Papá nos sorprende
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
No hay nada mas cachondo, romántico, fraternal que tener una relacion de incesto.
Se juntan de una manera muy ìntima el cariño de familia y el deseo sexual.
Lo que les cuento es una historia real, sucedió en 1995, tenia yo 11 años.
Mi papá tenia 42 y mi hermano tenia 14.
Nada de esto que van a leer es inventado.
Les cuento lo que sucedió con todos los detalles que recuerdo.
Les describo a mi hermano, luego me describo yo, él era un adolescente con la hormona al 100, yo un puberto extasiado por los cambios que veía en mi cuerpo.
Los dos somos blancos, en contraste con mi padre que es moreno.
Mi hermano de cabello rizado negro, grandes ojos color de almendra, con enormes pestañas rizadas y cejas negras pobladas.
Yo soy un poco mas moreno que mi hermano, con grandes ojos almendrados obscuros, una boca muy bien delineada y cejas pobladas negras que caracterizan a la familia de mi padre.
Los dos desde niños hemos sido bastante nalgones, también heredado del lado de la familia de mi papá.
Mi hermano y yo habíamos empezado a tener sexo medio año atrás.
Todo empezo jugando "luchitas", luego a someter uno al otro, a veces terminabamos golpeándonos de verdad y tenía que intervenir mi madre, después escaló a dorminarnos y después a someternos y frotanos uno encima del otro, un día como cualquiera de juego yo senti su pene erecto sobre mi vientre.
Se hizo normal tener erecciones mientras jugabamos.
Un día en que yo sólo traía calzones y el short, y así de repente un día nos encontramos desnudos frotándonos, así fueron escalando las cosas de tono y un día me pidió que se la mamara y acepté.
Me encantaba el olor sudado que emanaba, su verha mucho más grande que la mía y más gruesa, la forma en que me tomaba de la cabeza y me cogía por la boca, sus suspiros de placer cada vez que me atragantaba con su verga en la garganta.
No recuerdo exactamente cómo pasó pero un día me comenzó a acariciar el ano mientras yo le hacía la mamada, por varios días sólo haciamos eso, mientras yo lo mamaba él me metía uno o dos dedos.
Un día sin más se puso atrás de mi y comenzó a metermela, yo me dejé, me dolió mucho y traté de zafarme pero no me dejó, el dolor pasó y sólo me quedó una incomodidad.
¡Qué lejos estaba de saber entonces lo mucho que me iba a gustar! El tenía sus noviecillas pero aun así me cogía.
Aprovechábamos cualquer momento para coger, compartiamos un cuarto y sin falta todas las noches me daba para dentro, yo dsisfrutaba inmensamente aquello.
Hacía dos meses exactamente de que habíamos empezado a coger mi hermano y yo (y 4 de estar jugando sexualmente) cuando sucedió lo que les cuento.
Mi abuela paterna estaba agonizando en el hospital y mis papás hacían turnos para cuidarla, era verano y no ibamos a la escuela por lo que pasabamos todo el día cogiendo en cualquier rincón de la casa, mi sitio favorito era la recámara de mis padres.
La cama era mucho más grande que las nuestras y podíamos hacer muchas cosas, aparte de que secretamente me daba mucho morbo pensar que ahí cogían mis papás.
Ese día, como todos en esa semana, mi mamá cuidaría a mi abuela durante el día, en la noche que mi papá salía del trabajo se iba para allá y la cuidaba durante la noche, hasta la madrugada sigueinte en que llegaba a la casa a ducharse y cambiarse.
Estabamos mi hermano y yo sin supervisión!
Estabamos cogiendo en el cuarto de mis papás, mi hermano encima de mi abrazándonos y besándonos, llevábamos como 10 minutos haciéndolo cuando oímos que abrieron la puerta de la casa.
Del susto y la impresión nos quedamos inmovilizados, por fin mi hermano reaccionó y me sacó el pito y corrió y se escondió atrás de unas cortinas a un lado del mueble de la tele.
Casi en cuanto se ocultó aparecío mi papá en la puerta y entró al cuarto.
Yo sólo había alcanzado a ponerme boca abajo y fingir que estaba dormido.
-Daniel, me susurró.
-Daniel, dijo de nuevo mientras me movía la pierna.
, yo seguía fingiendo que dormía.
Caminó al otro lado del cama y se dio cuenta que estaba nuestra ropa tirada en el piso.
-Qué chingados estás haciendo aquí?, Dónde está tu hermano?
Yo me incorporé y era más que obvio que no estaba dormido, estaba asustadísimo y me imaginé lo peor, sabía que me esperaba una buena cintareada.
-Responde, dónde está tu hermano.
¿Qué estaban haciendo cochinos?, Sólo eso me faltaba, tener un par de hijos maricones.
Mi padre estaba furioso, empezó buscando con los ojos a mi hermano por el cuarto.
Rodrigo, gritó, ven acá.
Lo veía super enojadísmo, me volvío a preguntar a gritos que dónde estaba mi hermano, y al ver que no respondía se me acercó, me dio dos bofetadas y se fue al baño a buscar.
De la sorpresa no pude ni llorar auqnue recuerdo como me ardía la cara.
Mi padre daba pasos largos y bufaba, fue y buscó en el closet y no halló nada, cruzó el cuarto hacía un tipo área de descanso que usa mi mamá y que estab separado de la recámara por una pared pero sin puerta.
No encontró a mi hermano y más se encendió.
Cuando dío la vuelta para entrar de nuevo a la habitación vió los pies blancuchos de mi hermano por debajo de la cortina.
Mi padre se paró en seco como para juntar más rabia, dio un pasó rapidísimo y de una cogió a mi hermano por el homrbo y lo jaló tan fuerte que lo hizó caer de bruces y se trajo todo el cortinero con él.
Lo tomó nuevamente del brazo y le dio una bofetada mientras le preguntaba que qué estábamos haciendo.
Antes de que mi hermano pudiera contestar lo abofeteó nuevamente.
Luego se quedó mirándonos incrédulo, fijamente.
Y en su mirada había rabia, ira, coraje, pero algo más que no pude descifrar en ese momento.
Se quitó el cinturon y pensé que me esperaba la zurra de mi vida.
Le dio un fajillazó a mi hermano que era el que estaba más cerca, se quedó quieto por un segundo como sin sabe que hacer y nos djo:
-¿Según ustedes querían verga? Pues ahora les voy enseñar lo que es sentir un pito de verdad, a ver si así se les quita lo maricones, mocosos pervertidos.
–
Dejó caer su pantalón y pudimos ver su paquete casi reventándo sus calzones blancos ajustados.
Con una mano bajó el elástico de sus truzas y con la otra tomó su pito y le ordenó a mi hermano: -"Ven mamamlo!".
–
Rodrgio no tenía ninguna experiencia mamando, era siempre yo quien se la mamaba a él.
A?i que con todo el miedo y la inseguridad del mundo se arrastró desde donde estaba en el suelo hasta quedar a los pies de mi padre, y con mucha tímidez se lo introdujo en la boca.
En cuestion de segundos, la verga dormida de papá se convirtió en un taladro duro, creció a un grosor impresonante y un largo también considrable.
Fácilmente media un poco más de 20 cms y tenia un grosor extraordinario.
Mi hermano le mamaba el pito a nuestro padre hasta que le topaba en la garganta, su falta de experiencia le provocaba vomitar, mi padre aprovechaba para reempujale más la verga y atravesarle la garnata, a la misma vez que vociferba maldiciones para mi hermano y para mí.
– Ahora tu!, me dijo.
–
Me senté en el suelo a un lado de mi hermano y me tocó mamar.
Aunque cada vez que mi papá me hablaba directamente me ponía a temblar, a estas alturas yo ya estaba más caliente que asustado.
Hice gala de los meses que llevaba mamándole el pito a mi hermano y me dispuse a chuparle la verga a mi papá lo mejor que sabía.
Le recorrí todo el tronco, le chupé un huevo y me metí la cabeza.
mi papá parecía sorprendido porque incluso dijo, "que bien la mamas chiquito.
" Así estuve mamándole y traté lo mejor que pude de metermela hasta la garganta, yo sabía ya controlar mis reflejos y logré metermela casi toda.
A diferencia de Rodrgo, a mi no me forzó sosteniéndome la cabeza, sus manos se dedicaron a removerme el pelo, acariciarme la nuca, y sí.
, de vez en cuando a darme un empujón para metermela más.
Como estabamos Rodrigo y yo en el suelo lado a lado, mi padre comenzó a pasar su verga de mi boca la de mi hermano y de regreso, mientras seguía refunfuñando y diciéndonos groserias y maldiciendo la vida.
-¿Con que les gusta mamar verga, eh?
Nos quedamos callados.
– Contesten, maricones, les gusta el pito verdad?
Rodrgio se quedó callado y entonces yo fui el que habló: -A Rodrigo le gusta que se la maman y a mí me gusta que me la metan.
–
-¿A sí?, pues a ver si después de la cogida que te doy te va a seguir gustando.
–
Me ordenó que me subiera de nuevo a la cama y me quedara en cuatro patas justo al borde.
, Pensé que sentiría su pito penetrándome inmediatamente pero hizo algo que ni a mi hermano ni a mi se nos habia ocurrido hasta entonces.
me dio dos nalgadas y me besó el ano.
Inmediatamente se dio cuenta que yo ya estaba bastante abierto porla cogida que me había dado Rodrigo cuando nos descubrió.
Me metío uno de sus grueso dedos, casi enseguida dos.
Yo di un respingo por la sorpresa de la acometida y suspiré.
los movió en circulos, como buscando algo adentro de mi culo al tiempo que trataba de vencer más mis esfínteres.
Mi hermano observaba todo asombrado,, mudo, mi papá le ordenó que siguiera mamándole la verga mientras el me daba con los dedos por el culo y me apretaba las nalgas.
-¡Mira que culito tienes, cabroncito!
Senti cómo se incorporó detrás de mí, tomó su pitote grueso y comenzó a dejarmelo ir todito en mi pequeño ano.
A pesar de mi calentura grité por el dolor, el pene adolescente de mi hermano no se comparaba a la verga dura y bien parada de un hombre adulto, a la verga cabezona y morocha de mi padre encajándose a la fuerza en mi culo tierno.
Grité de dolor y por insinto traté de moverme hacía adelante, para mi mala (o buena suerte) sólo sirvió para que perdiera el balance y me callera, quedé con la cabeza en la cama, las manos de mi papá que rodeaban casi toda mi cintura me sujetaron firmemente y quedé con el culo en pompa, completamente expuesto, vulnerable y sin obstáculos para sus acometidas.
Así, en esa posición me la dejó ir toda, sentía cada vena, cada milímetro de su pito partiéndome en dos.
Ahullé de dolor mientras mi propio papá me cogía salvajemente.
Poco a poco aquel cosquilleo ancestral que tenemos los gays en el ano se hizo presente y se intensificó, y aunque el dolor siempre estuvo allí, aunque cada vez que sentía la cabeza esponjosa y dura de su verga batiéndome las entrañas me quitaba el resuello, también empecé a disfrutar de aquello.
Con una verga de hombre, el pito de mi propio padre aleccionando a su hijo malcirado, me sentí en las nubes y comencé a pujar y gemir sin inhibiciones.
Pujaba de dolor, sí!, pero de dolor mezclado con placer y con morbo.
El dolor mezclando con la insoportable calentura que me producìa sentir la calentura de mi papá, su urgencia de hombre manifestandose en las embestidas animales que lo hacìan romperle el culo a su propio hijo.
Un morbo exuisito de como me asía de la cintura sin dejarme mover, por el contrario, como me jalaba hacía el para meterme bien todo su pito sin que quedara nada afuera.
Sentir todo el calor de su cuerpo que me quemaba y su sudor en mi espalda.
Y mi hermano a un lado, viéndonos absorto también con su verga parada.
De verás que mi papá sabía lo que hacía.
Me acariciaba las nalgas, me tomaba por la cintura pequeñísima de niño, y me apretujaba contra él hasta que su estómago se pegaba a mi espalda.
Juro que podía sentir su pito en mi vientre, como si su verga que me entraba por el culo qusiera salirseme por el estómago.
¡Cómo me hubiera gustado ver su cara! Ver sus expresiones mientras me cogía.
Aunque luego le pregunté a mi hermano y dice que tenía los ojos cerrados, apretados, tuve que conformarme con escucharlo gemir sentir sus pelos en mi piel lampiña, sentir su sudor y saber que era por mi, por mi culo apretadito queriendo sacarle los mecos.
Si bien mi papá me metía su pito con la fuerza de una locomotora, de pronto el chicoteo de sus huevotes en mis nalgas se hizo más intenso todavía y sentí uno a uno los chorros tibios de mecos que mi papá deposito en mis intestinos.
Sentí como con cada chorro que sacaba se le tensaban los músculos, como me apretó de la cintura para inmovilizarme y dejarme bien preñado, me sujeto tan fuere durante su venida que me quedaron marcas moradas por días.
Cuando terminó de correrse dejó caer todo su peso sobre mí, quedamos acostados en la cama el arriba de mí, estuvimos así apenas unos instantes, luego se dío vuelta y me desenculó.
Suspiró un par de veces y ordenó:
-Largo de aquí, dejénme solo-
Los días posteriores a esta magnífica cogida mi padre se mostró seco, distante, de mal humor, apenas si nos dirigía la palabra; desde luego, de la cogida ni pío.
Mi mamá advirtió este cambio y trató de justifiarlo diciendo que lo comprendieramos, que mi abuela estaba moribunda y que era un trago muy amargo para mi padre.
Seguramente eso tenía algo que ver, pero tanto mi padre, como Rodrigo y yo sabíamos el motivo real de su distanciamiento.
Por lo impactante e inesperado de haber cogido con nuestro padre en esas circunctancias, ni mi hermano ni yo nos atrevimos a hablar del asunto enre nosostros mismos y dejamos de coger automáticamente.
Pasaron casi 4 meses antes de que tuvieramos el valor de volver a tener sexo, y unos días más para que intecambiaramos impresiones de todo lo que había ocurrido con mi padre.
Cuando Rodrigo cumplió 17 dejamos de coger, al año siguiente se fue a estudiar a otra ciudad y comenzamos nuevamente a tener sexo cada vez que venía, eso duró dos años y paró.
Rodrigo se casó a los 23 y casi desde entonces empezamos nuevamente a tener relaciones, pero muuuy esporádicamente.
Lo de papá nunca se repitió, por supuesto.
Aunque conmigo una vez tocó ligeramente el tema.
Nos habíamos quedado tarde en una fiesta de bautizo, a mi papá que no bebe alcohol se le subieron las copas, el es de caracter serio, casi indiferente.
Ese día hablaba hasta por los codos.
Antes de que nos fuéramos de la fiesta se tocó el tema de un señor conocido, ejemplo de ciudadano y de buen cristiano, todo mundo lo veía con cariño y lo tenía en buena estima.
Pues resulta que el susodicho había matado a la esposa a puñaladas, luego le había dado tres tiros a la hija de ambos, luego el mismo se voló los cesos.
Mi papá empezó hablando de cómo la vida era inexplicable, de cómo a veces heriamos a los seres que más queremos.
Y que aunque pareciera ilógico, que no juzagara tan fácil a aquel hombre, que me pusiera en sus zapatos y tratara de entender la frustración o desesperación que lo pudo a ver llevado a cometer ese acto tan irracional.
-"Yo los quiero con toda mi vida a tu hermano y a ti, y si algún dia les he fallado en algo, créeme que lo siento más que lo que puedan sentir ustedes, y que si los he herido más me hiere a mí el remordimento".
Quise decirle que no se sintiera culpable, que no se arrepntiera, que yo vivía soñando el día de volver a sentir su cuerpo pesado y peludo sobre mi quitándome el aliento y su pito cabezón bien ensartado en mi culo golpeándome las entrañas.
Desde luego no lo hice.
Sólo sonreí y me limité a decirle:
Gracias, papá, yo también los quiero mucho a mamá y a ti.
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