PRECOCIDAD INFANTIL
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
A petición de varios lectores os voy a dejar un listado de mis relatos en esta pagina y de antemano agradezco los comentarios recibidos y los que posiblemente colocareís en cada uno de ellos.
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PADRE E HIJAS (Ensayo) 1. Relato 28.763
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INCESTO INCULCADO. Relato 30.713
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CRÓNICAS INFANTILES. Relato 30.959 (Publicado en Heterosexual)
INCESTO INCULCADO 2. Relato 31.160
JUEGOS INFANTILES. Relato 31.248
JUEGOS INFANTILES 2. Relato 31.251
VI A MI PADRE DESVIRGANDO A MI HERMANITA. Relato 31.345
ORGASMOS INFANTILES. Relato 31.404
PRECOCIDAD INFANTIL
Me fue un poco difícil narrar la siguiente historia porque ya han pasado algunos años desde que comenzó, pero tratare de ser fiel al recuerdo más que todo por el morbo que aun me produce y espero que si os gusta lo valoréis con algún comentario.
Mi hogar en el 2002 estaba conformado por mi esposa Lina de 34 años, alta y guapa con un cuerpo que despierta pasiones por donde pasa, mi hijo Mateo de 11, mi hija Isabela de 7 y yo Cesar de 36 años.
Aunque no somos ricos si tenemos un buen vivir económico, mi esposa es representante de ventas de una firma de cosméticos internacional razón por la que tiene que viajar con frecuencia, y yo soy arquitecto al servicio de una constructora.
El primer toque de atención en lo que sería la vida sexual de mi niña Isabela fue una tarde en que yo descansaba sentado en la sala de mi casa, vestido solo con una bermuda cuando llego ella y me dijo muy contenta:
– Papito, me escogieron en la escuela para decir una poesía, ¿quieres escucharla?
– Claro mi amor, dímela, le conteste, admirando su hermosa figurita con los cabellos sueltos, enmarcando su carita sonrosada, sus ojos de color café sus labios gruesos y un cuerpecito más o menos de 1.20 de estatura, delgado y esbelto lucido con el uniforme escolar, mejor dicho la luz de mis ojos.
Se coloco en posición de declamadora concentrándose:
– El hijo de rana Rin-Rin renacuajo salio esta mañana muy tieso y muy majo……-decía balanceando sus caderitas de lado a lado, abriendo las manitas y acercándose a mí …… con pantalón corto, corbata a la moda, sombrero encintado y chupa de boda. “¡Muchacho no salgas!” le grita mamá, pero el hace un…. un….un…. un…
Al olvidarse lo que sigue se acerco apretando inocentemente su vagina contra mi rodilla desnuda.
– Un gesto……. le recordé.
– Pero el hace un gesto y orondo se va……. continuo mi niña pero sin dejar de restregar su vaginita en mi rodilla……. –Halló en el camino un ratón vecino y le dijo: “! Amigo !” venga usted conmigo, visitemos juntos a doña Ratona y habrá….. y habrá…… y habrá………
– Francachela, volví a recordarle, pero a estas alturas de la poesía con sus mejillas encendidas se levanto la falda del uniforme para que su cosita se estregara en mí solo con las braguitas como obstáculo.
– Francachela y habrá comi…comilonaaa……..
Siguió declamando unos pocos versos con voz entrecortada, yo me di cuenta que estaba excitada pero no retire la pierna, ella en su inocencia apoyó sus manitas en mi muslo, abrió las piernitas y movía arriba abajo buscando una mejor satisfacción hasta que gimió dulcemente y se le mojaron las braguitas.
La abracé tiernamente y le dije:
– Mi amor, apréndase la poesía bien y después me la dice, claro que no le mencione nada de lo que ella había sentido para no mancillar su inocencia.
No le tomo ni ocho días aprenderse esta hermosa poesía infantil del escritor Colombiano Rafael Pombo.
En el acto cultural de la escuela asistimos con mi esposa y como todo padre de familia aplaudimos a rabiar su presentación impecable, filmándola y orgullosos porque nuestra niña era la más bella y la más inteligente.
La 2ª vez sucedió unos 3 meses después casi próximos sus 8 años, Isabela se había duchado y entro a mi alcoba envuelta en una toalla con el cepillo de peinar en la mano.
– Papi, ¿me alisas el cabello?
– Vale, pero hazte a un lado que estoy viendo las noticias, le dije y empecé a peinarle sus bucles dorados que caían en cascada más abajo de sus hombros.
– Mejor me siento aquí, dijo horqueteándose en mi pierna, dándome la espalda y mirando hacia el televisor.
Inmediatamente note que su vaginita estaba peladita sin pantys, empezó a frotarse en mi, asustado note como mi pene se ponía erecto.
– Isabela, quédate quieta.
– Un poquito más por fa, me dijo volteándose de frente y mirándome con su carita expectante, mi pene palpitaba entre mi bermuda y me cubrí para que no se fuera a dar cuenta, de pronto ella abrió la toalla para mirarse abajo y yo también le vi la rajita medio enrojecida.
– Papito hágame cosquillitas aquí con el dedo, me dijo pelándose el pequeño clítoris.
– No mi bebecita, vaya para su alcoba y se hace solita.
– Es que yo no se, hágame solo un poquito para aprender.
Como un autómata empecé a hacerle con el dedo y sentí que se le endureció el botoncito, con dos dedos le hice apretoncitos y con la palma de mi mano recorrí su blanda vaginita varias veces hasta que la sentí mojadita y remato con un pequeño suspiro.
– Vaya mi amor y se hace así, le dije, después hablamos.
– Gracias papito, me dijo dándome un beso en la comisura de mis labios.
Me sentí culpable por haberla tocado y por la erección sentida y a la vez cavilaba el porque de la precocidad sexual de la niña, y me hice el propósito de consultarlo con un médico siquiatra pero fue pasando el tiempo y ni hable con la niña ni fui al médico, lo que si hice fue vigilar su comportamiento y cometí el error de tratar de alejarla de mi negándome a hacerle caricias, pero en varias ocasiones furtivamente la vi acariciándose con la manito o escuchaba sus gemidos lo que me hacía tener unas tremendas erecciones al imaginar lo que se estaba haciendo.
Un día la empleada de la limpieza me dijo:
– Don Cesar, perdone que me tome el atrevimiento de decirle una cosa muy intima.
– ¿De que se trata Maruja?
– Es que la niña Isabela se orina muy seguido en la cama y hay que cambiar el colchón.
– Gracias Maruja voy a encargar otro le dije. Pero yo sabía la causa de las tremendas orinadas.
Lo más grave llego cuando Isabela tenía 9 años.
Una noche la escuche en su alcoba gimiendo y quejándose desesperadamente, toque a su puerta.
– Isabela, mi reina ¿Qué te pasa?
– Entra papa, me contesto.
Al entrar estaba desnuda de la cintura hacia abajo, sobándose la vagina.
– Papito, me pica y me arde aquí, señalando su sexo.
Me acerque para examinarla, sus labiecitos estaban rojos e inflamados, al abrirlos lo que se supone que debía estar sano y rosadito era de un color feo y con pequeñas pústulas que olían mal.
Inmediatamente llame para concretar una cita con una doctora conocida y después a mi esposa Lina que estaba en una ciudad cercana.
En el consultorio la doctora después de examinar a Isabela nos dijo a mi esposa y a mi que la niña lo que tenía era una enfermedad venérea.
– Pero ¿es muy grave? ¿Cómo pudo suceder? ¿Entonces no es virgen? Le preguntamos casi al unísono
– Vamos por partes: grave si es pero con un buen tratamiento y cuidados se cura en un mes, pudo haberla adquirido en un baño público, o por tocamientos de un miembro infectado, o con su manito sucia, en fin hay muchas maneras de adquirirla y…….. Si aunque la niña tiene la entradita muy dilatada para su edad es virgen. Esta duda de la doctora me hizo recordar lo que yo sabía de ella.
Ya en casa mi esposa le pregunto que si alguien le había hecho cosas, que desde cuando tenía eso en fin la interrogo y ella respondió que nadie le había tocado y que esa rasquiña la tenía desde hacia 5 días.
Comenzó el tratamiento con medicamentos y con mi esposa nos turnábamos para asearla y aplicarle una pomada que receto la doctora, al cabo de 20 días ya estaba prácticamente sana y un día que me toco hacerle la curación fue mi desgracia ó mi gloria, según se mire.
Isabela se abrió de piernas sin braguitas. Me coloque unos guantes medicinales, abrí sus labios vaginales ya rosaditos y con una gasa untada de pomada empecé a frotarla, la note excitada levantando su vulvita y acomodándose.
– Mi tesoro, ¿te arde?
– No papito, es que siento muy bueno.
Seguí frotando al mismo tiempo que miraba la reacción en su carita y mi pene también reacciono, la capucha de su clítoris se abrió para dar paso a su botoncito duro y rosadito el cual sobe con la gasa arrancándole un gemido como los que ya le había escuchado.
Por mi cabeza paso una nube de malicia incestuosa que obnubilo mis sentidos, y ya no la frotaba para curarla sino con intenciones de hacerla emocionar mas, unte mas pomada medicinal en mi dedo del corazón y tentando con precaución se lo fui metiendo, creí que se iba a enloquecer cuando después de un rato dediándola broto su néctar a borbotones en medio de estremecimientos y un gran gemido quedando desmayada.
Le coloqué unas braguitas limpias y me fui a mi alcoba a masturbarme en honor al primer orgasmo que le produje a mi hija.
Este acto creo una corriente cómplice entre mi hija y yo, pues a cada rato se presentaban momentos propicios para hacernos tocamientos, en algunos me podía reprimir pero en otros el desfogue era total porque ella era muy experta haciéndome la paja, el placer se iba acrecentando sobre todo cuando empezaron a florecer sus pechitos y se le notaba la hinchazón bajo su blusita colegial.
Isabela tenía 10 años cuando una tarde llego del colegio se abrió la blusa y me exigió que le mamara las teticas porque le estaban picando, después que le mostrara el pene y me lo dejara acariciar, mi hija siempre ha sido muy autoritaria y yo estaba receptivo, nos enfrascamos en una sección de sexo incestuoso en que lo único que falto fue la penetración total, hicimos el 69 por primera vez y por primera vez me descargue en su boca y me bebí sus jugos, luego la dedie y aprovechando que estaba tan lubricada le introduje la cabeza de mi miembro con mucha delicadeza y la folle sin desvirgarla hasta hacerla llegar al segundo orgasmo y por supuesto mi eyaculación al limite de su himen fue inolvidable.
Seis meses después ya tenía unas pequeñas pero hermosas teticas y una noche en una de las tantas ausencias de mi esposa se pasó desnuda para mi cama, empezamos con besos, caricias, mamadas mutuas y se acostó con sus piernitas abiertas para que le tallara mi pene en su raja, entre sobada y sobada se mojo, la cabeza de mi pene en la entradita de su vagina fue una tentación muy grande, empuje y para mi sorpresa se lo fue tragando, sus ojos me miraban afiebrados de deseo, su carita roja, y sus areolas duras, se lo clavé todo en medio de sus gemidos.
Uno puede haber tenido el miembro clavado en cantidad de mujeres pero el tenerlo dentro de la vagina apretadita de tu propia hija es un placer incomparable y mas escuchando sus gemidos, sus ruegos en mi oído con esa dulce vocecita entre infantil y juvenil murmurando: Asiiiii papitooooooo.
Y sintiendo sus manitos atrayendo mis nalgas hacia ella, solo ahí me percate que a Isabela ya la habían desvirgado, pero por el movimiento de sus caderas y el morbo de tener a mi hija ensartada hasta el fondo poco me importo y me dedique a follármela con pasión desenfrenada.
– ¡Papito eres el mejor¡ ¡Lleguemosssssssss. Y obedecí sintiendo alcanzar el cielo con mi pene.
Tres polvos le descargue esa noche en la primera penetración total a mi hija, y ella….. Infinidad de orgasmos que parecían uno solo.
– Mi amor ¿Quién te desvirgo? Le pregunte cuando estábamos descansando.
– Papi es que me da vergüenza contar.
– Hijita pero nosotros ya disfrutamos de este maravilloso momento, yo no te voy a hacer reclamos, cuénteme le decía tratando de convencerla.
– Mi abuelito.
– Con tu abuelo, ¿Cuál de los dos?
– El papá de mi mamá.
– ¿Cómo fue?
– Te voy a contar todo desde el principio, tú me enseñaste a hacerme la paja pero después te enojaste conmigo y no me volviste a hacer.
– Si, pero es que eras muy niña.
– Pues mi abuelito si me daba gusto con las caricias y las mamadas en mi vagina, además yo le tenía pesar porque como lo veía tan solito desde que murió mi abuelita me escapaba para su casa para que me hiciera cositas ricas, cuando tenía 9 años me pego la enfermedad por tallarme el pene en mi rajita, pero no le conté a nadie.
– Recuerdas la vez que sentimos tan rico cuando yo tenía 10 años y me metiste la cabeza del pene?
– Si claro, como no lo voy a recordar.
– Días después salí de la escuela y me fui para su casa, nos acariciamos como siempre, creí que iba a sentir los orgasmos pero no fue lo que yo esperaba por el dolor que sentí cuando me desvirgo.
– Pero después en otras folladas si me quedo gustando por eso hoy me pase para tu cama y ¡sabes que papá? …… Eres un campeón.
– Gracias mi tesorito.
– Después te cuento que le dí a mi hermano Mateo el día que cumplió 15 años.
– No dime de una vez, no me dejes con dudas.
Acercándose a mi oído con una vocecita mezcla de malicia e inocencia me susurra: “el culito”
De ahí en adelante Isabela tiene tres penes a su disposición, ¡!y vaya que los sabe disfrutar¡¡
Varias veces me di cuenta que se pasaba para la alcoba de su hermano y mientras les escuchaba sus escándalos amorosos yo me hacia la paja.
Pero no se porque cuando pedía permiso para visitar al abuelo yo sentía celos pero a la vez morbo al imaginarla siendo penetrada por un adulto. Era una sensación indescriptible que en ocasiones me gustaba pero la mayoría de las veces no y decidí poner remedio a eso.
Pero será otra historia.
Quw ricoo relato me encanta leer sobre incesto y mas de niños y niñas
Buenísimo excitante va una paja por ellos felicidades
Que rico relato mi Telegram por si me quieren enviar algo rico arrow40ct