Pasión
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por harmsarah.
Hasta hace cinco años, vivía con mi madre viuda.
Mi padre había muerto siendo yo muy chiquita y mi hermano, Jaime, ya se había independizado hacía bastante tiempo.
Cuando tenía catorce años, empecé a salir con un chico del instituto.
Unos meses más tarde, tuve unos desarreglos con la regla y mamá estaba convencida de que estaba embarazada, por más que le decía que nunca lo habíamos hecho, que era virgen.
Llegaban las vacaciones de verano y como mi hermano vivía en otro país, mamá y yo fuimos a visitarlo.
Jaime era ginecólogo, y mi madre le pidió que me hiciera una revisión.
Para estar más tranquilos, me pidió que fuera a su consulta después de que se fueran todas las pacientes.
Hacía mucho calor y mi madre se quedó en casa.
Cogí el autobús para dirigirme a la consulta.
Empezamos a hablar.
—Mamá me ha dicho que sales con un chico y que a su entender estás embarazada y no quieres decirlo.
—¡Qué pesada con su embarazo! De verdad que no lo estoy.
Todavía soy virgen.
—¿Llevas saliendo cuatro meses con ese chico y todavía eres virgen?
—Pues sí.
En realidad, es un chico muy tímido.
Coincidimos uno al lado del otro en clase de ciencias y empezamos a hablar.
Después, poco a poco empezamos a salir.
Y aunque confieso que hemos hecho otras cosas —y en ese momento me puse roja como la grana—, no hemos llegado a follar todavía.
—¿Otras cosas? Supongo que te refieres a besaros, tocaros y mamaros el uno al otro.
—Sí —dije bajando la cabeza, y bajando también el tono de voz, añadí—: Hemos hecho varias veces el 69.
Pensábamos follar este verano, sin las prisas de tener que ir a clase y todo eso.
—Ya veo.
De todas formas, tengo que hacerte una revisión completa para determinar por qué tienes esos desarreglos.
Y ahora, pasa a esa habitación, desnúdate completamente y túmbate en la camilla.
Enseguida voy.
Me desnudé y me tumbé en la camilla como me había dicho.
En cuanto entró, me sacó sangre, y empezó a palparme primeramente los pechos.
Lo hacía con tanta suavidad que al final, se me pusieron los pezones duros como piedras.
No pude evitarlo.
Y cuando empezó a palpar el chocho, me fui calentando más y más.
Me daba vergüenza excitarme con mi hermano, pero no lo podía evitar.
Él extrajo un poco de fluido vaginal para analizarlo y cuando metió el dedo en la vagina, lo palpó y me dijo:
—De todas formas, te hubiese dolido muchísimo al follar y hubieses tenido una gran hemorragia, ya que tienes un par de quistes.
No te preocupes, te los quitaré en un momento y además, no te dolerá nada —me quitó los dos quistes y luego me dijo—: Y ahora vamos a calmar toda esta zona.
Lo dijo en un tono muy sensual y yo me di cuenta de que él ya había notado que me había excitado en la exploración.
Volvió a tocar mis pezones, pero esta vez lo notaba de forma distinta.
Y también su mano en mi chocho.
Con un dedo dentro de mi vagina y el otro acariciando mi clítoris.
Yo trataba de no gemir de placer.
También vi que su pene se había puesto enorme.
En un momento dado, me susurró:
—Me estás poniendo a mil, chiquilla.
Y puedes gemir tranquilamente, cielo, no te reprimas.
Seguidamente, fue aumentando el ritmo de sus caricias, hasta que me vine.
Pero él seguía teniendo el pene tieso y me daba no sé qué dejarlo así, sin poder calmarse.
Le dije tímidamente.
—Me da no sé qué dejarte así.
¿Quieres que te calme?
Jaime se me quedó mirando en silencio y luego me abrazó.
—¿Lo dices en serio?
—Claro.
Entonces, me dio un ligero beso en la boca y asintió.
—De acuerdo.
Me hizo levantarme de la camilla, se bajó los pantalones y se tumbó él en la camilla.
Le hice una mamada que lo hizo gemir de placer.
Cuando se vino, me tragué todo su semen, sin dejar ni gota.
En comparación con mi chico, tenía un pene bastante más grande.
Después de levantarse de la camilla, me abrazó fuertemente y me dijo:
—Mi niña, eres una mamadora maravillosa.
Vas a hacer inmensamente feliz al hombre con el que te unas, ya sea el chico con el que sales ahora o cuando conozcas a algún otro hombre.
Me han mamado la polla bastantes veces, pero ninguna como tú, cariño.
Y ahora, vámonos de aquí, no vaya a ser que me excites tanto que te folle aquí mismo.
Y dicho esto, salió de la habitación.
Me vestí y luego nos fuimos a casa.
En cuanto entramos por la puerta, mamá le preguntó:
—¿Y bien?
—Tranquila, mamá, todo son imaginaciones tuyas.
La chica dice la verdad.
Le he quitado un par de pequeños quistes, que parecen de grasa pero hay que analizarlas.
También le he hecho una analítica.
La he explorado y de verdad que es virgen.
—De acuerdo.
Me fío de ti.
Pero más le valdría salir con el hijo de mi amiga.
—Ese chico no me gusta nada, mamá.
Es un chulo y algún día se va a meter en problemas.
—Es de familia educada, y no como ese chico tuyo que su padre era alcohólico.
Mi hermano intervino entonces:
—Mamá, el que sea de familia educada y pudiente no quiere decir nada.
A veces son los peores.
Y el otro chico no tiene la culpa de que su padre fuera alcohólico.
—Bueno, vamos a dejar el tema.
¿Cuándo tiene que volver la chiquilla a tu consulta?
—Dentro de dos días le quiero volver a hacer otra exploración.
¿Te parece a la misma hora?
—Estupendo.
Dos días más tarde, hacia mediodía, llamó mi tía para interesarse por nosotros.
También nos dio una mala noticia.
El hijo de la amiga de mamá, y un par de amigos más, habían robado un coche.
Estaban bastante borrachos y atropellaron a cuatro chicos matándolos en el acto.
Entre esos cuatro, estaba el chico con el que salía.
Me dejó destrozada.
Cuando llegué a la consulta, Jaime estaba hablando por teléfono, y por señas, me hizo pasar a la sala donde me miró la primera vez.
Me desnudé y me tumbé en la camilla.
Ese día hacía tanto calor que ni los ventiladores hacían demasiado efecto.
Cuando entró mi hermano, tenía la camisa medio desabrochada.
Enseguida se dio cuenta de que me pasaba algo cuando me miró a la cara y me hizo contarle lo que pasaba.
Entre sollozos, conseguí hilvanar la historia de lo que había pasado.
Cómo unas horas antes, había llamado la tía para interesarse por nosotros y para contarnos el terrible suceso.
Jaime me abrazó y me pasaba la mano por la espalda tratando de tranquilizarme.
Después de un rato, conseguí serenarme.
Entonces, Jaime procedió a la exploración.
Metió un dedo y palpó la zona donde tenía los quistes.
Me dijo que estaba bien.
Pero a los pocos minutos, empezó no a palpar médicamente, sino ya, sensualmente, para excitarme.
Instintivamente, llevé mi mano hacia su pene, que había empezado a crecer dentro de su pantalón.
Jaime pegó su boca a la mía mientras que con la otra mano se soltaba el botón del pantalón y se lo bajaba junto con los calzoncillos.
Después de un rato besándonos golosamente y acariciándonos, Jaime me preguntó:
—¿Quieres que hagamos un 69?
—Sí.
—Espera un segundo —se quitó la ropa, me ayudó a levantarme y me llevó por una puerta a una habitación donde había una cama—.
Alguna vez me quedo aquí a dormir cuando tengo mucho trabajo.
Y es mucho más cómodo que esa camilla.
Se tumbó sobre la cama y me hizo ponerme encima de él.
Hicimos un delicioso 69.
Al principio, no pude evitar compararlo con el chico con el que salía, pero luego me olvidé de todo por el placer que me estaba dando mi hermano.
Después de corrernos, mi hermano me dio la vuelta y estuvimos abrazados, pero con una mano de Jaime sin dejar de acariciar mi chocho.
—Cariño, tienes un coño exquisito.
Tiene que ser divino entrar en esta linda cuevita, estrecha y calentita.
Mmm, me encantaría penetrarte, mi vida.
—Yo también estoy deseando tener una polla dentro.
Quiero probarlo todo.
¿Podemos hacerlo ahora?
—¿Quieres hacerlo conmigo?
—Me encantaría, pero tengo un poco de miedo.
Es tan grande… Con mi chico me asustaba un pelín, pero el tuyo es bastante más grande.
—No te preocupes, cielo, no te romperás.
Te dolerá un poquito, pero luego, el placer que sentirás será tal que se te olvidará todo.
De todas formas, preferiría esperar unos días después de haberte quitado esos dos pequeños quistes.
Su mano, que no había dejado de acariciar en ningún momento mi chocho, me había puesto a mil.
Aunque yo también me había agarrado a su polla y no dejaba de meneársela.
Al poco, ya estábamos los dos incendiados.
Me di la vuelta y volvimos a hacer otro 69 para descargar toda nuestra pasión.
Luego, nos lavamos, nos vestimos y nos fuimos para casa.
Varios días más tarde, mamá se levantó pálida.
Dijo que no se encontraba bien y Jaime le dijo que se volviera a acostar, que le llevaría algo caliente para tomar.
Pero mamá no consiguió llegar a la habitación.
Sufrió un infarto en el que no se pudo hacer nada.
Enterramos a mi madre y por un día o dos, yo tuve un dilema.
Volver a mi ciudad de origen y vivir con mis tíos o quedarme con mi hermano.
Al final, me quedé con Jaime.
Recogimos todas mis cosas, las de mi madre, lo que valía se dio para caridad y el resto se tiró a la basura.
Se vendió el piso y ese fue el inicio de mi vida con mi hermano que desde entonces se convirtió en mi pareja, mi amante, mi vida entera.
Y aquella primera noche, fue la noche de mi desvirgamiento vaginal, ya que por el ano ya me lo había metido antes.
Habíamos salido y poco antes de llegar a casa, empezó a jarrear.
No teníamos nada con qué taparnos y llegamos a casa empapados.
Nos desnudamos y nos metimos directamente a la ducha.
Allí nos besamos, nos acariciamos y nos mamamos el uno al otro.
Salimos, nos secamos y Jaime, cogiéndome en brazos me llevó a la cama.
Hicimos un rápido 69 para volver a ponernos a tono cuanto antes y cuando ya estábamos a punto de venirnos, Jaime metió su hermosa, dura y suave polla en mi vagina.
Me dolió un poco cuando se rompió mi himen, pero, enseguida pasó el dolor dando paso al inmenso placer.
Sentir la polla de mi querido hermano me hacía sentir tal morbo que me daba mucho más placer.
Tuve un inmenso orgasmo cuando me vine, pero a los pocos segundos, cuando mi hermano me inundó el vientre con su leche, volví a tener otro tremendo orgasmo.
Esa noche lo hicimos un par de veces más.
Al día siguiente apenas podía andar.
Desde entonces, no hay día en que no tenga la leche de mi querido hermano dentro de mí.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!