Pasion por mi sobrina (III)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Salvador.
"¿Estas segura, cariño?"
"Si, segura"
Sandra apoyo nuevamente su cabeza en mi hombro y miro al camino que mi vehiculo devoraba ansioso por arribar luego al Motel donde nos dirigiamos.
Con delicadeza pase mi brazo por detras de su cabeza y la acerque a mi, como temiendo que se me escapara. No podia creer que mis deseos de poseer a mi sobrina de veinte años se fueran a hacer realidad en pocos momentos mas, a raiz de un encuentro casual que nos llevo a la oscura sala de un cine donde no supimos de la pelicula, entretenidos como estabamos descubriendo nuestros cuerpos con las manos y la boca, ansiosos el uno por el otro.
Y ahora iba a mi lado, arrullada por la suave musica del CD del auto, dispuesta a que entre ambos sucediera lo que nuestros cuerpos deseaban. Ella me deseaba casi tanto como yo a ella, me lo habia dicho en el cine. Mi pasion era correspondida y yo no lo habia sabido. ¡Que felicidad saber que me deseaba y que estaba dispuesta a entregarme su cuerpo sin limites!
La entrada al Motel produjo un momento de nervioso silencio en ambos: habia llegado el momento de la verdad. Ahora las palabras y deseos darian paso a la cama y a nuestros cuerpos desnudos sobre ella, entregandonos en una sinfonia de amor y sexo.
Entramos a la cabaña y nos encontramos en una pequeña sala de estar con dos copas de champagne ya servidas, un baño a un costado y la cama al fondo.
Nos sentamos sin mirar a la cama, como si ninguno de los dos la hubiera visto, aunque ambos teniamos nuestros pensamientos puestos en ella y en lo que pronto sucederia sobre ella.
Nos servimos el champagne, la tomo entre mis brazos, con suma delicadeza, y la atraigo a mi. Ella se abandona en mi pecho y la cubro de besos que son correspondidos con suavidad. Parece que nos besaramos por vez primera por la delicadeza que imprimimos a nuestros labios, como si los besos apasionados que nos dimos en el cine no fueran nuestros.
El paso de la oscuridad de la sala del cine a la semi claridad de la cabaña del Motel habia impreso un sello delicadeza a nuestro encuentro, mostrando que no era solamente el deseo lo que nos tenia ahi sino un sentimiento de cariño que afloraba recien ahora, cuando nos rostros se miraban frente a frente.
Me siento y la atraigo a mi regazo, donde la siento y abrazo. Ella se abandona y me abraza, devolviendome con creces cada beso que le doy. Pongo una mano en su pecho y acaricio sus senos suavemente, a lo que ella responde con un largo suspiro junto a mi oido. Desabrocho su blusa, hago lo mismo con su sosten y dejo expuestas sus dos palomas, que cubro de besos.
Se levanta y me acerca sus senos para que pueda besarlos con mayor comodidad, mientras ella me toma la cabeza.
Sigo sentado mientras beso sus montes de seda, ligeramente humedos por el calor que Sandra siente debido a la pasion que empieza a apoderarse de ella, llevo mis manos a sus nalgas, las que tomo suavemente y las atraigo hacia mi. Una en cada mano, semejan dos inmensos duraznos maduros que en la suave delicadeza de su piel se dejan acariciar por mis manos deseosas de tocar todo su cuerpo, para impregnarme de su suavidad.
Bajo las manos por su estomago, alcanzo su falda que recorro de arriba a abajo e introduzco mis manos por los pliegues hasta alcanzar sus piernas desnudas, que acaricio con suavidad, lentamente, partiendo de sus rodillas, siguiendo por sus muslos hasta alcanzar sus nalgas, apenas cubiertas por unas bragas de seda, que hacen mas erotico el contacto con su piel.
Introduzco mis dedos entre su braga y la voy bajando lenta pero sin pausa, mientras Sandra cierra sus piernas para facilitar la operacion. Ella misma se desprende de su prenda intima cuando ha llegado al suelo y me la pasa. Huelo intensamente el suave olor ocre de esa seda que acaricio antes el sexo de mi amada.
Me levanto y la tomo en mis brazos. Cruzamos la salita y le deposito sobre el talamo incestuoso, donde ella queda de espaldas, con su blusa abierta, la falda subida hasta la cintura y los ojos cerrados, a la espera de lo que inevitablemente sucedera.
Me observa con sus ojos inmensamente abiertos, clavados en los mios. Su frente perlada de sudor, la falda a la altura de su cintura, sus senos al aire. Sus piernas abiertas esperan el visitante que goloso esta presto a penetrarla, a hacerla mujer, a recibir su virginidad, a desflorarla. Si, desflorarla
La miro a los ojos, para encontrar en ellos la fortaleza que me permita continuar, olvidando prejuicios y moral. Y ella sigue con sus grandes ojos claros enormemente abiertos fijos en mi, dispuesta a que sea yo el depositario de su preciosa joya, a ser completamente mia. En otras palabras, dispuesta a ser mujer, mi mujer.
Me acerco dispuesto a explorar su intimidad, con los ojos semi cerrados, intentando guardar en mi mente este momento unico para ambos: para ella por ser su primera vez y para mi probablemente la unica, pues no creo que vuelva a tener otra oportunidad como esta, pues temo que cuando reaccione se recrimine el haber cedido, aunque las circunstancias fueron tan especiales que dificilmente podria haber sido de otra manera.
Cierra sus claros ojos, preparandose a recibir el intruso que se acerca raudo, mientras sus senos suben y bajan acompasadamente al ritmo del aceleramiento de los latidos de su corazon, presintiendo que en unos segundos su vida cambiara radicalmente.
La tibieza de sus labios vaginales hacen resistencia a la penetracion, pero al mismo tiempo rodean la cabeza de mi verga como invitandome a entrar a pesar de la oposicion de la entrada inviolada hasta ahora.
Ella siente la fuerza del pedazo de carne a la entrada de su sexo, pugnando por penetrar, pero su virginidad se lo impide.
En un acto de entrega total, me abraza y junta su cuerpo al mio, fundiendolos en una copula a la que nos entregamos freneticamente.
Finalmente mis sueños se hacen realidad. Ahora vivo la realidad de mis sueños y es como un sueño del que no quisiera despertar. Ahora finalmente es mia, ahora se cumplen todos mis deseos incestuosos con ella.
Y mientras nos movemos sin freno en nuestro frenesi sexual, ella se abraza a mi y yo la penetro con la intensidad de mi furia contenida por tanto tiempo, de mis deseos tanto tiempo postergados.
"M’hijita linda, que rico"
"Te quiero, te quiero, tio"
"Toma, toma, mi amor"
"Voy a acabar, tio, voy a acabar"
"Goza, Sandrita, goza cariño"
"Ya viene, tiito, ya viene. Siiiiiiii"
"Toma, cielito, recibelo todo dentro tuyo. Toma, toma"
"¡Que sensacion mas rica, tiooooooooo"
El insistente repicar del celular me saca de mi sueño. Vuelvo a la realidad de mi escritorio, de la pantalla del computador que permanece muda ante mis ojos y la musica ambiental que facilito mi ensoñacion.
En mi febril ansiedad por poseer a mi sobrina nuevamente me habia sumido en la fantasia de sucesos que se suceden de acuerdo a mis deseos pero que no tienen correspondencia en la realidad. Ni estuvimos en el cine ni fuimos al Motel. Ni bebi la miel de sus labios ni saboree con mis labios la delicadeza de sus senos. Ni fue mia.
La frustracion de mis anhelos no satisfechos aumenta mis deseos hacia mi sobrina, que cada vez que se hace mas cercana en mis sueños, mas inalcanzable se hace en la realidad.
La interrupcion de mis sueños eroticos me trae a la realidad prosaica de mi trabajo y me vuelco con rabia a la solucion de los problemas pendientes, arreglando papeles, despachando ordenes y retando a mis subordinados, volcando en ellos mi frustracion.
Tan real era mi sueño que casi parecia una experiencia verdadera, de la que guardo todos los detalles.
Y lo que mas me molesta es que el objeto de mis deseos ni siquiera sospecha la pasion que ha despertado en su tio. Pero eso no es culpa suya sino que el problema es enteramente mio y no puedo descargar mi rabia en terceros inocentes. Lo mejor sera continuar con refugiandome en mis fantasias, pero poniendoles limites de manera de no enloquecer cuando me enfrente a la frustracion de mi realidad insatisfecha.
Rumiando estos pensamientos continuo mi trabajo por el resto de la tarde. Casi al final de la jornada, estando en medio de una reunion de trabajo, suena nuevamente el celular, que interrumpe mi exposicion. Respondo con cierta impaciencia y escucho la voz de Sandra con su familiar "hola tio".
Intentando disimular la turbacion contesto lo habitual y ella me pide que si puedo ir a la casa a ver un problema con su computador.
"¿Cuando?"
"¿Podria ser hoy?".
"Ningun problema, cariño, ahi estare como a las 8, ¿te parece?".
"Listo tio. A proposito, mis papis no van a estar. Espero no sea problema para ti".
Y su despedida fue el siempre esperado "besito, tio" que me queda resonando mientras intento reanudar mi exposicion. Su ultima frase me resuena insistentemente, queriendo extraer de ella algo que de esperanzas a mis deseos tantas veces insatisfechos.
Bueno, ahi estaremos ella y yo solos. Veremos que sucede.
Ella y yo solos. Los dos solos.
Solos.
Autor: Salvador(demadariaga@hotmail.com)
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