Noche de bodas en mi Primera Comunión
Siempre hay una primera vez en todo. En mi Primera Comunión, fue la primera vez que fui totalmente vestida de blanco. Y me equivoqué de acontecimiento ¿o no?.
========
Detrás de la pantalla del P.C., frente a mí, tengo una grande y preciosa fotografía de mi Primera Comunión. Y a su alrededor y formando un mosaico, tengo 20 fotografías de ese primer día, y en cada una de ellas tengo un poco menos de ropa, nada de ropa, y en la última de ellas, perfectamente maquillada como una novia con su pequeño velo blanco en la cabeza y una discreta corona de flores, totalmente desnuda, tumbada boca arriba y muy abierta de piernas, tengo introducido en mi culo la polla de Hernando y en mi coño, la gruesa polla de Simón, un mulato. Por la mañana tomé la comunión, y en la tarde-noche-madrugada, me hicieron mujer varias veces y empecé mi carrera sexual.
Yo tenía en ese día 11 años y 11 meses, medía 170 cm, rubia natural en piel mediterránea, ojos escandalosamente verdes, boca y labios grandes y carnosos, mis pechos ya empezaban a destacar, mis caderas eran bastante anchas, mis muslos y mi culo muy prometedores y como decía mi madre y la «tía» Valery, más que comunionera, yo era una magnífica novia. Y tod@s sabéis que cuando una novia se viste de blanco, tiene su noche nupcial… ¡sea la que sea!
Todo empezó, cuando a mis 7 años, mis padres, como tantos y tantos otros, se divorciaron. Mi madre decidió cambiar su trabajo y su lugar de residencia, y se compró un adosado en una urbanización pegada a una gran ciudad. A menos de 1 km de casa se había construido un gran centro comercial y mi madre montó un gabinete de peluquería-belleza-estética y contrató a 2 empleadas. Pero en los solares donde se construyeron esos más de 200 adosados, habían unas grandes y antiguas casas de campo, casonas, y la urbanizadora respetó por razones comerciales unas 14, y una de estas grandes casonas, estaba detrás justo de mi adosado. Unos meses más tarde, empezaron unas obras en dicha casona que la cambiaron y modernizaron mucho y además, hicieron una maravillosa piscina, incluso con un pequeño tobogán.
Casi cuando terminaron las obras, llegaron sus propietarias, una mujer francesa, Valery y su hija de 10 años (yo ya tenía los 9) Vicky. Me daba una envidia malsana verla desde mi terraza posterior, jugar por todo su enorme jardín, bañarse en la piscina y encima, pocos días después, le pusieron una canasta de baloncesto ¡con lo que a mi me gustaba el basket! Su madre me vio un día y me hizo señas para que bajara a su casa, pero como no estaba mi madre, no quise hacerlo. Me preguntó cuál era el número de mi casa… y esa misma tarde se presentó con su hija. Y aunque estaba sola, como siempre, les abrí la cancela del jardincito anterior y la puerta de la casa, dejándolas pasar.
Valery era más alta que mi madre, posiblemente tres o cuatro años mayor, siempre muy bien maquillada, y siempre encima de unos taconazos impresionantes. Vicky era entonces algo más alta que yo, pelo castaño claro, ojos castaños, enormes pestañas y a sus 10 años, sus pechos ya se marcaban. ¿Qué hacía yo con ellas para atenderlas? Pues no lo tenía claro. A pesar de venir de Francia, las dos sabían muy bien el español, Valery otros dos idiomas y Vicky hablaba casi correctamente inglés y se iniciaba en alemán.
Eran muy simpáticas y venían a decirme que yo podía pasar a su chalet para jugar con Vicky, correr por el jardín y bañarnos. Lo mejor que hice fue darle el teléfono de mi madre en la peluquería para que hablase con ella, Valery la llamó desde nuestra misma casa y ante la sorpresa de todo lo que le contaba a mi madre, esta me dejó irme con las dos vecinas, y al terminar el trabajo, mi madre iría a recogerme, cenaríamos todas allí y nos conoceríamos. Y así se empezó nuestra amistad sincera, íntima y sexual que nos ha hecho inseparables y profundamente amantes.
Efectivamente, mi madre, Aurora, tenía 39 años muy bien llevados, Valery 42, Vicky 10 y yo, Silvia, solo 9 ¡la benjamina! Siempre tiene que haber una ¿no? Nos enseñó toda la enorme casona y era moderna, elegante, con los muebles justos y con dos espacios «especiales»: a) en la terraza superior y dado que era más alta esa casa que las demás del entorno, se había hecho un solarium para tomar el sol desnudas y bien protegidas de las miradas ajenas, y b) el sótano. Valery era una prestigiosa fotógrafa que había realizado exposiciones en muchos países y en su enorme sótano, tenía 4 espacios diferenciados para fotografiar. Incluso tenía un espacio con una pasarela sobre 1 metro de altura para hacer fotografías de modelos como si realmente desfilasen en público.
Cogió unas cámaras que por allí tenía y nos hizo varias fotografías ante el «enfado» (y con muchas risas) de mi madre que decía no estar presentable. Después de cenar y verlo todo y de charlar, quedamos muy amigas las cuatro y quedamos que ellas me recogerían por las mañanas, jugaríamos y tomaríamos el baño y por la tarde mi madre me recogería. Así las niñas no se aburrirían solas cada una en su casa. Pero había otra razón y es que a Valery, profundamente bisexual, le había gustado mi madre, y el que mi madre fuese una magnífica peluquera con gabinete de belleza, le venía muy bien para arreglar a sus modelos fotográficas, y al estar muy cerca el salón de belleza y la casa, era perfecto.
Al día siguiente, se presentaron a las 12 a recogerme y la asistenta me dio una bolsa y me dijo que me divirtiese. Solo teníamos que dar la vuelta a la manzana y ya estábamos. Debajo del corto vestido veraniego, llevaba un bikini y en la bolsa, otro bikini, unas chanclas, unas braguitas, y una estupenda toalla. Nos lo pasamos brutal y como las dos sabíamos nadar y su madre lo comprobó, nos dejó solas mientras ella trabajaba con unos negativos en su cuarto oscuro. Allí mismo, en la piscina, Valery hizo mis primeras fotografías posando desnuda. Yo no le di importancia a eso y nunca se la he dado ya al nudismo. Empezó a fotografiarnos a las dos, a tomar posturas y posiciones y por lo tanto, empecé a ser modelo fotográfica ¡pero gratis!
El fin de semana siguiente, mi madre también posó en top-les, entre más risas y jugando a taparse los pechos con las manos. Dos semanas más tarde, mi madre ya iba desnuda y solo tenía pelos en la parte superior del coño. Y no se que pasó entre las dos mujeres en el sótano esa tarde, que cuando las volví a ver estaban abrazadas y besándose ¡cosas de mujeres! Fue pasando el tiempo y nuestra amistad y confianza creció. Abrimos una puerta entre los dos chalets y así ya no teníamos que dar la vuelta a la calle. Incluso mi madre instaló una pequeña estancia para peinar y arreglar a las modelos que por allí acudían a sus sesiones para publicidad o books profesionales.
Al año siguiente, Vicky quiso tomar la primera comunión (aunque ninguna de las 4 íbamos a Misa) y como le pillaba demasiado rápido, lo dejaron para el año siguiente con los 12 años recién hechos, y como todos estos actos los organizaba el colegio, pues no hubo problemas. Las cuatro nos estábamos haciendo más que inseparables. Valery dejaba ver porno a su hija desde niña y la educaba en un mundo de libertad sexual, sobre todo lésbico. Nuestras madres compartían cama y amantes, y las hijas solo compartíamos camas. Y muchas noches, especialmente fines de semana, Vicky y yo dormíamos en mi casa abrazadas, mientras las mamis se reunían con amigos/as en la otra, o bien iban a divertirse y terminaban follándose en la casona.
Mi amiga se había hecho fumadora. No más allá de cuatro-seis cigarrillos al día, cosa que yo notaba al besarla. Por supuesto, mi madre me dijo que cuando yo la tomase al año siguiente también fumaría. Fueron haciéndole el vestido y lo convirtieron en un 4 piezas: un top blanco semitransparente bastante amplio; una chaquetilla entre torerita y clásica; una falda larga hasta los tobillos; y una falda corta, cortísima que solo le tapaba los glúteos. Le compraron unos zapatos blancos con 5 cm de tacón y otros rojos brillantes con delgadísimo tacón de 7 cm. Unos pantys blancos y unas medias de estrecha malla negra hasta medio muslo y con liguero elástico ancho negro y rojo. Los zapatos los gastó desde su misma compra para acostumbrarse a andar con ellos sin problemas y lo consiguió en dos o tres semanas.
Y llegó el día de su comunión. No se me olvidará jamás, y aunque quisiese, hay tantos centenares de fotografías que es imposible no recordarlo. Cuando la vi antes de ir a la iglesia del colegio, me dio una envidia horrible ¡estaba preciosa! Con una guirnalda de flores en la cabeza, ligeramente maquillada, el precioso vestido blanco, tan distinto a las demás, y al mismo tiempo tan precioso, sus pantys blancos y unos zapatos planos blancos. Todos decían lo mismo ¡era una novia! Y todas las novias tienen su noche de bodas. Al terminar la ceremonia y entrar en el coche, cambió sus zapatos planos por los blancos de 5 cm, y mi madre retocó su maquillaje remarcando sobre todo sus labios y sus ojos ¡estaba para comérsela… y se la comieron!
Al llegar a su chalet éramos unas 25 personas, amigos y amigas de su madre y de la mía y algunas/os modelos. Al entrar en casa, le quitaron la chaquetilla y se quedó con el top traslúcido. Recuerdo su escote y como se le marcaban sus pezoncitos. Después, su madre la bajó al sótano junto con la mía y otras dos jóvenes y le hicieron una sesión fotográfica larga y completa. Cuando subió de nuevo, con el rostro lleno de felicidad, se había quitado la larga falda y se había puesto la microfaldita blanca, pero también se había quitado los pantys y se había puesto las medias negras de media pierna con sus ligueros y los zapatos rojos de 7 cm de delgadísimo tacón. Y sus bragas habían desaparecido. ¡Era incluso más atractiva que las putas juveniles de las pelis porno!
Tomó un cigarrillo que encendió entre sus labios muy rojos y se acercó a mí diciendo:
–No tienes ni idea cariño de lo feliz que soy. Esta noche me harán mujer y solo lamento que tú no puedas acompañarme. Pero el próximo año, tú también serás mujer.
Me dio un vaso de zumo de frutas y allí se acabó todo. Nuestras madres habían decidido que lo que pasase esa noche fuese solo de Vicky, y mejor yo no lo viese y lo desease. Me llevaron, un poco mareada, a un dormitorio pequeño, me acostaron y me quedé frita.
Pero efectivamente, mi amiga Vicky tuvo su noche de bodas y su cena-orgia previa a la misma. Una vez llevada yo a la cama donde dormiría varias horas debido a las gotas que me habían puesto en el zumo, todo el mundo se centró en ella. Vicky sabía (yo no) que su madre no solo hacía fotografías de modelos, de modas, para revistas importantes y artísticas, tanto personales como para exposiciones, normalmente de mujeres y hombres, sino que además, colaboraba con varias importantes empresas de material porno, tanto españolas como de todo el mundo. Sus fotos eran muy apreciadas y cotizadas. A media tarde, todos ellos/as, incluida mi madre, bajaron al sótano y empezó la diversión.
Vicky desfiló una y otra vez por la pasarela y cada vez con menos ropa hasta quedar desnuda. Allí empezaron las fotos provocativas con consoladores enormes, pero también se abrió el grifo a la diversión de todo el mundo. Todos se desnudaron y mi amada amiga asistió a un espectáculo 100% porno en vivo y en directo. Tenía permiso para chupar pollas, vaginas, tragarse semen y fluidos, masturbar a unos y a otras… pero ella no podía ser usada. Su calentura se elevó hasta por encima de la ebullición total pero tuvo que aguantarse hasta que todos se fueron, menos su madre y la mía. La llevaron al dormitorio principal, las dos madres se pusieron unos buenos arneses y mi amiga del alma se hizo mujer. Ningún agujero dejó de ser penetrado profunda e intensamente durante casi dos horas por las dos mujeres.
Cuando a la mañana siguiente me desperté con dolor de cabeza, solo Valery estaba en la cocina. Mi madre estaba abrazada a Vicky, aún durmiendo en la cama, guarra, sucia y llena de manchas, con el arnés aún puesto y desnudas las dos. Desde ese día y al ser ya Vicky mujer, se le permitían cosas que yo aún tenía prohibidas ¡y eso que ya era más alta que ella y mis areolas y pezones eran el doble que los suyos!
Fumaba cuando quería (en el cole me invitaba a fumar a escondidas), por la calle, de paseo, iba con ropa de chica mayor, escotada y con faldas cortísimas, con y sin ropa interior, zapatos de 5 cm de tacón (en casa eran obligatorios de 7 cm) y naturalmente, fuera de las horas de colegio, ya que allí era obligatorio el uniforme. La rabia me consumía. Mi cuerpo se estaba desarrollando más y mejor que el de mi amiga y a mí, por culpa de esa primera comunión, no se me permitía nada. Hasta que llegaron las navidades y mi madre me dijo que el regalo de Papá Noel era el de darme algo de libertad.
Podía fumar en casa, no más allá de 3 o 4 cigarrillos, ir desnuda con los zapatos de tacón que me iban a comprar, e incluso me dijo que a ella, a Valery y a Vicky, las podría besar, masturbar y acostarme con ellas si lo deseaba. Que como en Mayo iba a ser mujer, debería irme entrenando. Y efectivamente, me compraron zapatos de tacón de 5 cm y de 7 cm delgadísimos, y unas botas de piel para el invierno de 5 cm. Como comprenderéis, me lancé como una loca a por todo eso y antes de un mes dominada el “arte” de fumar (nada bueno ni para los pulmones ni para la piel del rostro), el de andar y bailar con tacones de 5 y 7 cm, acostumbrarme a ir desnuda todo el tiempo y el posar, cada vez con más ilusión, provocativa y porno, para las cámaras de Valery.
Y llegó el día señalado para la comunión, cuatro semanas antes de mi 12 cumpleaños. Cuando me vi vestida toda de blanco en casa de la modista, casi lloré de emoción. No solo estaba buenísima, sino que realmente nunca hubiese pensado en un vestido de novia más adecuado que aquel.
Una falda larga con diversos plisados y cintura algo alta. Un sujetador mini, blanco traslúcido y que realzaba mis ya tetas. Una blusa-camisa de manga larga abotonada en las muñecas y unos zapatos blancos planos. Por supuesto, nada de bragas, solo unos pantys blancos muy finos. Y en mi cabeza, nada de flores ni velos, una amplia pamela blanca con un lazo azul como homenaje a la Virgen (así se lo dijeron al cura) y a mi virginidad, que ese mismo día iba a perder (eso no se lo dijeron al cura). De mi segundo vestido, tal y como tenía Vicky el año anterior, nada me dijeron ni probaron ¡era un secreto! Valery se hartó de hacerme fotos en la iglesia y hasta le llamaron la atención muy discretamente.
Se terminó la ceremonia y al entrar en el amplio coche que mi madre alquiló, me quitaron los pantys y me pusieron unas suaves y transparentes medias blancas hasta casi la ingle, también quitaron los zapatos planos y me pusieron los de 5 cm. Me quitaron la blusa-camisa y me pusieron una casi copiada, pero transparente, con amplias solapas y abierta desde la mitad (no habían botones arriba), me quitaron el lazo azul de la pamela y del vestido, y me dieron varias sorpresas.
La cintura alta del vestido solo era para poder sujetar en alto la tela y los cortes hasta la cintura. Y de los pliegues del vestido, habían trozos hilvanados que con unas sencillas tijeras se podían cortar, y de esa manera, cuando llegué a casa, mi vestido tenía 6 cortes desde los pies a la cintura y por lo tanto, todo mi cuerpo desde la cintura, estaba a la vista de todo el mundo. Mi madre acentuó mi maquillaje y me hizo más adulta y mi amiga Vicky, después del banquete, desapareció hasta el día siguiente. Por cierto, el día anterior, Valery me había afeitado toda la zona vaginal y ya nunca ha crecido allí un solo pelo. Di las gracias al cielo que mi abuela materna estuviese enferma y no hubiesen venido los abuelos. De mi padre y su familia, nunca supe nada desde el divorcio.
El coche entró en el jardín de Valery y ya allí, habían varias chicas prácticamente desnudas, con sus vaporosos, cortos y escotadísimos vestidos que nada tapaban con enormes taconazos. En el coche, ya me di cuenta que mis piernas y parte de los glúteos estaban al aire y mi coño solo se tapaba por la tela central que se metía entre mis piernas al no llevar bragas. Al bajar del coche y andar, veía mis piernas completas salir a través de los cortes y me imaginaba cómo me estarían viendo el cuerpo y deseando poseerlo. Posteriormente, Valery me dijo:
–¿Por qué no te quitas la blusa y te quedas solo con el sujetador?
Yo no me lo pensé dos veces y así lo hice. Una amiga de mi madre, se abrazó a mí y me besó con intensidad en la boca, y alguien, por detrás me quitó el sujetador, me agarró de las tetas y empezó a besarme como loco y digo como loco, porque el enorme bulto de su polla lo tenía pegado en mi culo. No me pude contener y acaricie esa masa de carne dura, y no solo lo acaricie, sino que lo desee todo dentro de mi. Mi madre nos vio y acercándose a mí me dijo al oído:
–Hoy no cariño. Un poco de paciencia, te falta experiencia y que se te dilaten los agujeros o esas pollas te harán mucho daño y poco placer. Esa polla es hoy por hoy, imposible para ti, pero dentro de pocas semanas disfrutarás teniéndola toda dentro. Puedes masturbarles, mamársela y tragarte toda su lechecita. Puedes besarles y hacer lo que quieras con mujeres y hombres, pero nada de penetraciones. «Tía» Valery (así la llamaba yo a ella) y yo, ya te diremos cuando, y este verano, lo podrás hacer con quien quieras y cuando quieras ¿de acuerdo cariño? ¿Tendrás un poco de paciencia?
Asentí ¡qué remedio!, y metí mi mano dentro de la bragueta del hombre que estaba detrás mío. Como todos ellos eran actores porno, los tamaños de las pollas eran increíbles. Empecé a masturbarle lentamente y él soltó una de sus manos para meterla entre mis piernas y devolverme el favor. Sujeta por detrás, agarrada de una tetita, masturbando a mi amante y siendo masturbada por él, todas las puertas de los cielos del placer se abrieron para mi. Así estuve más de dos horas, centenares de veces inmortalizada por las cámaras de Valery y los varios tomavistas que enviaban imágenes al ordenador. Pasaba de hombre a hombre, de mujer a mujer, incluso tuve relaciones con una pornoactriz de 19 años y preñada de 7 meses para hacer porno de preñadas.
Poco a poco se fueron marchando y a todos ellos les prometí que ese verano sus pollas serian enormemente apreciadas en mi interior. Sobre las 19 horas, nos quedamos solas, Valery, mi madre, y yo. Descansamos un poco, comimos y bebimos, y para empezar mi sesión fotográfica especial, me di una ducha larga, larga, fría, fría y con todo el cuidado del mundo de no mojar en exceso mi pelo. Iba a volverme a vestir con el vestido de comunión y antes de nada, quise que también Vicky participase y, así desnuda, me fui a buscarla.
Y la encontré ¡vaya si la encontré! Follando con David, un joven pornoactor canario con una polla de 25 cm, y vi como la muy puta y su amante, estaban disfrutando como locos y con los cuerpos completamente sudados. Ella me vio, me envió un beso… y siguió a lo suyo. Yo bajé lentamente las escaleras y sonriendo me fui al estudio. Mi madre nuevamente me maquilló algo más discreto y me puse la ropa de la mañana, incluyendo la pamela, pero con la blusa transparente abierta, sin sujetador, y con los zapatos blancos de 5 cm de tacón. Desfilé por la pasarela, enseñé las piernas y la entrepierna, me abrí totalmente la blusa y poco a poco, me quedé desnuda. Luego, solo con la falda abierta y la blusa, me fui acomodando en sillones y sofases abriéndome de piernas, agachándome para mostrar mi culo y poco a poco, mi actitud fue más procaz.
Ya toda desnuda, me quité la pamela y con ella me tapaba un poco por aquí, un poco por allá y aparecieron los consoladores y vibradores, todos de enorme tamaño. Los chupaba, los ponía en las puertas de mis agujeros, jugaba con ellos en mis pezones, hasta que mi madre y Valery dijeron basta. Fue entonces cuando vi sentada al fondo a mi amiga Vicky y me dio una enorme alegría. Ahora faltaba la sesión con mi segundo vestido, del que no tenía ni idea.
Me trajeron un top negro, de piel suave, ajustado, y que marcaba mis pezones de maravilla. Una microfalda de igual color y tejido que llegaba justo al final de mis glúteos. Unas medias negras muy finas y aunque llevaban gomas para sujetarse, me pusieron unos ligueros rojos y negros. Y por supuesto, los zapatos rojos de 7 cm de tacón. No me he olvidado de la ropa interior, simplemente no llevaba. Mi madre acentuó mi maquillaje y os aseguro que tengo en las fotos una pinta de puta juvenil que tira de espaldas. Me dieron un cigarrillo encendido y empezó la sesión.
Toda ella fue extraordinariamente sensual y sexual. Llegó un momento en que estaba tan caliente, que sin tocarme nada me corrí. Al igual que me corrí otras dos veces y las fotos se siguieron haciendo con mis fluidos bajando por mis piernas. Toda clase de poses en pasarela, en sillas bien abierta de piernas, en sofás, sillones con las piernas en cada brazo del sillón, fumando sin parar para tapar mi rostro con el humo, hacerme más sexi o demostrar que era una puta con ganas de guerra.
Y tumbada en el sofá, con las piernas bien abiertas, vi como mi madre se colocaba un arnés con una polla de látex increíblemente gruesa. Nunca hasta ese momento fui tan feliz, ¡por fin mi virginidad se iba a ir a la puta mierda! Y fue mi amiga Vicky, amiga, amante y novia, quien con un tarro en la mano, me llenó de aceite especial mis agujeros, haciéndolo tan bien, que me corrí de nuevo y en voz baja, me dijo:
–Lo he hecho adrede puta, para que estés más lubricada, te entre mejor, y te dilate sin dolor. Y guarda silencio, pero esta noche para ti será larga
Mi madre se tumbó encima mío, apoyó el enorme glande artificial entre mis labios inferiores, y dejándose caer sobre mi, me dijo:
–Te quiero vida mía. Desde ahora ya eres mujer, serás puta tal y como deseas, y muy pronto quedarás preñada.
Yo nunca creí que «eso» pudiese hacer tanto daño, pero no daño físico, sino un daño de ignorancia. Con 11 años y 11 meses, totalmente virgen y a pesar de haber visto tanto porno y haber tenido tantas conversaciones de sexo, nunca creí que aquello pudiese entrar en mi interior y menos aún, apartar en todas direcciones todos los músculos que tenemos las mujeres en la vagina. No me importaba la penetración profunda del látex, sino el estiramiento muscular lateral que era enorme, la dilatación que yo creía me rompería mi precioso aparato sexual, con aquellos maravillosos labios tan gordezuelos y marcados que yo tenía.
Poco a poco, lo fue metiendo y sacando, sacando y metiendo, arriba y abajo, rotando las caderas para follarme en todas las direcciones. Y claro, empecé a correrme. Y empecé a abrazar y acariciar a mi propia madre que me estaba desvirgando, nos besábamos y nos poseíamos como auténticas locas… hasta que Valery nos paró. Llevábamos casi una hora y yo debía estar más que agotada, y ella había agotado todas las tarjetas de memoria de la máquina que llevaba encima. Descansamos un poco, me fui al baño y volví.
Ahora le tocaba a Valery y mi madre era la fotógrafa. Por cierto, que había aprendido mucho en esos pocos años de amistad. Su arnés tenía una polla más delgada y más larga y tal y como me imaginé, terminó en mi culo. Primero me la metió en la vagina, la empapó bien y luego, sin más preámbulos la apoyó en el ano, y de un solo empujón me enterró más de la mitad. Eso es como ir a un hospital para que te quiten un apósito; si te lo hacen poco a poco te va doliendo un poquito mucho rato, pero si te lo quitan de golpe, pues ya está. Vicky me había engrasado muy bien y ese consolador me entraba y salía divinamente, pero la muy puta de tía Valery, me lo sacó un rato después y se cambió de arnés cogiendo el de mi madre y lubrificándolo bien. ¡Ahí si me acojoné por el grosor!
Le costó un poco entrar la gruesa cabezota, pero una vez dentro ya no paró e hizo lo mismo que mi madre, adentro y afuera, arriba y abajo, ladeando las caderas y poco a poco, el dolor dio paso a un calor desconocido y el calor dio paso al placer. Hoy día, que me follen por el culo con gruesas pollas es uno de mis mayores placeres. En un momento dado, se desplomó encima de mí, y dijo algo así como que no sabía cómo aguantaba yo tanto, con lo cansada que estaba ella. Pero al intentar levantarme yo, casi me caigo al suelo, estaba no solo terriblemente agotada, las piernas agarrotadas y bastante mareada. Me preparó mi madre un buen baño caliente, me llevaron a él y estuvo largo rato enjabonándome, frotándome y sobre todo, acariciándome y besándome sin parar, a la vez que me decía en voz baja:
–Ya está todo cariño. Ya eres una mujer. Te has vestido de niña comunionera, y ese vestido te ha hecho la novia que esta tarde se ha hecho mujer. A partir de ahora, vamos a dilatarte como hicimos con Vicky y en pocas semanas podrás follar con quien quieras. Todas las pollas podrán entrar sin problemas en tus agujeros y si lo deseas, como tu amiga Vicky, hacer pelis porno, o incluso dedicarte a la prostitución juvenil, yo te daré todos los permisos necesarios y siempre me tendrás a tu lado, pase lo que pase.
Después de ese largo y reconciliador baño, me sequé, me puse un albornoz y ya más fuerte, me fui a cenar. Y allí estaban mis tres mujeres en la cocina, trapicheando y trabajando solo para mí. Me sentía feliz pero no había podido gozar totalmente de mi querida Vicky que me miraba sonriendo. Después de comer y beber opíparamente, mi madre y Valery se sintieron cansadas y se fueron a follarse y a dormir. Mientras, Vicky y yo nos fumábamos unos cigarrillos y vaciábamos los restos del champañ y de los licores que allí habían. De repente, Vicky se levantó, se fue al dormitorio de nuestras madres y al volver me dijo:
–Vamos Silvia. Nuestras madres están bien dormidas y no nos molestarán. Yo también se poner drogas y dormirán varias horas, quiero que esta noche seas tan mujer de verdad y tan puta como yo. Ya verás cómo las gotas que también te he puesto a ti en tu crema de la cena, te quitan el cansancio y te dan unas ganas de follar terribles.
Yo estaba sorprendida oyendo sus palabras, pero realmente tenía ganas de follar. La miré, nos cogimos de la mano y las dos nos fuimos de la casona a mi adosado, y al llegar al precioso dormitorio principal de la casa, vi que estaban allí dos mocetones de unos 30 años, Hernando y Simón, ambos actores porno y modelos de Valery, llenos de músculos y tatuajes y con unas pollas semirígidas verdaderamente preciosas. Vi que Vicky se desnudaba y yo me desprendí del albornoz quedando también desnuda. Y cada una de nosotras se fue a por la polla de uno de ellos.
Nos arrodillamos ante nuestros dioses y cogiendo cada una su polla correspondiente, nos dedicamos a complacer nuestros deseos, los nuestros de mamar esas preciosas pollas, y los suyos de ser atendidos en esas necesidades por dos crías tan entrenadas y tan putas, a la vez que amigas y coleguillas “de negocio”. Verdaderamente yo tenía unas ganas inmensas de mamar esa polla y de ser follada. Un extraño calor me invadía y mi cerebro me exigía muchas cosas. Y cuando minutos después Hernando me dijo que parase porque quería correrse en mi coño, yo me levanté y me dirigí a la mesita donde me preparé dos largas rayas de coca y me bebí un largo trago de la botella de vodka.
Mientras Vicky, siendo ya follada por el mulato Simón, me miraba y sonreía. Hernando me cogió de la mano, me llevó hasta la gran cama y a menos de un metro de mi amiga me tumbó, me abrió de piernas y ¡por primera vez en mi vida!, una polla de verdad y no un consolador de látex, penetró dentro de mí ¡ya era hora de que me follaran!, casi tenía 12 años y por primera vez notaba el calor, la textura de la carne, cierta flexibilidad de ese pedazo de carne en lugar del frio plástico. Y las gotas que me puso Vicky en la cena, más las rayas de coca que acababa de esnifar, más el largo trago de vodka y lo bebido en la cena, los deseos de Hernando de follarme y de ser el primero en mi vida, más mis propios deseos de ser follada durante toda la vida si hacía falta, convirtieron mi cuerpo y mi cerebro en un volcán.
Crucé mis piernas sobre la cintura de Hernando que me sonrió, y su fuerte boca se aplastó sobre la pequeña mía. Los besos y los músculos de los hombres que nos follan a las niñas, son lo más excitante. Esas diferencias de tamaños y de fuerza, y la diferencia de esas pollas y nuestros estrechos y pequeños coños, son como una atracción animal más que sexual. A pesar de que ya mi coño estaba usado por las pollas artificiales de nuestras madres, Hernando me estaba haciendo extraordinariamente feliz ¡nada me hubiese importado ser preñada a mi edad!
Mis músculos vaginales se dilataban horriblemente, sin embargo, su gruesa porno-polla se deslizaba muy bien por mi estrecho túnel vaginal. Mi amante me cogía de las caderas para darse más impulso a la vez que me impedía moverme. Su polla subía y bajaba por mi coñito dándome tantos placeres que me corrí. Y me corrí de tal manera que me mareé ligeramente mientras mi cuerpo se estremecía de un auténtico placer. Pero no dejó de follarme y me follaba de verdad, como una adulta bien entrenada y experta.
Mi follador disfrutaba de su follada y mi cerebro se mareó un poco más. Vicky, a mi lado y que no me perdía de vista, lo notó y agarró con fuerza mi mano ¡y esa sensación de ánimo, de no estar sola, de sentirme acompañada, me animó a seguir aumentando mis deseos! Y me entregué totalmente. Algo en mi interior, me pedía ceder a todo lo que él me quisiese hacer y le dejé hacer… Aguanté “el tipo” todo lo que pude y ayudé a Hernando a follarme. Intentaba ajustarme a su corpachón, a su polla tan grande para mí. Y poco a poco lo fui consiguiendo y cuanto mejor era la follada, más lamentaba yo la falta de experiencia, para devolverle el favor que me hacía, y al mismo tiempo, excitarle para que me follase más fuerte porque sinceramente ¡lo deseaba!
Un aplauso a mi lado me devolvió a la realidad de lo que estaba haciendo. La muy puta de Vicky, le estaba dando las gracias a Simón por la calidad de su follada y los tres orgasmos que le arrancó. Su mano cogió con fuerza la mía, y como si hubiese sido una señal, me volví a correr. Y poco después, era Hernando quien se corría y quién por primera vez me llenaba de semen mi coñito, notando como una serie de disparos espesos y cálidos en el fondo de mi matriz. Ahora si tenía ya sentido para mí el vestido blanco de la mañana ¡mi traje de bodas… ya era mujer!
Descansamos un poco y mientras yo me recuperaba de mi pequeño mareo, Simón puso una gran cantidad de vodka en cuatro altos vasos, y Vicky preparó unas gruesas rayas de coca que todos esnifamos con placer. Yo fui un momento al baño y cuando terminamos el vodka de los vasos, Vicky nos dice a todos:
–Hoy ha sido un magnífico día para Silvia. Pero con lo colocados que estamos los cuatro, aún podemos hacer alguna locura para que sea mucho más magnífico. Se trata de hacerle una doble penetración a mi amiga. Hernando por el culo que tiene la polla más delgadita, y Simón por el coño que además es lo justo, ya que antes ha sido Hernando quién se ha vaciado dentro del coño recién estrenado. Pero quiero hacerle antes unas fotos de recuerdo ¡ponedle el velo blanco y la corona de flores que llevaba en la Iglesia!
Y como la muy hija de su puta madre ya lo había previsto todo a su edad, con la ayuda de su favorito Simón, mientras Hernando limpiaba un poco mi cuerpo y sobre todo mi zona genital con unas toallitas desechables, Simón arregló mi pelo, cogió mi velo blanco y me lo puso en la cabeza. Y sobre el velo, la corona de flores.
Todo esto quedaba inmortalizado por la cámara fotográfica que muy diestramente manejaba Vicky. Y empezó la parte porno. Primero me puse a mamar la polla de Hernando y luego la de Simón y cuando ellos consideraron que ya estaban lo suficientemente duras para follarme, me dijeron que subiese a la cama. Vicky me miró y se acercó a mí con un botecito de crema en la mano, Cogió una buena cantidad en sus dedos y como si me masturbase, me metió crema en el culo y en el coño, y dándome un beso en la boca, les dijo:
–¡Eh folladores! No olvidéis que Silvia tiene solo 11 años y que sus agujeros han sido dilatados con dildos, no con pollas. Así que respetad un poco la infancia de la pobre –y todos nos reímos-
Pero ¡si, si, infancia! Aunque mis agujeros estaban dilatados por Vicky y por mí misma a espalda de las madres, a Hernando le costó un huevo (o los dos) metérmela en el culo y en cuanto a mí, el enorme dolor que sentía me volvió a marear. Una vez la polla dentro de mi culo, me cogió de las tetitas y me puso de espaldas sobre él y ahí entró en escena Simón. Empezó a meter su grueso pollón sobre mi coñito y a empujar como el cabrón que es. No me quejé, pero de mis ojos salían lágrimas de verdad. De esas que la cámara de Vicky ha recogido para la historia sexual mía. Solo juraros que el dolor era brutal, que solo el desafío que las dos estábamos haciendo a nuestras madres incluyendo la droga que les dimos para que se durmiesen y nos dejasen hacerlo, me impidió abandonar. Y seguimos follando. O mejor dicho, ME siguieron follando.
Y Vicky siguió fotografiando mientras me destrozaban los agujeros ¡y la foto sobre mi PC es la mejor prueba de ello! Estaba mareada, sollozante, tremendamente dolorida… y sin embargo, algo muy animal dentro de mí me seguía diciendo ¡adelante… adelante! Y yo me seguí dejando follar. Y gracias a los dioses, me corrí y eso permitió que la polla de Simón se deslizase mejor. Y un rato después se corrió Simón llenándome de nuevo mi coñito que empezó a derramar esa leche sobre mis piernas y las de Hernando. Pero mientras retiraba su polla de mi conejito, la que se corrió “a lo bestia”, fui yo pegando un fuerte grito de alegría y de placer.
Pero otro grito se unió desde la puerta al mío.
–Pero, pero, ¡qué cojones estáis haciendo!
¡ERA MI MADRE!
Me levanté del cuerpo de Hernando aún clavada en mi culo su polla. Casi tiro de la cama a Simón al empujarle para levantarme y justo en ese momento, Hernando se corre, pero como su polla ya no estaba en mi culo, se produjo un geiser inmortalizado por la cámara de Vicky… pero que ya no se depositó esa leche dentro de mí ¡Maldita sea, mi primera enculada de verdad y la leche se escupe fuera! Me fui corriendo a la ducha, más para esconderme que para lavarme, mientras entraba mi madre dando gritos y detrás de ella, la madre de Vicky. Las dos moviéndose como si estuviesen borrachas.
Poco después, Vicky y yo nos fuimos a la cama ¡por órdenes maternas! Nos despertaron a la hora de comer y cuando terminamos de comer en profundo silencio, le pedí a Valery que me diese una pastillita para no quedarme embarazada por las corridas en el coño de mis dos machos, pero mi madre la paró y me dijo:
–¿No eres ya lo suficientemente mujer para follar sin permiso de tu madre? Sé pues lo suficientemente mujer para atenerte a las consecuencias. No tomarás esa pastilla y si te quedas preñada, ya veremos lo que hacemos. Desde ahora, pero sobre todo a partir del próximo mes, follarás sin protección con tus clientes todo el verano, porque ya tendrás clientes y harás porno ¿no quieres ser una puta? Pues lo serás y sin protección, y así, asustada y sufriendo, quedándote preñada y abortando, aprenderás a obedecer.
***Y a Vicky, ya le dirá su madre lo que le va a pasar por usar sin permiso drogas sin saber sus efectos secundarios ¡Y con nosotras! Las dos madres tenemos un dolor de cabeza insufrible… ¡y las dos lo vais a pagar!
Y como conocía a mi madre ¡me acojoné como jamás creí poder hacerlo!
========
Hay carajo, está re largo el relato pero muy bien explicado, expuesto, redactado, etc!
Muy bueno, espero continues👍
Excelente y excitante toda una historia…!!!
Aida, excelente relato, maravillosamente escrito, tremendamente morboso, caliente y excitante, una historia realmente original, creible, al menos para algunos de nosotros, que sin tanto detalle y actores, hemos vivido alguna cosa parecida. Poco a poco iré leyendo todos tus relatos, por el momento ya me he leido tres y la experiencia ha sido genial.
Muchas Gracias y muchas Felicidades por el relato.
Aunque me devuelven todos los mensajes que te mando a las tres direcciones de correo que has incluido, seguiré intentándolo. Muchos besos.
Pa, date cuenta xd