Obligado a satisfacer sexualmente a mis dos primas mayores – II
Habiendo vivido la experiencia en el arroyo, yo estaba más que caliente, sabía que las gemelas vendrían por más, y estaba dispuesto a cumplir con mis obligaciones de padrillo..
Esa tarde volví del arroyo más que contento, ya no me molestaba que mis primas me jodieran o me cargaran. Ya habían probado las mieles de mi tripa. Llegó la hora de la cena, como nunca Maritté y Genevieve se sentaron una a cada lado mío, bien pegaditas a mí. Me resultó extraño pero placentero. La cena fue un suplicio, ambas pendejas no dejaban de tocarme la pija por abajo de la mesa. Yo no podía hacer ningún gesto ya que nos descubrirán y se armaba el gran quilombo. Ellas se divirtieron a lo grande, yo no me podía levantar de la mesa, primero por que tenía a cada una de ellas a mi lado, pero además tenía la verga dura como una estaca y obvio que se notaría el bulto cuando me parara. Así es que tuve que esperar que todos se levantaran de la mesa y finalmente salir corriendo a mi pieza, donde me hice una terrible jaja pensando en lo acontecido con las gemelas.
Al otro día, Sábado a la siesta, los mayores van siempre al centro a comprar lo necesario para la semana entrante, por lo que nosotros nos quedamos solos en la casa, con libertad de hacer lo que quisiéramos pero sin meternos en problemas o romper nada. Yo estaba convencido que las gemelas vendrían a por más pija. Y no me equivoqué. No pasó ni quince minutos de que los mayores se fueran, aparecen Maritté y Genevieve en maya, invitándome a que vayamos al arroyo a bañarnos, la verdad es que hacía bastante calor, por lo que sumado a las ganas de sexo con las gemelas no me costó decidirme y para allá nos fuimos. Las pendejas traían una mochila con refrescos, algo de comida, una frazada y varias cosas más. Llegamos al arroyo y rápidamente nos metimos al agua, donde ambas pibas no disimulaban para nada las ganas de tocarme la verga, toda ocasión era buena para refregarme sus culos en la poronga o abrazarme de atrás y manotearme el trozo. Obvio que eso me hizo excitarme y se me paró la verga, salí del agua, me saqué el short quedando desnudo, me acosté de espalda y llamé a las pibas, ofreciéndoles mi barra de carne. Al verme desnudo ambas se sacaron toda la ropa quedando como Dios las trajo al mundo, en bolas y a los gritos. La verdad es que son dos esculturas, sin dudarlo se arrodilló una de cada lado y se adueñaron de la verga, mamaban con desesperación, las hice ponerse de culo a mi cara, de esa forma podía apreciar sus hermosos glúteos y por entre sus piernas se veían sus conchitas, con apenas una matita de bellos. Bellas, delicadas, cerraditas, de labios gruesos. Metí mis manos entre sus piernas buscando sus niditos, mis dedos encontraron la entrada a sus cuevitas que ya estaban algo babosas, mis pulgares encontraron como por arte de magia el agujerito de sus culos y se los incrusté hasta el fondo. Ninguna se quejó, es más, cada vez se metían la verga más adentro de la boca, ya les llegaba hasta la garganta. Les avisé que iba a acabar y entre las dos finalizaron con una paja lo que con la boca habían comenzado, y los chorros de semen se elevaron hacia lo alto entre sonrisas y grititos de alegría. Luego volvieron al trabajo de chupar y chupar, con lo que rápidamente mi tripa recuperó firmeza y tamaño. Invertimos posición, ellas boca arriba en la frazada pegaditas una al lado de la otra, yo me arrodillé entre las piernas de Maritté, y ataqué su conchita virgen con unos lenguetazos que la hacían gemir y suspirar, con la otra mano acariciaba la conchita de Genevieve, ya tenía tres dedos dentro de su conchita, se retorcía como una anguila, y subía la pelvis como queriendo meterse la mano entera dentro. No pasó mucho tiempo y Maritté llegó al orgasmo gracias a mis caricias de lengua y dedos, llenándome la boca de sus fluidos, que exquisitez, quedó desmadejada, temblando por la intensidad de su orgasmo. Salí de entre sus piernas y me aboqué a Genevieve que ya me esperaba totalmente excitada, lamí su conchita por un buen rato, hasta que llegó a un orgasmo que no lo gritó pero casi se muere temblando y sacudiéndose, y aprovechando ese momento de excitación de la gemela, tomé sus tobillos, los alcé a mis hombros, y tomando la verga por el tronco, y abriendo con mi mano sus labios vaginales, aprovechando sus propios fluidos como lubricante le metí la cabeza de la verga en su caliente cueva, se quejó por el grosor, pero no la dejé reaccionar y de un buen empellón de cintura le perforé su virgo y me enterré todo en su virginal conchita. Gritó, aulló, se quiso salir de abajo mío pero era imposible, estaba totalmente empernada, no le quedó otra que aguantarse la verga, lo que rápidamente hizo, sus paredes vaginales se fueron amoldando al tamaño del intruso y finalmente se dedicó a disfrutarlo, se cogía sola, movía sus caderas en redondo, su pelvis salía al encuentro de mi pija y se la enterraba toda, la cabeza de mi chota tocaba sus ovarios, empezó a acabar y tuvo tres orgasmos uno detrás del otro. Cuando me di cuenta tenía todo el pecho arañado. Para ese entonces su hermana se metía los dedos con unas ganas bárbaras, no la hice esperar y poniéndola en la misma posición que a su hermana, le metí la verga sin prisa pero sin pausa, Maritté al estar tan caliente y lubricada sufrió menos, pero era salvaje, se movía desesperada en busca del orgasmo, al que llegó rápidamente, su conchita se inundó de flujo haciendo que fuera una pileta de líquidos calientes y no pudiendo aguantar más le acabé dentro llenándole la concha de leche. Al sacarle la pija de adentro, su concha resumía flujo a lo loco por la canaleta de sus glúteos, me hice el tonto y le apoyé la verga en el agujerito de su culo, me miró fijo y me dice, no papito, hoy por ahí no. Y tomando mi verga con su mano se la llevó a la boca para limpiarla. Los rastros de la sangre de sus virgos quedó en la frazada, la tomaron, la llevaron al río y mientras se enjuagaban ellas, lavaron la misma. Luego me invitaron a que vaya al agua así me lavaban ellas. Así comenzó una situación que hasta hoy sigue. En la parte tres les cuento cuando les hice el culito a las dos. Eso fue apoteótico. No se lo pierdan.
Excelente muy excitante.
Bendita obligación.