QUE RICO Y AJUSTADO ES EL CULO DE MAMA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Recuerdo que en una ocasión cuando tenía 15 años, llegué a casa del colegio temprano y me crucé con un muchacho como de 23 años, ella se sintió sorprendida por mi llegada y yo más ya que estaba usando un bata que cuando empezó a caminar dejó ver unas medias negras y un ligero, sospeché que había pasado algo, pero no quise dar más vueltas al asunto.
En la semana que siguió se produjo una discusión entre mis padres como siempre, pero esta vez él la golpeó mientras le decía que era una puta que no podía estar sin probar una pinga. En medio del griterío ella le decía que buscaba lo que él no podía darle. Me tapé los oídos para no seguir escuchando. Esa discusión fue la última que presencié ya que él se iría de la casa.
Mi madre empezó a trabajar como secretaria y conjuntamente con la pensión de mi padre teníamos lo necesario para vivir. En el trabajo ella conocería a quien sería su mejor amiga con quien acostumbraban salir mucho. El mes siguiente nos mudamos e instalamos en un nuevo departamento de eso ha pasado varios años y nuevamente hace 2 meses nos volvimos a mudar.
Yo he tratado de mantenerme al margen de su vida personal, pero cada vez que se arregla para salir no puedo evitar sentir celos por como viste y más aún cuando regresa casi siempre ebria generalmente por la madrugada, acompañada por su mejor amiga del trabajo.
En los últimos meses cuando paso por su habitación la sorprendo aún vestida y dormida boca abajo con la falda levantada o algunas veces la he descubierto tan solo con un pequeño calzoncito que hace imposible no mirarla y apreciar el espectacular culo que se maneja, es imposible no masturbarme pensando en quien y como haya disfrutado de ese cuerpo.
Aquella noche había quedado en reunirme con los muchachos para salir, eran como las 7pm. Aún faltaba una hora para el encuentro cuando mamá me pidió que le comprara un desinflamarte de la farmacia. Regresaba a casa y entrando al edificio vi a uno de nuestros vecinos sentado en la entrada posterior, conversaba por celular con alguien, desde su posición él no podía verme y no sé por qué me interesó escuchar lo que decía.
-Si te digo que fue súper arre chante verle el calzón cuando subía las escaleras. Parece que lo hace a propósito, pero con esa falda tan corta es imposible no verle todo.
-Sabes creo que le falta un poco de pinga y te aseguro que me la cacho y se lo meto por el culo, que suerte tiene ese huevón si yo tuviera una madre así me la hubiese tirado mientras duerme.
Me quedé alado, que estaba pasando, recordé rápidamente que mamá siempre está usando faldas y vestidos sensuales muy cortos. Incluso yo le había podido ver el triángulo cuando se sentaba o la tanga entre las nalgas cuando de agachaba, pero me preguntaba si ella estaba provocando a Augusto. Mientras llegaba a nuestro piso muchas ideas pasaron por mi mente. Me propuse saber que estaba pasando con mamá, ver si todo era mi imaginación y la arrechura de nuestro vecino o había algo más.
-Encontraste las pastillas y la crema. -Dijo mi madre cuando entré.
-Si, lo que pasó fue que la farmacia estaba llena, por eso demoré.
-Bueno me ducharé quedé en salir con Hermelinda, me avisas si llega cuando esté aún en la ducha.
-Bien le dije.
Me era difícil quitarme de la cabeza la idea que tal vez ella estaba deseosa de sexo y de que no podía vivir sin él. De solo pensarlo se me puso muy duro mi miembro, podía incluso sentir los latidos de mi corazón. Escuché el agua de la ducha cuando sentí la curiosidad de espiarla, antes nunca lo había sentido tanta excitación, pero ahora era diferente me sentía raro.
Estaba acercándome a la puerta del baño cuando, casi me quedo sin respiración era el timbre. Hermelinda pensé.
-Es Hermelinda ábrele la puerta por favor, gritó mi madre desde la ducha.
-Ya, dijeAl abrir la puerta me encontré con tía Hermelinda como le decía desde hace años.
-Hola Jorge -Pasa tíaAl pasar mis ojos se clavaron en el pantalón a la cadera que ajustaba el trasero de esta mujer que dejaba ver fácilmente el calzón color negro.
-Le avisaré que llegaste, dije.
Aproveché para huir hacia mi habitación para hacerme una paja. Apenas llegué a mi cuarto cerré la puerta y sin poder detenerme saqué mi pinga y comencé a sobarla con movimientos rápidos mientras a mi mente venían imágenes de mi madre subiendo las escaleras y agachándole dejando ver su calzón. No pude más y el chorro de semen salió disparado una y otra vez mientras que mi pinga seguía roja y dura.
-¿Jorge estas ocupado? -Llamó mi madre -No, ya salgo, -dije.
Me arreglé y limpié los rastros del piso. Me disponía a salir cuando escuché una risa del Hermelinda que se encontraba en el cuarto de mamá mientras ésta se cambiaba. Decidí pegarme a la puerta y escuchar.
– Eres una terrible, pobre… Como dices que se llama.
-Mujer te dije que se llama Augusto y te digo que estoy segura que lo tiene bien grande. No sabes como se puso, lo vi de reojo mientras él tenía los ojos clavados en mi culo por el espectáculo que le di al agacharme.
– Por eso digo que eres terrible.
Al sentir que salía de la habitación, corrí a esconderme.
-Hijo ya nos vamos, -llamó mi madre.
Salí a su encuentro.
-Sabes regresaré un poco tarde creo que como a las 2 de la madrugada iremos a visitar a una vieja amiga que está de visita por la ciudad, no te preocupes.
-Está bien. -Le dijeAl salir de mi cuarto mis ojos se fijaron en la ropa que se había puesto -No podía creer de tan solo verla mi pinga estaba poniéndose dura de nuevo.
La falda que usaba ajustaba a su trasero y estaba como a 20 cms. por encima de la rodilla, y para mi asombro vi que tenía puesto un pequeño calzón cuyo triángulo se dibujaba completamente en su soberbio culo. Después de escuchar y ver a mi madre me sentí muy confundido y con una excitación como nunca antes. Realmente había muchas cosas raras y si no fuera por la conversación que escuché no lo hubiese prestado mucha atención. Me encontraba ahora deseando a mamá como un objeto sexual y con curiosidad morbosa de saber que hacía para calmar sus necesidades sexuales. Después de calmarme salí al encuentro de mis amigos. Decidimos ir a una fiesta cercana, pero no había ambiente así que Alberto un compañero de universidad y yo decidimos regresar.
En el camino le hago una pregunta a Alberto.
-Quería preguntarte algo muy delicado y si no te tendría confianza no lo haría.
-Adelante, me dijo.
-Bien, es sobre mi madre.
Sentí que se ponía incómodo y su cara se puso roja.
-Por favor no fue mi intención, pero no pude evitarlo, ella estaba tan…
-De qué hablas -le dije.
-No de nada –balbuceó.
-No, tú me dices de qué estabas hablando.
– Sabes solo te pido perdón por…
No entendía bien, pero había algo que sin querer me iba a enterar.
-Habla ya. -Le ordené…
-Disculpa, no debí… -¡Qué…! Habla Ya, ¡qué pasó!Yo estaba muy colérico y excitado. Me preguntaba que podía haber pasado con uno de mis amigos y mi madre.
-Sabes aquel día me encontré con ella en el consultorio del dentista, la saludé y me senté a esperar mi turno fue cuando ella… Bueno, cruzó las piernas y no pude no verle las piernas y… podía ver el… calzón que llevaba.
-Disculpa, pero me excité y… desee a tu… madre.
-Que pasó habla –ordené, estaba a punto de golpear a Alberto.
-Fue la semana pasada cuando fui a tu casa y no te encontré, ella me hizo pasar y al darse vuelta no pude evitarlo y le di una palmada en su culo.
-Miserable, eres un… -Solo disculpa… No sé cómo pude hacerlo.
-Pasó algo más –pregunté con celos y furia.
-No, para nada, ella sólo me dijo que debería aprender a controlar mis impulsos y se rió de lo ocurrido.
-Vete al
demonio –dije, lo dejé hablando y me alejé de él, caminé solo pensando que estaba pasando con ella, sería que le gustaba ser así tan, tan…puta.
Entré al departamento y decidí investigar, fui hacia su habitación y empecé a buscar entre sus cosas para ver si había algo. Cuál no sería mi sorpresa al encontrar escondidas lencería y faldas súper sexys y muchas de ella nunca las había visto puestas, que de solo imaginar como se le verían me volví a pajear muerto de celos de imaginar para quien se podría estar vistiendo así y sobre todo quien gozaría del culazo que tenía. Me duché para tranquilizarme y recosté, me había quedado dormido, pero de cuando en cuando un sobresalto me despertaba creyendo escucharla llegar. Eran cerca de las 3 de la madrugada cuando me acerco a la ventana y ver si regresaba, fue cuando vi estacionar un taxi en la puerta del edificio y al abrirse la puerta ella bajó, caminaba con dificultad por el alcohol que seguramente había consumido.
Deseaba verla en que facha llegaba por lo que me acomodé en el sofá de la sala a esperarla llegar. Grande fue mi sorpresa cuando pasaron dos, tres, diez, quince minutos y aún no entraba al departamento. Tanto demora en subir cinco pisos me pregunté molesto. Fue cuando me vino a la mente la idea, estaba yo casi seguro donde podría estar. No puedes ser tan puta –me dije y salí del departamento a buscarla. Al llegar al tercer piso y ya frente a la puerta de Augusto no podía creer lo que escuchaba, era la voz de mamá, pero casi no reconocía su voz en medio de gemidos.
-Ahhh… me estás partiendo en dos, no puedo aaahh… no puedo.
Me pegué a la puerta para escuchar, definitivamente era Augusto que se estaba tirando a mamá. En un acto reflejo saqué mi pinga y me comencé a pajear mientras seguí escuchando.
-Que rico… Sigue así, sigue. Es, es… Muy grande… me voy a desmayar…que placer, ayyyy… -Ahora te lo meteré por el culo –amenazó él.
-No por ahí no, déjame – respondió ella.
-Me vengo puta, que rico… -dijo Augusto y se hizo silencio.
-Eres un hijo de puta, aprovechaste que estoy borracha -El único hijo de puta está arriba durmiendo sin saber que su puta madre es una arrecha, que siempre está buscando pinga, pero después de la mía de seguro no sentirás nada igual.
-Cállate, me largo ahora –sentí sus pasos hacia la puerta.
Corrí aún con la pinga fuera del pantalón para que no me encuentre y ya en la sala del departamento me senté tratando de guardar de la vista mi pinga aún dura, por tanta excitación. En unos minutos ella entró y al prender la luz me vio.
-Hijo –dijo con la voz temblorosa de la sorpresa.
-Me esperas hace mucho, te dije que no lo hicieras. Tenía el cabello desarreglado y la blusa mostraba la falta de algunos botones.
-¿Que te pasó? ¿Por qué estas así? –le pregunté.
-Tú sabes tomé mucho, eso es todo –dijo esto mientras se acercaba para sentarse a mi lado.
-Te vi salir del departamento de Augusto –le dije -Me dices que hacías ahí.
-Hijo tranquilo yo puedo explicarte, no quería que te enteraras de algo horrible que me pasó –y comenzó a sollozar.
-Hijito Augusto me… –y rompió a llorar.
Se acerca a mí y me percató que está bastante ebria y me dice mientras me abraza…
-Tú eres el hombre de la casa, por eso te quiero –decía mientras seguía llorando.
Por su estado no prestaba atención a la falda que se le había subido demasiado sobre sus muslos dejando expuesta a la vista su entrepierna, ella abrió más las piernas y se agarró el chocho sobre el pequeño calzón con un gesto de dolor.
-¿Qué pasó? – le pregunto, temblando de la excitación.
-Hijito ese animal, se atrevió… Yo no quería, no me escuchó – Me dice sollozando.
-Habla ya no te entiendo… insisto yo sabiendo muy bien que está mintiendo, que la escuché pedir más, que puta pienso.
Me enseña su entrepierna subiéndose más aún la falda hasta la cintura, mis ojos buscan su entrepierna.
-Aquí hijito mira como me dejó… ese animal me forzó a estar con él –solloza.
-Me duele hijo, me duele –se vuelve a abrazar de mí.
-¿Te duele aquí? –le pregunto cuando dirijo mis dedos temblorosos y hag
o contacto con la tela de su ropa interior a la altura de los labios vaginales.
-Hijito se que tú no te habrías aprovechado de una mujer en mi estado –me dice.
-Pero ¿cómo pasó? –pregunto en tono autoritario.
Ella ante mi asombro se pone de pie y busca con sus manos el diminuto calzoncito y se lo saca ante mi asombro dejándome ver los pocos vellos que cubren su chocho.
-Fíjate como está, cuánto me ha habrá lastimado ese animal, mírame tú no podría confiar en nadie más –dijo.
Estaba nuevamente sentada y con las piernas abiertas.
-Dirijo mi mirada a la entrada de su vagina que es ahora un orificio dilatado y muy rojizo.
-¿Cómo esta? Me duele -pregunta ella -No lo se, se ve que está abierta.
Ese animal me violó, me dice mientras me abraza pegando su cuerpo, yo también la abrazo y deslizo mis manos hacia su culo donde mis dedos tocando su piel empiezan a acariciarlo cada vez con mayor fuera.
En medio de todo y con esta mezcla de sentimientos estoy a mil por hora, estoy haciendo un esfuerzo por no poseerla y mi pinga ha salido ya por la abertura del pantalón de pijama. Cuéntame qué pasó –le grito muerto de celos mientras la separo para poder hablar.
-Hijo no quiero que pienses que yo lo provoqué, ese animal me dijo que yo estaba buscando que me cojan por estar vistiendo así.
-¿Tú no crees eso verdad? -Cuéntame cómo pasó – le ordeno -¿Cómo lo hizo? –habla ya -Pero ¿no pensarás que yo fui la que lo provocó hijo verdad? -no, yo creo en ti, pero cuéntame –le digo mostrando firmeza.
En ese momento quería saber todo, tenía un deseo morboso por saber lo que diría ella.
-Regresé de la reunión en un taxi y en la puerta del edificio me encontré con Augusto que también regresaba de algún sitio, él se ofreció a ayudarme a subir las escaleras y yo acepte.
-Debí sospechar que cuando me abrazó para ayudarme a subir sentía como su mano rozaba mi culo, en ese momento no pensé en nada malo. Que tonta fui. –dijo.
-Cuando llegamos al tercer piso donde él vive me dice que sería mejor que pasara para que él me ofrezca alguna sal que me ayudaría a pasar la borrachera, acepté. –dijo mamá.
-En su departamento me invitó a sentarme y ahí empezó… que vergüenza –dijo.
-Que buen culo tienes seguro que te gustaría que te lo rompa, me dijo sin ningún respeto hijo.
-Yo le dije –insolente, tendrías que ser muy hombre para hacerme sentir mujer.
-¿Y qué pasó? –pregunté.
-El muy conchudo no me respondió solo se sacó su cosa y… -¿Qué pasó luego? –pregunté.
-hijo me asusté, nunca había visto una cosa tan grande, él se acercó y me comenzó a manosear y…me subió la falda.
-¿Tú qué hiciste? –pregunté.
-No podía reaccionar no sé qué me habría hecho ese perro, solo recuerdo que sus manos me tocaban todo mi cuerpo yo luchaba y le pedía que me deje salir sino le amenazaba con gritar.
-En su departamento que más pasó –habla le insistí.
-Hijito yo no quería nada, solo quería que me deje salir y me dijo que saldría solo con una condición.
-¿Qué condición, qué quería de ti? –pregunté.
-Me dijo que solo saldría si le agarraba su cosa, agarró mi mano y la llevó a su cosa, me obligó a tocarlo, yo lo hice para así salir de una vez.
-El me dijo que seguro nunca había tenido algo así dentro.
-hijito mío yo no quería nada de verdad, él seguro me dio algo porque no pude evitar que me diera vuelta y apoyara en la pared, yo estaba con la falda levantada y… el puso mi calzón a un lado y… -¿Qué más? Termina de una vez – le grité.
-Hijito yo le pedía por favor que no lo hiciera, que no me lo metiera que me haría doler mucho por el tamaño de su cosota, pero no escuchaba mi súplica y me lo introdujo, sentí que me partía en dos, no dejaba de meterlo y sacarlo.
-Hijo me ha dolido mucho, ese animal no me escuchaba que le suplicaba que no me abriera así, que me dejaría abierta para siempre.
No pude más estaba a punto de explotar de escuchar su confesión, yo sabía muy bien que ella se lo había buscado. Me puse de pie y parece que ella no tomó conciencia de mi estado ya q
ue mi pinga afuera de mi pantalón de pijama le apuntaba directamente a su cara. Empecé a masturbarme delante de ella mientras le pedía que siguiera contando todo lo que pasó. Ella pareció no prestar atención al hecho de que me estaba masturbando delante de su propia cara.
-Hijito responde ¿cómo está, de seguro me dejó abierta? -No puede más y dirigí mis dedos hacia su concha sin ninguna resistencia por su parte, entonces la palpé para luego introducir uno, luego dos, tres y los cuatro dedos.
-me duele con cuidado –se quejó.
No pude más y tomando sus dos piernas las coloqué en mis hombros pegando así mi pelvis a su culo cosa que dirigí mi pinga que estaba para estallar a la entrada de su concha.
Estaba poseído y ella se dio cuenta que su hijo estaba a punto de penetrarla.
-Sabes putita la mejor forma de saber cómo está tu concha es probarla –le dije poseído por la lujuria.
-No, noooo hijito noooo, tú no… no me la metas tú también, no por favor, no me metas tu cositaYo introduje sin dificultad alguna toda mi pinga, ésta entraba y salía con suma facilidad dentro de la concha dilatada de mi mamá.
-Hijo sácalo –me ordenaba ella sin convicción -Lo sientes, sientes mi pinga.-le pregunté.
-Ese animal me ha abierto, no te siento hijito, no siento tu cosita.
-Por el continuo mete y saca y mis caricias en sus tetas que le realizaba, empezó a excitarse, tenía sus pechos completamente fuera de su blusa y sus pezones estaban muy duros.
-Eres una puta mentirosa yo te escuché como le pedías más y más y cómo le decías que te gustaba.
-Ahhhh… Déjame soy tu madre, sácalo por favor, esto no debo dejar que lo hagas.
Me llenó de ira y celos escuchar eso y saqué mi pinga, ella se puso de pie con dificultad y me dio la espalda alejándose, al ver su delicioso culo, aquel culo tan rico, me paré sin dudarlo, la tomé por atrás y la incliné, ella ya no ofrecía resistencia y mi pinga la sentía que exploraría, coloqué la cabeza en su pequeño agujero y con fuerza la penetré por el ano, estando ella en cuatro patas.
-ayyyy… ayyyy… No, así no. Me duele hijito, me duele… siento que me estás rompiendo el culo. Ayyy…
Sentía como mi pinga era atrapada por las paredes del ano aún estrecho y prácticamente virgen de mamá, que rico culo que por suerte el hijo de puta de Augusto no había tenido la oportunidad de penetrar y gozar como lo hacía yo.
-Siéntelo puta, siente mi pinga, yo soy quien te está rompiendo el culo -hijito nooo… me duele, mi culo… lo estás abriendo no seas así… papi tranquilo ya… que rico… ahhhh… Que rico…
Ella poco a poco se había transformado y ya presa de excitación sólo gritaba.
-aahh… ayyyy… hijito…que rico, sigue, sigue, sigue, sigue -eso querías nooo… por puta te pasó esto, por estar provocando te rompió la concha y ahora te estoy rompiendo el culo. –le digo mientras doy palmadas a su culito tan rico.
-Sigue así… Sigue -gritaba ella en medio de una expresión de lujuria enfermiza.
Sentía un placer incomparable mientras su enorme culo golpeaba una y otra vez con mis testículos hasta que el chorro de semen salía una y otra vez, así me vine y sentí como ella se venía también en medio de gritos y lamentos.
-Hijito que rico, que rico… –repetía ella poseída por la excitación..
Ella cayó sobre el sofá agotada y vi con placer el espectacular culo de mamá, con el ano abierto. Un culo que yo había roto y que sería mío desde esa noche.
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