Noches veraniegas
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me desperté en mitad de la noche. No podía volver a dormirme aunque estaba cansado del viaje así que pensé en hacerme una somnífera. A veces me funciona… Entonces, de repente, se abrió la puerta del cuarto y entró mi tío. He de decir que cada vez que lo veo tengo una erección directa e involuntaria. Me siento nervioso, titubeo, no pronuncio palabra. Siento que me voy a correr sólo con su presencia.
Yo pensaba que entraba a coger una chaqueta antes de irse a trabajar. Sabía que era mitad de la noche pero ni busqué el reloj, intuí que serían las 5:30… Entró en la habitación y escuché cómo sus pasos se acercaban lentamente hacia mi cama. Me empezó a acariciar la cara, los brazos, y mi pene estaba ya a punto de explotar. Me empezó a acariciar el resto del cuerpo. Yo no podía creer lo que estaba pasando. Empezó a acariciarme por dentro de las sábanas y se encontró con la masiva erección. –Estás despierto… – Afirmó mientras me agarraba el pene y lo descapullaba lentamente. – No –le dije. Entonces comenzó a masturbarme lentamente. Yo quería controlar, pues me habría corrido al instante recordando lo que hacía durante mi adolescencia: coger sus calzoncillos de su cuarto, ir al baño a masturbarme y dejarle una gotita de semen después de correrme y guardarlos de nuevo donde estaban. Tuve que cambiar de tema mental porque me iba a correr pero, hice lo que toda mi vida llevaba esperando hacer… agarrarle el paquete. La tenía flácida pero, según acariciaba sus testículos, iba notando cómo poco a poco su pene iba endureciéndose. Le bajé la bragueta. Llevaba esos vaqueros clásicos que le marcan y que tanto me excitan. Metí la mano por la pernera derecha del slip y poco a poco su polla iba endureciéndose más y más… Dejó de agarrármela para desabrocharse el cinturón. Se bajó los pantalones dejándolos por los tobillos y se sacó la polla por encima de los calzoncillos. Me giré y empecé a chupársela lentamente con mi mano derecha sujetando sus testículos que aún seguían dentro del calzoncillo. Empezó a jadear en voz baja. Tenía un glande mucho más rico de lo que habría imaginado nunca. Lo rodeé con mi lengua haciendo círculos. Él seguía gimiendo en silencio. Me volteó, quería follarme el culo. Le dije que no, que no me gusta que me metan cosas por detrás. Lo entendió, aunque me susurró que se quedaba con las ganas. Pero me dejó seguir mamándosela. No tardé mucho en correrme. Imagínate, uno de mis sueños eróticos más potentes de mi adolescencia se estaba cumpliendo y ahí, en su casa… Y él tampoco tardó mucho en hacerlo. Me llenó la cara de lefa, soltando una buena descarga. Me limpió la cara y se marchó a trabajar. Ahora sí que no podía dormir… Minutos después me tuve que pajear ya que no me podía quitar de la cabeza lo que acababa de pasar. Finalmente me dormí y por la mañana, recordando lo que había pasado, me volví a masturbar. La noche siguiente, estábamos a punto de cenar cuando llegó de trabajar. Se sentó a la mesa y yo tenía que coger la botella de agua de la nevera. Su asiento estaba entre mi punto de origen y el frigorífico, la mesa y la pared. No había mucho hueco entre su espalda y la pared por lo que me giré rozando mi paquete con su espalda. Le noté tenso. Después de cenar estábamos mi tío, mi primo, mi padre y yo en la sala viendo la tele. Yo mirando más mi móvil y enviando algún mensaje. Seguía sin poder creerme lo que había sucedido la noche anterior. Intenté disimular como pude la erección involuntaria. – Bueno, me voy a la ducha y a la cama. Estoy molido – Dijo. Me adelanté al baño para echar una meadilla antes de que llegase. No podía mear de lo empalmado que estaba. Entró en el baño y me vio meando. Cerró la puerta y se empezó a desvestir como si nada. Seguía sin poder mear así que me empecé a acariciar el pene lentamente. Se quitó los calzoncillos. El baño olía a sudor varonil después de trabajar todo el día. Me miraba como me masturbaba y no decía nada. Se acercó a mí y me agarró el manubrio colocándose detrás de mí. Luego yo a él y los dos nos corrimos a la vez en el váter… Más o menos así fueron casi todas las noches de las dos semanas de vacaciones. Me pregunto si sigue follando con mi tía como decía que solía hacerlo o si de vez en cuando se masturba pensando en mí. No lo sé, pero tengo muchas ganas de que llegue el próximo verano para volver a su casa y ver qué sucede. Muchas veces me pajeo pensando en esos días, en su paquete, en sus calzoncillos, en mi lengua haciendo círculos alrededor de su glande y en su lechazo en mi cara…
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