Papucho mio
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
PAPUCHO MIO II
Los ruidos de la mañana nos despertaron a los dos.
Me quedé quietecita al recordar que estábamos desnudos y que yo le había sacado el pantaloncito corto a mi papá.
Se me hizo un nudo en el estómago cuando pensé que le había besado y chupado el grueso y largo miembro que después me puse en cucharita provocando que el pene de mi padre me entrara un poco por mi vagina.
Mi papá no decía nada, no se movió ni quitó su miembro aún duro de mi cosita.
Tomó, eso sí, la sabana y nos cubrió.
Metió su mano entre nuestros cuerpos y palpando su miembro duro llegó hasta mi vagina comprobando que estaba dentro de mí.
Quitó su mano y se quedó muy quieto.
Tenía mi boca seca, en mis oídos sentía el retumbo de los latidos de mi corazón y en mi vagina sentí como el pene daba saltitos.
Luego como que se retiraba de mi y enseguida volvió a entrar hasta hacer tope con mi himen.
En ese momento percibí por vez primera un dolor fuerte.
No se si por mi edad entonces pero me parecía que al ser impulsado por su dueño, con su propia fuerza, el pedazo de mi papá se sentía en su verdadera dimensión.
Nunca se lo medí pero era bastante gordo y largo, surcado por venas gruesas y con una cabeza demasiado grande.
Lo profuso de su pilosidad lo hacia más temible todavía pero también mucho más atractivo.
Siguió moviéndose un largo rato en ese mete y saca de su pichula en mi chochito despertándome sensaciones nuevas y logrando que mi cuerpo se relajara.
Ya el movimiento de los otros inquilinos en el patio con sus ruidos, gritos de los niños y radios con fuerte volumen no permitían “seguir dormidos”.
-Laurita, despertate mamita…
Me dijo mi papá poniendo su manaza sobre mi nalga para en una suave caricia subirla por mi pancita por debajo de la blusita que por toda ropa tenia puesta…
-Buen día Lauri… Dormilona, despierte
-Buen día papi – dije sin moverme
-¿Estás bien Laurita?
-Si papito
No dijo más.
Levantó mi pierna y la puso sobre las suyas, con su mano puesta de palma sobre mi panza me sostuvo y sentí que su cuerpo presionaba al mío hundiendo su miembro en mi vagina.
Sentí en mi cabeza como si se rompiera algo en mi interior y un dolor agudo, duro, me llenó el cuerpo.
Quise quitarme de ahí pero su mano me mantenía con mis nalgas adheridas a su peluda pelvis.
sentí como si me desmayara y llorando le pedía a mi papá que me sacara eso
-Ay, papito.
Me duele mucho.
Nada más, papi…
-Ya está, mamita.
Quedate quietita que ya pasa mamita.
Ya está mi amor, ya está…
Cuando el comenzó a decirme “mamita” y “mi amor” en mi cabecita aparecieron imágenes de mi papá con mi mamá desnudos haciendo lo que ahora hacia conmigo y como por arte de magia el dolor tan fuerte desapareció.
Ahora sí estaba cumpliendo mi sueño.
Mi papá me estaba haciendo lo que yo tanto deseaba.
Me estaba metiendo en mi cosita esa cosa enorme que en la noche yo estuve besando y chupando.
En mi chochito comencé a sentir como un cosquilleo que se extendía a todo mi cuerpo y note como me llevaba a buscar el contacto con todo su cuerpo, entonces él inicio su meneo suave, lento y profundo.
Estábamos de costado y poco a poco se fue volviendo sobre mí, tendiéndome boca abajo, montándome.
Con sus piernas separó las mías obligándome a parar la cola y permitir el mete y saca de la cosota de mi padre.
El dolor inicial se convirtió en un montón de sensaciones placenteras que en un cosquilleo enloquecedor me recorría el cuerpo, se centraba en mi la zona de mi vagina y mi ano y se extendia hasta mis cabellos.
En un momento comencé a suspirar fuerte porque de mi cosita salía fuego, se metia en mi panza y me dieron ganas de hacer pis y grité.
Mi papá me tapó la boca al tiempo que el gemia fuerte entre dientes y en mi vagina la pija de mi papá latia fuerte, hinchada y me inundaba con su semen.
Quedé temblando y fui saliendo de a poco de un profundo pozo al que mis sensaciones me habían arrojado.
Todavia mi castigada vaginita se contraía apretando el pene de mi padre.
Papá giro sobre si llevándome adherida a su cuerpo.
Sin salirse de mi se incorporó de la cama y buscó una toalla que fue comprimiendo sobre mi sexo a medida que retiraba su pene.
Despues me acostó en la cama con la toalla entre las piernas.
Lo vi lavarse el miembro morcillón que estaba manchado con mi sangre.
Despues de secarse se tendio junto a mi.
Me besó la frente…
-¿Estás bien, mamita? ¿Te dolió mucho?
-Sí
-¿Te gustó?
-Sí.
Nos quedamos en silencio.
Un rato después me reviso el chochito y me quitó la tolla.
Me alzó en brazos y me sostuvo sobre la palangana con agua para que me lavara.
No hubo mucha sangre solo salía semen sanguinolento.
-Papi ¿Eso qué es? – le pregunte en un susurro
-Esa es la lechita que a papá le sale por el pito cuando hace lo que hicimos recién…
-Para qué es papi?
-Con esa lechita se hacen los bebes…
Casi con alegría le pregunté
-¿Vamos a tener un bebé?
-No por ahora, mamita.
Ya veremos después…
Ese día no salí de la pieza para nada.
Me costaba un poco caminar.
El chochito por momentos me picaba o me dolía pero la sensación que me provocaba el recuerdo de lo hecho me permitía superar todas las molestias.
Mi trato con mi papá no se modificó pero tampoco lo volvimos a hacer hasta unos cuatro días después.
Yo volvía de comprar en el almacén de la cuadra y mi papá salía de bañarse a la vuelta del trabajo.
Detrás de la cortina que rodeaba su cama se quitó la toalla y comenzó a secarse bien.
Yo quería otra vez y fui a su encuentro.
Cuando apareci frente a él, se secaba el cabello.
Me miró, le sonreí.
Tendí mi mano y tomé el enorme badajo y lo besé.
De inmediato se erecto y…
Que suertuda, aunque hubiera sido lindo ser descubierta x los demás hombres del lugar y que de unieran