Primos
La curiosidad y el morbo son buenos consejeros..
Teníamos entre cuatro y cinco años, muy pequeños para tal grado de perversión.
En la casa de la abuela siempre nos dormían juntos por ser los más pequeños de la familia; en lo personal no recuerdo a esa edad haber visto algo encaminado a lo sexual por parte de mis padres o hermanos es más ni siquiera de algún familiar. No se si era también el caso de mi primo quien a esa corta edad ya tenía mucha curiosidad sexual a la cual daba rienda suelta cuando nos dejaban solos en la habitación de la casa de nuestra abuela materna para supuestamente dormir.
Nos acostaban a veces mi mamá o en ocasiones mi tía, juntos en la misma cama. La primera vez que sucedió algo mi primo me abrazó por la espalda y yo lo tomé como un abrazo fraternal, pero mi pequeño primo no dejaba de besar suavemente mi nuca lo que me producía cosquillas y sensaciones raras en mi pequeño cuerpo.
En ese momento entró mi mamá y nos reprendió por no habernos dormido pero sin que pasara a más solo nos amenazó diciéndo que vendría el monstruo que se comía a los niños desobedientes. Nos cobijó bien y apagó la luz, así estuvimos un rato más mi primo y yo hasta que poco después se fue extinguiendo la luz de las demás habitaciones. Con la luz apagada él y yo platicábamos historias fantasiosas de niños pero yo seguí pensando en lo bien que sentí ese juego de la boca de mi primito en mi nuca, quise volver a sentirlo así que dije -hasta mañana, primo- y me volteé para provocar que él me volviera a abrazar ¡Funcionó! Él me abrazó y volvía a jugar con su boca en mi nuca solo que ahora se incorporó un poquito para decirme al oído que sí hacíamos ruido vendría mi mamá o la suya a reprendernos.
-¿Te gusta, primo?- sí, primo. Tomó la cobija y quedamos cubiertos completamente de pies a cabeza,
-volteate primo- dijo y quedamos cara a cara, yo no sabía lo que iba a pasar pero tampoco me resistí. Me abrazó ahora de frente y pegó mucho su rostro al mío, eso fue muy emocionante para mí, él me hablaba quedito para no hacer ruido y me preguntaba si había visto en la tele como se besaban las personas y a la vez con su boquita comenzó a besar mi cara, las mejillas, la frente, los ojos; yo también quedito le respondí que sí y por alguna razón a mi cabeza vinieron a los besos apasionados que se daban los protagonistas de las telenovelas que veían nuestras madres, solo que ahí siempre se besaban un hombre y una mujer. Ese pensamiento causó un raro calor en mi pequeño cuerpo y abracé fuerte a mi primo hacia mí, él pasó su boquita por mi cuello y todo mi cuerpo se erizó como nunca antes lo había hecho, seguíamos bajo la cobija y yo disfrutaba las travesuras de mi primo que no dejaban de erizar mi cuerpo y pensando en los besos de la tele busqué su boca para besarla así, solo que como niño lo hice bruscamente, él tomó mi cabeza entre sus manitas y pegó sus labios lentamente, cosa que sin duda me gustó mucho y con su pequeña lengua humedecía mis labios y me iba guiando para que yo lo hiciera igual sin brusquedad, tomamos un ritmo lento y rico y así bajo la cobija, sin hacer mucho ruido y estando atentos a los ruidos externos permanecimos abrazados besándonos por mucho tiempo. Sabíamos que estábamos haciendo algo incorrecto porque los niños no debían hacer ese tipo de cosas así que cuando se acabó nuestro primer gran beso prometimos no decirle a nadie lo que había sucedido y que sería nuestro gran secreto. Oímos que alguien se aproximaba y nos hicimos los dormidos, pudimos distinguir la voz de mi tía que comentaba a alguien más lo perdidos que estábamos en el sueño, la puerta de cerró y nos volvimos a encontrar de frente y con nuestras manitas levantadas en señal de promesa sellamos nuestro secreto, él me preguntó que si quería otro beso y yo respondí que sí pero le pedí que antes de besarnos nuevamente besara mi cuello y él dijo que sí pero que también yo besara el suyo, me pareció muy justo que mi primito sintiera igual de rico que yo así que nos cubrimos con la cobija y dimos rienda suelta a nuestros besos en cuello y boca, así iniciaba una gran aventura entre dos pequeños de escasamente cuatro o cinco años.
Continuará…
Me quedé muy excitado. Espero que no tarde mucho la segunda parte.