Pervirtiendo a nuestras hijitas – II
Se suele decir, que la cultura entra a presión en la mente por el estudio. A nuestras hijitas, la cultura sexual se la metimos con fuerza por la presión de las pollas en sus estrechos coñitos. No es lo mismo, pero aprendieron pronto y muy bien..
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Apagué el móvil y lo dejé sobre la mesa. Juan, mi amado y cornudo esposo me miraba con atención, pero no preguntaba. Conocía de sobra mis expresiones faciales y sabía que me acababan de dar una importante noticia que me afectó. Cogí un cigarrillo del paquete, lo encendí y mientras expulsaba una nube de intenso humo, le dije con voz neutra, como si no tuviese importancia:
–Nuestra hija Rosaura ya es puta. Esta tarde se la han follado sus dos primeros clientes de pago. Sin ninguna restricción. Han usado sus tres agujeros sin problemas y nuestra hija tampoco ha puesto ninguno. Me dice Encarna que ha sido fabuloso, y que si le hubiesen dado más clientes no se hubiese negado. Van a explotarla todos los días y le van a exigir más allá de lo máximo acordado, para que ya este verano, sea una perfecta niña depravada y siempre con ganas de follar y de ser follada. Para que ya nunca deje de ser la puta que ya es.
***Ya ves Juan, solo lleva 8 días en la Granja-escuela, folla con sus compañeros todo lo que quiere durante todo el día y la noche, ha mamado las pollas de dos perros, aguanta toda la droga que le dan, se emborracha hasta los ovarios todos los días ¡y con solo 9 años y dos meses, YA ES PUTA!
***Quiero decirte también, que ayer no me vino la regla y sabes que es más precisa que un reloj suizo, o sea, que si esto es así, ¡estoy preñada de Fede!(1) ¡Ojalá sea así y pueda tener yo una nueva hija, y esta vez de nuestro mejor amigo!
***Pero desde que se marchó Rosaura a la granja, he pensado en nuestra hija Blanca. Ya tiene 6 años, solo tres meses menos que Nena, la hija que tuvo Encarna de ti, y ya ves, Nena ya está en la granja follando cada día y siendo entrenada para ser otra puta infantil y hacer porno, y sin embargo, nuestra hija sigue con nosotros. Casi virgen porque solo la has follado tú. He pensado entregar a nuestra hija a Encarna para que se la lleve a la granja y nos la devuelva tan puta como su hermana y sus amigas. Sé que Encarna la someterá a toda clase de perversiones sin problemas éticos, y nosotros seguimos teniendo miedo de hacerla tan puta a sus pocos años.
Aspiré profundamente el cigarrillo, lo acabé, y aplastando con fuerza sus restos en el cenicero, le dije sin mirarle:
–No te pregunto qué te parece, simplemente te digo lo que voy a hacer. Es mi hija, yo la he parido y yo la haré puta ¡Todas mis hijas serán putas profesionales y mucho más!
Yo estaba desnuda, como todos en nuestra casa todos los días. Apoyada con mis dos manos sobre la mesa del comedor. Con mi mente en blanco después de haberle soltado a mi esposo mis deseos de putear a la niña. De pronto, noté a mi esposo detrás de mí. Noté su precioso y duro pollón apoyado sobre mis glúteos y solo me asombré ligeramente que, después de decirle lo que le dije sobre MI decisión personal y que me autoproclamaba la reina del baile con mis hijas, mi esposo estuviese tan excitado.
Solo tuve que tenderme un poco sobre la mesa, abrir un poco más mis piernas, sujetarme bien sobre mis taconazos… y dejarme hacer. Y mi amado Juan, mi esposo cabronazo y cornudo, me penetró sin problemas ni miramientos en mi coño. Lo hacía sin condón. Acababa de saber por mí, que casi con total seguridad ya estaba preñada de nuestro amigo Fede ¿para qué entonces usar condón como los días anteriores? Pero mi esposo estaba más excitado de lo que yo imaginaba y poco después cambió de agujero.
A los dos nos gustaba que me follase el culo. Su polla era un poco más pequeña que la de Fede pero muy parecida en su grosor, y las dos me lo dilataban y me lo rozaban brutalmente. Pero estos dos sementales sabían follar muy bien los culos de Encarna y mío, y a pesar de su grosor, nos metían sus rabos hasta los cojones. Esos gruesos y largos pollones nos ponían a las dos más calientes que la lava de un volcán… ¡y les dejábamos hacer!
Y me dejé hacer. Me dejé follar a su gusto. Apoyé bien mis brazos sobre la mesa para no deslizarme, atrasé un poco más mi culo para que lo penetrase a fondo y cerré más mis piernas. Apreté mis músculos anales para aprisionar más la polla de mi amado cornudo… y este lo notó haciéndome el favor de follarme con más fuerza. Y al dolor de mi culo, se unió el de mis tetas. Porque el muy cabrón de mi esposo, soltó sus manos de mi cintura y me agarró mis preciosas tetas. Nuestros cuerpos, para compensar nuestros profundos vicios, disfrutaban de ejercicio sano y deportivo de los gimnasios, y sus manos eran garras poderosas.
Garras que aplastaban sin piedad mis pechos, y ese doble y gran dolor anal y tetudo, me proporcionó mi primer gran orgasmo. Juan cambió nuevamente de agujero y siguió follándome, ahora por el coño. Y yo seguía con mis piernas más cerradas que al principio. El dolor de esas folladas. El placer que de ese dolor recibía mi cerebro para sorpresa mía, me hizo tener un nuevo orgasmo. Y sin darme cuenta, sin ser consciente de ello, pensé en mis dos hijas, la de recientes 9 años y la de aún 6… Y deseé que mi cuerpo fuese el de ellas. Que mi esposo no me follase a mí, sino a cada una de ellas. Con el mismo deseo. Con la misma potencia. Y pensando en esos amados cuerpecitos de mis niñas, me abandoné completamente en los brazos de su padre.
Un rato más tarde, mi éxtasis desapareció. Mi esposo, después de su segundo orgasmo, ya no pudo más, y al sacar su polla de mi coño rebosante de semen y mis muchos fluidos vaginales, me soltó. Mi cuerpo casi se cae sobre la mesa. Yo pesaba toneladas. No sé cuántas veces me corrí. Solo recuerdo que necesitaba colocarme como nunca me había colocado y como pude, agarré la botella de tequila que antes de la llamada telefónica nos estábamos bebiendo y casi la vacié. Algo repuesta, me fui al despacho privado, abrí la caja fuerte y saqué un sobre con bastante coca.
Allí mismo, sobre la mesa, me preparé dos impresionantes rayas y las esnifé con un deseo loco de ser la nueva Alexia. La Alexia que pensaba ser, mientras unos minutos antes mi marido me llenaba de placeres sexuales y yo pensaba en el futuro de mis hijas, en qué hacer con mis hijas para depravarlas hasta más allá de lo ilógico y hacerlas putas profesionales desde ya. Borrachas, drogatas, y dispuestas a complacer totalmente a sus clientes sin importarles en qué. Entregarse totalmente para cumplir los deseos de sus clientes. Aceptar todos sus vicios simplemente a cambio de dinero. ”Hacer lo que sea, pero por dinero”. Solo por dinero.
En la misma mesa del salón y ya mucho más recuperada, preparé una bonita cantidad de coca para mi marido que estaba poniendo varias botellas de licor fuerte. Me acerqué a él, le besé fuertemente en la boca y solo le pregunté:
–¿Confías en mí y en mis vicios, Juan?
–¿Cómo no voy a confiar en ti, si llevas en tu vientre un hijo de mi mejor amigo? Siempre he confiado en ti y en tus pervertidas locuras.
Me pensé un poco qué decirle y como decírselo. Él aprovecho ese corto silencio para tomarse toda esa coca y al incorporarse, le dije:
–Se trata de nuestro futuro. El de nuestro matrimonio. El futuro de nuestras hijas, y el de las hijas que vaya a tener… que las voy a tener, aunque no sepa nunca quienes son sus padres. Se trata, básicamente, de hacer de las mujeres de esta casa, las actuales y las que nazcan, putas depravadas incapaces de decir que no a ningún tipo de vicio.
Mi esposo me miró, agarró una botella de vodka, sonrió, y se sentó en el sofá mientras me decía:
–Seguro que es algo brutal, pero si lo ha diseñado tu cabeza, lo acepto de antemano. Ven, siéntate a mi lado, agarra otra botella, emborrachémonos como cuando éramos estudiantes y me lo cuentas.
Y se lo conté
–Juan, tú sabes de sobra lo puta que he sido. Las veces que me he quedado preñada y he abortado. He hecho porno y no me he negado a nada, incluyendo la zoo y el scat ¡hasta me he follado a mi madre y la he prestado! Pero en cuanto yo fui madre, muchas cosas cambiaron en mí y en mi manera de ver el sexo.
***Encarna y Fede no tuvieron problemas en educar incestuosamente desde que nacieron a sus hijas para hacerlas lo putas que ya son pese a su corta edad. Nosotros hemos empezado ahora a educarlas como putas, pero por sus propias presiones y por las presiones de sus amigas y de sus padres, y quiero que eso cambie. Quiero dejar de ser Alexia para reconvertirme en la Alex de mi adolescencia y hacer de nuestras hijas ¡Y DE MÍ MISMA!, unas putas más depravadas y salvajes que la que yo era.
***Rosaura ya está en la granja-escuela aprendiendo “sus labores sexuales” y quiero entregar a Encarna a la pequeña Blanca, para que la entrene sexualmente con su hermana y sus amigas. Quiero que sea puta ya mismo, a los 6 años. Quiero que estén siempre lo más borrachas posible, drogadas hasta el puto culo, y ninguna de ellas ni yo misma, tomaremos jamás anticonceptivos. Somos las dueñas de nuestros cuerpos, y nos entregaremos totalmente a satisfacer los más perversos y degradantes deseos sexuales de nuestros clientes y clientas… ¡siempre que nos paguen adecuadamente!
***Y por supuesto, yo también me entregaré a la prostitución más degradante posible, y solicitaré de Encarna ser una yegua más de su cuadra y ser entrenada en el Bdsm. Me está gustando el dolor y quiero disfrutar de él.
Me callé un momento. Bebí un larguísimo trago de ron de la botella que tenía en mis manos y me di cuenta que mi esposo se levantaba del sofá. Su botella estaba vacía. Fue a la mesa, cogió para él otra botella llena de tequila y me trajo a mi una de vodka. Terminé la botella de ron, la dejé en el suelo, y empecé con el vodka. Pero necesitaba algo más fuerte, mucho más fuerte. Sabía que mi vida iba a cambiar brutalmente ¡sentía atracción por el dolor y la perversión extrema! Volví a la mesa y cuando estaba preparándome una maravillosa raya de coca, una nueva locura me invadió, y pensé que lo mejor era ya quemar los barcos como Hernán Cortés para que no hubiese vuelta atrás posible. Ni para mí, ni para mis inocentes niñas.
Fui de nuevo al despacho y saqué de la caja fuerte dos pastillas rosadas y un frasquito. Todo lo dejé sobre la mesa, me tomé casi desesperadamente mi coca, agarré la botella y me senté de nuevo junto a mi esposo amado. Tomé un largo trago y le solté de pronto:
–Quiero que te folles ahora a Blanca. Sin contemplaciones. Con dureza.
Mi marido me miró con sorpresa. Sus vidriosos ojos me miraron y solo preguntó:
–¿Y por qué ahora? Ya es tarde y la niña duerme hace casi dos horas. Además, prácticamente estoy borracho y si me excito mucho, me la follaré con demasiada fuerza y le haré daño ¡mi polla es gruesa y aún no ha cumplido los 7 años!
–Eso es lo que quiero. Quiero que la folles como la puta que es. Ella quiere follar como su hermana y sus amigas. Pues bien ¡Fóllala a tope y derrámate en todos sus agujeros! No te sientas padre, porque ese es nuestro problema ¡sentirnos padres! Tus hijas quieren ser putas ¡pues fóllalas como putas! No te preocupes del dolor. Le daré suficiente opio para que no le duela nada en mucho tiempo, pero quiero que te portes como un bestia, no como un padre…
Mientras terminaba de decir todo esto, me levanté, me fui a la mesa, cogí las dos pastillitas rosadas y se las enseñé a Juan. Él me miró sorprendido y me dijo en voz muy baja:
–¿Te has vuelto loca? Estas pastillas nos darán ganas de follar durante más de dos horas tanto a la niña como a mí. La voy a penetrar muchas veces y sin miramientos. Los dos tendremos ganas de follar sin descanso. La niña, le duela o lo disfrute, no tendrá ganas de parar…
–Lo sé ¿tienes idea de la cantidad de pastillas como estas que he consumido en mi adolescencia… follando sin parar con un hombre o con varios? Pero como te he dicho antes, este es el primer día de la nueva vida. Yo misma, mientras tú te la follas, me inyectaré mi primera dosis de heroína de la nueva época. Mis hijas y yo seremos putas, pervertidas, drogatas y borrachas. Y, o te la follas tú ahora mismo, o mañana se la llevo a Fede y se la follarán él y sus amigos. Pero la quiero putísima y lo quiero ya.
Juan me miró con sus ojos vidriosos, cogió una de las dos pastillas y con un buen trago de tequila, se la tragó. Fui a la cocina y mientras calentaba un poco de leche, puse unas gotas de opio en un vaso y machaqué la pastillita. Lo removí todo con un poco de azúcar y los dos nos fuimos a la habitación de Blanca. Al girarme, vi con alegría que la polla de mi esposo ya empezaba a crecer sola gracias a la pastillita ¡perfecto! En pocos minutos se la follaría a tope. Y no solo una vez ¡muchas veces!
Desperté a la niña y cuando le dije que papá quería follarla, una gran sonrisa invadió su rostro, y antes de darnos cuenta, se quitó el pijama y ya totalmente desnuda, se bebió la leche, se arrodilló en la cama frente a su padre, le cogió su ya endurecida polla y se la metió en la boca. La pastillita ya le hacía efecto total a su padre. Y con una sonrisa de plena satisfacción, fui a la cocina, abrí la nevera y saqué del último estante una caja. En ella guardaba las dosis de heroína que solo unos días antes me había dado Encarna, totalmente segura de que las usaría. Saqué una dosis “extra” para mí, guarde el resto, y con la jeringuilla en la mano volví a la habitación de Blanca.
El espectáculo que vi allí, era maravilloso e impagable. Mi preciosa niñita colocada como perrita, con una almohada bajo su vientre, con la mano izquierda de su padre tapándole la boquita para que no gritase ¡y la gruesa polla de su padre dentro ya de su culito… extraordinariamente dilatado! Lloré de emoción. Mis lágrimas resbalaban de placer por mi rostro y por primera vez, sentí la maravillosa sensación de ser una verdadera madre de putas. Miré la jeringuilla con la heroína que llevaba en la mano y me juré que tanto mis hijas como yo, seríamos extraordinarios objetos de uso. Solo al alcance de las personas más viciosas y pervertidas posibles, pero para su uso absoluto.
Levanté mi mano, clavé la aguja en mi brazo, y mi dedo pulgar fue bajando lentamente el émbolo de la jeringuilla que hacía penetrar toda esa ración especial de heroína en mi cuerpo. Hace unos años, me costó mucho abandonar el uso de esa potente droga. Hoy iniciaba, para mí y para mis niñas, el proceso inverso. Nuestra entrega total y absoluta a la nueva vida llena de vicios y depravaciones.
A su regreso de la granja-escuela a fines del verano, les iría iniciando en el uso de las drogas fuertes y especialmente de la heroína y la coca. Y para siempre y a pesar de su corta edad, no dejarían ya de ser putas, borrachas y drogatas, en su nueva etapa de servidoras sociales sexuales.
En ese momento, mi esposo volteó el cuerpo de la niña y la puso boca arriba. Mi hija me vio y me sonrió, en el mismo momento que su cornudo padre le penetraba el coñito tan pequeño y estrecho. La niña perdió la sonrisa y sus manos se agarraron fuertemente de la almohada. También su padre la agarraba fuertemente de las caderas mientras se la intentaba follar, Pero ¿cómo follar con ese pollón un coño de 6 años? Cuando se dio cuenta, hizo lo de todos, mantener dentro del coñito todo lo profundamente posible su polla y masturbarse para llenar de semen ese pequeño pozo. Y en pocos minutos lo llenó y lo desbordó, ante los gestos de alegría de la pequeña.
Pero mientras veía y pensaba en todo esto y mucho más, miraba a mi hija y a mi esposo como disfrutaban de las folladas del pollón de su padre. Porque no solo se la estaba follando una vez, sino que constantemente cambiaba su polla de agujero y sobre todo en su culo, se la metía con fuerza como si intentase meter entero, en un culo de aún no 7 años, un pollón grueso y de 22 cm, que tanto placer me daba a mí. Las pastillas estaban haciendo efecto y los dos deseaban follar sin problemas de ningún tipo. Al mismo tiempo, mi hijita casi no notaba dolor gracias a las gotas… aunque la penetración vaginal-anal de la polla que la follaba, la estaba dilatando muchísimo y seguro que sus músculos se quejaban terriblemente.
Tampoco mis manos se estaban quietas y un nuevo y brutal orgasmo sacudió mi cuerpo. Y entre mi borrachera, las drogas anteriores, la heroína, y mi total excitación, una nueva locura me invadió. Me quité los taconazos, me subí a la cama, me abrí de piernas poniendo cada pierna a un lado de los cuerpos ¡y me oriné sobre los amados cuerpos de mi niñita y mi esposo! Prácticamente ninguno de los dos se alteró, siguieron follando. Y yo, en un estado de total y plena felicidad, me bajé de la cama, me fui a la mía de matrimonio, me tumbé sobre ella, me masturbé con preciosos orgasmos durante mucho tiempo… y me dormí.
Un intenso olor a café me despertó y vi esa preciosa taza en la mano de mi esposo que me preguntaba:
–¿Prefieres Alex que te traiga el desayuno a la cama, o lo prefieres en la mesa?
Yo le miré a él. Miré la cama que estaba asquerosa de mis orgasmos, de su semen, y posiblemente de alguna meada, y en silencio me levanté. Aunque tuve que sentarme porque estaba totalmente mareada. Juan me ayudó a levantarme y hasta a sentarme ante el desayuno. Comí en total silencio mientras intentaba procesar todo lo pasado y lo recordaba todo. De repente, mi esposo me preguntó:
–La loca fiesta de esta noche ¿es la nueva Alex y sus vicios?
Le miré a los ojos y simplemente asentí con la cabeza. Mi esposo solo añadió:
–Pues si lo de esta noche es la nueva Alex ¡bendita seas!, porque el follaje de esta noche a nuestra niña, me ha hecho el padre más feliz del mundo. Pero júrame que serás cada día más puta y emputecerás a las niñas como ningunas otras ¡Me gusta esta Alex y seguro me encantarán sus vicios! Y por mí, puedes llevar a Blanca a la granja para que la hagan puta. Nosotros, luego, ya iremos haciendo superputas a nuestras hijas. Lo dejo en tus manos para que hagas con ellas lo que creas conveniente. TODO lo que creas conveniente.
Mis ojos se humedecieron de emoción. El amor entre mi esposo y yo era real. Nuestra pasión por el sexo era brutal e irrefrenable, y él sabía de sobra mi salvaje vida sexual adolescente. Nos enamoramos, nos casamos, y nos juramos vivir libremente nuestra vida sexual. Acerqué mis manos a su polla, la fui agitando suavemente y comprendió. Con bastante facilidad se endureció ¡y muy pronto empezó a eyacular! Y toda esa leche fue a parar a la taza que sujetaba con mis manos. Él mismo le añadió un poco más de café y me la bebí ¡Un verdadero y matutino café con leche recién ordeñada!
–Entonces mi amor ¿puedo ser tan puta y cerda como quiera? ¿Puedo convertir a nuestras hijas en las mayores putas, cerdas y perras del cole y de la panda… incluyendo drogas, alcohol y el sexo más desenfrenado que sus clientes les pidan? Y como puedes esperar, jamás ninguna de nosotras tomaremos anticonceptivos ¡estaremos constantemente preñadas!
–Por supuesto ¡eres la puta Ama!
Sonreí. Terminé mi desayuno y me fui a la habitación de mi niña que aún estaba durmiendo profundamente. Miré su coñito y su culo y estaban bastante inflamados, sin embargo, no solo estaban limpios, sino que mi esposo les había puesto una adecuada crema antiinflamatoria. Fui al baño donde me di una ducha larga e imprescindible. Me inyecté una nueva dosis de heroína y en mi nariz entró una extraordinaria dosis de coca. Cogí la botella de tequila y me la llevé a la boca directamente bebiendo una gran cantidad. Mi nueva vida la empezaba en serio. Sin vuelta atrás. Sabía lo que quería. Sabia sus consecuencias, y solo me importaba el placer de ser usada y el de ver usar los cuerpos de mis niñas.
Di el toque final a mi decisión de futuro llamando a Encarna. Ella, no solo era mi amiga del alma, si no la persona que me lo podía dar todo o dejarme sin nada por su cargo en la Organización. Tuve suerte. Iba a irse un rato más tarde a la granja, pero quedamos en vernos para hablar y en comer juntas. Me vestí, vestí a mi hija sin bañarla, solo le limpié sus partes inflamadas y le puse un poco de crema y me fui a su casona. Fui para entregarme y para entregarle a mis niñas ¡y me deseé suerte!
Y la tuve. Mucha suerte. Porque al llegar, me abrió la puerta Jorge, un mulato guineano joven, pero alto y musculado, “maestro” de la granja-escuela y que muchas veces jugaba con mis niñas. Nos dimos dos besos y al ver a Encarna, le dije claramente:
–Encarna, vengo a hablar contigo de un tema muy importante, y para que veas que voy en serio, le ofrezco a mi hija a Jorge para que mientras nosotras hablamos, él se la folle por todas partes y a su gusto ¿os parece bien a los dos?
Los dos se miraron, sonrieron y antes de darme cuenta, mi amiga cogió a mi hija y le miró sus dos agujeros profanados esa noche por su padre. Me miró a mi y me dijo:
–¿Estás segura de que tu hija está para ser follada de nuevo? ¿Estás segura de que no se negará por el dolor? Porque la polla de Jorge ya sabes que es impresionante ¡la has usado tú muchas veces!
–No se negará –y mientras decía esto, yo le daba una nueva pastillita rosa que mi hija cogió, se llevó a la boca y se la tragó sin líquido-
Los dos comprendieron que iba en serio y mientras Blanca se iba para ser follada por Jorge, yo me quedé con Encarna en la salita intima. Y empezando por decirle que posiblemente ya estaba yo preñada de su esposo, lo cual la volvió loca de alegría, le fui desgranando todas las horas acaecidas desde el día anterior. Dos rayas de coca más tarde, una botella de whisky vacía más tarde, y casi dos horas de tiempo usados en nuestra charla y ligera comida, mientras Blanca era follada lejos de nosotras, llegó el momento de meditar un poco todo lo hablado. Terminamos los potentes porros que nos estábamos fumando acompañando un potente café, y mi amiga me preguntó:
–¿Estás segura de que deseas volver a tus años locos de drogadicta y pervertida? Sabes que estarás sometida y esclavizada a su uso y que cada vez desearás y necesitarás más y más fuerte.
–Lo estoy. Y lo haré con mis hijas. Por eso te he traído a Blanca, para que te la lleves a la granja y me las devuelvas, con su hermana, todo lo putas y viciosas que quieras.
–Y tú ¿estás segura de querer ser tan pervertidamente puta y siempre preñada?
–Lo estoy. Y mis hijas seguirán mi ejemplo.
Encarna se levantó, acarició con su mano mi rostro al pasar por mi lado y cogió su móvil de la mesa. Hizo una llamada desde fuera de la salita y momentos después volvió con el teléfono en la mano y me preguntó:
–Puedo tener 9 hombres potentes y viciosos dentro de una hora solo para ti. Un bang brutal con toda clase de drogas y alcohol y al que tú acudirás desde aquí, profundamente drogada y borracha… más todo lo drogada y borracha que durante esas horas de follaje te vayas tomando. Yo misma te vigilaré y te iré dando tanta mierda que si sobrevives te volverás zombi. El scat y la lluvia dorada formarán parte de estos bangs. Será tu prueba.
***Al mismo tiempo, Blanca será llevada a la granja-escuela para enseñarle a ser puta y tener su primer cliente en menos de una semana… y así el resto de su vida. Por supuesto, las drogas y el alcohol formarán ya parte de su vida diaria.
***Si aceptas, entrarás fija en la Organización y formarás conmigo el duo director de todos los bangs y orgias más salvajes y depravados que puedas imaginar. Y volverás a casarte, como lo has estado y yo lo estoy, con la heroína, la coca, el fentanilo, y todas esas maravillosas sustancias que tanto nos ponen.
***Y nosotras pondremos también a nuestras hijas en ese mundo. Y ahora dime ¿estás segura de que deseas pervertirte tanto de por vida y pervertir a nuestras hijitas?
Y yo acepté. Lo acepté todo con tantas ganas e ilusión, que a pesar de la enorme cantidad de heroína que vi en la jeringuilla que tenía mi amiga en su mano, y de la que ya me había inyectado ese día, le ofrecí mi brazo con amplia sonrisa de felicidad.
Y la heroína y yo nos casamos de nuevo. Pero ahora sin divorcio. De por vida y para todas.
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(1)Todos los detalles, en mi relato anterior.
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