OLIENDO CALZONCILLOS USADOS
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por homorelatos.
. Ricardo había venido para pasar un mes de vacaciones aprovechando el verano en la capital instalándose en una habitación que se encontraba desocupada en el segundo piso justo al lado de la suya.
Fueron muy pocas las veces en que antes Marcos había visto a su tío siendo la última hace unos 5 años en la boda de la tía Charito, hermana de su padre, cuando él apenas tenía 9 años. En esa ocasión a Marcos su tío Ricardo no le llamó en absoluto la atención apenas dándole un escurridizo apretón de manos pues estaba más concentrado en jugar con sus primitos pero en esta ocasión al tenerlo frente a él no pudo evitar mirarlo con otros ojos. Lo veía con deseo y lujuria y es que desde que entró a la adolescencia Marcos se había dado cuenta de sus inclinaciones homosexuales. Habiendo desarrollado una predilección por los hombres mayores y su tío con sus 38 años, porte varonil, piel cobriza y cuerpo fornido lo hacía babear.
Como era época de verano Marcos no tenía que ir al colegio así que se encontraba en casa casi todo el día y cada vez que su tío salía a la calle se las arreglaba para entrar a su cuarto y oler sus calzoncillos usados. Sentía mucho placer al aspirar el olor que dejaba el sexo de su tío en ellos e incluso la orina que se quedaba impregnada en la tela de aquellos interiores era una delicia para el olfato de Marcos.
Cierto día que Marcos se encontraba como otras veces en el cuarto de su tío echado en su cama y con uno de sus calzoncillos sobre su rostro aspirando aquel varonil aroma mientras imaginaba que su tío lo penetraba en todas las poses imaginables, Ricardo abrió la puerta de imprevisto y encontró a su sobrino en esa extraña escena. En pocos segundos comprendió lo que sucedía. Marcos se sacó el calzoncillo de la cara lo más rápido que pudo pero su tío ya lo había visto todo. Sin saber qué decir o qué hacer y rojo de la vergüenza solo esperaba que su tío hablara. Ricardo cerró la puerta y miró maliciosamente a su sobrino.
Ricardo: ¿Qué haces con mi truza?
Marcos: Tío…lo que pasa…es que…
Ricardo: Tranquilo sobrino. Ya algo en tu comportamiento me decía que eras medio rarito.
Marcos: No le digas nada a mi papá por favor tío.
Ricardo: No le diré nada a mi hermano pero solo si te portas bien conmigo. Entendido?
Marcos: Sí tío. Me portaré bien. No volveré a hacerlo.
Ricardo: No tengo problemas con lo que te vi haciendo pero no te gustaría mejor chuparme la pinga?
Marcos: No entiendo tío.
Ricardo: Bien que entiendes sobrino. A ti te gustan las pichulas. Dime…tú mamá no está ¿verdad?
Marcos: No, salió al mercado a comprar.
Ricardo: Y tú aprovechas que no está nadie en casa para venir a mi cuarto y coger mi truza sin permiso.
Marcos: – – –
Ricardo: ¿Cuánto tiempo se demora normalmente tu mamá en el mercado?
Marcos: Como una hora más o menos.
Ricardo: Y hace cuánto tiempo se ha ido?
Marcos: Media hora más o menos.
Ricardo: Chévere.
Marcos: – – –
Ricardo: Yo iba a verme con una hembrita que conocí ayer pero la muy pendeja me llama al celular cuando ya estoy donde quedamos para decirme que no iba a poder llegar para vernos y por eso me regresé.
Marcos: – – –
Ricardo: Dime…quieres tomar su lugar?
Marcos se dio cuenta de lo que su tío le proponía. No podía creerlo y se preguntaba si había escuchado bien lo que le había dicho. Pero lo que hizo su tío a continuación despejó todas sus dudas. Ricardo se desabrochó el jean y se lo bajó junto con su ropa interior hasta las rodillas dejando su verga expuesta e invitó a su sobrino nuevamente a que se la chupara. Marcos vio con asombro y gozo que la verga de su tío era como se la imaginaba. Grande y recontra velluda. Con sus manos Ricardo atrajo la cabeza de Marcos hacía su entrepierna para que comenzara a mamar su miembro erecto. Y eso fue lo que hizo su sobrino. Mamársela.
Ricardo: Carajo…que rico la mamas.
Marcos: chup..chup…chup
Ricardo: Seguro se lo haces a todos tus compañeros en el colegio.
Marcos: No tío, yo nunca he hecho eso.
Ricardo: Pucha entonces tienes un talento natural para el mameluco. Sigue, sobrino, sigue.
Marcos: chup…chup…chup
Por ratos el tamaño de la pinga de Ricardo hacía que le den arcadas a Marcos pero eso no le impedía que siga mamando aquel miembro tan rico. Cada vez que parecía que se iba a atorar descansaba un momento y luego continuaba. Así estuvo por espacio de unos 10 minutos hasta que logró que su tío se venga dentro de su boca. A Ricardo le gustó ver como Marcos se tragó todo su semen como si se tratara del más delicioso manjar.
Mientras se subía de nuevo la truza y el jean Ricardo pensaba que sí o sí tenía que romperle el culito a su sobrino pero que eso ya sería en otro momento pues la madre del chico estaría llegando pronto.
A mi también me gusta mucho oler calzoncillos usados,me encantan los olores íntimos de los hombres y si son maduros,mucho mejor.Me imagino la pichula del tío Ricardo,su olor y sabor y si es grande y velluda mmmm!!…que rica!!