Perdí mi virginidad a los 12 años con mi propio abuelito
Mi abuelito me empezó a ver de una forma diferente, me abrazaba más seguido, me besaba en mi boca, decía que no tenía nada de malo, que era normal, me tocaba mi cuerpo, mis piernas, nalgas, pechos y mi vagina virgen..
Hola soy Ale, actualmente tengo 18 años, ya les he dicho que soy de los Altos de Jalisco, de tez blanca, con pelo castaño claro y largo, mido 1.64, con un buen cuerpo atlético, ya que voy seguido al gimnasio, mis pechos son grandes, con buen culo, piernona, con mi abdomen plano, de hecho, me puse un piercing en el ombligo y se ve muy bien, bonita de mi cara con mis ojos tapatíos.
En esta ocasión les voy a contar de como perdí mi virginidad a los 12 años con mi propio abuelito, mi mamá es madre soltera, por lo que casi no tiene dinero, recuerdo que cuando tenía 6 años nos tuvimos que mudar a la CDMX, a la casa de mi abuelo que tenía 60 años, ya que se había quedado viudo, él tenía un pequeño negocio de comida y mi mamá tenia que ayudarle.
Al principio todo era normal, yo fui creciendo, pero cuando entré a la secundaria todo cambio, pues me di cuenta que era de las más altas del salón, de las más bonitas y de las más desarrolladas, pues mis amigas decían que aparentaba más edad, que tenía un culote y los chicos comentaban que estaba bien chichona.
Desde el principio usaba una faldita corta que dejaba ver mis hermosas piernas blanquitas, incluso me daba cuenta que varios maestros se me quedaban viendo con mucho morbo cuando me sentaba y cruzaba mi pierna, algunos trataban de verme mis calzones, por esa razón deje de usar short para provocarlos un poco más y conseguir mejores notas.
En mi casa las cosas también cambiaron, mi abuelito me empezó a ver de una forma diferente, me abrazaba más seguido, me besaba en mi boca, decía que no tenía nada de malo, que era normal, me tocaba mi cuerpo, mis piernas, nalgas, pechos y mi vaginita, me sentaba en sus piernas y acomodaba su pene para que lo sintiera en mis nalguitas, me decía que me había puesto muy bonita, que yo era su consentida, que me quería mucho, yo le decía:
-Gracias abuelito yo también te quiero.
En una ocasión, que estábamos solos los dos, me metí a bañar y mi abuelito entró al baño, la verdad me dio mucha pena que me viera desnuda, pero él me dijo:
-No te preocupes mi amor, yo soy tu abuelito, te quiero mucho y no debes tener pena.
-Bueno, le dije.
-Ya te he dicho que te has puesto muy bonita, ya eres toda una mujer con un cuerpo muy desarrollado, ya tienes muchos pelitos en tu vagina y unos pechos grandes; pero no me gustan tus calzoncitos son como de niña, te voy a regalar unos.
-Está bien, le dije, un poco sonrosada.
Se salió del baño, yo aproveché para terminar de bañarme, me sequé con la toalla, me la envolví en mi cuerpo y me fui para mi cuarto, cuando entré vi que mi abuelito estaba sentado en mi cama y me dijo:
-Mira yo te compré esta ropita interior, te va a gustar mucho, te vas a ver muy bien.
-Gracias, le dije.
Abrí la bolsa y saqué como diez tanguitas de diferentes colores, muy chiquitas.
-Abuelito, ¿Qué es esto? Le pregunté.
-Son tanguitas mi amor te van a quedar muy bien.
-No creo, están muy chiquitas.
-A ver pruébate una, me contestó.
-Hay que pena, pero bueno, le dije.
Me quité la toalla y me quedé desnuda ante mi abuelito, él me veía con una mirada perdida, como si estuviera enfermo, con mucho morbo y deseo, agarrándose su verga por encima de su pantalón, tomé una tanguita blanca y me la puse, pero sin sostén porque eso no venia en la bosa.
– ¿Cómo me veo? Le pregunté,
-Muy hermosa, divida, a ver date vuelta, agáchate un poco, modela para tu abuelito, me dijo.
Empecé a caminar por mi recamara tratando de hacer lo que me había dicho, él sentado comiéndome con la mirada, apretándose su pene con su mano, hasta que de repente se me salió decirle:
-Hay no, abuelito, no se modelar, enséñame por fa, pero quítate también la ropa para ver cómo te vez.
-Claro mi amor, me dijo.
Luego, luego se desnudó, dejo ver su pene flácido y arrugado, caminaba de un lado a otro, diciéndome le tienes que hacer así o así, luego me dijo:
-Pero no es justo, tu tienes tu tanguita, quítatela también para que estemos igual.
-Esta bien abuelito y me la quité.
Después de eso se sentó en un silloncito rojo que tenía y me dijo:
-Ven acércate mi amor, siéntate aquí en mis piernas no tiene nada de malo.
Yo totalmente desnuda me fui con él, me senté como quería y me abrazo, me empezó a acariciar mi cuerpo y me beso, pero esta vez con su lengua, la verdad empecé a sentir que me calentaba, mi cuerpo empezó a temblar, empecé a respirar más rápido.
– ¿Te gusta? Me preguntó.
-Sí, abuelito.
-Ven vamos a la cama te voy hacer más cositas que te van a gustar, vas a sentir muy rico.
-Está bien.
Me llevó a la cama y me empezó a besar con más intensidad, su lengua se unía a la mía, chupaba mis pechos con fuerza, me abrió mis piernas y me chupo mi puchita rosadita por bastante tiempo, su lengua caliente recorría mi panochita y llegaba a mi culito que también besaba y chupaba, yo me retorcía de placer pues era la primera vez que un hombre me hacia todo eso, luego de un tiempo me dijo:
-Ahora te toca a ti.
– ¿Qué quieres que haga, abuelito? Le pregunté.
-Chupa mi verga.
-Está bien, pero no se ¿cómo?
-Póntela en tu boquita y chúpala como si fuera una paleta.
Era la primera vez en mi vida que agarraba una verga, me la metí en la boca y se la empecé a chupar, poco a poco vi como se hacía más grande, mi abuelito gritaba de placer.
– Aaaaaaaah, más, chúpamela más, aaaaaaaah, me decía.
Me esforzaba por chupar su verga que me empezó a saber rica, ya la tenía bien parada, luego de un tiempo me separó, me levantó y me dio un beso muy profundo.
-Ahora te voy a meter mi verga, mi amor, me dijo.
-Bueno, pero despacito abuelito, por favor, por qué soy virgen, le supliqué.
Me colocó en la cama, me abrió mis piernas, me volvió a chupar mi panochita, dejándome mucha salivita, se acomodó y me empezó a meter su verga, primero despacio, luego que entró un poco me la metió de un solo golpe hasta el fondo, bastante fuerte, por esa razón grite:
-aaaaaaay abuelito, me duele, me duele, me duele mucho, ya me metiste toda tu verga, aaaaahh.
-Sí, mi amor, aaaaaah, que rico, estás bien apretadita, aaaaahhhh.
Me levantó mis piernas, las puso sobre sus hombros, se acomodó y me empezó a dar fuerte cada vez más fuerte, me la dejaba caer toda, la verdad me empezó a doler bastante, yo estaba muy estrecha, porque solo tenía 12 y mi abuelito 66 años, ya tenía mucha experiencia. Con su verga normal, pero se movía muy rico.
Me dolía mucho y empecé a llorar del dolor, mi abuelito se dio cuenta y me empezó a dar un poco más despacio, abrió mis piernas y comenzó a besar mis pechos.
– ¿Te gusta mi amor, te gusta como te coge tu abuelito? Me preguntó
-aaaaaaaah, si abuelito, te quiero mucho, y me gusta como me coges, aaaaaahhh, le contesté.
Luego de un tiempo se separó de mí, vi que tenía un poco de sangre en su pene y en mis piernas también había, pues mi abuelito me había rotó mi himen, me había quitado mi virginidad, pero aún no terminaba, por esa razón me dijo que me pusiera de perrito. Una vez más colocó su verga en mi entradita, la metió despacio y ya que había entrado un poco me la dejo ir toda de una sola embestida, bastante fuerte, hasta el fondo de mi panochita, por lo que volví a gritar:
-aaaaaaaaay, abuelito, despacio por favor, porque me duele mucho, aaaaaaah.
Me empezó a dar más despacio, me la metía toda y luego me la sacaba casi toda, pero lento, así que empecé a sentir rico, traté de moverme de adelante hacia atrás. Después empezó a sacar y a meter su verga completa de mi panochita, dándome unos ricos piquetes.
Luego se acomodó, me agarró bien de mi cintura con sus dos manos y me la empezó a meter más y más rápido, yo gritaba de placer y de le decía:
-aaaaaaaay, aasiiii, aasiiii, cojemee fuerte abuelito, me gusta, aaaaaaay
Así estuvo un rato, hasta que de repente sentí una especie de líquido caliente y espeso que me inundaba toda mi panochita, que rico, era la primera vez que un hombre se venía adentro de mí. Mi abuelito gritó:
-aaaaaaaaaaah, que ricoooooo.
Luego se separó, sentí que algo salía de mi panochita, era su semen mezclado con un poco de sangre producto de mi virginidad, nos besamos, nos abrazamos y nos quedamos dormidos.
Después de esa primera vez, seguí cogiendo con mi abuelito siempre que nos quedábamos solos, con el tiempo invitó a sus amigos, para que disfrutaran de mi juventud y de mi hermoso cuerpo, todos ellos viejitos, pero con muy buenas vergas algunas más grandes que otras. Desde ese momento empecé a usar las tanguitas que me regaló, me las llevaba a la secundaria, con mi faldita corta, sin short, pues ya era toda una mujer gracias a mi abuelito.
Luego les contaré de como terminé siendo la putita de la secundaria, debido a que me dejé coger por varios maestros, desde el soltero guapo, hasta el cuarentón buena onda, pasando por el director casado y gordo hasta por el cerdo depravado de matemáticas, el cual me cogió a cambio de pasar la materia.
Muchas gracias queridos lectores, estos relatos son una mezcla de realidad con ficción, porque como ya se habrán dando cuenta soy muy cogelona y muy putita, me gusta estar con señores mayores, me gusta chupar sus vergas y que se venga adentro de mí, claro ya tengo experiencia por eso compró la pastilla del día siguiente y cuento con mi ginecóloga la cual me revisa por cualquier cosa. Espero que les gusten y que me comenten que experiencia quieren que les cuente, pues la verdad tengo muchas, ya que actualmente tengo 18 y empecé a coger desde los 12, gracias a que mi abuelito me quitó la virginidad y me hizo toda una mujer.


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