Objetivo: esfínter adolescente 1
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Cualquier hombre de más de 40 años daría todo el oro del mundo por una mujercita de caderas anchas, nalgas duras y ano liso, resplandeciente y prieto. Una niña de piernas largas y barriguita tersa. Una aprendiz de hembra con cara de chiquilla y deseos de mujer. Una pequeña retozona con pechos pequeños que prometen, con unos pezoncitos grandes para la edad. Imaginaos a echa niñita a cuatro patas y con el culo en pompa, muy en pompa, y ya no habrá camino atrás. Ella sabe que con su cuerpo desnudo puede seducir a cualquiera. Acostumbrado a la rutina, al sexo impersonal o rutinario, el macho de mediana edad sueña con esnifar la piel del cuello de una joven púber y ya no digamos con olisquear su esfínter virgen, con pasar los dedos con suavidad por su pubis salpicado por algunos pelitos y acariciar el clítoris, chuparlo, empaparse en los fluidos de la ninfa.
Pocos Don Juan logran cobrarse esa pieza. Se trata de la conquista más valiosa. Ni top models ni altas ejecutivas. Lo que todos los adultos de mediana edad desean, en el fondo, es hundir el glande y, si es posible, toda la polla, hasta la raíz de los huevos, en la estrecha rajita de una adolescente ligeramente regordeta con una piel brillante, tierna y fresca que emana toda la gama de aromas de un huerto frutal. Y en el fondo, en el fondo, todos querrían empapar de saliva el agujero del culo de su sobrina preferida, clavar ahí la lengua como si no hubiese mañana, saborear el cambio hormonal, los restos de caquita, el sudor… todos los ingredientes que hacen que una niña bonita desnuda sea el Ferrari de todos los hombres. Y, claro, todos querrían empuñar el pene como si se tratase de un bazoka y adentrarlo poco a poco en el intestino, el lugar tabú, el sitio donde debes meter la polla porque solo se vive una vez. Masticar el culo de una niñita es el paraíso, pero aún no se ha inventado ninguna palabra para definir el éxtasis de penetrar el culo alzado de una preteen, un culo redondo, una masa de carne arqueada con forma de balón de playa para el disfrute más primitivo.
La mera visión de tu polla gorda en el ano prieto de una nenita, hace saltar lágrimas de dicha hasta al más veterano y curtido macho alfa. Saber que uno es el primer varón que acaricia su esfínter es un pensamiento enloquecedor (hasta ese momento, solo el papel higiénico ha tenido el placer de deslizarse por entre sus nalgas, con un cometido tan poco libidinoso como el de retirar los restos de mierda). Y saber que estás desvirgando a una ninfa jamona por el culo es el mejor chute que pueda darse cualquier sibarita del sexo. La excitante visión de tu polla gorda ensartada en culo relativamente pequeño, puede desatar el salvaje que llevas dentro. Pero no se trata de eso, sino que lo que hay que hacer es que ella disfrute. Por eso es fundamental el juego previo.
Una hora o más de chupeteos, caricias y besos. A una niña adolescente hay que tratarla como se merece, con amor, con cariño y con infinitos pases de lengua por todos los rincones de su cuerpo. No hay que leerle ningún poema. Le podemos decir que es una puta cochina y una zorra. Le podemos susurrar al oído que le vamos a follar el culo. Pero no le podemos hacer daño. Cuando saquemos la polla de su gruta intestinal, en el glande y en el tallo solo debe haber restos de semen y de la caca que hayamos podido rebañar de su intestino. Ni una pizca de sangre. Al acercarle la polla a la boca para que nos la limpie, su mirada debe ser de agradecimiento y satisfacción, no de rencor.
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