Recuerdos… El principio de todo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
– Pero mamá ¿segura?
– Ah pues claro. Ese hombre ha sido toda la vida así – responde Altagracia, y bebe el último sorbo de café, que quedaba en la tacita de plástico.
– si a mí, se me espeluca el culo cuando ella habla periquito de el – dice Elena haciendo muecas.
En eso pasaba por el frente de la casa, Oliver; un muchacho algo estúpido, y ellas que estaban sentadas en la sala, la vieja Altagracia levanto la mano y dijo; – a quien, le espelucan el culo es a otro – y señalo con los labios al muchacho, que desaparecía de la vista de ambas.
– Pero mamá – replico Elena con vergüenza. A pues, pero si es la verdad, dijo Altagracia, y ambas soltaron la risotada…
Bruno le decía que no, que ahí no. En ese sitio lo podían ver, pero José Ángel le decía que bajo la cama se podían mojar. Anoche había llovido, y seria por la venta u otra filtración, que había un charco de agua. Pero bruno sabía que en la cama, arropados con las sabanas, era muy extraño. Y hablando la abuela y la madre en la sala, estaban tan cercas, que ellos dos estaban metidos en el segundo cuarto.
– ¡vamos! Ahí nadie nos ve – le decía José, mientras con la mano se frotaba la erección por encima del pantaloncillo.
– Y ahí, detrás del escaparate ese; señalando le dice bruno al primo. Dale pues, le responde José Ángel, al llevarlo por el brazo al rincón señalado.
Quedo a espalda de la pared, a un lado estaba el cesto de ropa sucia y al otro lado, tenía el escaparate. Todo ubicado en la misma pared que esta la puerta del cuarto. Bruno sentía un vahído intenso, le tembló la mano cuando sujeto el miembro del primo en su mano; amarillo opaco, el cabezón rojo e hinchado, y una mata de pelos largos, que cubrías, tanto las bolas como la ingle misma. Tenía la verga humedad, que de orín debía ser. José se la sacudía casi en la cara del otro, y la intención era, lograr que la boca de bruno, le mamara el guebo. Veía hacia la puerta, esperando si, alguien entrara. El cuarto no tenía puerta, solo una cortina era lo que cubría. Bruno tenía el fierro caliente en su mano, palpando la textura, con el olor tan cerca del olfato; la pelo por completo y palpitaba con vida propia, de no haber estado humedad, la hubiese mamado, pero sentía asco, y su primo era eso lo que quería.
Después de varios fallos intentos, José no pudo hacer, que el primo le mamara la verga. Cuando el chico estuvo de pie, le puso culiarlo. Nerviosos este se puso contra la pared, el primo le bajo el pantalón, que vestía su ropa limpia y nueva. Se lo bajo hasta las rodillas, y el desenfundo su herramienta. Le tallo el culo, intentaba la penetración, pero no podía. Aunque veía como su primo le gustaba, cuando el frotaba la verga en el culo, no quería espantarlo con el dolor al meterlo. Bruno se movía solito, gozando la vagabundería. Cuando el primo le acabo en las nalgas, este pensó que lo había orinado, pero luego de tener el semen en la mano, se dio cuenta que su primo también le salía, pero más espeso, lo que había descubierto el, hace unos meses atrás, pajeándose en el baño.
DOS
Elena había llegado ese día a casa de su madre. Estuvo hasta el otro, dejando a bruno con la abuela Altagracia. Regresaría en una semana a buscarlo, le prometió que vendría y que pasar bien, las vacaciones con los primos y la abuela. Debía ella trabajar, y antes que el muchacho se pusiera melancólico y a ella le oprimiera el corazón, se marchó bien temprano.
Se levantaron tarde. Altagracia no solo era una abuela buena, también le aplicaba castigos, y les comendaba tareas a los nietos. No tanto con bruno, apenas había llegado y poco se quedaría con ella. Pero a José Ángel, Miguel Ángel y Luis Ángel, a esto los tenían derechitos. Los cuidaba, el padre de este se los había dejado, después de dejar a la mujer y seguir con su vida lejos de casa.
El mayor es Luis; alto y de color marrón, ni tan oscuro es, pero de los tres hermanos sí. Al medio día, este apilabas las mazorcas de maíz en el patio, solo tenía puesto un jeans, cortados al nivel de las pantorrillas. Le quedaba un poco holgado a la cintura, por ello, se le veía los pelos de la ingle. Espesos y abundantes rollos. Luis es delgado, haciendo el trabajo, le corría el sudor por rodo el torso. Bruno estaba sentado en una silla de mimbre, y sin darse cuenta, tenía una erección mirando a su primo mayor.
Por la noche, estaba caliente bruno, deseoso de hacer vagabunderías, pero solo eso, lo ha hecho con José, siendo este el último, se antojó de dormir con la abuela y a bruno, esto lo molesto. Esperaba hacer cositas bajos las sabanas, en la oscuridad de la noche.
Miguel se acostó con él. Miguel es ancho, tal vez en un futuro sea gordo, pero en ese tiempo solo era ancho. Era el del medio y había desarrollado una musculatura en los brazos, no eran duros, solo lo anchos. También se le marcaban unos pectorales grandes, con los piquitos bastante templados. Era la piel de él, como la miel recién colada del aserrín del tronco viejo. Y tenia de forma de ser gracioso y a la vez también ser muy seria. Y ahora duerme a un lado de bruno, descansando el trajín del día.
La noche estaba templada, el frio era el de siempre, pero a bruno le abrumaba los pies. Cuando los arropaba sentía calor y luego los sacaba de nuevo, y así estuvo un rato pensado en la cama. En el campo hay un olor en las sabanas, que siempre a bruno le molestaba. Con luna llena, era como un faro directo a la ventana; podía ver al primo a su lado, estaba de lado, mirando a la horilla de la cama, roncando y en eso, voltea y queda boca abajo.
Con el deseo del sexo a flor de piel, los pensamientos eran avasalladores. Tan tácticos, que el plan se armaba por sí solo. Bruno quería acariciar los pectorales de miguel; la palma de la mano se lo pedía y la tentación era grande a igual que el vahído en el estómago sentía.
Algo innato, cuando se está con otro en la cama. El chico recurrió a fingir un movimiento del dormido. Lo abrazo y la piel se quemó al sentir el calor, se arrejunto por el costado de las cotillas de miguel. Casi se creía su mentira, cuando bruno, se arropo con la misma sabana de miguel, fue a subir la pierna sobre el cuerpo del primo, lo hizo… y tumulto ha sentido.
Casi no podía controlar los nervios, titiritaba en una fiebre cadente. El costado de su rodilla, tanteo el bulto que se hacía en el slip. Se está moviendo demás, pero la pierna no paraba de sobar el manduco templado. Bruno sabia de una erección nocturna, él ya lo ha experimentado, y el primo que roncaba dormido, la suerte estaba de su lado; eso pensó el chico.
Que rozara el bulto con la pierna doblada, no bastaba. Corrió la mano hacia abajo. Estaba acurrucado en la costilla de miguel, y cuando lo toco con los dedos, el vahído sexual, sentía que le iba a salir como un vomito. Apretó los dientes y eso mismo hacía con los dedos.
Los pensamientos de bruno eran totalmente desinhibidos, sentir el trozo de carne grueso del primo, pensaba que la virilidad de miguel es semejante a su cuerpo ancho. Cuando sintió los pelos de la ingle, era rollitos muy pegado a la piel; los frotas con la ñemas de los dedos y busca meter los dedos dentro del slip. Pero miguel se mueve, ahogándose en un ronquido. La adrenalina de bruno se disipa en un temor nocturno, y de repente ya está hacia la pared y de espalda a miguel.
TRES
El baño queda afuera de la casa. Un cuarto pequeño hecho de latas; tenia suficientes agujeros para ver hacia adentro. Y era una tarde, bruno espiaba a través de los huecos.
La espuma del jabón, caía y se atacaba en la mata de pelos negros. Luis era el que tomaba el baño, la piel oscura brillaba por el agua y jabón; se enjabona las axilas, también peludas. Al pelarse la cabecita del guebo, el de bruno estaba por reventar de lo templado. Espiar al primo era lo mejor que estaba haciendo, pero pajearse era, la osadía que pensaba el muchacho. Quizás era la vista y el morbo que lo engañaba, pero de tanto lavar el pene, a Luis parecía estar parándosele. Cuando termino el baño salió con una toalla rosada, cubriendo su denudes, en la mano traía el slip mojado y lavado, listo para tenderlo en la cuerda.
Bruno estaba detrás del baño, al ver que ha entrado, detrás del baño estaba empinada una ladera corta, subió un poco y apoyado de espalda de un mata; libro la erección y comenzó la paja. Se masturbó con intensidad, al correr el semen, lo expulsó todo en el fango. El sexo lo había calmado, pero no por mucho tiempo…
El sabor del semen, si es rico como un dulce, no se olvida nunca. Era de noche aun nadie estaba acostado, Luis y Miguel ya buscaban a dónde meterlo; subían a la casa de Juana y ahí esperaban llevar a una chica a la cama. La abuela esta en frente de la casa, hablando con una visita que ha llegado.
Acostado en la cama, entra José cubierto solo por la toalla rosada. Él es blanco, un << catirrucio >> como decían en el pueblo, Altagracia llego a pensar y comentar con Elena en secreto, que posiblemente José sea un cacho. Un cuerno de Rosa con su hijo Emilio.
El muchacho buscaba ropa en el escaparate, y bruno que estaba acostado se puso de pie, le llego por la espalda y cuando José volteo, le toco la verga por encima del paño. José lo empujo un poco y lanzo la mirada a la puerta del cuarto, después de girar al primo hacia su lado, bruno quedo a espalda del escaparate.
José, solo desfundo la toalla, agarrada por cada extremo, cubrió a bruno que esta de rodilla al suelo. Le agarro el guebo, cuando apenas se estaba parando, le cogió por las bolas, encogidas y arrugadas. Sin pensarlo, metió la verga de José, en su boca. Con los ojos cerrados el chupo hasta engullirlo todo, cuando salió de boca el pene ya estaba templado, le chupo la cabecita y José gimió y le despego, luego le apuntó de nuevo a la boca y se lo metió hasta al fondo.
El chico experimentaba el sabor de un hombre joven. Los estaba mamando con deleite y la boca entre abierta de José, soltaba los soplidos y gemidos, al mirar como el primo le mama el guebo.
Sosteniéndose con las manos en los muslos de José, bruno chupaba, mamaba y se atragantaba con la verga templada; se ahogaba solito, con los ojos rojos veía al primo. José queriendo terminar lo antes posible, le saco el miembro de la boca, se pajeo con movimientos rápidos. El sonido se podía apreciar y el gemir de José, anunciaba por acabar. Jadeando y con el cuerpo convulsionando; se tensó, y la pulsaciones del pene, soltó los disparos de semen en la cara de bruno. Apretando el glande, se escurría el semen, y lo dejaba caer en la lengua del primo arrodillado. Bruno se tragó toda la leche y, aunque no había acabado el, cuando José le dio la espalda buscando la ropa que se iba a poner, el silencio de este le avergonzó tremendamente.
Continuara…
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!