REEDUCANDO A MAMÁ
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Crusnik.
Mi madre con su cabello largo de algunos cabellos canos, lentes, estatura pequeña de grandes curvas y un vientre apenas rolludo es mi obsesión desde joven.
Todo cambió cuando mi padre murió, mi madre cambió su apariencia:
Su cabello largo lo ocultaba en una gran trenza, se puso lentes gruesos que hizo que resaltara sus ojos marrones claros.
Se colocó brackets y empezó a usar ropa muy holgada.
Parecía obsesionada con verse mal.
Revisando algunas páginas en la deep web encontré algunos foros interesantes, en el que se decía que si logra llevar a una mujer al punto máximo del orgasmo su mente se queda en blanco y puedes decir cualquier orden y esta se quedará grabada en su cerebro.
En otro foro se afirmaba que hacerlo con su madre causa un mayor placer, ya que durante un tiempo fueron una misma persona y penetrarla es una manera de volver al origen.
Consulté con un amigo psiquiatra quien me recomendó la hipnopedia, una terapia experimental que consiste en darle unas pastillas antes de dormir y luego órdenes y éstas las ejecutaría a nivel subconsciente.
Noche 1: Vertí la pastilla en una taza con leche que serví a mi mamá, se acostó a dormir y 15 minutos después le susurré: mamá quiero que seas feliz, sé feliz, deja el luto y ponte ropa más alegre, sabes que te apoyaré y quiero que seas feliz que tu hijo te ama mucho.
Al día siguiente mi mamá era domingo, mi mamá usaba unos leggins ajustados con un diseño y blusa con strapless que resaltaba su figura pequeña, pero de curvas pronunciadas.
No me pude resistir y abracé a mi mami, quien dijo: “¡Gracias corazón por apoyarme siempre! Sé que quieres que sea feliz y me amas mucho.
Yo también te amo mucho a ti” Eran casi las palabras exactas que pronuncié al dormirse.
Noche 2: Por la noche di de beber la leche con la pastilla.
Esperé unos minutos a que se durmiera y coloqué una grabadora debajo de la cama que se repetiría durante tres horas con las siguientes palabras: “Sabes que tu hijo te quiere y tú lo amas, dejarás que te haga lo que quieras porque eso te hará muy feliz”.
Al día siguiente sería un fin de semana largo, loco de locura coloqué un somnífero a mi madre la encerré y le coloqué los audios de que soy su amo, amas ser la esclava sexual de tu hijo, disfrutas sus caricias, tu hijo es tu macho, amas el sabor del semen de su tu hijo.
Los audios sonaban hasta las 5am y el somnífero perdía efecto alrededor de las 7am.
Mi mamá salió del pasillo alrededor las 10 am, usaba un camisón largo de una sola pieza.
Al atravesar el umbral de la sala no pude evitar empezar a tocarla.
Me acerqué por detrás y empecé a besarle el cuello, deslizando mis manos por sus caderas.
La arrinconé a la pared y continué besándola, le abrí el camisón y mis dedos fueron directos a su tanga, la cual se empezó a empapar.
En sus palabras decía que parara pero su cuerpo reaccionaba diferente: sus pezones se pusieron erectos, el sonido de sus gemidos aumentaba de volumen, al colocar mi mano dentro de su tanga y sentir sus vellos púbicos suaves sentí que su clítoris se había parado.
– No puedo, bebé.
No debo corazón –decía ella.
Mientras empapaba mi manos de jugos vaginales.
Parecía haber una lucha interna entre lo que deseaba y su moral.
Decidí continuar, chupar sus tetas mientras aumentaba el ritmo en que sobaba su coño.
Metí dos dedos.
Un gemido apagado salió de su interior.
Le abrí completamente la bata.
La llevé hasta el sillón y la senté abierta de piernas para chuparle el coño por unos minutos hasta que mi lengua se entumeciera y su sabor llenara mi boca.
Me aparté un poco y vi como su cuerpo convulsionaba en un salvaje orgasmo por unos largos minutos.
La imagen de sus piernas abiertas, su coño peludo brillante y fluyendo jugos, sus ojos cerrados, su boca entreabierta echando un hilo de babas que caía en una de sus tetas fue exquisita.
Continuará…
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