NO PUDO SER EVITADO III – VERSIÓN HERMANA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
NO PUDO SER EVITADO III – VERSIÓN HERMANA
Llegué a casa alrededor de las 2 de la madrugada, entré y me dirigí a mi cuarto. Cuando llegué al corredor de entrada a los dormitorios vi a Pablo, mi hermano menor (él tiene 17 y yo 18) entrar a su pieza completamente desnudo, y una mujer también desnuda delante de él. Pablo, por lo que pude vislumbrar fugazmente, la llevaba abrazada por detrás. Asombrada, avancé cautelosa rumbo a la pieza de mi hermano. ¡¡¡Esa mujer, aunque apenas pude verla, debía ser mi madre!!!. Seguí caminando un poco mareada por el pasillo hasta tropezar con unas prendas tiradas en el piso, eran un camisón (el de mi madre) y un culote negro. Ambos estaban rotos.
Puse el oído contra la puerta. No se escuchaba casi nada. !!!Quedé conmocionada sabiendo que detrás de esa puerta probablemente mi madre y mi hermano estaban haciendo el amor¡¡¡.
¿Qué debía hacer?. Quería entrar y sorprenderlos, quería ver sus caras, oír sus explicaciones… ¿Cómo lo estarían haciendo?. Eso era incesto…Eso no podía se posible…Pero sí, estaba ocurriendo, un grito ahogado de mi madre me indicó que el otro la estaba poseyendo…
Al cabo de un rato de indecisión salí al jardín y lo rodee hasta llegar al ventanal de la pieza del pecado. Como hipnotizada me acerqué y pude ver hacia el interior gracias a que las cortinas no estaban bien corridas…Claramente los vi, ella en cuatro y él montándola y arremetiendo con gran fuerza para poder clavarle su miembro muy profundo dentro de su concha…
Mi hermano la cogía sin pronunciar sonido, algo que yo podía percibir con claridad pues las hojas vidriadas estaban semi abiertas. Solo mi madre se dejaba oír en medio del cuarto bien iluminado. Pero no hablaba, emitía quejidos, resoplaba, pero ni una palabra…
Ambos estaban de perfil.
En determinado momento mi hermano se despegó del cuerpo de mi madre y pude ver su verga, húmeda, rígida, muy gruesa…Con energía manipuló el cuerpo de mamá y lo tumbó boca arriba. Ella cerró sus piernas pero él las separó sin esfuerzo y procedió a cogerla en esa posición. Lo hacía con violencia, con saña, pero con una especie de devoción que era sin duda impura y a la vez sorprendente. En esa posición la tuvo unos momentos y luego practicó otras poses y mi madre, su madre, era como un juguete en sus manos. No se resistía, aunque no participaba.
La calentura de Pablito no reconocía límites, en determinado momento la levantó del lecho completamente ensartada por su miembro y la llevó hacia la puerta. El cuerpo de Mamá colgaba en sus brazos y era un espectáculo estético impresionante ver a esa mujer, con un cuerpo tan blanco y parecido a una escultura ser transportado en el aire por su amante, que mientras caminaba seguía penetrándola…
Mamá empezó a agitarse al ver que la intención de su hijo era sacarla de la habitación, pues la llevaba hacia la puerta…
-¿Qué estás por hacer?- le gritó a Pablito.
-Quiero cogerte en el pasillo, vamos…- le respondió Pablito a su madre.
-No, hacelo acá en tu pieza, pero afuera no…- fue la respuesta desesperada de Carmen, nuestra madre.
Pablitó la soltó y le dijo que volviera entonces a la cama. Ella lo hizo con presteza. Pablito le dijo que se pusiera en la posición que ella deseara y Mamá, como si estuviera obligada a hacerlo, se colocó en 4 sobre el lecho…Pablito se acercó despacio a ella, mirándola con una lujuria inmoral. Se pajeaba al hacerlo y Mamá hundía su rostro en la almohada. Al fin subió él a la cama y se acercó al cuerpo que esperaba para ser poseído una vez más.
La penetró con suavidad en esta ocasión, y creo que solo su miembro y sus testículos tenían contacto con ella, ya que se había encorvado y se mantenía separado del cuerpo de su hembra gracias al alcance de sus largos brazos.
La cogió de ese modo por una eternidad, suavemente, ahora ya le hablaba, suciedades, al oído, yo podía oirlo, y verlo…
Y verlos a los dos en ese contacto tan extremo, tan prohibido, tan sucio pero tan bello debido a la belleza del cuerpo de mi madre y el de mi hermano también hizo que yo misma comenzara a excitarme.
No voy a negarlo, me masturbé viendo como mi hermano Pablito se cogía a nuestra madre, y no voy a negar tampoco que cuando Mamá dejó de lado sus retaceos y empezó a acompañar los movimiento de Pablito, mi concha comenzó a chorrear fluidos como nunca antes pudo hacerlo, y no voy a negar que al comprobar el modo en que mama e hijo acababan juntos yo acabé con ellos.
Apenas ellos terminaron la faena se tumbaron derrotados por el sueño y yo afuera seguía pajeándome con delirio. Sin pensar otra cosa que calmar mis calenturas entré a la pieza. Me desnudé y me pajeé al pié de la cama. Después me animé a más y lamí y saboreé la verga ya fláccida de mi hermano y la concha aún tibia de mi madre. Deseé que se hubieran despertado y me hicieran participar a mí también en su perversión.
Después de hacer estas cosas y muchas otras barbaridades y de acabar 3,4, no sé cuantas veces más junto a los cuerpos exhaustos y dormidos de mi hermano y mi madre, salí del cuarto satisfecha.
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