Por ahí Abajo – Parte 1
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Leonanky.
Buenas buenas, un saludo a todos/as.
soy Carlos.
Aquí les traigo un relato, suceso ocurrido hace 4 años con mi hija Paulina.
Soy Profesor Universitario de turno medio.
Y fines de semana, trabajo como Barman para ganar un poco más y darle a mi familia lo que necesita (hasta donde puedo).
Un día miércoles como cualquier otro, estaba trabajando en la Universidad.
A pesar de tener una mañana algo sosa, lo único que quería era llegar a casa y pasar la tarde con mi familia.
Llegando a casa noto la casa tranquila ya que mi esposa llega a casa a las 3 PM o un poco.
Lo que sí, es que pensando que aún Paulina y mi esposa habían llegado a casa decidí darme un buen baño y pasearme desnudo por la casa (Algunos de nosotros lo consideramos como un acto liberador y relajante), y cómo yo no soy de los que se instalan a cocinar (a menos que sea importante) decidí prepararme dos Sándwich de jamón con queso y mantequilla, y un jugo de mango.
Sentado en la barra del comedor, escucho un pequeño ruido.
Como cesó, seguí comiendo, pero alcabo de 3 minutos vuelvo a oír el mismo ruido.
"Qué raro" me dije a mí mismo.
Así continuaba, por lo que me apure a terminar de comer e ir a ver qué era eso.
Al parecer viene de la habitación de mi hija.
Con cuidado me acerco y escucho que es ella quien hace el ruido.
Paulina emite el sonido una y otra vez.
Por mi mente pasó que se había cortado o lastimado de alguna manera, así que decidí entrar con cuidado.
Entrando la veo y ella está de espalda por lo que no puede verme.
Ella hace un movimiento con su mano una y otra vez, haciendo que vaya a ver qué hace ella.
Al estar cerca de ella (sin aún verme) veo que se rasca su entrepierna.
Pensé que de seguro algún zancudo ocioso la picó o algún otro animalito.
—Paulina.
Ella grita.
—¡Papi me asuste! ¡No hagas eso!.
Oye estás desnudo.
—No importa, Perdona Cariño, pero te oí y pensé que te había pasado algo.
—No.
Estoy bien.
Solo que.
—¿Qué tienes?
—Ve.
Me acerco y para efecto comprendo que Paulina estaba excitada.
Lo digo porque traía su bragita mojada.
Por naturalidad de mi cuerpo, mi verga empieza a tomar forma al ver eso.
—¿Y por eso no fieste a la escuela?
—No.
—Pero te hubieses cambiado la braga Paulina, por favor.
—Si.
Pero esta era la última que quedaba limpia.
Igual me sigue picando.
—¿Dónde?
—Aquí ve.
Me señala su pequeño botoncito (clítoris).
No es por ser mala onda ni nada.
Pero esto en verdad la me tenía empalmado.
—Por ahí abajo.
Trate de quitarme eso que me pica y al hacerlo me orine.
Empieza a ponerse triste, por lo que le digo no se orinó, sino que se sentía excitada y por eso tuvo eso.
Claro que ella no lo comprendió muy bien.
Pero al menos la medio calmó.
—Entonces.
¿No fue que me oriné encima?
—No cariño.
Estabas excitada.
—¿Y cómo eso?
Oh por favor!.
¡¿En serio?!
Me siento en la cama con ella y le explico.
—Bueno.
Verás.
¿Te has sentiste demasiada alegre cuando tu madre y yo te compramos el teléfono? ¿No estabas muy pero muy contenta?
—¡Si Papi!
—Bueno.
Esa emoción.
También la sentimos los adultos.
Pero en otras cosas.
—¿Cómo qué?
—Bueno bueno.
Ya, vamos a lavarte y te cambias esa ropa.
En eso me levanto para irme y ella viene y me abraza.
—Te quiero papi.
—También te quiero Paulina.
En ese abrazo ella siente mi paquete en su pecho.
—Papi, que eso tan duro.
—Es mi pene.
—¿Eso es un pene.
Tan grande?
—Si Pau.
Así como tu tiene una vulva porque ere niña, yo tengo un pene porque soy hombre.
Bueno vaya a bañarse.
Ella lo agarra.
Ja!.
Niña curiosa.
—Papi está duro.
¿Porqué?
—Ya Paulina, anda a bañarte.
—Dime!.
Quiero saber!
Le explico y ella entiende.
—Eso es lo que pasa cuando un hombre ve a una mujer desnuda.
—Entiendo.
Ya no soportaba más, así que me fui al baño de mi habitación, a hacerme senda de paja porque no aguantaba más.
Luego de eso, me fui a acostar a descansar, como a la hora me despierto, y siento un pequeño Calorcito.
Es Paulina que está a mi lado, lleva su blusita azul con su faldita fucsia.
Por alguna razón, no sé porqué.
Me entró un morbo horrible, al saber que Paulina no llevaba su bragita.
A pesar de ser mi hija y de estar acostumbrado a verla desnuda (soy su padre, la conozco), aún así no pude evitar sentirme cachondo.
Tiene 9 años esta niña y aún así conserva un cuerpecito como el de su madre, ya que para su edad ya tiene su culito paradito y redondo.
Y una cintura no tan pronunciada, pero sí evidente.
Decidí acomodarme de manera que Pueda acariciar a mi hija.
Acariando su bella carita, luego cada parte de su cuerpo.
Ella dormía.
Acariciando sus casi visibles pezones, lentamente bajando hasta su cosita, cuidadosamente para no despertarla, le alzo la faldita hasta el pecho y puede deslumbrarme ante ese bello regalo de Dios.
Esa rajita que hasta hace rato había estado mojada.
Quizás es hora de enseñarle un poco a mi hija como quitarse de encima esa sensación.
Paso mi dedo índice, de arriba a abajo, cosa que le hace soltar pequeños gemidos.
Una y otra vez lo hago, hasta que percibo que ya se está mojando otra vez.
Paso mi dedo para oler su pre-cachondes, dicho sea de paso pruebo ese dulce sabor virginal.
Humedezco mi dedo y empiezo a estimular su pequeño clítoris y su rajita, ella empieza a contornearse al sentir eso.
Utizo mi pequeño dedo (meñique), lo mojo con saliba, suave y lentamente lo introduzco en su hoyito, ella empieza a hadear y gemir.
Al sentir donde está su virgo me detengo.
Me limito a romperlo, por lo que sólo meto y saco mi dedo sin romper dicho virgo.
Ella empieza a tener una respiración agitada, y a gemir cada vez.
Entra y sale mi dedo, entra y sale, viendo como ese dulce coñito aprieta mi dedo inconscientemente pidiendo más.
Saco mi dedo y vuelvo a chuparmelo para pobrar la humedad de mi hija.
Me acomodo de tal manera que pueda jugar un rato con su cosita, le abro sus piernitas, y abro esos pequeños labios vaginales, y empiezo a chupar su vaginita.
Paulina gime una y otra vez haciendo querer que me la folle, pero me aguanto.
Primero ella debe disfrutarlo, sino eso sería egoísmo de mi parte y no amor por ella.
Paulina tiene la respiración pesada, es obvio que está excitantemente mojada.
Le doy placer oral a su vaginita, por lo que suelta unos pequeños líquidos.
Haciéndome chupar su clítoris y lamerlo y chuparlo.
—¡Aaaahh! —Paulina se despierta.
Espabilandome un poco.
—¡Uuuuy! ¡Papi!
–¿Te gusta cariño?
—Uuuff si.
Si.
¿Pero que haces?
—Quedate quieta.
Chupo su clítoris, lamo su vaginita por lo que Paulina no aguanta más y suelta gritando su primer (el que he visto yo) orgasmo.
—Uuuuy papi, ¿que haces?
—Estabas excitada hace rato.
Pues, te ayudé a quitarte la excitación.
—Papi pero me oriné.
—Cariño, sólo soltaste un líquido debido a estabas excitada.
Vuelvo chuparle su vaginita.
–Aaah aaah papi no.
Ya.
—¿No te gusta?
—Si.
Pero ya por favor, me da a dar algo.
—Es por el orgasmo que estás así bebé.
Ahora te toca así.
Aún está cachonda, y con ganas de más.
—¿El qué?
—Debes quitarle a papi la excitación.
—¿Cómo hago eso?
—Acercate.
Le explico como debe hacerme sexo oral.
Paso a paso.
—Papi, tu pene está muy duro.
—Lo agarra.
—Si cariño, está así por ti.
—¿Por mí?
—Si, además el quiere que juegues un rato con él.
Ella empieza a moverlo suavemente arriba y abajo, lo cual la calidez de su contacto me hace emitir un gemido.
—¿Te gusta papi?
—Mucho bebé, continúa.
Ella le da un rato, allí por lo qué empieza a agarrarle la vuelta a la situación.
Paulina, le da un beso en la punta y continúa masturbandome sugestivamente (según yo).
Ella agarra y me pasa la lenta por la punta haciendome estremecer, haciendo involuntariamente que oe agarre su cabecita y le de una embestida a esa boquita.
Ella tose ante ese pedazo entrando desprevenidamente en su garganta.
—Perdón Paulina, ¿estás bien?
—Si papi.
Allí empecé a follarmela, desvirgarle esa boquita, ella sólo ponía su boquita y yo hacía el trabajo.
Después se un rato, dejé que ella fuera (lo es) la protagonista de esa mamada espléndida que mi hija me estaba dando.
Sólo me quedaba observando como mi pequeña hacía, ella me miraba y sonreía.
Le pregunté si le gustaba lo que hacía y ella me sonreía y asentía.
Un par de minutos, sentía una fuerte presión en mi miembro (sabía que estaba apunto de venirme), así que le dije a Paulina que siguera.
Sentir esos pequeños labios, rozar rítmicamente todo mi miembro, era una sensación que no tiene precio, y si lo tuviese diría que vale igual o más que la vida misma.
—¡Uuuff! ¡uuuuuff!.
Vamos Paulina, que me vengo.
Papi te dará tu leche.
—Uuummm.
!!!
Empiezo a contornearme, y Paulina aún sigue mamando y chupando mi verga, una y otra vez, arriba y abajo, viendo como se devora ese pedazo de carne con su boquita.
Hasta no aguanto más y me vengo soltando todo mi semen en su boquita y garganta.
Ella tose un poco, yo oe digo que la trage y lo hace.
Coloco mis manos en la cabeza para relajarme y pensar en todo esto y la satisfacción interna que se siente.
Paulina se me acerca.
—Papi te amo.
—Yo te amo más cariño.
La agarro y le doy un suave beso en los labios.
—Gracias bebé.
De verdad gracias.
Ella y yo nos abrazamos.
—¿Te gustó lo que hicimos?
—Si papi.
¡Mucho!
—Bueno, cada vez que estemos tú y yo nada más.
Lo haremos.
Así que nada de decirselo a tu madre, o sino, olvídate de eso.
—Está bien.
Lo prometo.
Ella se acurruca en mi regazo, toma su sabana, se arropa y me abraza.
—Cariño, ¿quien te dijo que hemos terminado?
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