PANDEMIA SEXUAL
Pasados unos minutos, ella se levantó. El debía estar a punto de reventar. Su pene temblaba de excitación..
El descubrimiento que me trajo la pandemia. Somos una familia conformada por mi esposa y dos hijos. Una hija mayor que ya termino sus estudios básicos y se fue al exterior a adelantar sus estudios profesionales, tiene 20 años, siempre ha sido un modelo de responsabilidad y juicio y un hijo de 17 años que es todo lo contrario y que nos ha dado más de un dolor de cabeza.
Como nos casamos muy jóvenes, mi esposa apenas el año pasado cumplió los 40 años, ella se conserva muy bien porque le gusta el deporte además es una mujer atractiva. De mi parte tengo 45 y en el tiempo precedente a la pandemia había estado muy dedicado a mi trabajo que además implicaba viajar constantemente al exterior, por eso no le prestaba la atención debida a mi familia.
Ahora que he estado en casa, en teletrabajo, mi hijo recibiendo clases por internet y mi esposa en temas del hogar, con este nuevo modelo de vida he notado detalles que antes eran desapercibidos por mí, sobre la situación hormonal por la que atraviesa mi hijo. Varias veces lo encontré observando a su madre cuando ella estaba ordenando la casa y vestía una bata que al inclinarse permitía ver sus hermosas piernas y algo más, y al mismo tiempo al observar a mi hijo discretamente percibír una prominente erección bajo su pantalón. Con estos detalles me quedo claro los deseos eróticos de mi hijo por su madre y trate de estar más atento para ver si era algo pasajero o la situación era constante y encontré que mi hijo cada vez que podía espiar a su madre no perdía la oportunidad de hacerlo, en especial cuando ella se vestía.
Pasando los días sus deseos se fueron intensificando al punto de no tener el menor cuidado al hacerlo por eso fácilmente lo descubrí varias veces tomándole fotos o videos para luego encerrarse en su habitación de seguro a sacar a flote sus deseos lujuriosos.
Una noche, durante la cena, el ambiente no era el mismo que en otras ocasiones. Los tres estábamos sentados en la mesa comiendo y viendo a la distancia la tele, en silencio, pensativos, inmersos en nosotros mismos, como percibiendo que algo raro estaba pasando. Apenas hablamos y lo poco que platicamos fueron cosas banales, intranscendentes, algún comentario tonto sobre el insulso programa que estaban emitiendo a esa hora en la televisión. Tras la cena, mi esposa dijo que se encontraba cansada y se iba a la cama. Me dio un beso de buenas noches y se fue a la habitación. Yo me quedé un rato más viendo la tele, aunque más bien lo que hacía era darle vueltas en mi cabeza a todo lo que había pasado en los días precedentes. Me excitaba recordar lo ocurrido y a la vez me sentía raro al reconocer esta situación.
Imaginar que mi hijo deseaba follarse a su madre y que ella lo cabalgara como loca ofreciéndole sus tetas, me comenzó a excitar, aquello no estaba bien, pero ese pensamiento me ponía muy caliente. Intenté hacer un esfuerzo por sacar todas esas locuras de mi cabeza y me fui a dormir. Vi luz en la habitación de mi hijo a través de la puerta entreabierta. Pasé de largo y entré en mi cuarto y me metí en la cama. Durante casi dos horas di vueltas y más vueltas intentando conciliar el sueño, pero era imposible. No podía sacar esos excitantes pensamientos de mi cabeza. Todo lo que pasaba por mi mente se traducía en continuas erecciones, pero había tomado la decisión de abandonar esas ideas para siempre y tenía que ser fuerte.
Eran las tres de la mañana y estaba totalmente desvelado. Me levanté al baño. Me costó bastante poder orinar ya que tenía una erección tremenda, pero finalmente lo conseguí, aunque la erección volvió más tarde. Al salir del baño, me fijé que en la habitación de mi hijo, seguía encendida la luz. Me acerqué sigilosamente y pude ver que estaba recostado en la cama con la mirada y la mente perdidas sin poder conciliar el sueño. Volví sin hacer ruido a mi habitación.
Necesitaba salir de dudas y estando en mi teletrabajo me salió un anuncio en el correo electrónico… “Oferta venta de cámaras de seguridad en relojes de mesa” y sin pensarlo dos veces solicite el envío de una a casa y por otra parte tramite un permiso para ir a las oficinas de mi empresa, esto con el fin de ausentarme de casa y ver que podía pasar entre mi hijo y mi esposa al encontrarse solos.
Una vez tuve en mi poder la cámara de seguridad la ubique en un lugar estratégico y conseguí la autorización para ir a la empresa donde trabajo. Al estar en la oficina eran como las 8 y media de la mañana, entonces accione mi celular para contactar la cámara y comencé a observar como mi esposa salía del baño envuelta en una toalla que apenas le cubría un poco sus hermosos muslos.
De pronto la puerta se abrió despacio y apareció mi hijo, llevaba puesta una sudadera. Se acercó a ella sin decir nada. Cuando estuvo justo enfrente le desató la toalla, quedando a la vista su desnudez. Sus pechos pequeños se asomaron erguidos. Para entonces mi hijo se quito la sudadera y los dos permanecieron frente a frente totalmente desnudos. No daba crédito a lo que estaba pasando, la enorme polla de mi hijo permaneció erguida cual mástil. Mi esposa se arrodilló ante el mirándolo a los ojos, cogió con sus manos aquellas soberbias tetas y las colocó a los lados de la verga de mi hijo y empezó a frotarlas arriba y abajo con una cadencia dulce, cálida y suave que el pene de él le agradeció poniéndose más duro. Él la miraba a los ojos y ella a él. No sé cuánto tiempo lo estuvo pajeando, yo estaba en otra dimensión y perdí la noción del espacio-tiempo. Mi polla se puso dura como en los mejores momentos
Pasados unos minutos, ella se levantó. El debía estar a punto de reventar. Su pene temblaba de excitación. Mi esposa se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta, sin decir nada. Pensé que esto no estaba bien y quedaría entre nosotros. A continuación, el acabaría haciéndose una paja y todo habría quedado atrás”.
Al llegar mi esposa a la puerta, dudó unos instantes, y entonces para mi total desconcierto, la cerró y se giró. Caminó de nuevo hacia él, despacio, tímida, insegura. Y completamente desnuda se arrodilló sobre la cama. Entonces pronunció entre susurros dos palabras que yo había imaginado y ahora escuchaba salir de su boca: “Fóllame, hijo”. Yo no podía creer lo que estaba pasando. Él instintivamente se se acerco a ella, agarro su erecta polla con la mano temblorosa y la aproximo muy despacio a la entrada de la vagina de mi esposa. Tenía a su madre ante él a cuatro patas, ofreciéndole su coño depilado, húmedo y caliente. Me quería correr ya mismo, pero tenía que aguantar, él estaba a escasos dos centímetros de follar a su madre.
Observé el contacto de su verga con el coño de mi esposa y vi como la empujo suavemente dentro de ella. Poco a poco fui perdiendo de vista su polla, que se abría paso en aquella cálida gruta que era el coño de mi esposa. A medida que entraba y salía pude escuchar el jadeo constante y amortiguado que ella emitía. Yo permanecí callado, gozoso, excitado. Se la metió hasta el fondo y continuó así unos segundos. El tiempo se detuvo. Yo me quería correr ya.
Él acariciaba sus muslos, sus firmes nalgas, estiraba los brazos para poder llegar a aquellas hermosas tetas, notaba sus pezones duros. Su polla quieta allí dentro, sintiendo por demás las contracciones de la vagina de mi esposa, que tiempo atrás a mi me había vuelto loco.
Finalmente le escuche decir a mi hijo aquellas palabras que jamás imaginé: “Mamá, quiero correrme dentro de ti”. Mi esposa se giró levemente hacia él y le contestó: “Fóllame hijo, y córrete todo lo que quieras dentro de mamá”. Entonces, el empezó un mete saca firme y decidido, haciendo enormes esfuerzos para aguantar al límite. Los jadeos de mi esposa fueron muy sonoros, se dejaba llevar. Ambos sudaban desnudos, pegados uno al otro, unidos por sus genitales, madre e hijo, follando como adolescentes.
La fricción de su pene en la vagina de mi esposa, el lo disfrutaba a rabiar. Y no aguante más, me corrí. Mientras tanto mi hijo continuó vigorosamente follando a su madre, ella gemía y le pedía dame más y más verga, hazlo con fuerza quiero sentirte muy adentro y él se esforzaba y chocaba contra ella en cada embiste hasta que por fin los dos alcanzaron el clímax y el semen de él inundo la vagina de mi esposa en medio de espasmos de placer, gritos, susurros, abrazos y lenguas que se fundieron.
Y así quedaron conectados e inmóviles por varios minutos, con el pene de mi hijo atrapado entre su concha. Cuando volvieron en si ella le dijo… Ahora vete a estudiar a tu habitación y ten presente que esto nunca sucedió, el salió de la habitación y ella se fue al baño a borrar los recuerdos antes que yo regresara. No sé si se volverá a repetir pero esa noche busque a mi esposa y follamos como hacía tiempo no sucedía, mientras lo hacíamos, todo el tiempo imagine que ella estaba con otro hombre. Hasta pronto.
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