Paty, mi prima especial
Paty mi prima especial de 35 llega a vivir a casa. Voluptuosa, linda, enamorada del amor. Un día me toca cuidarla….
Paty era una prima especial. Tendría en ese tiempo unos 34 años. Blanca ella, cabello crespo negro, grandes ojos negros, nariz de pelotita y una boca que mí me gustaba; labios carnosos y suaves. Su cuerpo era divino, aunque nunca le había visto sexualmente o con otras intenciones más allá del trato afectivo de familia. Medía aproximadamente 1.66, cuerpo delgado normal, pro con unas hermosas nalgas redondas y paradas, aunque sus piernas tenían un poco de celulitis producto de la poca actividad física. Su fuerte eran sus extraordinarias chichis que bajaban por su pecho por el peso para hacer de inmediato una curva hacia el frente, levantándose firme y estéticamente. En el porno solo he visto unas similares, las de una rusa llamada Katerina Konec.
En el tiempo que pasó mi historia yo vivía con mi abuelo, en su casa grande, sola. Esta estaba disponible para mi a mis anchas, pues el abuelo tenía su cuarto y era celoso y apegado a el para vivir según sus rutinas. Había otras cuatro habitaciones, tres baños, además la sala, comedor y cocina. Fue precisamente por eso que llegó una tía a vivir ahí, por problemas temporales por los que estaba pasando; con ella llegó a prima Paty. Se instalaron en un cuarto, el más cercano al abuelo y a los otros servicios como la cocina y el baño. Yo seguí haciendo mi vida normal, y usando otro baño alterno, más lejos de mi cuarto, pero más privado igual por ello.
Era verano, agradable, no muy cálido, y fue precisamente eso lo que detonó toda esta historia. Era un fin de semana, así que yo no tenía escuela. Paty era una chica muy social, que gustaba de convivir con sus primos, contar y escuchar historias, hablar de amores, pues era sumamente enamorada, aunque por su discapacidad nunca tuvo nada que ver con hombres, pero era evidente que le gustaban mucho. Toda esa pasión por el sexo opuesto la canalizaba en revistas de actores de películas y novelas de la tele; pasaba horas y horas viendo las fotos con ensueño. Las tías y primas grandes bromeaban con ella en este sentido; que si ¿Cuál te gusta más? ¿Le besarías? ¿Qué cosas le harías?, etc.
Esa mañana muy temprano la tía salió a tomar café con los tíos vecinos de la cuadra y Paty quedó sola, por lo que su primera intención fue ir a visitarme a mi cuarto. Yo e masturbaba en mi cuarto con la puerta abierta cuando escuché su voz cerca saludando para ver si yo estaba despierto. Saqué mis manos de mi short delgado que usaba como bóxer pijama, y realmente sin pensarlo o planear nada, tomé una delgada tela negra que usaba para taparme la cara cuando en el dia tomaba una siesta, pues me molestaba la luz que entraba a raudales en esa zona de la casa por los ventanales cercanos. Justo lo hice cuando ella se paró en la puerta entreabierta, y por la delgada tela traslucida pude verla a plenitud, sin que ella pudiera ver mis ojos abiertos que le observaban. Al verme “dormido” ella saludó nuevamente, pero con la voz baja ahora, para no despertarme. Yo no dije nada ni respondí. Tenia mis almohadas altas como acostumbraba estar, así que miraba claramente lo que tenía enfrente; Paty vestía una bata azul cielo, casi gris, muy clara y transparente. Con la luz del sol entrando por los ventanales directamente detrás de ella se veía como una radiografía; algo que ella no podía intuir ni prever. Mi pene respondió ante semejante estímulo y se endureció nuevamente poniéndose en posición erecta totalmente levantando mi short. Paty se movía ansiosa, es decir tomaba diferentes poses ante mi, y pude ver las perfecciones antes descritas; su hermoso cuerpo aún juvenil, sus bien formadas curvas, sus chichis bajo la tela transparente, más evidente a contra luz, sus grandes pezones parados y su sexo cubierto suficientemente por una panty azul marino de triángulo. Su cabello crespo largo agregaba una nota a la toma sensual al traerlo suelto y libre. Fueron unos instantes nada más, ella escuchó, creo, la voz de su mamá a los lejos y dio media vuelta y se fue, dejándome al salir ver la perfección de sus nalgas naturales bien paradas y su panty parcialmente metida entre ellas. Esa visión me perturbo por todos los días siguientes. Ese fin de semana cada que le veía aquí y allá, observaba sus formas bajo la ropa que usaba pero mi mente me decía, me recordaba todo aquello hermoso que había conocido horas atrás. No podía reprimir corrientes de excitación en mi miembro al verle, más que me sonreía y me daba fuerte abrazos cada que nos encontrábamos y decía lo feliz de estar con nosotros, su familia, en este pueblo tan tranquilo y tan lindo. Sentir su cuerpo pegarse al mío, su calor, su aroma de ella, tan limpia siempre, me hacía estremecerme, así que los encuentros cada vez fueron cobrando otro sentido. Cuando le veía dentro de casa, o en otros espacios, con cierta privacidad, le saludaba de lejos con mucha alegría y ella respondía y se me chava en brazos a dar el beso correspondiente. Mi primera acción premeditada fue, al momento de recibir el abrazo yo correspondía con el brazo izquierdo, y mi mano derecha la subía abierta, pegada a mi pecho bajo abierta con la palma hacia adelante, con discreción, claro. Al hacerlo sus chichis se repegaban a ella en la estrechés y euforia siempre de su caricia al abrazarme. Fue ese mismo primer día que ya no solo era poner la mano, sino que apretaba su chichis con delicadeza, acariciándola deliberadamente y haciendo durar el abrazo un poco más; le hablaba al oído quedamente, trataba de rozar su oreja con mis labios, logrando hacer que se estremeciera en varias ocasiones. Ella no decía nada, solo se dejaba querer por su primo joven.
En uno de esos encuentros, mi tía había salido a la tienda, y después de la caricia del abrazo y todo el flirteo y manoseo ya habitual, pasó todo a otro nivel. La verdad era que me andaba orinando, así que le solté y le dije:
_ Voy al baño a hacer chis, ya no aguanto.
Ella solo sonrió, y yo caminé hacia el cuarto distante al fondo, donde estaba el baño donde yo iba. Yo entré al cuarto, la puerta quedó abierta, y seguí al baño, saqué mi pene de 18 cm, grueso en la base, delgado en la punta, que esta medio parado aún, y comencé a orinar de pie. La puerta del baño estaba también abierta mientras orinaba y se escuchaba sonoramente el chorro en el inodoro. Por reflejo volteé hacia afuera justo para ver a Paty pasar caminando lentamente por el pasillo, afuera del cuarto viendo, escudriñando con interés hacia adentro y dirigiéndose luego a la ventana del muro siguiente. Fue tan súbito todo que no reaccioné, solo nos vimos por un instante, como un segundo, pero seguro estoy de que pudo ver mi pene en plenitud. Salí de cuarto y ahí estaba ella, parada frente a la ventana de espaldas, sus nalgas paradas, divinas.
_ Hola, me andaba reventando.
Le dije tratando de minimizar nuestro encuentro. Ella solo respondió:
_ Pensé estaba cerrada la puerta del baño.
_ No pasa nada. Estos accidentes pasan muy seguido en todos lados.
Le dije restando importancia a algo que si la tenía. Escudriñe el patio y los espacios cercanos por donde la tía llegaría y nada, todo estaba solo. Ella seguía de espaldas, y yo me sobé el pene viendo sus nalgas hermosas, y por la posición en la que estaba, se me vino otra idea a la cabeza; me pegué a ella por detrás y le abracé con suavidad, tomándole por el vientre y jalándola con cuidado hacia mi, discretamente. Acomodé mi pene en sus nalgas y le hice presión discretamente, haciendo un casi imperceptible movimiento de coger al tiempo que acercaba mi cara a su oído y le hablaba con suavidad:
_ No te preocupes, no pasa nada, no le diré a nadie. Fue solo un accidente. A mi no me importa.
Le dije nuevamente tratando de tranquilizarla, aunque no se veía alterada para nada.
_ Si, porfa. Que mamá no se vaya a enterar. Fue solo eso, un accidente.
_ No te preocupes ya. Tranquila.
Le dije al oído, al tiempo que le rodeaba con los brazos y restregaba mi cara en su cuello. Le seguía hablando quedito, tranquilizándola, pero más con la idea de hacerle sentir cositas, y eso pasó, pues al morder con mis labios el lóbulo de su oreja note como clavó sus uñas en mis brazos. Nuevamente le tranquilicé pero hablándole en un suspiro, dejando mi aliento caliente en su oreja. Ella se dejó ir ante lo que sentía. Le hice solo indicación manual de jalarla hacia mi en su vientre, y ella paró más sus nalgas pegando su trasero a mi pene bien parado, mientras descansaba su cabeza en mi pecho. Le sobé el abdomen bajo discretamente pasando las yemas de mis dedos cerca de su pubis, una de cada lado sobre la región de la ingle, y entonces si, con suavidad la jalé hacia mi mientras empujaba mi cadera hacia sus nalgas. Uno, dos, tres segundos nomas y me relajé. Ella se dio vuelta y me abrazó.
_ Ok. Será un secreto. Gracias.
Hablaba de su conducta mirona a mí en el baño, no del encuentro tan sexual que acabábamos de tener. Y mejor así, esa falta de consciencia era mejor; que se guiara por sus sentidos, más que por sus pensamientos. Discretamente giré nuestros cuerpos hasta poder ver a los lejos la eventual llegada de la tía. Antes de separarme de ella le apreté nuevamente del talle, y ella se dejó caer sobre mi pecho y clavo levemente sus uñas en mis hombros. Entonces yo aproveché a bajar mis manos hasta el comienzo de sus nalgas y la atraje hacia nuevamente.
_ Estoy muy feliz de que estés aquí en casa. Es lindo tenerte.
Le dije, dirigiéndome con intención solo a ella para generar ese vínculo del momento: ella y yo. Me miró a los ojos y me dio un beso en la mejilla, yo se lo regresé, pero debajo de la oreja, en el cuello. Ella dejó escapar un largo “mmmmmmm, sssssssss”, inspirando. Le solté y me fui a mi cuarto. Cerré la puerta esta vez y me masturbé como loco, así parado; esa mañana había tomado su panty azul marino que vi por accidente en los botes del lavadero. La reconocí de inmediato como la que traía unos minutos antes, cuando estuvo conmigo, y antes de meterse a la ducha. Tomé la panty de mi cajonera y envolví mi pene con ella. Fueron solo tres o cinco minutos necesarios para que largos y nutridos chorros de semen volaran sobre mi cama justo enfrente de mi; uno, dos, tres, cuatro, grandes, luego otros tres o cuatro muy pequeños. Placer indescriptible. Me limpié con la misma panty. Pasé nos minutos de culpa por las cosas que había hecho y pensado, pero esta se fue diluyendo en muy poco tiempo. Abrí la puerta, claro después de guardar la Paty en la bolsa grande de un short en mi cajonera. Me puse a ver la tele un rato. Después de media hora escuché la voz de Paty que se acercaba y una nueva corriente de calentura recorrió mi pene; me lo jalé un poco y luego le acomodé hacia a un lado. Ella entró al cuarto sonriendo muy alegre. Yo no quise romper la tradición que teníamos; me paré como de rayo y me fui a sus brazos a hablarle al oído y masajear sus chichis. Ahora fue ella la que evidente y notoriamente alargó la caricia.
_ Te habla mi mamá. Que vayas un momento por favor.
Dijo suavemente. Yo me preocupé, pero, ¿Qué más podía hacer? Fuimos donde mi tía para ver qué quería.
_ Oye, disculpa ¿Vas a estar en casa esta tarde? ¿O tienes algún compromiso?
_ Si, tía, aquí voy a estar, estoy trabajando de la escuela y apenas voy comenzando; tengo mucha tarea para el lunes. ¿Qué pasó?
_ Es que debo salir con tu tía Martha a unos mandados, pero Paty no quiere ir; dice sentirse mal, y no quiero que me ande fregando allá en las casas que ya se quiere venir. Para dejarla aquí en casa viendo la tele y qué estés al pendiente de ella. Tu abuelo ya ves que se encierra temprano y se le va el rollo además.
_ Sí tía, sin problema. Yo estaré en mi cuarto en la compu trabajando. Estaré al pendiente y le echaré sus vueltas, igual si ella ocupa algo o se ofrece alguna cosa que me busque ahí. No pasa nada.
_ Gracias mijito, ahí te la encargo. Me voy, nomás entro al baño. Regreso como a las 10.
Eran las 5 pasaditas apenas. Este fue el diálogo que tuve con mi tía. No sabía procesar todo lo que sentía y pensaba en ese momento. Solo asentí y me quedé callado.
_ Está bien, tía, me voy a seguir trabajando.
_ Gracias mijo. Cualquier cosa igual me echas una llamadita. Ahí le anoté a Paty el número de cel.
Ella se fue apurada al baño y yo me fui a mi cuatro. Discretamente eché un ojo; vi como mi tía se subió a su coche y salió. Yo inmediatamente me fui con Paty a su cuarto a “ponerme a sus órdenes”. No hago mucho ruido, llegué a su puerta; iba a abrir, pero al poner la mano en la chapa, vi donde se despojaba de su ropa. Su short cayó por sus piernas y luego sacó su blusa por su cabeza. Que hermoso espectáculo ver su trasero paradito y su talle desnudo. Llevaba unas pantys iguales a las otras, pero de color morado claro. No podía creerlo; tomó los tirantes de su bra y los sacó por sus brazos, lo bajó hasta su vientre y lo giró sobre su cuerpo para desabrocharlo por enfrente Se giró un poco y pude apreciar la perfección de sus chichis de perfil. Tomó una bata que había dejado sobre la cama y se la puso. Yo tenía ya el pene parado completamente, y algo se me vino a la mente en ese momento. Salí de ahí rápidamente sin que ella se diera cuenta, fui a mi cuarto por mi celular. Tengo ahí gel para masturbarme, cuando lo haré con pausa y cuidado para sacar el máximo provecho, así que tomé un poco y me puse en mi pene para correr mi prepucio con facilidad. Me eché el cel en la bolsa de mi short y me fui con Paty. Ella andaba ya en la cocina. Le saludé de la misma forma con abrazo y manoseada, apretando un poco más y hablándole más caliente al oído. Le apreté por el talle luego con las dos manos y talle en su abdomen mi pene parado. Nos separamos y fue al fregadero a lavar unas cosillas. Ahí pude verle a placer. La bata no era tan transparente como la otra, pero si dibujaba muy hermosas su formas. Se le pegaba muy bien en sus nalgas y delineaba su panty a la perfección.
_ Nos quedamos solos. Tu mamá no estará. No podrá ver lo que hacemos, digo, si es que pasara un accidente como el de hace rato.
Le dije con toda intención.
_ A propósito, voy a hacer chis, ya no aguanto.
Le dije, y sin decir más me fui al baño citado. Frente a la cama del dormitorio había un mueble como luna, cerca de la puerta. En un florero sobre esta coloqué el celular de tal forma que apuntara hacia la puerta; regulé el zoom a la zona donde debiera estar su cara al asomarse, en un claro de unos 30 cm que dejé al emparejar la puerta un poco y le di click a grabar. Me metí al baño y acomodé mi toalla sobre la puerta de tal forma que colgando en la parte alta tapaba mi cuerpo en su parte alta. Ella no podría ver mi cara, ni yo la suya. Me saqué mi pene y lo comencé a manosear, justo cuando escuché sus pasos que se acercaban y una oleada de calentura lo paró al grado de casi doler; mi glande se puso morado. Los pasos de Paty se detuvieron al casi llegar a la puerta; esto me habló de que estaba siendo prudente o de solo asomaba su cara. Yo comencé a masturbarme de diferentes formas, pero exhibiendo mi pene a todo lo largo. A veces solo lo sacudía y blandía para mostrárselo. Lo soltaba y lo movía con contracciones de mi cuerpo, de arriba abajo. Disfrutaba verlo de esa forma, pero al mismo tiempo vigilaba el claro de la puerta, hasta que unos instantes después le vi parada ahí; claramente se sintió abrigada y protegida por la toalla que tapaba “toda” la visión; creo no podía ella procesar que así como ella me veía de medio pecho para abajo, yo le veía igual parada en su lugar, aunque no le viera la cara. Ahí se quedó y yo seguí dándome placer. Ella no se movía, muy callada estaba, “escondida” viéndome. Yo le mostraba mi pene, lo acariciaba, hasta que poco a poco, motivado por sus piernas desnudas paradas a unos metros de mi y la hermosura de sus chichis que alcanzaba a ver casi totalmente, rodeé el inodoro quedando de frente a ella y comencé a masturbarme ya propiamente. Sonoros ruidos al recorrerse mi prepucio sobre mi glande con exceso de fluidos preseminales y el gel lubricante. Eso me excitaba más, así que no tarde ni cinco minutos en venirme otra vez; cinco chorros, no muy nutridos pero si muy firmes todos de semen que traté de dirigir a la taza del inodoro. Ella seguía parada en la puerta. Yo me aseé con cuidado, ella viéndome. Limpié igual la cubierta y taza del inodoro, para después acomodarme mi ropa. Fue hasta que bajé la palanca del inodoro que ella abandonó rápidamente su posición y caminó hacia la cocina. Yo salí del baño y fui por mi celular. Puse el video y la calentura inmediatamente se albergó en mi pene; no podía creer las caras de lujuria de Paty al verme masturbarme; abría los ojos desmesuradamente, tragaba saliva, pasaba su lengua por los labios, pero no parpadeaba. Al ver esto quise confrontarla, bueno verla a los ojos nomás. Me fui a la cocina y ahí estaba ella nuevamente en el fregadero, como si tratara de decir con sus acciones que no se había movido de ahí.
_ Hola. ¿Sigues lavando platos? Que trabajadora!
Le dije para ver su respuesta. Ella se giró lentamente y me sonrió.
_ Si, había muchos trastes sucios. ¿Ya hiciste pipí?
Dijo viéndome el entrepierna, donde mi pene estaba notoriamente parado otra vez.
_ Si. Ya hice. Y no pude aguantar y me masturbe también.
_ ¿Mastu…queeeé? ¿Qué es eso?
_ Es que, como te dire…..
Fingí pena para luego continuar:
_ Me jugué mi cosa. Son cosas que hacen las personas. Se siente muy rico.
Ella abría los ojos como tratando de entender que le decía y pensando seguramente en todo lo que vio hacia un rato.
_ ¿Tu nuca te has tocado tu cosita?
Ella guardó silencio y clavó su mirada en mi pene que hacía mucho bulto en mi short. Sentía que trataba de desnudarlo con la mirada; abria los ojos muy grandes y tragaba saliva. No dijo nada; no me contestó. Se dio la vuelta y fue a seguir en el fregadero. Yo me fui detrás de ella agarrándome mi pene; me lo puse bien parado y hacia adelante. Me paré detrás de ella y le tomé por la cintura. Ella dejó lo que hacía y esperó. Me acerqué y puse mi pene entre sus nalgas y le apreté contra mi; le tomé por el vientre bajo y le hablaba al oído. Sus hombros estaban desnudos con su bata; le hablaba y le besaba suave sus hombros:
_ ¿Nunca lo has hecho tu? ¿Nunca te has tocado tu cosita Paty? Se siente bien rico.
Le decía mientras mis manos bajaban por su vientre hacia su ingle.
_ ¡Noooo!
Dijo en un suspiro, retorciendo su cuerpo y frotándose contra el mio, parando su trasero buscando mi pene.
_ Deberías hacerlo, se siente muuuuy rico, muy rico, se siente muuuuy rico.
Continué diciéndole mientras besaba su cuello.
_ ¿Quieres hacerlo? Probar lo que se siente Paty, yo te puedo ayudar, quieres sentir rico también.
Ahí ya no aguanté y metí mi lengua en su oído. Ella tomaba mis brazos con sus dos manos y al sentir mi lengua y aliento caliente en su oreja me clavó las uñas fuertemente. Yo bajé hasta su sexo con mis dos manos, y ella solo se estremeció, pero no dijo ni hizo nada. Comencé a jalar su bata hacia arriba; ella en silencio recostada sobre mi pecho. Metí mi mano izquierda dentro de su bata y busqué sus hermosas chichis al tiempo que la derecha se metía en su panty y fue derecho a su sexo, que estaba ya anegado de fluidos vaginales. Toqué todo aquello frenéticamente, hasta que poco a poco me fui conteniendo; ella se retorcía de placer y no pudo más cuando mis dedos se colocaron en su clítoris y comencé a frotarlo. Ella comenzó a jadear y gemir e instintivamente sacó su mano hacia atrás y tomó mi pene y lo comenzó a acariciar. Yo saqué mi mano de sus chichis y me fui a mi pene y lo saqué del short para que ella tuviera acceso libre a el. Su bata estaba ya en su cintura hecha rollo. Le acaricié su clítoris unos minutos y ya no aguanté más; no lo había pensado así pero estaba ya muuuy caliente. Le bajé su panty a medio muslo y puse mi pene entre sus nalgas, la jalé un poco hacia atrás para que se agachara un poco y parara más su trasero. Comencé a blandir el pene dentro de sus nalgas hasta llegar a lo anegado de su sexo, y sin más lo traté de meter en su vagina; hubo un poco de resistencia al principio, pero rápidamente sentí los pliegues de su sexo ahorcar mi glande; ya había entrado, todo fue despacio de ahí en adelante; dos o tres embestidas y seguía sintiéndose apretado aquello, y ella se quejaba quedamente y gemía, con poco dolor al parecer. Poco a poco fue haciéndose más suave aquello y comencé a arreciar las embestidas; en pocos minutos ya solo se escuchaba el clap clap de sus nalgas en mi cintura y mi pene entrando todo en ella. Mis manos estaban en sus chichis.
_ ¡No!….. ¡No!……. ¡No! Se va a enojar mamá…..se va a enojar …¡mamaaaaaáhhhh!
Al terminar de gemir ese mamaaá, le gusto lo que se sentía, así que continuó gimiendo ya sin control, pero no muy fuerte.. Después de unos 5 minutos ella estaba desbocada y eso me ponía a mi más loco; escucharle hacía que sintiera venirme a cada momento. Me salí de ella despacito y le giré suavemente. Devoré sus chichis un rato, y luego le acomodé la bata.
_ Ven, vamos al cuarto, aquí nos puede ver alguien.
Le dije conduciéndola de la cintura. Al salir al corredor le solté y ella me siguió dócil. Llegamos a mi cuarto y lo primero que hice fue sacar unos condones nuevos que tenía en mi buró. Puse sus manos en mi cuello y le abracé fuertemente mientras la besaba; dejaba sus labios y comía su cuello, babeándola toda. Mis manos tomaban sus nalgas y las apretaban con lujuria. Mi pene oprimía su vientre y ella solo gemía y jadeaba rico, despacio con los ojos cerrados. Le besé nuevamente, un buen rato, metiendo mi lengua en su boca, mientras ella se aferraba a mi cabeza participando con pasión en el encuentro.
_ Mmmmm, que rico…mmm… como en las novelas….mmmm.
Gemía y hablaba, creo, recordando sus calenturas en los besos al ver las novelas, lo más sexual que podía haber visto en su vida, salvo alguna película clasificación B o C americana con el mismo contenido de besos medio cachondos nomás. Cerré la puerta de mi cuarto confiando en la no visita de nadie. Me puse mi condón delante de ella que miró con curiosidad y sorpresa, pero no dijo nada. Unté un poco de gel en mi pene y le recosté sobre la cama en la esquina de esta. Levanté su bata y se la subi hasta el vientre. Lo pensé un poco, pero terminé retirándole la panty completamente. Por fin miraba completamente su hermoso sexo, cubierto de pequeños y delgados bellos muy rizados, sin hacer mucho monte, muy estética su feminidad. Labios pequeños, normales y un clítoris normal también, notorio, pero discreto. Abrí bien sus piernas y las aguanté en el aire con mis manos, dirigí mi pene a su sexo y no batallé para meterlo. Ella cerró los ojos al sentirlo y trago saliva. Comencé a bombearla despacio, pero rápidamente comenzó a gemir y jadear. Comencé a acelerar el ritmo y sus gemidos me llenaron de excitación, si se puede hablar de que podía estar más caliente aún. Luego al bombear más rápido sus chichis se salieron de control sobre su pecho en un va y viene frenético. Eso me volvía loco, comencé a darle sin recato, aun cuando sus gemidos eran fuertes; no tuve pensamiento de que alguien pudiera escucharnos. Fue muy evidente cuando estaba a punto de venirse después de unos diez minutos; sus gemidos, sus expresiones de sufrimiento, así que me eché sobre ella en un rico misionero y comencé a besarle nuevamente, a llenarme de ella; sirvió porque apagué un poco sus gemidos. Ella se prendió de mi cuerpo, de mi cabeza. En nos instantes le sentí estremecerse y arquearse y hacer sonidos guturales raros, como de dolor. Por un instante me asusté, pero de inmediato comprendí, al sentir los espasmos fuertes de su sexo sobre el mío y sus uñas clavarse en mi espalda desnuda. Yo detuve mis envestidas para hacerla sentir el cielo; seguí dándole despacito, lento, pero hasta el fondo. Ella se fue relajando y no dijo nada, pero después de dos minutos así besándola todita, hasta sus chichis, su cuello, su boca sus orejas, tuve el mejor orgasmo que recuerdo haber tenido nunca. A pesar de mis dos masturbaciones del día sentí salir de mi pene grandes y repetidos chorros. Un instante después me separé de ella y viéndole a los ojos le pregunté:
_ ¿Te gustó lo que se siente?
_ Muchooooooo.
Dijo lentamente, voz quedita, con los ojos cerrados. Seguro estoy era su primer orgasmo, y no eran las siete aún…


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