Primera vez
Y así fue la primera vez, la primera vez que mi hermano Rafael me desvirgó mi coño, la primera vez que tragué semen de mi hermano Junior, la primera vez que papá me desvirgó el culo, la primera vez de un encuentro lésbico con mamá, la primera vez que me sentí mujer. .
Nuestro padre era entrenador de un equipo de futbol, y cada sábado en la mañana sus hijos teníamos la tarea de embolar los guayos de los jugadores, echarle grasa a las costuras de los balones, partir unas panelitas y lavar naranjas, que al día siguiente se le entregaban a cada jugador. Los cuatro hijos teníamos que cumplir con esa tarea, y nos rotábamos para ello. Un sábado en la mañana, en que iba a acompañar a mi madre a ir a mercar a la galería de Alameda, mi padre dijo que él la llevaría y que me podía quedar. Me recomendó que le dijera a mis hermanos que dejaran todo lo del equipo listo temprano. Así que una vez, salieron mis padres para su vuelta, me dirigí al garaje, para darle la razón a mis hermanos.
Al acercarme al garaje, escuché como mugidos, y silenciosamente me acerqué para descubrirlos sentados en el sillón cada uno con su miembro afuera masturbándose mientras a la vez cada uno hojeaba una revista pornográfica. Ni se inmutaron con mi presencia, y siguieron pajeándose con fiereza sus pollas que estaban completamente erectas. No sean cochinos, les grité, respeten la casa. Solo se reían, mientras yo no podía dejar de mirar con lujuria sus vergas. Ya me iba a retirar, cuando Junior me preguntó que si no se la quería tocar. Me volví para mirarlo como se pajeaba mientras él me miraba dejando la revista a un lado. Nunca había tocado un pene a mis 16 años, y de hecho aún era virgen. No podía dejar de ver su polla, que era más larga que la de Rafael, la cual era más gruesa. Este me hizo señas que me sentara entre ellos en el sofá, y en silencio me senté entre ellos, atrapando con cada mano sus pollas que sentía tiesas, vibrantes, y las empecé a masturbar. Ellos recostados, solo se dejaban hacer, mientras agitaba sus pollas de arriba abajo, una y otra vez.
Junior levantándome la blusa, pellizco mis pezones para luego concentrarse en lamer, besar y morder el que estaba a su lado. Rafa, ni corto ni perezoso, abrió mis piernas y con sus dedos me empezó a acariciar mi coño que lo tenía completamente emparamado. Empecé a temblar mientras sentía que me derretía por dentro y que un flujo brotaba de mi vagina, mientras ellos me decían que no parara de pajearlos. Rafa se lamia sus dedos untados con mis fluidos. Junior me explicó que acababa de tener un orgasmo. Junior me dijo que ya casi iba a acabar, y me dijo que me arrodillara en el piso, y que les mamara la polla. ¿Cómo así que se las máme?, le pregunté. Que se las chupara, me aclaró. Juiciosa, me bajé, y ellos juntándose, me ofrecieron sus pollas, las cuales empecé a chupar turnándome entre ellas, mientras se las seguía sobando. Ambos tenían grandes testículos, hermosos, que también les lamia para su deleite. Chupaba la polla de Junior, lamiendo su cabeza, su tronco, mientras él me cogía de la cabeza y guiaba mis mamadas sobre mi polla. Junior lanzó un gemido gutural, y un chorro de semen lleno mi boca. Él apretó mi cara contra su verga, de modo que no pude sino tragarme esa leche de hombre por primera vez en mi vida. Ligeramente salado, pero me gustó.
Rafael, me haló sobre su polla para que se la siguiera follando con mi boca, lo que emprendí gustosa. Su verga era más gruesa que la de Junior, lo que dificultaba que entrara completamente en mi boca, pero me empeñe juiciosa mientras con una mano le acariciaba sus guevas. Ví como Junior se retiró del garaje, sin decirnos nada. Rafa solo gemía con cada mamada que le daba a su pene; y pronto, así como con Junior, una descarga de esperma, brotó del ojo de su verga, y cayó sobre mi rostro, mi cabello. Fueron dos o 3 descargas seguidas, que caían sobre mis ojos, mis tetas. Rafa me dijo que me limpiara con los dedos y que me los lamiera, lo que hice obediente. Me hizo subir al sofá, y bajándome los calzones, enrollando mi falda y abriendo mis piernas completamente, sumergió su cabeza en mi vulva, de la que brotaba un manantial de fluidos producto de la eyaculación que había tenido, y que me tenía arrecha.
Mi hermano deslizó suavemente la punta de su lengua en mis labios vaginales, sobre los que hacía círculos rozando mi clítoris. Al sentir su dureza, aumentó la presión y cubría mi vulva con su boca, aportando también el calor de su aliento, lo que me ponía a cien. Se concentró en mi clítoris, agitándolo con más fuerza conforme me mojaba más y más. Después, metió un poco su índice en mi vagina, balanceándolo mientras su lengua adquiría un ritmo frenético. Cuando notó que empezaba a chorrearme de nuevo, introdujo dos dedos y suavizó la presión con la lengua, pero sin perder el contacto. Lamió mi monte de Venus y dejó saliva sobre mi ano. La usó para lubricar un dedo e insertarlo en mi ano mientras regresaba la lengua a mi clítoris, aunque, esta vez, también rozaba el resto de mi vulva que estaba completamente mojada. Gemía de placer; el segundo dedo en mi culo no se hizo esperar mucho. A la vez, metió el pulgar en la vagina, presionando desde dentro y masajeando al encuentro con el tacto de los dedos que se movían en mi trasero. Estaba enloquecida de placer, mientras con mis piernas completamente abiertas le cogía la cabeza a Rafael para que no parase en su tarea.
Junio regresó y subiéndose sobre el sofá, se acomodó de tal forma que pudiera mamarle su polla, que de nuevo estaba erecta. La tomé por la base, lamí todo el tronco hasta llegar al glande y la introduje en mi boca mientras acariciaba sus pelotas. Se sentía rica esa polla en mis manos. Comencé a deslizar mis labios arriba y abajo, succionando con fuerza cuando llegaba al glande. Vi que mi hermano cerraba los ojos y tomaba mi cabeza entre las manos, y poco a poco fue haciendo que su polla entrara más adentro de mi boca en cada movimiento, provocándome más de una arcada, pero no ceje en mi trabajo de demostrarle lo bien que la chupaba. Allí estaba chupando la polla de uno de mis hermanos, mientras el otro me hacia un cunnilingus delicioso. Junior me decía que sacara la lengua lo más que pudiera mientras él me follaba la boca, así su verga alcanzaba a introducirse en mi garganta. Pronto Junior temblando descargó su semen en mi boca que me tragué sin desperdiciar ni una sola gota; con cara de placer se sentó al lado mientras Rafa seguía lamiendo deliciosamente mi coño, y dándome dedo en el culo.
Junior se había ido para traer unos condones, y al verlos, Rafael se detuvo en su faena, y abriendo uno me lo pasó para que se lo colocara. Tuvo que enseñarme rápidamente pues nunca había puesto uno. Debo reconocer que siempre había tenido miedo de mi primera vez, pero en ese momento mis miedos se disiparon. Su mano tomo la mía, la llevo a su polla con la que jugué un rato, haciéndome lo propio en mi vagina, frotaba uno o dos dedos en la entrada de mi vulva. Con lo arrecha que estaba, tomé con firmeza su verga tirándola hacia mí; Rafa entendió el mensaje, se ubicó sobre mi y sin soltar esa hermosa tranca la guie a mi vagina con mi mano apretada sintiendo como le palpitaba; la sentí apoyada entre mis labios, moviéndose entre ellos con facilidad por la humedad reinante producida por mis abundantes jugos. Llegado el momento, Rafa comenzó a empujar para ingresar muy suavemente en mí. Algo parecido a una corriente eléctrica recorrió desde mis pies hasta la cabeza, a medida que iba ganando terreno las sensaciones variaban, por momentos dolía, por momentos parecía como un ardor, como si me quemara, pero no me importo todas esas cosas que sentía eran soportables. Al sentir que la punta de su verga tocar fondo, se detuvo preguntándome si me dolía. Le dije que no, que siguiera. Y así hizo, siguió moviéndose dentro de mí con una suavidad increíble, entraba y salía a ritmo constante, rotando levemente su cadera o moviéndola hacia los lados, sentí un hermoso cosquilleo que provenía desde lo más profundo de mi sexo con un calor que comenzó en el mismo lugar y se fue extendiendo hacia arriba y abajo, sintiendo como algo era expulsado en forma pulsátil, comencé a perder la respiración, mi corazón mucho más acelerado, comenzaba a gemir y jadear de la misma forma que hace un rato, pero más intenso. Tenía un nuevo orgasmo, que se sintió riquísimo y lo demostré con el grito que sucedió a los quejidos que venían saliendo de mi interior.
Rafa continuo con movimientos más vehementes, rápidos y contundentes, como si quisiera meter dentro sus testículos que golpeaban fuertemente en el perineo. Gemíamos los dos, era un concierto de ruidos guturales, gemidos y gritos, nuevamente me vinieron esas sensaciones que me avisaron de otro orgasmo, mi expulsión de fluidos fue más cantidad que la anterior y el grito que pegue fue fuertísimo, tanto que al terminar de sentirlo mi hermano hizo lo suyo, y descargó su semen que quedo en el plástico del preservativo, pudiendo sentir su tibieza y la fuerza con que salió de su polla. Una vez que termino de palpitar en mi interior lo saco muy delicadamente, permitiéndome ver la prueba de esa hermosa primera vez, con un hilo sanguinolento que se deslizaba por el condón y una cantidad impresionante de semen en su interior.
Ya Junior tenía su polla en forma de nuevo y se había puesto el condón, de forma que me colocó sobre el sofá, quedando mi trasero hacia él. Me echó bien hacia delante abriéndome más las piernas para que bajara un poco mi cuerpo. Mi corazón latía presuroso sintiendo como la sangre volvía a subir hasta mis sienes con toda la rapidez del mundo. Sentí como mi hermano agarraba su polla por el tronco y la dirigía hacia mi raja que ya estaba lo suficientemente lubricada para que no temiera a su glande. Ese glande que ya había chupado y que quería que me poseyera. Pasó la cabeza de su verga por mis labios mojándola, una y otra vez preparándola para invadir mi interior y penetrarme. De repente y mientras pensaba en esto sentí como aquel estilete se introducía sin ningún tipo de impedimento dentro de mi coño haciéndome dar un grito que intenté controlar pero que no pude del todo. Me cogió de las caderas empezando a bombear dentro de mi chocho que ya empezaba a adaptarse de nuevo a aquel ariete que amenazaba con traspasarlo. Las paredes de mi vagina empezaban a contraerse para atrapar aquel falo que tanto gusto le estaba dando, para sentir si se podía sentir todavía más, el roce con sus paredes. Mis sienes junto con las aletas de mi nariz latían cada vez con más fuerza mientras sentía como empezaba a sentir la llegada del orgasmo. Mi pecho subía y bajaba cada vez con más rapidez mientras sentía una y otra vez a mi hermano penetrarme con su polla. Oía sus jadeos en mi cuello mientras me llamaba de todo entre jadeos: zorra, perra, puta. Así me sentía, la más puta de la tierra mientras sin esperarlo empecé a temblar y a correrme en silencio, con la boca abierta, oyendo apenas salir el aliento de mi boca. A la misma vez empecé a notar como su polla comenzaba palpitar y los espasmos que precedían a su corrida. De golpe sentí un chorro de leche y después otro y otro mientras mi hermano gemía con voz ronca mientras se corría en el condón dentro de mi coño.
De un momento a otro sentimos un grito: ¿qué está pasando aquí? Y al girarnos los tres encontramos a mama y a papa parados en la entrada del garaje. Junior y Rafael se separan de mí, aun con sus pollas erguidas. Ante mi asombro, papá les dice que acaben en la cara de mi mamá, que se acomoda en el piso, mientras mis hermanos parados frente a ella, continúan masturbándose. Ella coge sus pollas y les dá una profunda mamada a cada uno para animarlos, y siguen meneando sus trancas hasta que Rafa primero y Junior después descargan su leche en el rostro de mamá llenándolo todo. Papá les dice que se retiren y se vayan a bañar. Luego a mí me dice que vaya y limpie a mamá. Sorprendida, asustada, confundida, me acercó a ella, y a punta de besos y lamidas limpio los restos de semen de su rostro. Terminando, ella me agradece, con un beso en la boca con dulzura, que devolví fundiendo nuestras lenguas.
Al volverme, encuentro a papá sentado en el sofá con su verga en la mano, sobándosela. Si te gustó la polla de tus hermanos, esta también te va a gustar, me dijo. Si me parecía que la de Junior era grande y larga, y la de Rafael grande y gorda, la de papá era el monstruo de las pollas, mucho más larga y más gruesa, con una cabeza gigante, brillante, hermosa, con unos testículos asombrosamente grandes que parecían de toro. La vista de semejante aparato era preciosa, erguida como un mástil, dura completamente erecta y recta. Me acerqué y la cogí con mis dos manos y aun sobraba tronco, era una polla realmente grande. Lo empecé a masturbar mientras hipnotizada no podía dejar de mirar su glande. No sabía cómo empezar a chupar semejante monstruo. Mamá se acercó, y haciéndose a mi lado, coloco sus manos sobre las mías para masturbarlo en conjunto, e inclinándose empezó a lamer y chupar el tronco de la polla de papá. Animada por mamá, empecé también a lamer esa tranca, recorriéndola de arriba abajo con mi lengua, chupando su cabeza; y ambas estábamos allí masturbando con nuestras bocas a papá que recostado nos miraba con lujuria.
Me preguntó si hoy había perdido mi virginidad, y le dije que sí. Me preguntó si me lo habían metido por detrás y le dije que no. Hay que prepararla le dijo a mi mamá. Mamá se acomodó detrás de mí y empezó a chupar duro mi coño turnándose con el ojete de mi culo. Me puso lubricante, y me metió un dedo en el culo, mientras me lamia el coño. Agregó de nuevo lubricante y ahora ya tenía 3 dedos insertados en mi ano, que movía circularmente, mientras los metía y los sacaba. La polla de papá estaba como un mástil, tiesa, su glande a duras penas me cabía en la boca para lamerla. Me colocó unos cojines bajo mis rodillas con lo cual mi culo se levantó más. Mamá volvió a agregar lubricante, e insertándome ya cuatro dedos, sentía como mi ano se expandía con un dolor que era aguantable. Volvió a embadurnar su mano con la crema, y empezó a moverla circularmente, hasta que sentí que tenía toda su mano metida en mi ano. Mientras mamaba la polla de papá, con la mano insertada de mamá bramaba de placer, mis piernas temblaban, el ano me ardía, y podía sentir como mamá en mi interior empuñaba la mano, lo que me producía más placer al moverla al interior de mi intestino.
Mamá estuvo penetrándome casi quince minutos con su mano, y podía sentir como introducía más de la mitad del antebrazo, expandiendo lo más que podía el esfínter de mi ano. Sacando su mano, podía sentir completamente abierto mi ojete. Ya esta lista, dijo mamá. Con el anuncio papá se paró del sofá y levantándome me colocó sobre el sillón ofreciéndole mi culo mientras me recostaba en el espaldar. Se ubicó tras de mí y sentí una de sus manos apoyarse en uno de mis cachetes y sabía que inminentemente me iba a clavar. Cerré los ojos y juro que podía sentir el calor que expedía su polla que cada vez se acercaba más. La puso en el agujero de mi culo, pero no me penetró. Me advirtió, Pamela, hija, te va a doler. Mamá lo pajeó apenas un poco, y dándole una corta mamada ensalivó su glande, para luego darle una lamida a mi ano. Papá metió la cabeza de su polla. Gemí, pero fue de placer, el placer de sentir por primera vez la cabeza de una verga en mi culo; estaba muy excitada, casi podía sentir caer los jugos vaginales por mis piernas. Se animó a meter un poco más y así siguió hasta que metió toda su verga. Con su verga completamente enterrada en mis intestinos, se quedó completamente quieto, y me dijo: perra, te entró toda. Me sorprendió un poco que mi padre me llamara perra, pero sinceramente había dado en el clavo porque así me sentía. Empezó a cogerme, muy rápido, el dolor era grande, pero me lo aguanté, empecé a gritar, pero no quería que la sacara. Sentía que me estaba partiendo en dos, pero me gustaba. Sentía sus testículos que me golpeaban con cada empujón que me daba. Tenía mi ano completamente dilatado con la fabulosa verga de papá, que me llenaba toda. Mamá me cogía una de las manos, y yo la apretaba, mientras la miraba a sus ojos, pensando lo suertuda que era ella con la tremenda tranca de papá.
Papá era una máquina, como un pistón que no menguaba en su potencia y su velocidad; su polla penetraba mi ano sin cesar, sintiendo su recorrido en mi esfínter en todo su esplendor. Con cada embate, pareciera que me fuera a sacar los ojos. En un empujón me hizo orinar sobre el sofá y dejó mis piernas temblando. Me cogía de la cadera, del cabello, de los hombros, para clavármela con todas sus fuerzas para deleite mío. Sacándola un momento, me la metió en mi coño, insertándola hasta el fondo. Pensé que no se había puesto condón, pero los enviones que me daba solo sacaban suspiros y dejé de pensar en eso para solo sentir como me empalaba con su portentosa verga. Mama acercando se rostro me besaba en la boca, lamiendo con su lengua la mía, sintiendo su ternura y su delicadeza, contrastando con la violencia con que papá me fornicaba. Empezó a acelerar sus penetraciones, golpeando mis nalgas con su cuerpo, y de nuevo sacándola, me la clavó en el ano, lo que me arrancó un fuerte grito de dolor. Empezó a gruñir mientras me culeaba con pasión, hasta que gritando soltó literalmente un chorro que inundó completamente mi intestino; el sentir su semen caliente en mi interior, provocó un nuevo orgasmo con su correspondiente chorreada de jugos.
Papá sacando su polla que ahora si estaba relajada, se echó sobre el sofá diciéndole a mamá que me limpiara. Mamá se recostó sobre el sofá a lo largo, colocando su cabeza bajo mi culo, como en un 69. Ella ya se había desnudado, y al acercarme a su coño me encontré con una mata de pelos, era todo un bosque; a diferencia de mi coño que mantenía depilado. Luego sabría que le crecía mucho y se aburrió de afeitarse; no volvió a hacerlo excepto cuando papá se lo pidiera. Esa panocha peluda habría de ser mi mayor delirio, pasión y distracción, además de la verga de papá. Agachando mi cabeza, le abrí las piernas y me quedé extasiada viendo su coño. La gruesa mata de pelos por arriba y los lados iba casi hasta el ano, pero no ocultaban sus labios gruesos que salían casi desafiantes. Me abalancé sobre ella y la besé con pasión. Me restregué en su mata de pelo, y sin más, le besé la vulva. Mi lengua la exploró de arriba abajo, hasta que comencé a chuparlo sin miedo. Mientras tanto ella se tragaba el semen que aún caía de mi vulva y de mi ano, con su lengua recorría ambos orificios. Mis gemidos y los suyos se confundían en uno sólo. Sus chupadas eran apasionadas, calientes, lujuriosas, mientras mis emociones me llevaban a tener un nuevo orgasmo, y mis jugos la excitaron aún más. Yo seguía chupando su rico coño, comiéndomelo todito, sumergiendo mi rostro en su mata de pelos. Ella no pudo más, y en un orgasmo tremendo inundo su selva con sus fluidos que traté de chupar como pude. Quedamos rendidas, la una sobre la otra. Cuando me incorporé, fui y la besé con mucha fuerza, mezclando mis jugos y nuestras salivas, para luego besar a papá que me devolvió el beso con lujuria.
Y así fue la primera vez, la primera vez que mi hermano Rafael me desvirgó mi coño, la primera vez que tragué semen de mi hermano Junior, la primera vez que papá me desvirgó el culo, la primera vez de un encuentro lésbico con mamá, la primera vez que me sentí mujer. Las segundas veces y otras, son motivos de otras historias.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!