Recuerdos familiares – Parte II
Mi mami me consuela. Sexo bisexual incestuoso. Contiene escenas fuertes no aptas para sensibles ni moralistas..
No tengo ni idea de cómo comenzar con la segunda parte de este relato, pero aquí vamos. Habiendoles relatado ya la forma en la que mi vida fue cambiada de la noche a la mañana por el abuso de mi papi y de mi hermana, creo correcto continuar con las pequeñas dinámicas que se fueron alterando en casa segun pasaba el tiempo desde aquella noche en la que mi boca, mi culito y mis labios fueron desvirgados por la fuerza.
Sé que ahora le tengo mucho aprecio a esos recuerdos, pero debo decir que lo primero que me viene a la mente cuando pienso en aquellos días es la depresión en la que me sumergí después de ser abusada. Los primeros días fueron los más pesados, pero hallaba algo de consuelo en los abrazos de mi mami y los nuevos besos húmedos a los que su lengua me sometía para levantarme el ánimo después de un día emocionalmente cargado por no poder contarle a nadie lo que acababa de vivir. Mi hermana era un poco más brusca conmigo cuando nos quedábamos solas, pero de igual manera recibía su cariño en forma de besos de lengua que en poco o nada se parecían a los de mis padres. Mi padre por su lado empezó a pasar más tiempo conmigo haciéndome ver el futbol con él aunque a mi no me interesara en lo absoluto. Comprendo ahora que todo era una excusa para meterme los dedos por debajo de los boxers y jugar con mis bolitas. No me molesta mucho.
Aquellos días fueron muy confusos pero como con todo, lo malo se olvida y va quedando lo bueno. Las cosas tardarían un poco en volverse tan intensas como esa primera noche, por mucho que mi madre estuviera de acuerdo en que una putita como yo tenía que ser entrenada para recibir una buena verga, se molestó un poco con mi papi y mi hermana por lo bruscos que fueron conmigo. Quizas como castigo, a mi padre lo obligó a dormir fuera de la habitación y yo pasé a dormir con ella las siguientes noches después del suceso. Digo quizás porque ahora me resulta obvio que todas las noches que no durmió conmigo y con mi mami, estuvo en mi habitación rompiéndole el culo a mi hermana. Aun asi, recuerdo haberme sentido muy satisfecha con esa decisión, no porque mi mente ya se hubiera corrompido lo suficiente como para poder apreciar lo bello que era dormir entre los pechos de mi madre sino por la pequeña victoria moral sobre el resto de mi familia.
Claro que me he sentido una mujer toda la vida pero si tuviera que escoger algún momento al azar para atribuirle el que todo en mi cabeza hiciera click y las cosas se volvieran claras de verdad, diría que fue durante una de las primeras noches que dormimos juntas. Para haber tenido dos hijas y estar por encima de los 35, se conservaba bastante bien con esas curvas adorables, esos pechos apenas un poquito caídos y su piel morena que apenas tenía algunas estrías. Si tuviera que escoger mi parte favorita de ese cuerpo femenino tan hermoso me decantaría completamente por su vello púbico. Aunque pueda sonar raro, siempre me gustó ver lo frondoso y rizado que era, incluso antes de comprender los placeres que de ahí nacían.
Sé lo que están esperando, mal nacidos. La verdad es que me costó un poco recordar cuando se pusieron serias las cosas entre mi madre y yo, las primeras noches que dormimos juntas no recuerdo que las cosas pasaran más allá de alguna caricia suave y algún jugueteo menor de sus dedos en mi verguita. Siendo la miembro más considerada conmigo de toda la familia seguramente quería esperar un poco a que me descargara del trauma que suponía haber sido violada por los otros dos, antes de abusar ella misma de mi.
No sé yo nada de psicología para comentar al respecto pero no me parece que una semana de tranquilidad fuera suficiente. En cualquier caso las cosas se dieron de manera mucho más amables y que me preguntara en todo momento si me gustaba ser masturbada en mi verguita mientras me abrazaba y me daba besitos en el rostro definitivamente mejoraron la experiencia. Recuerdo sus manos, grandes para mi cuerpecito, apretando y sujetando mi abdomen mientras con dos de sus dedos me hacía lo que me gusta nombrar “mi primera paja con amor”. En mis días más solitarios masturbo mi ahora enorme verga pensando en la manera en la que me besaba y lamía mi cuello mientras me daba placer con sus dedos.
Obviamente no podía dejarme la diversión para mi sola y también tuve que comer aquella noche, aunque mi cabecita tonta estuviera nublada de placer. A día de hoy puedo confesar que esta experiencia fue la que me hizo amar las vaginas, aunque no quiera tener una yo misma, prefiero mi verga. A pesar de haber devorado muchas veces la vagina que me trajo al mundo no creo que ninguna otra ocasión se sintiera como la primera. Todavía me da algo de satisfacción pensar que ni mi hermana ni mi papi estaban ahí para presenciar la primera vez que mi carita se sumergió en esa selva de bello y con la obvia inexperiencia traté de hacer que mi mami se corriera.
Diría que esa noche me entrenó bien, lo que mi falta de experiencia no podía conseguir, era compensado con la fuerza que tenía que hacer para liberarme de su agarre cada vez que necesitaba respirar. Con lo patético del asunto diría que mucho del evento fue ella masturbándose con mi carita antes que yo haciendo una buena comida de coño. Me he asegurado de recompensarla a lo largo de los años, no se preocupen.
Para pesar de muchos, lamentablemente esa no fue la noche en la que me permitió meterle la verga por primera vez. Aunque mi mami fuera muy cariñosa conmigo aun era un poco egoísta y sabía que con mi verguita no iba a ser capaz de sacarle ningún orgasmo. Me tuve que conformar con que me masturbara y me dejara tener mis patéticos orgasmos sobre su vello púbico, mismo que después me hizo lamer hundiendo mi carita una vez más contra su monte de venus, casi por la fuerza.
En cuanto a mi papi y mi hermana, el castigo debió durar por un par de semanas. Como imaginarán, no tenía demasiado tiempo para pensar en esos dos mientras mi cabeza seguía intentando entender que ahora mi familia se aprovechaba de mi, pero más o menos puedo recordar lo feliz que se veía esa puta. Tendría que preguntarle bien para saber si de verdad se la estaban cogiendo como me imagino, pero vamos a asumir que si. Si hay algo que caracteriza a mi familia, incluyendome, es que somos todos una jauría de bestias insaciables y adictas al sexo.
A mi me tomaría un poco más de tiempo soltarme. Me pregunto que más podría contar.
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