Perdóneme, padre, que he pecado — Capítulo V parte b
Marito, el cura, el papá y un homenaje a Almodóvar..
Capítulo V parte b: Marito, el cura y su papá
(Dependencias de la casa parroquial)
(Marito boca abajo en la cama, desnudo, con la cara apoyada en las manos y jugando con las piernas flectadas)
—Bien, hermano, aquí estamos… este es Marito, ¿qué le parece?
—Mmmm, es tan hermoso como lo describió, padre. Qué imagen tan impúdica… y parece menor.
—Sí… pero ya va en cuarto año.
—Ya veo. Casi un adulto, ja, ja, ¿Cómo estás, Marito?
—Bien ¿y usted, padre?
—Oh, yo no podría estar mejor, dame un besito.
—Marito, él es el padre Javier. Te vas a quedar con él un rato mientras llega tu papá, ¿sí?
—Bueno, padre.
-Hermano, lo dejo con Marito y yo tomaré su puesto por un rato. El papá no va a demorar mucho eso sí.
-Gracias, padre. A ver, a ver… qué tenemos aquí. Qué colita tan suavecita. ¿Te la puedo acariciar?
—Ja, ja, pero si ya la está tocando, padre.
—Uf, tienes razón, ja, ja. Se ve el hoyito un poquito irritado, te culearon harto parece.
—Sí, padre.
—¿Y te gustó?
—Sí, me gustó mucho.
—Mmmm, y tu papá todavía no te la pone?
—No, padre.
—Pero quieres que te la ponga ¿o no?
—No sé, padre, mi papá la tiene muy grande.
—Eso me han contado, pero bueno… para eso estamos aquí, para prepararte para tu papá… Siéntate en mis piernas, amor.
—Bueno
—Mmmm, qué putito más rico, este hoyito pide a gritos una buena pichula que lo ensarte.
—¿Me la va a meter, padre? (tocando la verga por sobre el pantalón)
—¿Eso quieres, mariconcito?, ¿que te ensarte con esta pichula?
—¡Sí, padre!
—Saca la lengua, asíii… mete la lengua en mi boca, mmmm… ¿te gustan los besitos con lengua?
—Mmmmm
—Chúpame el dedo, déjalo bien mojadito… ahora levántate un poquito… eso es… sueltecito, déjalo entrar.
—¡Ay!
—Flojito, más flojito, así… ahí entró todo, ¿te gusta?
—Sí, padre.
—No vas a tener ninguna dificultad en recibir este pico, mi niño. Deja que me saque la ropa.
—¡Padre!
—¿mmm?
—Usted es como un oso, padre.
—¿Sí?, ¿y te gustan los osos?
—Síiii y usted es muy peludo, padre, igual que un oso.
—Así es, mira como me abro las nalgas, mira… te gusta?
—Ja, ja, ja, casi no se le ve el hoyo con tantos pelos, padre.
—Ja, ja, qué deliciosamente vulgar eres, Marito. Ven, que te chupo la pichulita.
—Ahhh, qué rico, padre.
—¿Te gusta que te la chupe?… con lo dura que está no hay dudas de que te encanta.
—¡Sí!, ¡mucho!
—Esto es lo que te vas a comer, Marito, ¿qué tal?
—Se ve rica, ja, ja, ¿se la chupo yo ahora, padre?
—Toda tuya, mi chiquillo… ¡Oh!, ¡vaya!, ¡no imaginé que te la tragarías toda de una vez!
—chup, chup, chup.
—¡Guaaauu!, qué perversión más grande. Eres la incitación al pecado, bebé.
—No soy un bebé, padre.
—¡Ja!, de veras que ya eres casi un adulto, ja, ja. Ven, acostémonos juntitos los dos. Qué rico eres, Marito. Déjame abrazarte, separa un poquito las piernas, deja meter el pico allí. Así está bien. Tienes una piel tan suave, mi niño… y las bolitas tan pequeñitas. (susurrando) me encanta besarte, tocarte, acariciarte, eres mi putito ahora, ¿no? ¿te gusta ser un puto conmigo?
—Sí, padre… ehh, pero no sé qué es ser puto.
—No importa, amor. Déjame abrirte los cachetes, ¿sientes el dedo que está entrando en tu cuevita?
—Sí, padre, me gusta.
—¿Te gusta?
—Sí, me gusta cuando lo mete y lo saca.
—Ahhh, qué maravilla. Harás tan feliz a tu padre, mi niño, qué envidia. Deja comerte el culito.
—Ahhh, me hace cosquillas con su barba, padre.
—Qué caliente, qué tierno se siente. Adoro estos culos sin un pelito, inocentes y puros… aunque este ya fue mancillado, pero aún falto yo, ya verás.
—¿Me la va a poner, padre?
—¿Eso quieres?
—Sí
—Antes te voy a enseñar otra cosa.
—¿Qué cosa, padre?
—Ven, ponte detrás mío. Mira como me abro la raja, ¿ves el hoyo al centro?, bueno, dale un beso y ponle harta saliva… vamos, hazlo… bien, ahora pon la pichula y empuja… No importa… intenta de nuevo, pon la puntita justo en el hoyo del culo. Eso es, empuja que yo me abro para tí… ¡Ohhhh!, ¡dios!, ¡qué lujuria!… qué pico tan pequeñito y caliente, esto es más de lo que esperaba. Dale, Marito, muévete despacito, que no se salga. Adentro y afuera, suavemente… ¡ahhhh!, ¡qué delicia!
—Se siente muy caliente, padre.
—Claro, está caliente por tí, bebé.
—¡Me gusta!
—¡tssss! (inhalando aire entre los dientes de gusto)
—¿le duele, padre?
—Nooo, han entrado cosas diez veces más grandes por ahí… aunque ninguna tan virginal como esta. ¡Qué placer! Deja, deja, que me voy a dar vuelta para verte la cara. Ahora ponla de nuevo mientras yo me abro las nalgas para tí, mi adorado.
—Ya, padre.
—¡Ufff!, qué delicioso eres, Marito. Pajéame, amor, pajéame. Toma mi pico y muévelo así como lo estoy haciendo yo.
—¿Así, padre?
—¡Síiii!, ¡qué gozada!
—Me gusta su culo, padre, me gusta cuando me aprieta la pichula.
—Ja, ja, qué tremendo eres, Marito… ¿quieres que te la ponga yo ahora?
—Bueno, padre.
—Ponte por aquí, así… como perrito, eso. chúpame el pico primero. ¡Ohhh!, no me canso de ver tu boquita tan pequeñita comiéndose toda la estaca de carne. ¡Qué degeneración!
—Mmmpfff
—Chúpalo, Marito, chúpalo con ganas…
-Chup, chup, chup
-…las bolas también…
-Chup, chup, chup
-…cómetelas. Eso, pasa la lengua por las bolas peludas…
-¿Así, padre?
-Aayy, qué rico… Ok… ahora apoya tu carita en la almohada, ponte así… así está bien… deja comerte el culo primero… levántalo… Te lo comería todos los días si pudiera, mmmm, nada más rico que un culito en entrenamiento. Esta vez te voy a poner un poquito de cremita porque este pico es más grande, ¿ya?
—Bueno, padre, pero ya no me duele, mire como me meto los dedos.
—Ja, ja, ja, ok, ahora te pondré la verga hasta los cocos, ¿te gusta eso?
—¡Sí!
—Ok, ahí va, despacito, está entrando muy bien, si vieras lo lindo que se ve tu hoyito abriéndose para que entre el pico.
—Es un osito entrando a su cueva, padre.
—¿Eh?, ah, ja, ja, ok, es un osito que quiere entrar a jugar a la cueva entonces, ¡un oso pardo!
—Ja, ja, ja. Me gusta el oso, lo voy a dejar que entre hasta el fondo… ¡Así! (incrustándose toda la verga de golpe)
—¡Ohhh! ¡mi niiiñoooo!, ¡dónde aprendió eso!, ¡se lo comió entero!, ¡de no creer!
—¿Le gusta, padre?
—¿Que si me gusta?, ¡me vuelve loco!, ¡me tienes trastornado, chiquillo! ¿Sientes como chocan mis bolas en tu potito?
—Sí, padre, ¡las siento!
—Déjame abrazarte, así sentirás todos los pelos de oso en tu espalda, ¿te gusta?
—¡Sí!, ¡sí!
—¡Qué contraste, amor!, ¡tu pequeño cuerpo blanquito y suavecito y el mío todo grande y peludo!
—¡Más!, ¡más!… ahhh, me gusta, padre, me gusta que me culee así.
—¡Ufff!, bebé, qué delicia tu cueva caliente, ahhhh… ¡y cómo te la comes!, ¡cómo me la aprietas!, ¡tan chico y tan puutoooo!
—¿Ser puto es que a uno le guste la pichula, padre?
—Sí, mi amor.
—¡Entonces soy un puto!, ¡soy—pu—to!, ¡soy—pu—to!
—Sí, mi amor, muy puutooo! y ya tienes el culo muy abierto.
—Se…sien…te…tan… ri…co…, pa…dre…
—Me voy a poner de espalda, amor… siéntate en el pico de espaldas a mí. Eso, así es… ahora acuéstate sobre mí y no te muevas. Yo haré todo el trabajo… eso, así… siente cómo te lo meto desde abajo… ¡señor, cómo resbala hacia dentro!, ¡qué sensación tan rica!, tu potito está tan caliente, Marito de mi vida… déjame pajearte, amor.
—¡Me gusta, padre!, ¡me gusta que me culee así!… ¡Qué rico cómo me acaricia el p…apá!
—¡Aghhhh!, ¡¿Qué?!
—¡Papá!, ¡papá!, ¡Mira, soy un puto, soy un puto!
—Shhh, mi amor… siga, padre, siga, no se preocupe por mí. Si no le importa, yo le daré de mamar a mi niño.
—¡Oh!, ¡qué caliente!, ¡GRA—CIAS—SE—ÑOOORRR!, ¡GRACIAS AMADO DIOS!
—Chúpela, mijo… chúpela como lo hace en casa. Se la va a comer completa hoy día, mi vida.
—¡Aghhhh!, ¡no doy más!, ¡no sé si pueda soportar este laberinto de pasiones!, ¡qué portento de pichula, dios mío!, ¡y cómo la traga este niño, señor mío!
—Gracias, padre, gracias, por ayudarnos a superar este trance…
—¡¿Qué?!… (¡Ay!, era cierto lo que me contaba el hermano…)
—Chup, chup, chup… papá, ¿tú también chup, chup, me vas a meter, chup, chup, chup, la pichula?
—Sí, mi amor, pero primero dejemos que se descargue el padre… y no se habla con la boca llena, ¿dónde están sus modales?
-Perdón, chup, chup, papi.
—Padre, en una pequeña muestra de agradecimiento… ¿quisiera recibirla usted también?
—¡Noooooo!… ¡esto es…
—Perdone, padre, no quise…
—… un sueño. ¡Sí!, ¡dámela hueón!, ¡dámel…mmmppfff!
—ofend… ¡ahhhh!, ¡pensé que no quería, padre!
—¡Ay, dios!, chup, chup… ¡dios!, chup, chup. ¡Qué verga!, ¡QUÉ—VEEEER—GAAAAA!
—¿Le gusta, padrecito?…
—La amo, la amo.
—Entonces cómetela, puto maricón!
—¡AHHHHH! ¡No aguanto más!
—¿Te gusta la pichula?, ¡aguanta ahora, cura puto!
—¡Ay, sí, me culeo al hijo y se la como al papá! ¡Soy muy puto, soy el más puto de todos! Mira cómo tengo ensartado a tu nene. ¡Y mira!… mira lo que tengo aquí, esta es la flor de mi secreto, aprovecha que tienes el pico todo mojado y… ¡¡métemela!!
—¡AYYYYY!, ¡ERES UN BRUT… AYYYYY!
—¿No quería verga el maricón?
—Sí… pero… ayyy, es que lo tienes muy grande…Me voy… acabo… acabo… ¡AGGHHHHH!
—Padre, siento como corre la lecha por mis piernas, padre.
—Sí, Marito, mi vida, póngase de rodillas a mi lado para chuparle el pico, amor.
-¿Así, padre?
-Sí, amor. Ahhh, que culión me está dando tu papá, hijo, ¡nunca me habían abierto tanto!
-Aguanta, ¡cura culeao!, ¡puto maricón!
-Ay, dios, (me siento como Kika en la escena de la violación).
-Ah, qué cura tan puto… ahora me haré cargo del niño… venga Marito.
—¿Me la vas a meter, papá?
—Veamos… mmmm, todavía estás chorreando leche…
—Métesela, hijo, y gracias por dármela a probar… yo te ayudo. Así Marito, ponte de espaldas en la cama, yo te sujeto las piernas, ¡dios!, ¡qué abierto y rojo tienes al ano!, está un poquito hinchado.
—Marito, hijo… si le duele mucho me dice, ¿ok?
—Sí, papá.
—Ahí va…
—No me duele, papi… métela toda.
—Oh, esto es demasiado, dios mío, qué degeneración!, ¡Gracias, padre mío! Ya está preparado, hijo… métela sin miedo. ¡Oh!, ¡qué maravilla!
—Marito, hijo, qué apretadito tiene el hoyito, amor. Me lo voy a culear ahora. ¿Le gusta?
—Se siente tan rica, papi. ¡Me gusta tu pichula, papá!, ¡quiero que me la pongas todos los días!
—(qué puto, dios… y el papá… ¡qué hombre!…, todavía me duele y el pendejo ni se queja)
—Ahhh, Marito, no voy a durar mucho rato, mi amor. Vas a recibir todo el moco que tengo guardado, mi niño precioso.
—Papi, quiero el moco en la boca, papi, porfa ¿síii?
—(¡nooo, qué puutooo!)
—Lo que usted quiera, mi amor.
—(ay dios, ¿y si le chupo las bolas desde atrás?). Marito, sujétese las piernas… así.
—Padre… qué hace… ni se le ocurra acercarse al culo, padre… por ahí no.
—No, hijo, no te preocupes, sólo te daré unos besitos en los cocos para bendecirlos, hijo mío.
—Oh, gracias, padre… muy amable de su parte.
—¿?
—Ohhh, padre, siento su lengua en el pico cada vez que lo saco…
—(qué tarde la de hoy, dios mío santo… lamiendo la verga del papá mientras se culea al hijo… el sueño de mi vida)
—Siento que me punza adentro, papá.
—Sí, hijo, es que su papá tiene la del burro.
—¡No, papá!, ¡es la trompa de un elefante!
—Ay, Marito, me voy…
—(Esto tengo que verlo)
—…me voy… abra la boquita… ahora, ¡AHORA!, ¡AGGHHHH!
—(¡dios santo!, ¡cuánta leche!, ¡va a ahogar al niño!)
—Trágala, hijo mío, trágala toda.
—A ver, Marito, déjeme ayudarle, deme un poquito a mí también (mmm, ¡qué sabor a hombre!)
—Padre, abra la boca usted también…
—(dios, ¿qué he hecho yo para merecer esto?)
—…para darle las últimas gotitas. ¿Le gusta el moco, padre?
—Es una savia divina, hijo, y tú eres un verdadero matador… Ay, hijo, jamás lo hubiera creído.
—Y usted es un p… perdone padre por lo que le dije recién, cuando estoy demasiado caliente me brota la mala educación y…
—Oh, no me ofendes, hijo… chup, chup, las palabras calientes, chup, chup, son la ley del deseo.
—Despacito, padre, que me queda sensible la cabeza del pico. Me queda la carne trémula.
—Te creo, hijo, no es para menos. Después de un orgasmo así, uno queda entre tinieblas.
—Suéltemela, padre, para guardarla.
—Oh, lo siento hijo, una vez más, solo una vez más, hijo, déjame intentar ponérmela toda antes que se achique… si es que alguna vez se achica.
—Ja, ja, bueno, padre… pruébela una vez más.
—Adoro tu pichula, hijo, te hace sentir dolor y gloria a la vez.
—Gracias, padre… ehh… Marito todavía tiene restos en la cara, padre.
—Oh, gracias, hijo… venga para acá, mi amor. Déjeme limpiarlo con la lengua.
—Muchas gracias, padre… ehh, antes de irnos, me gustaría agradecerle también al pad…
—¡Aquí viene!
—¡Padre!, ¡qué bueno que lo veo! Quería agradecerle, padre, por su ayuda… bueno, por la ayuda de ambos.
—No hay de qué, hijo, espero eso sí, verte más seguido. ¿Vendrás la próxima semana?
—¿Será necesario, padre? Yo ya bauticé al niño con el miembro.
—Ja, ja, lo bautizaste, ¿eh?
—Sí, padre, y lo recibió sin problemas.
—Bueno, hijo, el padre Javier y yo estaremos encantados de seguir ayudando y quisiéramos también conversar contigo de algo muy importante.
—¿De qué se trata, padre? Bueno, vendré la próxima semana porque ahora ya se me ha hecho tarde, prometo que lo vendré a ver el próximo sábado.
—De acuerdo, hijo, gracias.
—Gracias a usted, padre… y a usted también, padre Javier… (susurrando) tiene un poco de semen en la cara, padre.
—(sonriendo) Gracias, hijo…(¡cómo rejuvenecería la piel que habito si recibiera una ración diaria de tu leche, cabrón!) Marito, deme un besito aquí, eso… pase la lengua por la cara, mi amor.
—Adiós, padre.
—Adiós, hijo, recuerda volver.
Adiós, hijo… (¡adiós par de putos!)
—Sí, padre, volveré.
Torux
Espero haya continuación de esta saga, me eche tremendas jaladas
Ue buen relato continúa porfavor