uf, escuchar tales declaraciones, con su voz agravada por el deseo y sus palabras entrecortadas por sus jadeos, fue demasiado para mi.
Sin preámbulo, sin más preparación que las ganas incontrolables de hacerla mía, de sentir su placer y mi placer, embestí con todo mi ser y llegué hasta en fondo de su canal vaginal, provocando un dúo de intensos gemidos al sentirnos tan íntimamente unidos.
Sentir su calor interno en mi pene, su dilatación, sus fluidos, el choque de nuestros cuerpos, era de un placer indescriptible.
Apenas comenzaba a bombear en su vagina, Nati sujetó mis nalgas con sus talones para que no me moviera, mientras gemía y susurraba, no te muevas, no te muevas, déjame, déjame a mi…
Comenzó a mover su pelvis violentamente haciendo que mi pene apenas se deslizara por su vagina y frotando su clítoris con la base de mi miembro y mi pubis apoyada con sus piernas en mi espalda.
Se colgó pesadamente de mi cuello buscando apoyo y sus gemidos fueron cada vez más sonoros, y la presión de sus talones en mi espalda cada vez más fuerte, quedando ella casi en el aire y yo apoyando mis manos en la cama.
Totalmente fuera de sí, poseída por la excitación y el placer comenzó a balbucear entre jadeos y gemidos, ay que rico, ay que rico!!
Con sus ojos desorbitados y entrecerrados, su frente en un rictus de angustia y su boca medio abierta tomando aire y gimiendo gutural, voy a acabar, voy a acabar, voy a acabar!!!!, se derramó en un llanto orgásmico que conmovió mi ser, hasta que al fin pudo explotar, gimiendo tan animal que estremeció nuestro íntimo universo, con espasmos convulsivos, descontrolados, hasta que logró terminar saciada de placer, en medio de sonoros gemidos como de quien busca recuperar el aire desesperadamente
Poético, no?
Es que trato de describir a esta hembra en celo dominada por la adicción a nuestro placer sexual, y que fue liberando su sensualidad con el pasar de los meses que estuvimos juntos.
Lloraba de placer, concentrada en sus sensaciones. Las contracciones de su vagina me decían lo intenso de sus orgasmos, sus sollozos me decían lo feliz que se sentía, y su voz grave, gutural, me decía que todo ese sentir venía desde lo más profundo de su ser.
Se quedó ahí, tensa, con su pelvis elevada pegada a mi, aun con nuestros sexos unidos, con pequeños restos de contracciones y espasmos pélvicos, respiración agitada y rostro tenso, hasta que poco a poco comenzó a relajar sus músculos quedando como peso muerto sobre la cama, con una de sus manos tapando su cara y riendo de manera que su cuerpo se estremecía con cada carcajada.
Abrió sus ojos, me miró divertida y exclamó, Me fui en la vola, cierto??? y rio a carcajadas.
Ay, guachito rico, tenía tantas ganas de esto que me descontrolé. Me gustas mucho, mucho, me dijo sonriendo
Ahora tú, me dice, soy toda tuya, úsame para lo que quieras…
Reí de buena gana
Le guiñé un ojo y le hice un gesto indicando mi pene aun duro y palpitante. Entendió de inmediato lo que yo quería.
Me puse de espaldas y ella bajó a mi pene y comenzó a devorarlo lascivamente, sin preámbulos, tan rico que no pude contener mis gemidos y expresiones de placer. El calor de su boca, la suavidad de sus labios y su lengua inquieta me provocaba sensaciones indescriptibles y excitantes. A ratos cruzábamos nuestras miradas.
Era fascinante verla desde esa perspectiva, su cabeza subiendo y bajando, y de fondo sus sinuosas caderas levantadas
De pronto siento que sus manos comienzan a indagar en mi cuerpo de manera curiosa.
Uf!! no sabía si dejarla seguir o detenerla. Finalmente decidí dejarla hacer
Sus finos dedos buscaron mi ano, tratando de penetrarme, sin mucho éxito, hasta que los untó con los fluidos de su vagina y de pronto comenzaron a entrar, no sé cuántos, pero más de uno, en un entrar y salir provocándome un placer desconcertante pero delicioso. Abrí mis piernas como hembra en celo y disfruté de mi dualidad absolutamente libre y desinhibida.
Ninguna mujer había explorado mi sexualidad de esa manera
Su sexo oral y sus dedos en mi ano elevaron mi placer a un nivel nunca experimentado, tan erótico, que demore muy poco en acabar en medio de incontrolables espasmos y profundos y expresivos gemidos.
Desborde su boca de semen, tanto que lo vi chorrear por su cara y su mano.
Nati trataba de atrapar cada gota de mi leche y seguir dándome placer, sin mucho éxito, pues fue un orgasmo largo y jugoso.
Poco a poco fui relajando mi cuerpo y ella dejó mi miembro flácido y mi ano dilatado, palpitando a medida que se fue cerrando.
Se quedó sentada entre mis piernas, apoyada sobre sus talones mirándome sonriendo e inquisitiva, mientras con su lengua y dedos recogió el resto de semen de sus manos, labios y cara
Pensé que tú harías conmigo lo que quisieras, me dijo, pero yo hice toda la pega, rio divertida.
Yo solo me reía bajito, con la vista perdida, todavía embriagada de placer, sin poder volver del todo a la tierra.
Gateó sobre mí hasta echarse encima mío, acercando su cara a la mía.
Chris, me dijo, soi fascinante wn. Te siento tan libre, tan sin prejuicios tontos, que creo que por eso somos tan buenos amantes. Sabis que trate de experimentar esto con el Hans y se enojo? Y por otro lado, tú me has hecho liberarme a mí también.
Tu eres la fascinante, le respondo, me seduces y me entrego a tu voluntad. Y siempre termina en placer.
Te gusta el sabor de tu semen? me pregunta. Y sin esperar respuesta, me besó efusivamente traspasando con su lengua los restos de mis fluidos a mi boca. Finalmente me entregué a ese juego y abrí mis piernas y puse mis tobillos sobre su espalda en una fugaz y loca inversión de roles.
Sus besos eran definitivamente dulces, salivosos, y profundos. Su lengua hurgaba dentro de mi boca, luchaba con la mía en pos del dominio territorial de nuestros besos.
Besos sonoros, tanto por nuestro chupar y salivar, como por nuestros gemidos
De pronto me dice, Voy al baño, y sale corriendo de la habitación.
Mientras, contemplé la cama totalmente deshecha, con manchas de nuestros fluidos en las sabanas, como despertando de un sueño.
Volvió Nati del baño, desnuda.
Yo me incorpore sentado en la orilla de la cama. Nati se acercó a mí con ese caminar de bailarina, bamboleando sus caderas. Mi mirada fija en la hendidura de sus labios mayores
Te gusta lo que ves? me pregunta, mientras se apega a mi
Me fascina, le digo
Me calienta que me mires, me dice, y sube uno de sus pies al borde de la cama y abre sus piernas de manera que deja a la vista su vulva meticulosamente depilada y se apega a mi cara moviendo levemente su pelvis hacia adelante y atrás.
Logre sentir el aroma de su sexo aun ardiente, tan excitante, que la tome de sus nalgas y comencé a chupar su clítoris suavemente, con mis labios y lengua. Nati tomó mi cabeza por la nuca y me apego con fuerza a ella mientras sus movimientos pélvicos se volvieron más intensos. Comenzó a jadear suavemente, mientras sus movimientos pélvicos buscaban el placer de mi boca, guiada casi violentamente por sus manos en mi nuca.
Sus jadeos y movimientos subieron en intensidad. Su sexo presionaba mi boca hasta el dolor y mi lengua se esforzaba por alcanzar sus deliciosos fluidos. De pronto mi nariz resultó perfecta para su estimulación y no dudó en usarla.
Estábamos en eso cuando un movimiento no calculado me hizo perder estabilidad y caí de espaldas sobre la cama, con la vulva de Nati casi pegada en mi cara.
Rápidamente avanzó de rodillas sobre la cama y puso su sexo ardiente y jugoso sobre mi rostro.
Comencé a restregar su clítoris con mi nariz y mi lengua en su vagina que no dejaba de fluir y fluir copiosamente
Nati resoplaba de placer y sus mudos gemidos me hacían vibrar.
Casi sin darme cuenta, mi miembro ya estaba duro otra vez, listo para embestir. La verdad es que fue Nati quien se dio cuenta en un rápido mirar hacia atrás.
Estás duro, guachito!!! Me dijo, mientras yo no podía emitir palabra pues mi boca estaba ocupada en otras tareas más placenteras
Se echó hacia atrás y se montó en mi pene duro haciéndolo desaparecer dentro de ella.
Comenzó su cabalgata de la manera más exquisita y sensual que me haya tocado ver
Su movimiento de pelvis, sus ojos cerrados concentrada en su placer, su cara hacia un lado y sus labios apretados que de tanto en tanto humedecía con su lengua. Su pelo que caía sobre su pecho y sus manos abiertas apoyadas en mi tórax.
El sonido acuoso de nuestros sexos enlazados en un coito de intestino placer, nuestros jadeos, su cuerpo joven y exquisitamente bien proporcionado, armaban ese ambiente de amorosa intimidad.
Nati, comenzó a acalorarse y humedecer sus labios más seguido. Sin dejar de moverse, como en una erótica danza del vientre, levantó sus brazos y tomó su pelo con sus manos terminando el cuadro con su imagen de diosa exquisita, mientras su rostro reflejaba la intensidad del placer que estaba sintiendo al rozar su vulva con mi pubis y mi pene.
Mis manos atraparon sus pechos y mis dedos sus pezones. Nati se echó hacia adelante, hacia mi cara, esperando que besara sus pechos, cosa que no logré del todo, pero si logre liberar mi pelvis para poder bombear dentro de ella y sentir mas placer. La penetre rápida y violentamente, una y otra vez, buscando el máximo placer, provocando violentos empujones que hacían que Nati se viniera sobre mí
Nati tenía su boca abierta y sus ojos desorbitados, mientras sus jadeos guturales subían de intensidad. Apoyada con sus manos sobre la cama, dejaba caer su pelo sobre mi. Ese instante duró la nada, las contracciones vaginales de Nati avisaban su orgasmo.
Imaginé un practicante de halterofilia en su intento por levantar el peso máximo. Así fue su gemido al acabar, para luego terminar en un sonoro gemido moviendo su pelvis al ritmo de mis embestidas y presionando mi miembro con sus músculos vaginales. Sin dejar de sentir echo su pecho sobre mi dejando sus caderas levantadas permitiendo que pudiera penetrarla libremente hasta llegar a mi punto de máximo placer. No pude evitar gemir y gruñir expresivamente mientras explotaba en un líquido e intenso orgasmo descargando mi semen dentro de ella una y otra vez.
Continué penetrándola repetidas veces ya casi sin fuerzas, pero con la sensación de que aún tenía dureza para dar y Nati me respondía con contracciones vaginales, hasta que ella rompió el silencio que habíamos creado para saciarnos de placer.
Ya mi amor, ya guachito, me dijo, está bien, relajémonos. Y dejó caer su cuerpo exhausto sobre el mío
Yo, a modo de chiste, la aprete sobre mi en un abrazo, moviéndola de lado a lado y le decía, quiero más, quiero más!!! riéndonos felices…
Nos quedamos cerca de 10 minutos ahí, incluso Nati se durmió brevemente, mientras yo imaginaba la posibilidad de escaparme con ella lejos y tenerla solo para mi para siempre.
Me sorprendí teniendo esos pensamientos, completamente ajenos a lo que había predicado alguna vez. Me sorprendí que me haya llamado “mi amor”, cuando se suponía que estaba vetado entre nosotros… Me sorprendí porque ahora era yo la confundida…
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