• Registrate
  • Entrar
ATENCION: Contenido para adultos (+18), si eres menor de edad abandona este sitio.
Sexo Sin Tabues 3.0
  • Inicio
  • Relatos Eróticos
    • Publicar un relato erótico
    • Últimos relatos
    • Categorías de relatos eróticos
    • Buscar relatos
    • Relatos mas leidos
    • Relatos mas votados
    • Relatos favoritos
    • Mis relatos
    • Cómo escribir un relato erótico
  • Publicar Relato
  • Menú Menú
1 estrella2 estrellas3 estrellas4 estrellas5 estrellas (8 votos)
Cargando...
Incestos en Familia, Orgias, Sexo con Madur@s

«Prostitución natural»

Un debate eterno sobre la naturaleza de la mujer y como es vista por los hombres, en el que también podéis participar vosotros..

A raíz de una discusión, en la que un hombre llamaba puta a su mujer, y a todas las mujeres, en general; lo que por otra parte, es una opinión que está muy extendida entre muchos hombres, a los que siempre les sale ese insulto fácil de llamar “puta” a una mujer por cualquier causa, aunque no tenga casi que ver con el sexo en sí.

Así que durante una conversación entre varias amigas, surgió el debate de si las mujeres éramos putas por naturaleza o por necesidad, y que casi desde niñas, ya vamos buscando a los hombres para conseguir todo lo que nos apetezca, desde una simple moneda a una mejor vida, comportándonos como auténticas prostitutas de una forma instintiva.

Unas decían que no, que eran los hombres los que nos obligaban a ese comportamiento o actitud, y otras, que si ellos buscaban eso en nosotras era porque nosotras les dejábamos, nos interesaba y se lo permitíamos, porque estaba en nuestra naturaleza ser así; que desde que tenemos uso de razón buscábamos ser acariciadas, admiradas, besadas y que nos dieran gusto con tal de ser el centro de atención, ser más queridas o deseadas, y todo ello hasta para conseguir cualquier cosa, como regalos, dinero y hasta un puesto de trabajo, si fuera necesario.

Yo expuse mi teoría de que desde que somos niñas tenemos esa tendencia natural de actuar como putas sin saberlo, de forma inconsciente, para conseguir lo que deseábamos de los hombres adultos o incluso de los demás niños, que es lo que yo llamo aquí “prostitución natural”, y que ya cuando somos mayores, seguíamos actuando así, aunque muchas no quisieran reconocerlo o no sean conscientes de ello.

Una amiga asentía y se mostraba de acuerdo con esa opinión, dejando una pregunta en el aire, ¿qué es el matrimonio, sino una forma de prostitución legal o aceptada?

Otra se escandalizaba ante esa insinuación, y nos decía:

—¡Oye! Yo no me siento ninguna puta por haberme casado con mi marido, y aparte de que trabaje o no, yo colaboro en este matrimonio haciendo todo eso que mi marido no hace, cada uno tiene sus responsabilidades y ocupaciones y nos complementamos entre nosotros, sin que ninguna tenga más valor que otras.

—Claro, podemos estar de acuerdo con eso, —decía la más madura, con una mayor experiencia en la vida—, pero tenemos que reconocer que si hay casos en los que las mujeres buscan un buen partido para que las mantengan y vivir lo mejor posible. ¿A esas cómo las llamamos?

—Siempre ha habido busconas y las listillas de turno, pero eso no nos incluye a todas las demás.

—Pero aparte de eso, ¿qué armas utilizamos para seducir a un hombre? Nos ponemos bellas, con vestidos ajustados, enseñando carne. Buscamos satisfacer esas fantasías que el hombre pueda tener, que desee estar con nosotras más que con cualquier otra, y para ello, tenemos que comportarnos como putas, a veces, vendiendo el género, podríamos decir.

—Es cierto, casi todas, inconscientemente quizás, hacemos eso. Forma parte de nuestro instinto femenino y supongo que no lo podemos evitar, aunque siempre haya excepciones, como en todo.

—¿Y de quién aprendemos todo eso? De nuestras madres. Supongo que a todas os habrán dado consejos sobre como comportaros con vuestros maridos. Mi madre siempre me decía que si mi marido me negaba algo que yo quisiera, que esa noche cerrara las piernas y que le dejara sin sexo, y que si continuaba negándomelo, siguiera haciéndolo todas las noches, hasta que él cediera. Que ella hacía eso con mi padre y le daba muy buenos resultados.

—Jaja, menudo consejo. De esa forma, tú también te quedabas sin su polla —le replicaban.

—Bueno, pero nosotras aguantamos más sin sexo que ellos —decía la otra, para justificar esa opción.

—No todas, que hay cada una…..

Después, se siguió hablando sobre si las mujeres, cuando somos madres, inculcábamos esa educación igualmente a nuestras hijas y las incitábamos a esa prostitución, y se especificaba, las madres, y no padres, porque éramos nosotras las que teníamos más consciencia de ello, precisamente por haber pasado esas situaciones que pueden darse, en nuestras vidas, dando lugar a nuevas opiniones:

—Cualquier mujer sabe que, si se pone guapa, es más fácil que consiga sus objetivos y esa experiencia se la traslada a sus hijas, a través de la educación que se les da, consejos sobre su comportamiento y forma de relacionarse con el género masculino en general.

—Cuando una madre le dice a su hija que no se deje tocar la rajita, es porque le está dando un valor a eso, ya que, al negarse la niña a ello, en realidad está provocando que el hombre le ofrezca algo material para que se deje tocar, convirtiéndose a partir de ese momento en una negociación sobre el valor que la niña le va a dar a su vagina y el uso que hagan de ella.

—Eso es, lo aprendemos desde niñas, cuando nos damos cuenta de nuestro valor, de cuanto nos desean los demás, y está en nuestra voluntad el entregarnos más fácilmente o no, según nuestros intereses también, y por qué no decirlo, de nuestra inteligencia para saber cuando darlo y a quién.

—Bueno, cuando somos niñas no tenemos tanto ese poder, porque pueden tocarnos igual, sin darnos nada a cambio.

—Sí, pero creo que los hombres siempre prefieren hacerlo con nuestro consentimiento. Tu padre puede empezar a tocarte cuando quiera, pero si te da algo a cambio, siempre será mejor y te dejarás con más gusto.

—Cierto, creo que de eso sabemos todas sabíamos sacarnos algo cuando empezaban a sobarnos y se les ponía la polla dura.

—Ese es el mayor aprendizaje que después de mayores, vamos a aplicar con nuestros maridos, digáis lo que digáis….

Siguió el debate y otra de las amigas, que estaba casada con un empresario, nos decía:

—Vamos a ver. Si es que todas lo hacemos, es lo que nos decía Marta. Actuamos como putas con nuestros maridos. No me digáis que vosotras cuando queréis conseguir algo de ellos, que os compre algún capricho, que os lleve a algún sitio o para convencerle de cualquier cosa, no os abrís de piernas para que os la meta y así es más fácil que nos den lo que queremos.

—Tampoco tiene por qué ser así. Eso es comprar el concepto machista que tienen sobre nosotras. ¿Qué pasa? ¿Qué a nosotras no nos gusta follar? ¿Qué solo lo hacemos por complacerles y para pagarles unas supuestas atenciones que tienen con nosotras?

—Pues muchas veces es así, aunque nos duela reconocerlo. Claro que nos gusta follar, incluso, a veces, más que a ellos, pero también utilizamos el sexo como un arma femenina para conseguir lo que queremos.

El ambiente se siguió calentando y ya fueron entrando en temas más íntimos y delicados:

—Es verdad, eso lo hacemos todas. Pero aparte de para conseguir algo como esposas, figúrate si somos putas hasta como madres. ¿Qué me decís de esas que hasta les enseñan el coño a sus propios hijos cuando se lo piden o se ponen pesados y les hacen una paja para calmarlos cuando están en esas edades que les vuelven locos las hormonas?

—¡Bueno, bueno….!, yo creo que algunas, algo más que una paja, jaja —contestó otra, como demostración de que esa conversación estaba estimulando nuestro morbo.

—Es que las que tenemos hijos, sabemos que eso nos calienta también a nosotras —continuaba otra diciendo.

—Yo creo que todo este comportamiento lo aprendimos ya desde niñas cuando veíamos que si nos dejábamos acariciar, dar besitos o dejar que nos bajaran las bragas, ellos siempre nos daban algo en compensación. Seguro que todas os aprovechasteis de que vuestro papá o los demás hombres andaban detrás de vosotras y utilizabais eso para conseguir lo que queríais.

—¡Buufff! La mayoría; otra cosa es que queramos contar esas cosas, sobre todo, porque muchas ni nos acordaremos ya de eso, jaja. Pero la que quiera contar, que cuente, jeje….

—Seguro que alguna se acuerda. Todas tenemos nuestras anécdotas, y estamos en confianza, Ahora, después de tantos años, que más da ya.

Y así fueron exponiéndose varios casos que demostraban eso.

Una amiga nos comentó que cuando era pequeña, iba con sus padres a visitar a sus tíos, que tenían otra hija de su edad. Y que a su prima siempre la veía sentada encima de su padre dejándose acariciar, darse besitos y de todo, y que luego le daba dinero para irse a comprar cualquier cosa.

Entonces ella misma quiso que su tío le diera dinero también a ella y un día, cuando estaba sentada en el sofá de su casa con un vestido, dejó las piernas abiertas, enseñándole a su tío las braguitas que llevaba y como él no dejaba de mirarla, ella abría todavía más las piernas, porque sentía una excitación especial al hacer eso y que su tío la mirara.

Decía que ella no sabe por qué lo hizo, pero empezó a tocarse la vagina por encima de las bragas y su tío se ponía más nervioso todavía, como con miedo de que los demás lo notaran y le dijeran algo a ella o a él. Después, se pusieron a ver un programa de televisión, y su tío se sentó a su lado y le dijo que se pusiera encima de él para dejar más sitio a los demás para ver la tele.

Habían apagado la luz para ver mejor la televisión y aprovechando esa oscuridad, su tío metió la mano debajo de su vestido y empezó a acariciarle los muslos hasta llegar más arriba, a su vagina, por lo que ella protestó un poco y él le dijo al oído:

—Déjate un poco, que luego te doy una propina.

Entonces ella se dejó tocar y que le metiera los dedos por debajo de las bragas, pasándolos por su vagina, así que acabó mojándose toda con tanto toqueteo y se tuvo que ir al baño porque la daban muchas ganas de mear. Allí vio en el espejo que tenía toda la cara sonrojada al igual que su vagina, toda enrojecida, más que cuando se la tocaba ella para darse gusto. De pronto, entró su tío en el baño y ella se asustó un poco, porque vio en él unos ojos de deseo que no había visto antes, y él le dijo:

—Si me dejas darte besitos en tu vaginita y lamértela, te doy este billete, pero tienes que esconderlo, para que no te lo vea tú mamá.

Nos contó que ella dudó un poco, pero acabó aceptando, y su tío la sentó encima del lavabo con las piernas abiertas y se puso a lamerla pasando su lengua por toda su rajita y metiéndosela dentro, lo que la hizo gemir mucho hasta que acabó corriéndose en la boca de él, que lamió todo su flujo entusiasmado.

Su tío salió rápidamente del baño y allí la dejó medio mareada por el placer que había tenido, preguntándose si a su hija le haría lo mismo que a ella y por eso la veía siempre con dinero para comprarse cosas.

Al salir del baño, la vio su madre y le preguntó si le pasaba algo, porque la notaba un poco nerviosa, pero ella intentó disimular lo que pudo, y le dijo que no, guardando el dinero para que no se lo viera su madre.

Y siguió diciéndonos que esto mismo se repitió varias veces más, en cuanto su tío conseguía verla a solas, siempre se lo proponía y ella no podía negarse, por un lado por el dinero que conseguía y por otro, por el placer que la daba su tío cuando le hacía esas cosas.

Las demás reconocimos que cosas parecidas nos habían pasado a todas en alguna ocasión, con familiares, vecinos, amigos…., y una de las amigas hasta nos confesó que durante su adolescencia, como sus padres no le daban mucho dinero para salir, una amiga mayor la llevaba a una casa para tener sexo con hombres mayores que le daban mucho dinero por follarla y que cuando su madre le vio todo ese dinero en casa, le preguntó que de donde lo había sacado y como ella no respondía, le dijo:

—Seguro que andas zorreando por ahí con hombres, ¿a qué si? Mira, hija, eres muy jovencita para hacer eso. Ya sé que nosotros no podemos darte tanto dinero como les dan sus padres a tus amigas, pero como se entere tu padre de lo que haces, te mata.

Entonces, ella le dijo a su madre:

—Pues él fue el primero que empezó a meterme mano y me daba más dinero a escondidas, así que no sé qué tienes que decir.

—¿Qué te crees, que no lo sabía? Además veía como tú le buscabas y te dejabas sobar siempre para sacarle algo.

—Y tú lo consentías, así que ahora no me digas nada, después de que dejaste que me metiera el vicio.

—Ya lo sé, al final va a ser culpa mía, pero ten cuidado con quién andas, porque todo eso es muy vicioso y luego acabas acostumbrándote y de mayor te va a costar trabajo estar sólo con tu marido, cuando te cases.

—¿A ti también te pasó, no, mamá?

—Hija, yo creo que a todas, por eso quiero avisarte con los hombres para que no te dejes engañar; si quieren tu coño, que paguen.

—Eso ya lo sé. No soy tonta.

—Pero lo que no sabes es que yo dejaba a tu padre que se calentara contigo, para que luego me follara a mí y se le quitaran las ganas de hacértelo a ti.

—Pues me parece que no estuviste muy atenta, porque acabó follándome a mí también y por eso empecé a ir con hombres mayores, que por lo menos me daban dinero.

—En realidad me lo suponía, pero no podía estar todo el día pendiente de ti. Además si te folló fue porque tú también querías y ahí poco puedo hacer yo.

Con esta historia, acabó diciéndonos, que por mucho que vigilemos las madres para proteger a nuestras hijas, ellas siempre se las arreglan para sacarse las ganas, porque es algo instintivo.

Otra amiga nos dijo que ella estaba preocupada, porque le estaba llamando la atención que a veces veía a su hija de 10 años con dinero, que no sabía de donde lo sacaba, pero que ella no decía nada, o decía que se lo había dado su abuelo o su tío, y que le daba miedo sospechar esas cosas que contábamos, por lo que ante eso, le contestaron:

—Pues no seas ingenua, porque a todos se les va la mano, sean quien sean y para tener contenta a la nena, o que no lo cuente, le estarán dando algo seguro.

—No, ingenua no soy, porque sé que la mayor en el cole, alguna vez se ha dejado sobar por algún profesor para que le aprobara algún examen o le subiera la nota.

—Jaja, yo creo que algo más que sobar, porque sé de alguna que se deja hacer de todo.

—Sí, de eso también hay, siempre ha existido y lo habrá. Mi hija alguna vez me contó que hay algún profesor muy tocón y que llama a las niñas allí con él, para enseñarles cualquier cosa y que les toca todo.

—¿Y tú que la dices a tú hija?

—¿Pues que la voy a decir? Que se deje tocar un poco si eso la vale para sacar mejores notas.

—Ves como todas hacemos igual.

—¡Oye!, es que a los niños les pasa igual. Que también hay alguno al que le gustan los niños y les meten mano a base de bien —nos dijo otra.

—Bueno, pero eso es distinto, a ellos también les gusta que se la pongan durita y de eso no hay tantos casos. Además, siempre son ellos los que van detrás de las niñas para tocarlas y no las niñas detrás de ellos para tocarles el pito.

Yo después, conté el caso que me había pasado a mí:

Una tarde de esas que me las pasaba con mi hija en el parque, y con alguna amiga, estaba con Sonia, sentadas en un banco hablando de nuestras cosas mientras nuestras hijas jugaban e iban de allá para acá, y llegó la hija de Sonia, que es dos años menor que la mía, con unas monedas en la mano diciéndole a su madre:

—Mira, mamá, voy al kiosko a comprar.

—¿Quién te ha dado ese dinero?

—Un señor.

—¡Ah! ¿Sí? ¿Y eso por qué? A ver, dime la verdad, ¿qué te ha hecho?

—Sólo me puso la mano aquí y me tocó la rajita.

Mi amiga quiso darle naturalidad a eso, y le dijo:

—¡Ah!, bueno, ya me parecía a mí ¿Y te ha gustado?

—Sí.

—Anda, mírala a ella, como le gusta ya que le metan el dedo —le dije yo, sorprendida.

—Bueno, ten cuidado. Si te hacen daño me avisas —le advirtió Sonia a su hija.

—Vale mamá.

Y la niña se fue corriendo al Kiosko toda contenta, mientras yo le decía a mi amiga:

—Pero ¿como le dices eso? ¿Te parece bien que la toqueteen para que la den dinero?

—Mira, al final lo van a hacer igual, y por lo menos, que aprenda a sacarse algo de ello. No puedo estar todo el día controlando lo que hace o lo que le hacen.

—Bueno, puede que tengas razón, pero ya me gustaría haber tenido esa tranquilidad que tienes con ella, cuando la mía era más pequeña. Yo siempre tenía esos miedos de que le pasara algo malo, o le hicieran cosas que no le gustaran.

—Pues la mía tan contenta. Yo creo que cuando ve a alguno de estos, se va con él para provocarle y que le hagan algo.

—¡Que crías estas!. Ahora el del Kiosko la sobeteará bien otra vez, si está solo con ella.

—Vaya que sí, a veces me viene llena de golosinas, que no sé de donde las saca, porque no lleva dinero.

—Pues puedes imaginártelo.

—Si, ya veo. Me parece que tenemos que empezar a asumir que ya empiezan a buscar a nuestras nenas, y ellas empiezan a darse cuenta también de esas cosas.

—Así es. Ya van varias veces que se lo hicieron y le dan dinero, como hoy.

—También le pasaba a la mía, como te digo. Me venía con el dinero en la mano toda contenta y al principio me asustaba un poco por lo que pudiera pasar, pero como veía que lo hacían todas, me quedaba más tranquila.

—Ahora a la tuya le darán más, porque es más mayorcita y hará más cosas —me dijo esta amiga.

—Sí, ya ha empezado a chupar y por eso le dan más, y ya va teniendo para sus gastos.

—Qué suerte amiga, a ver la mía cuando empieza a traerme más dinero a casa, jaja.

—Enseguida, no te preocupes, pronto van a querer metérsela y eso lo pagan bien.

—¡Ay!, no sé, me da un poco de miedo, es una niña todavía —decía Sonia, a pesar de su aparente apertura de mente, porque una madre siempre es una madre..

—Tú tranquila, que en casa su padre seguro que se lo hace el primero y luego ya le entrarán más fácil.

—Pues sí, no te creas, que a veces les veo que cogen unas calenturas, que no sé como van a acabar. A mi marido se le pone bien dura y la cría se da cuenta, claro, y se muere de risa.

—Hay que ver, como están las cosas ahora. Cuando nosotras éramos niñas, no había tanto de esto como ahora.

—Sí que había, lo malo es que muchas veces nos lo hacían igual y no nos daban nada.

—Tienes razón, pero es que la situación económica estaba peor y la gente era más burra también.

—Si, jaja, a veces a mí me pillaban en el camino entre dos y después de hacérmelo, allí me dejaban, sin preocuparse más de mí.

—Claro, pasaba mucho eso y en casa no podías decir nada porque te pasaba igual y te decían que te aguantaras, jaja.

—Lo que me parece mal es que ahora vienen muchas rumanas gitanas con sus hijas al parque y son muy descaradas buscando eso. Ellas mismas se las ofrecen a los señores mayores para sacarles el dinero.

—Sí, es verdad, ahora las veo mucho por aquí, pero las pobres es la forma que tienen de sacarse algo.

—Además son muy viciosas, en casa acostumbran a las nenas a hacer de todo y son menos inocentes que las nuestras con menos edad, y los hombres las prefieren, claro.

—Bueno, no podemos hacer nada, ya sé que son así, incluso las madres se ofrecen también en compañía de las hijas y eso es muy morboso para ellos. Al fin y al cabo son putas, como nuestras hijas.

—Mujer, no las llames así.

—Pero es la verdad, nuestras hijas se dejan tocar por dinero. ¿Cómo llamas tú a eso?

¿Y vosotros qué opináis?

37 Lecturas/25 octubre, 2025/0 Comentarios/por Veronicca
Etiquetas: amigos, hija, madre, madura, mayor, mayores, padre, sexo
Compartir esta entrada
  • Compartir en Facebook
  • Compartir en X
  • Share on X
  • Compartir en WhatsApp
  • Compartir por correo
Quizás te interese
Todo es oscuro: El estupro… agasajos prohibidos
Mi Amigo el Gordito
Barquito 2
mi primo mayor me desvirgo
La infección de mi hija y la visita obligada al ginecólogo
Emilia y su lección a papá
0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.

Buscar Relatos

Search Search

Categorías

  • Bisexual (1.274)
  • Dominación Hombres (3.805)
  • Dominación Mujeres (2.844)
  • Fantasías / Parodias (3.064)
  • Fetichismo (2.536)
  • Gays (21.542)
  • Heterosexual (7.819)
  • Incestos en Familia (17.539)
  • Infidelidad (4.330)
  • Intercambios / Trios (3.008)
  • Lesbiana (1.119)
  • Masturbacion Femenina (885)
  • Masturbacion Masculina (1.755)
  • Orgias (1.928)
  • Sado Bondage Hombre (433)
  • Sado Bondage Mujer (170)
  • Sexo con Madur@s (4.037)
  • Sexo Virtual (249)
  • Travestis / Transexuales (2.354)
  • Voyeur / Exhibicionismo (2.381)
  • Zoofilia Hombre (2.150)
  • Zoofilia Mujer (1.646)
© Copyright - Sexo Sin Tabues 3.0
  • Aviso Legal
  • Política de privacidad
  • Normas de la Comunidad
  • Contáctanos
Desplazarse hacia arriba Desplazarse hacia arriba Desplazarse hacia arriba