Navidad, qué rica navidad.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por BaironCastell.
Hola, soy de Cali, Colombia, tengo 19 años, mido aproximadamente 1.72, trigueño, velludo, delgado, no tengo un gran cuerpo pero sí una cara bastante atractiva, o eso dicen. Los hechos acontecieron la navidad pasada cuando mi tío decidió pasar vacaciones en compañía de su familia aquí en Cali, es decir, con mis padres y hermanos. Debido al importante acontecimiento que era su llegada muchos otros familiares asistieron a mi casa para conversar y verle de nuevo luego de tanto tiempo, lo cierto es que era un poco agotador y molesto sobre todo porque muchos de ellos también se quedaban a dormir y como al ser el menor de la casa yo era quien debía dormir en el sofá o donde quiera que cupiera. Mi novia se había conseguido un nuevo novio y éste no me miraba como lo hacía el anterior, Ferney, cuyo relato ya había contado antes así que eso del incesto no lo practicaba hace mucho hasta que mi primo quiso venir a cenar con nosotros.
Mi primo tiene la misma edad mía así que prácticamente nos hemos criado juntos, esa noche, tuvo que dormir conmigo en la sala acostados en una colchoneta y como mi ciudad es bastante cálida no hicieron falta las cobijas. Él era el primero en meterme mano, a mí me encantaba cómo David me masturbaba porque parecía como si supiera dónde tocar, qué movimientos hacer y como lograr que gimiera de placer, reprimiendo el sonido claro está para no despertar a nadie, luego le gustaba sentarse en mi verga y dar saltos enterrándosela hasta el fondo, la calidez de su ano me excitaba a mil y entre todo el momento de locura dijo algo que me desconcertó – Agh Bairon, al menos tú sí alcanzaste a follarme – ¿Qué? ¿A qué se refería?
Esa misma noche David me contó la historia de cómo hace dos años nuestro tío Gonzalo y él habían tenido una deliciosa follada en la tina de su casa, el relato me puso a mil, dijo que lo había estado espiando mientras se bañaba y que tenía un cuerpo torneado y una verga gruesa y llena de venas, me comentó que lo había visto observándolo y que le ordenó que se desvistiera y entrara a la tina con él para estregar su cuerpo. David se corrió en mi camisa mientras lo contaba y yo… yo había quedado de lo más cachondo con la imaginación a mil. Al otro día algunos de los familiares se fueron, mi primo incluido entre ellos pero aún así habían otros que se quedaban hasta la noche buena. Yo sólo pensaba en mi tío Gonzalo, su polla y el relato de mi primo. Era la primera vez que me follaba a mi primo y tal vez repetiría luego cada vez que tuviéramos oportunidad pero mi tío se iba a Bogotá donde su otra familia para recibir año nuevo allá así que no lo volvería a ver ni a él ni a su polla de fantasía quién sabe hasta cuando…
– Entonces Bairon… ¿Cómo te va en la universidad?
– Bien tío, nada del otro mundo – Miraba de soslayo el bulto en sus jeans, no sé en qué momento me había enloquecido tanto. Tengo que confesar que me han gustado los hombres adultos desde hace mucho, mi virginidad se la di a un chico de 34 años cuando sólo tenía 15, luego vino Ferney, mi cuñado quien también ya cargaba con su buena edad y aquí estaba mi tío tramandome de esta manera.
– ¿Pero estás bien? Pareces cansado
– No es nada tío, es que dormir todos los días en el sofá y el suelo me ha traído algunos dolores en el cuello, pero nada más.
– Pues nada, te vienes a dormir esta noche a tu cama, no es justo que yo lo esté ocupando y tú durmiendo allá eh, a mí no me incomoda – ¿Cómo negarme? Era la oportunidad perfecta.
Y llegaron las celebraciones, comimos de todo lo que mi abuela preparó, aquí se acostumbra a las 12 de la madrugada del 24 de diciembre abrir los regalos que se reparten así que empezaron a repartirlos y yo no dejaba de pensar en cómo arreglarmelas para al menos verle la verga a mi tío Gonzalo. Él es un tipo grande, en su pasado hizo mucho ejercicio y ahora se mantiene igual de deportivo, lo que más me fascina de mi tío son sus piernas anchas, tan grandes y provocativas que sólo deseo que me aprisione en ellas. Ha de estar en sus 42 o 43 años, se deja la barba y posee aquellos labios ricos que todos heredamos del abuelo ¡A mi tío hasta las canas se le ven bien!. Sin más, seguimos las costumbres de nuestro país bebiendo licor y bailando hasta que el cuerpo aguantara, yo caí primero, así que me despedí de todos y me fui a la cama, mi tío se quedó un tiempo más y yo le esperé ansioso en la cama.
Una vez llegó yo me hice el completo dormido, había dejado un lado libre a la cama en la cual él se acostó sin cambiarse ni nada. Me incorporé un poco y le pregunté cerca del oído – Tío, no se acueste con la ropa nueva, la va a arrugar – él sólo gruñó – ¿Le ayudo a quitársela? – Y asintió. Primero sus zapatos y calcetines, que pies tan hermosos, acaricié sus dedos con deseo y me acerqué para olerlos un poco… tuve que contenerme para no lamerlos. Luego su pantalón, el cual dejó libre su bóxer con el pene dormido y sus maravillosas piernas con algo que mi primo no me había contado, era velludo y aquello fue la gota que rebosó todo. Aún así tenía que seguir quitando su ropa, me deshice con dificultad de su camisa y luego de su camiseta por debajo.
Ahí estaba, mi tío Gonzalo semi desnudo en mi cama y sólo para mí. Era bello, grande, fuerte y atractivo… sólo una prenda más, una pequeña prenda más y vería lo que en las últimas horas no había dejado de imaginar. Le quité el bóxer y su verga dormida quedó extendida hacía la barriga, flácida. Encendí la luz, coloqué seguro a la puerta y agarré mi celular, fotografié a mi tío por el frente, de lado, su verga, su rostro, su pecho, sus piernas y todo de él hasta que mi pene en el pantalón ya no aguantaba más de lo erecto que se había puesto. Entonces también quedé yo desnudo y despacio jugueteé con mi cuerpo y el suyo, recorrí sus piernas peludas con la punta de mi glande, golpeé su pene con el mío, recosté mi pecho al lado suyo y acaricié sus tetillas.
Y cuando su verga, o polla como solía decir él, estuvo erecta, no hubo nadie que me detuviera a chupársela como la paleta que hace rato no comía, mi lengua gozó de su glande, mis dientes se enredaron en sus vellos y mis labios empaparon de saliva sus testículos… Lo mejor de todo era que mi tío gemía y empujaba con su mano derecha mi cabeza para que no parara. Así fue como mi boca danzó al ritmo del vaivén en su verga, era tan grande, era tan gruesa, que parecía que mis mejillas se fueran a rasgar y que mi garganta no alcanzara, las arcadas no se hicieron esperar y aquello parecía enloquecer a Gonzalo – Sigue Bairon, sigue ah… – No quedaba más que obedecer. Lo repetimos hasta que su leche cálida y salada como el mar invadiera mi boca, relamí su verga para no dejar escapar ni una sola gota, la succioné y él se retorció del placer – Feliz navidad sobrino, feliz navidad – Y con esas palabras nos quedamos dormidos, abrazados, desnudos, sudando y confortablemente saciados.
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