Priscila 8
El encuentro casual. .
Los encuentros con Priscila se habían vuelto como algo necesario, como una válvula de escape. Por un lado saciar mi deseo de ser pentrado y por otro el deseo acumulado por mi hija, especialmente si no había pasado nada en una semana o dos.
Después de la segunda ducha, acostados en la cama descansando, pero acariciandonos, Priscila me pregunta por mi hija.
– Cómo está tu hija? –
– Bien, tiene que hacer un trabajo para el colegio y necesita comprar algunas cosas. El sábado el la mañana vamos a ir al mall.
– Como se llama ella? –
– No te he dicho su nombre? – no quería involucrar a mi familia en una relación de este tipo.
– Se llama Liliana, pero le decimos Lily –
– Lily, me gusta su nombre. Y dices que se parece a mí? –
– No, en realidad tu te pareces a ella- dije sonriendo.
– Salvo por ésto – dije moviendo su miembro en mi mano.
– Te gusta? –
– Sabes que si, me gusta tenerlo en mi boca –
– A mi me encanta que me lo chupes – empujando su miembro contra mi cara. Lo metí en mi boca, comencé a chuparlo, lamerlo y saborearlo mientras ella acariciaba mi cabeza.
– Y a cual mall van a ir? –
– Vas a ir tu también? – pregunté sacando su miembro de mi boca.
– No sé qué tengo que hacer el sábado –
Le dije cual era el mall y seguí chupando, luego me subí y me senté en su miembro que me llegó a fondo con una agradable sensación.
– De verdad te gustaría conocerla? – dije moviéndome hacia adelante y hacia atrás. Me gustaba esta posición porque podía verla a los ojos mientras acariciaba sus pechos, que eran como los de mi hija, mientras su miembro entraba y salía de mi ano.
– Si, tengo muchas ganas de conocerla –
– Bueno, talvez nos encontremos en el mall –
– En realidad no sé si vaya –
Como era la tercera vez que me penetraba y ya había eyaculado 4 veces, no tenía ningún apuro. Por lo que seguimos cogiendo largo hasta que finalmente eyaculé sobre su estómago escasamente. Pero ella no acabó, me seguí moviendo y disfrutando su erección un rato más.
– Gracias, estuviste excelente, como siempre – le dije dándole un beso en la boca.
– Y tú también – besándome antes de bajarse del auto.
Me levante el sábado en la mañana y me metí a la ducha, mi ano no me dolía pero sentía un cosquilleo y me acordé de Priscila, comencé a masturbarme lentamente hasta alcanzar la erección total, metí un dedo por mi ano mientras me masturbaba.
– Papá que haces? – me sorprendió mi hija corriendo la cortina.
– Te estoy esperando, o quieres que me duche contigo? – dijo intentando meterse.
– No, que está la mamá – le dije asustado.
– Bueno, apúrate entonces –
Y me apuré, pero no pude acabar, terminé de ducharme y me sequé. Mientras me afeitaba entró mi hija, me abrazo por atrás y comenzó a masturbarme.
– Pero hija, que me voy a cortar – dije.
Dándome un beso el la espalda me soltó, se sacó la bata quedando desnuda y se metió a la ducha. Se parecen mucho las dos, pensé mirándola por el espejo.
Terminé de afeitarme y lavé y sequé mi cara. Se abrió la puerta del baño, era mi esposa.
– La niña está en la ducha? – preguntó.
– Si, ya debe estar por salir –
– Apúrense, el desayuno está listo y se les va a enfriar – dijo ella.
– Era mi mamá dijo mi hija corriendo la cortina y chorreando agua.
– Si, está listo el desayuno – dije en volviéndola en la toalla. Como la toalla le llegaba a la cintura, sus nalgas quedaron pegadas a mi pelvis y mi miembro entre ellas. Mis manos en sus pechos y sus manos sobre mis manos.
Le di un beso en el cuello y fui a vestirme a mi pieza.
– Ya papá, estas listo? –
– Si hija, ya voy – dije tomando los documentos y las llaves del auto.
Mi hija, como todas las mujeres, es muy exigente en sus gustos, ya habíamos recorrido dos veces el mall.
– Hola, como esta don Cristián ? –
Me volví sorprendido, era Priscila estirándome su mano y sonriendo.
– Hola, cómo estás ? – le respondí, realmente sorprendido.
– Bien gracias y usted? –
– Bien también. Ella es Lily, mi hija – le dije.
– Hija, ella es Priscila, es hija de un amigo.
– Hola – se saludaron con un beso en la mejilla y se fueron conversando.
Por detrás eran iguales, lindas piernas, lindo trasero, linda cintura, pequeñas y lindas espaldas. El pelo muy parecido salvo que el pelo de Priscila es de un castaño oscuro precioso, de color natural. El de mi hija es castaño claro, de color natural, se lo cuida y le compro todo lo que necesita.
Al final de pasillo estaba el patio de comida donde me senté en una mesa. Las dejé que siguieran recorriendo las tiendas. Después llegaron riendo, comimos algo y fuimos los tres al cine. En la tarde mi hija la invitó a la casa. Por suerte Priscila dijo que tenía que irse y nos despedimos con besos en las mejillas.
– Que te pareció Priscila? – le pregunté a mi hija.
– Me encantó, es muy simpática y divertida. Es un amor de chica, tiene unas manos suaves, anduvimos de la mano todo el día – dijo ella feliz acariciando mi pierna.
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