Recuerdos de hermanos 1
El incesto es el amor en su expresión perfecta, el cual puede, más no siempre abarcar a gran parte de los integrantes de cada familia cuando ésta está liberada de los prejuicios de la sociedad..
Gracias a todos lo que nos hacen el favor de leer este relato.
El incesto es el amor en su expresión perfecta, el cual puede, más no siempre abarcar a gran parte de los integrantes de cada familia cuando ésta está liberada de los prejuicios de la sociedad. Madres, Padres, hijos, hijas, hermanos y hermanas, primos y primas, tíos y tías en edad de sentir el verdadero sentido del amor en la perfección que emana del incesto, entonces podrían incluirse. Los que lo practiquen una vez que lo prueben será como una droga que tiene que repetirse una y otra y otras veces más. Del incesto bien encauzado nace el enamoramiento de quienes lo practican y de la personas que comparten su amor expresado de ésta manera.
“Las personas que deseen llevarlo a cabo, deben procurar hacerlo en un ambiente de madurez tanto física como mental, sin afectar la voluntad de aquellas personas que puedan estar de acuerdo con el incestador para convertirse en incestados por deseo propio y quieran continuar participando en estas prácticas que por la índole de las mismas deben mantenerse lo más posible en absoluta secrecía ante una sociedad que reprime y condena el amor así expresado”
Mi nombre es Ana Luisa y el de mi hermano es Edgar. Nosotros somos los protagonistas de ésta hermosa historia de amor entre dos hermanos que empiezan a conocer el enamoramiento en el sentido más físico y sensual de lo que se conoce como amor filial o dicho en otras palabras incesto, el cual es un amor tan pleno que trasciende los límites de las costumbres sociales.
Soy cinco años mayor que mi hermano. A mis veintidós años poco después que él cumpliera sus dieciocho años, mi hermano me hizo su mujer, tengo muy presente que fue en el mes de abril durante las vacaciones de semana santa que nuestros padres salieron de vacaciones a eso de las seis de la tarde. Desde niños éramos inseparables. Recuerdo cómo fueron nuestros primeros juegos y cómo se fueron volviendo realidad muchos de ellos. Jugábamos a que yo era la maestra y le daba a mi hermano sus primeras clases. De hecho yo le enseñé cómo debía dar sus primeros besos y así nos fuimos involucrando para continuar saludándonos de beso en la boca con lengua en muchas ocasiones. También jugábamos a que éramos marido y mujer, algo que también de cierto modo se cumplió más adelante aunque sin la formalidad del matrimonio. Con el transcurso del tiempo nuestra madre quería que mi hermano me acompañara cuando empezaba a salir con mis primeros novios, entonces él era quien me acompañaba a verlos, uno de ellos se llamaba José Luis y mientras mi hermano me esperaba afuera, yo adentro hacía con él el amor en la casa de su tía y recuerdo que con él terminaba frustrada porque me sentía insatisfecha quedándome a medias con mi calentura.
Por ese entonces yo recién había cumplido veintidós años y mi hermano acababa de cumplir dieciocho porque yo soy del once de julio y él del treinta. Con mi hermano Edgar hablaba mucho de sexo y de que mi novio José Luis me dejaba insatisfecha. Yo le contaba a mi hermano con lujo de detalles todo lo que hacíamos, él también fue el confidente íntimo de cuáles eran mis puntos más vulnerables, uno es la palma de mis manos cuando me la besan, o cuando lamen la punta de mis dedos, otro son mis pezones porque cuando me los besan siento que me transportan a las nubes, al igual que si tocan mi clítoris o besan los labios de mi vagina y meten su lengua para acariciar mi clítoris. Mi hermano sabía que yo era muy caliente y cómo ya era maestra le platicaba y le tenía mucha confianza para contarle que una vez había hecho un trabajo sobre el incesto y le explicaba que no era nada del otro mundo pero que para muchas personas era malo porque era como si él y yo tuviéramos sexo, siendo hermanos y lo anunciáramos al mundo, nuestra sociedad no lo iba a aceptar.
Como maestra que era de español en una escuela particular en una Colonia de buen nivel económico, teníamos las maestras un saloncito para fumar y tomar café a la hora del recreo de los niños. En ocasiones mi hermano iba por mí a esa hora y yo se los presentaba a mis compañeras, una era Olga que era la asistente de la Directora y Juanita también maestra con quienes me sentía muy bien y compartíamos muchas pláticas y sin que se dieran cuenta yo le guiñaba un ojo a mi hermano y le coqueteaba como si fuera su novia, hecho que aún no era para nosotros algo cierto, sino fue hasta poco tiempo después cuando ya presumía para mis adentros la calidad de sentirme su mujer.
Vivíamos en la Colonia San Alvaro al norte de la Ciudad de México por aquel entonces. Aún recuerdo que mi hermano y yo compartíamos la misma recámara, aunque ambos dormíamos en camas individuales separadas por un buró, la que me tocaba a mí estaba junto a un closet hecho de madera de encino pero más bien era de madera de fresno, muy buen closet por cierto. Al abrirlo contaba con un espacio amplio para colgar mis vestidos y tres cajones amplios donde guardaba mi ropa íntima. Por debajo de la cajonera había un espacio en el que guardaba mi diario íntimo y más adelante guardaría varios papelitos de amor que me escribía mi hermano a escondidas de nuestros progenitores que me ponía por debajo de mi almohada y algunas revistas porno muy ilustrativas con fotografías de mujeres haciendo el amor con hombres y otras de mujeres haciendo el amor con otras mujeres las cuales me atraían mucho y otras más, ilustradas con fotografías y diálogos y más delante también guardaría ciertos ensayos de novelas de incesto de las cuales yo escribía los diálogos, en los que él y yo éramos los principales protagonistas con los argumentos que tanto él como yo hacíamos.
Frente a mi cama tenía un ropero color beige con dos espejos grandes en los que podíamos ver nuestras imágenes cuando ambos estábamos en mi cama discutiendo los diálogos de nuestras novelas, los cuales también realizábamos en un escritorio chico a un lado de la cama de mi hermano dónde también hacía mis reportes de la escuela y calificaba los exámenes de mis alumnos a veces con la ayuda de mi hermano Edgar, aunque a veces el aprovechaba que estaba inclinada sobre el escritorio para meter sus manos entre mi blusa para palpar mis pechos, situación que completábamos ambos, besándonos aunque sin llegar a más. Frente a la cama de él contaba con un chifonier labrado con maderas finas con espejo, una puerta grande para colgar su ropa y tres cajones. El hecho de que ambos estuviéramos juntos en la misma recámara provocaba que se disparara nuestro morbo, también existía mucho grado de promiscuidad entre nosotros, ya que tenía que desnudarme enfrente de él, para ponerme mi camisón de dormir, el cual a veces ni me lo ponía porque más bien me gustaba dormir desnuda al igual que él también se quitaba su calzoncillo para dormir, dejándome ver su pene la mayor parte de las veces ya erecto, algo ya muy común en él, tan solo por estar junto a mí y cruzar nuestras miradas, él viendo mis pechos y yo mirando su pene provocándose entre nosotros algo más que una risa morbosa.
Siempre he sido muy coqueta y a mi hermano le encanta ver y tocar mi cuerpo desnudo, soy de pechos grandes, no tanto, uso copa C y estoy bien proporcionada, aunque no soy muy nalgona, pero sí las tengo redonditas y se les antojan tanto a hombres como a mujeres, ya que tuve la oportunidad de estar con una pareja de lesbianas, una de ellas que ha sido también maestra como yo Juanita y Olga que es asistente de la directora, tengo buena pierna, mi cara según dice él y las personas que me conocen, que es muy bonita y que realmente tengo unos ojos muy expresivos y coquetos y que mi rostro es el de una jovencita que no aparenta la edad que tiene, a mi hermano siempre le ha gustado cuando me insinuó con él a través de mi mirada.
Pero sucedía y aún sucede que también soy muy romántica. A veces nos poníamos a bailar muy pegaditos, rozándome él con su miembro erecto mi entrepierna y cómo ya le había enseñado a besar, pegábamos nuestras bocas y eso nos calentaba aún más, de tal manera que su dulce hermanita, o sea yo, metía mi mano por entre su pantalón para sentir su pene ya bien erecto entre mis dedos y es que mi hermano siempre que me veía tenía para mí la visión de ver su pene a todo lo que daba. Yo trataba de retirar mi mano y aparentemente no pasaba ya nada, pero luego de retirarla, él me proponía que no la quitara hasta que terminara alguna de las piezas que me gustaban de mis cantantes favoritos, además de algunas piezas instrumentales para bailar. No quitaba ya mi mano como él me proponía y entonces podía sentir como de su pene cogido de su tronco y su glande por entre mis dedos empezaba a salir una babita de la puntita la cual acariciaba haciendo pequeños círculos con el dedo pulgar de mi mano izquierda, al igual que también yo empezaba a sentir cómo mis calzones se mojaban.
Fue algo hermoso, sentirme transportada por mi hermano a otros lugares mientras nuestras bocas no dejaban de besarse luego de que su lengua penetrara mi boca para juntarse con la mía. Sus manos desabotonaban mi blusa con delicadeza y sus ojos se detenían en mi sugestivo sostén en el que se transparentaban mis pezones para luego desabrocharlo y retirar las copas descubriendo mis pechos que mostraban ya sin ningún recato de mi parte mis pezones endurecidos. Una de mis partes más sensibles como ya lo sabía él, era la de mis pechos, en particular mis pezones, que no dejaba de admirar con mis areolas cubiertas de pequeños montículos como granulitos que rodeaban el talle de mis alargados y gruesos pezones, que también les fascinaron a la pareja de lesbianas con las que había hecho trío, hecho del cual aún no me había confesado del todo bien con mi hermano y de todo lo que nos hacíamos como meternos un dildo doble o que ellas usaran un arnés de pene para metérnoslo, jajaja. Ellas decían que mis pezones eran de edición limitada, jajaja. Cuando mi hermano inclinaba su cabeza para abrazarlos entre sus labios, eso me ponía tan caliente que terminábamos desnudándonos y en más de una ocasión terminamos en mi cama, sin que al principio solo sucediera el hecho de masturbarnos mutuamente yo jalando su verga y mi hermano Edgar metiendo sus dedos en mi vagina hasta hacerme venir.
Pero a los pocos días llegó ese glorioso abril por la tarde, en que estábamos desnudos, yo sobre sus piernas y el metiendo su mano izquierda por entre mis nalgas para tocar mi vulva y metiendo uno de sus dedos hurgando mi clítoris dentro de mi vagina para sacarlo mojado, yo estaba tan tremendamente excitada a esas alturas, así que no aguanté ya más y le dije:
- ¡Quiero ser tuya, hermano, te deseo dentro de mí!, ¡Hazme tu mujer!, ¡Quiero sentirme tu mujer!
El se quedó mudo ante mi propuesta pero no dudo más y me recostó en mi cama y vi y sentí como colocaba su pene en la entrada de mi vagina. Metió su glande entre los labios de mi vulva y yo sentí como la humedad de mis labios se adhería con el líquido que emanaba de su glande confundiéndose como si se tratara de una sola emulsión.
- ¿Estás segura de que quieras que meta mi pene dentro de ti, hermana?
- Hazlo ya que quiero sentirte dentro de mí, además no corremos peligro
- ¿Sí hacemos esto ya sería considerado incesto, hermana mía?
- No seremos los primeros ni los últimos en cometer incesto, además yo ya podré sentir ser como si fuera tu mujer, que de hecho quiero serlo.
- ¿Sabes, hermanita? Antes quiero que seas mi novia secreta, aunque tú tengas tus novios y yo mis novias para fingir ante los demás ¿Aceptas que yo sea tu novio también?
- Me gustas y también quiero ser tu novia, Edgar y tu mujer “Como una epístola hecha ex profeso para unirnos en incesto”
- Sí, como una especie de la epístola para nuestra propia unión como hermanos incestuosos que somos.
- Y mediante esta cópula del hermoso incesto que estamos a punto de realizar yo como tu mujer y tu novia
- Y yo también mediante esta cópula del grandioso incesto que estamos a punto de realizar tú como mi mujer y mi novia y yo como tu hombre y novio
- ¡Lástima que no tengamos quien pueda atestiguar lo que estamos haciendo!
Después de sellar con un beso nuestra declaración de amor mi hermano Edgar comenzó a deslizar con calma su verga dentro de mi vagina, abriéndose paso lentamente dentro de mi intimidad, yo sentía como su glande encabezando todo su tronco, me penetraba, deslizándose con ayuda de las paredes lubricadas de mi vagina para luego de haberme penetrado totalmente, realizar juntos el vaivén para permitir la entrada y salida constante de su verga, el sentir todo esto me provocó una corriente que me electrizaba desde los dedos de mis pies hasta la punta de mis cabellos. Por fin ya tenía toda la verga de mi hermano Edgar dentro de mí.
Luego de esperar tanto tiempo de deseo entre nosotros, tuvimos juntos nuestro primer orgasmo y fue algo único el sentir cómo el semen de mi hermano se disparaba con intermitencia en mi interior al tiempo que yo me estaba viniendo de lo más exquisito que jamás había tenido la oportunidad de sentir con cualquiera de mis novios o incluso con el trío lésbico que había tenido la oportunidad de experimentar y que me hicieron conocer otras formas de amar.
Ya por fin me estaba convirtiendo en la mujer de mi hermano vi el reloj eran apenas las seis de la tarde. Aún no sabíamos todo lo que después vendría porque obviamente ya no nos conformaríamos luego de esa hora con vernos como dos hermanitos y novios tomados de la mano. Qué por cierto los vecinos siempre que nos veían, a mí tomada de su brazo o los dos tomados de la mano, ensalzaban el cariño que siempre nos demostrábamos y que nos teníamos como hermanos. ¡Sí hubieran sabido o pudieran haber visto todas las cosas que nos demostrábamos en la intimidad!
Esa misma tarde en que estábamos solos y que no estaban nuestros padres por haberse ido de viaje, luego de comer juntos y lanzarnos miradas de amor, me fui a lavar los trastes, mi hermano me siguió, me acariciaba los hombros y me besaba en el cuello haciéndome voltear para besar nuestras bocas, en tanto yo terminaba de lavar nuestros platos, yo desnuda y sin calzones y el también desnudo en eso sonó el teléfono y mi ya marido Edgar corrió a contestarlo.
- Es Juanita la que te habla
- Hola mi querida amiga Juanita, ¿qué hay amiga? ¿Qué pasó con aquella mamá que te fue a ver? –Juanita había sido una de mis parejas lésbicas junto con Olga la asistente de la directora de la escuela con la que juntas armamos un trío de locura. Ya por fin había tenido la oportunidad en otra ocasión de confesárselo con lujo de detalles al que es ahora mí marido.
Cómo ya sabía mi hermano que nos tardaríamos platicando ella y yo, comenzó a arrimarme su verga en medio de mis nalgas para poder penetrarme deslizándola por mi culo. Yo movía mis nalgas para sentir su miembro bien. Ya no cabía en mí la duda que todo cambiaría a partir del momento en que ambos nos pertenecimos. Era casi como estar teniendo una breve Luna de Miel de una especie de matrimonio de una innegable calidad incestuosa entre hermano y hermana. Mientras mi amiga Juanita y yo platicábamos, mi hermano quería meter nuevamente su verga dentro de mi vagina.
Se apresuró a tomar mis pechos entre sus manos, deslizando el glande de su pene por entre mis nalgas, deteniéndolo sobre mi culo y mojándolo con su líquido preseminal para luego de hurgonear un rato en mi hoyito, deslizarlo más abajo para volver a penetrar mi vagina. Yo le hice señas de que no lo hiciera porque íbamos a hacer mucho ruido y mi amiga podría darse cuenta de que estaba haciendo algo raro. Entonces mi hermano Edgar trajo una silla y se sentó volteándome hacia él, sentándome en sus piernas con mis pechos hacía su pecho y ensartando su verga dentro de mi vagina, sin hacer ningún otro movimiento más que para sentir nuestros sexos unidos en una sola carne rebosada por nuestros propios jugos.
Me tarde más de media hora hablando con ella, haciendo tan solo ligeros movimientos para sentir el movimiento de nuestros genitales tocándose, a la vez que nos dábamos breves besos de boca mi nuevo novio y hermano Edgar. Al terminar de hablar con ella comenzamos a disfrutar del suave y caliente contacto de nuestros genitales como hermanos y amantes.
- Te amo, hermano, me gustas mucho, me gustan tus manos, tu pene, tu boca, todo tú…
- ¡Hermana! que linda eres, que hermosos pechos tienes para mí, deja que te los acaricie y llene de besos esos pezones tan hermosos que tienes.
- Son todos tuyos, hermano.
- Aunque ya sé que también lo fueron de tu amiga Juanita y de Olga, así como ella también disfrutaron de tu vagina, pero sé que se gozaron entre las tres.
- Me enseñaron otras facetas muy hermosas como mujeres que saben disfrutar de la sensualidad y del sexo con otras mujeres.
Me pareció curioso que nos siguiéramos hablando como hermanos y no como amantes o novios, pero el hecho de hablarnos de esa manera nos hacía más conscientes del cuidado que debíamos tener al continuar considerándonos como hermanos ante la gente, según nos dijimos.
- Mira hermana, Yo siento que además lo que más nos está haciendo disfrutar es el saber que como hermanos que realmente somos estamos unidos en incesto y es lo que nos hace sentir más el morbo al momento de estar cogiendo entre nosotros.
- Así es hermano, ¡jajaja!, como me haces reír, por eso también me gusta estar todo el tiempo contigo.
- Y yo me siento muy feliz de estar así contigo
- ¡Yo también! ¿Te cuento un chiste de incesto mientras seguimos cogiendo hermana?
- Viene, hermano
- Un jugador de basquetbol está cogiendo con su hermana cuando de repente casi en el momento en que él se va a venir dentro de su vagina, ella sonriendo y mirándolo a los ojos se queda callada y le pregunta: “Hermano, ¿En qué se parece el incesto a un jugador de basquetbol cómo tú?” -El muchacho se queda sorprendido con la pregunta y no atina a adivinar, a lo que su hermana le contesta: “En que tú encestas las bolas cuando juegas y tú a mí me incestas sin las bolas cuando estamos cogiendo”
- ¡Jajaja!, muy bueno, cuéntame otro.
- Sí me sé algunos otros; -Están dos de las tres hermanas muy entradas comiéndose las almejas acostadas en la posición de un suculento 69 cuando de pronto entra la madre y les dice: “¿Hijas qué no piensan comer?” y ellas le responden “Está semana estamos a dieta de pescado, madre” Luego en otra ocasión en que la tercer hermana está cogiendo con el hermano:” ¿En qué piensas, hermana? estamos cogiendo y te noto distraída” a lo que ella contesta: “En que mi mamá quiere ponerse a dieta de pescado con nuestras hermanas y dice que las almejas son muy nutritivas y que nada más sería por una semana” a lo que él le contesta: “Pero si mamá no está gorda” y ella responde: “Yo también se lo dije, y menos nuestras hermanas, que tampoco están gordas, pero que ganas de comer almejas que huelen a pescado y pescado que huele a almejas, ella solo dijo que ¡Eran buenas para el olfato!”
- “¿Cuál es la mejor parte de tener sexo con tu hermana? Que tu otra hermana se pone muy celosa”
- Yo no me pondría celosa de ti si tuviéramos otra hermana Edgar, al contrario la incluiríamos en nuestros juegos
Mi incestuoso hermano, (Me mordí la lengua) lamía mis pezones jugando con ellos entre su lengua y mordisqueándolos suavemente. Si mi amiga Juanita, hubiera podido ver lo que estábamos haciendo mientras hablaba con ella, dudo mucho que se hubiera infartado, si ella misma me había prestado un libro del Márques de Sade en el cual narraba cómo hacían cosas verdaderamente aberrantes, que no se comparar con eso de tener sexo tan hermoso como lo es el incesto con el hermano de una, que tiene tantas atenciones. Además yo ya había cogido junto con Juanita y Olga y no creo que se hubieran espantado por haber hecho el amor con una integrante que gusta del incesto.
En otra ocasión luego de pensar en cómo decírselos para ver si podía contar con una opinión más, lo hice, no sin sentirme algo rara al hacerlo y cómo saben que más bien soy bisexual, ni siquiera se espantaron, sino que lo tomaron con verdadera filosofía, haciéndome sentir más tranquila y comprendida. Ellas ya conocían bien a mi hermano, cuando iba por mí a la escuela. Luego de comunicarle a Edgar lo que ellas pensaban respecto del incesto, nos besamos muchas veces más en la boca, jugando con nuestras lenguas, creo que había nacido un verdadero y limpio enamoramiento entre nosotros. La cadencia de su verga entrando y saliendo de mi vagina, provocaba nuevas sensaciones en mí.
Al eyacular Edgar dentro de mí, me daba cuenta de que mis orgasmos eran más continuos, yo era lo que se conoce como una mujer multiorgásmica. Mis músculos interiores parecían con un movimiento abrazar la verga de él o como me decía mi hermano que le gustaba sentir como le estaba lengüeteando la cabeza de su verga con la parte interna de mi vagina, algunos dicen que es que una tiene perrito.
Luego de terminar, pasamos a bañarnos juntos, sin dejar de acariciar nuestros cuerpos y besar nuestras bocas y todos nuestros rincones, era todo un amor mi hermano y yo también como su mujer, lo amaba y cada vez sentía que me enamoraba más de él así como él de mí.
Así terminaba ese glorioso día y pasaron otros días más y se hicieron semanas, haciéndonos el amor tan frecuentemente como podíamos, en secreto, para los vecinos y demás personas pero consolidando nuestro amor de hermanos y de pareja. En lo futuro necesitaríamos conocer nuevos lugares para poder seguir teniendo intimidad entre nosotros cómo hacen los matrimonios, conocer otros lugares como hoteles, moteles o baños de vapor y hasta salir tal vez a Cuautla o Cuernavaca.
Otros hermanos incestuosos
Mi hermano que había convivido en un viaje con otro grupo de amigos a Acapulco, donde conoció a los hermanos Luis y Carmen, a Edgar le pareció por los comentarios de Carmen acerca de su hermano que al igual que nosotros también había algo más entre ellos que una relación de hermanos, además lo intuyó por la forma en que se abrazaban cuando no los veían, así fue que procuró que se iniciara una amistad más estrecha entre nosotros cuatro. Empezamos a salir con ellos con cierta frecuencia al cine y al café, parecía como que ambas parejas adivinábamos por la forma en que nos conducíamos, más acerca de nuestros gustos en la intimidad.
Como nos confesarían también con el paso del tiempo, ellos también eran asiduos practicantes del incesto, Luis y Carmen, ambos de nuestras edades. Ellos visitaban continuamente Acapulco y se hospedaban por lo general en el mismo Hotel o incluso en una casa de huéspedes como si fueran esposos. La diferencia con nosotros era que sus tíos, hermanos de la madre de ellos con quienes vivían, sabían y aceptaban de buen modo que hubieran formalizado su situación cómo pareja y todo lo que ellos hacían según nos platicaron más adelante a mi hermano y a mí. Sería entonces una forma de escapar del bullicio de la ciudad y podríamos fingir ser yo la novia de Luis y su hermana Carmen la novia de Edgar, a fin de evitar sospechas.
Mi hermano Edgar sabía todo de mí, incluso de la relación de sexo que había tenido con Juanita Y Olga y con mis novios. Ahora que además de hermanos éramos también, amantes y yo su mujer ¿Qué más nos podría deparar ahora el destino?
Continuará…
Wooooww, redactado de manera tan natural y sencilla de entender de principio a fin!
Lo dicho. Cada vez me impresiona más la forma de escribir de mi adorada hermana Ana Luisa.