Relato de una infidelidad pedofilica
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Todos los nombres son cambiados por lo comprometedora de la historia.
Eramos un matrimonio casi perfecto, ella de 29 y yo de 30 años. Los dos somos jovenes y creo que, algo atractivos para el sexo opuesto, nos decían que eramos la pareja perfecta.
Mi esposa proviene de una familia donde las hembras son tremendamente bellas y sexuales. Con mi esposa practicamos el sexo desde novios, yo le desfloré sus dos deliciosos orificios carnales, los cuales me han dado un placer inmenso y buenos y recordados polvos.
Ella tiene una sobrina que llamaremos Ana, de apenas 15 años. Cabello castaño oscuro, bellos ojos grandes, alta, piernas largas y un moderado trasero paradito. Desde hacía unos meses noté que ella me coqueteaba cuando estabamos juntos, y un par de ocasiones me dijo que -qué suertuda mi esposa al tenermo solita para ella-, cosa que tomé como broma, pero estaba lejos de imaginar lo que venía.
En marzo del 2011, falleció un tío de mi esposa, bastante querido para ella. Mi esposa se fue al velorio y sepelio en una ciudad a cuatro horas de aqui, y yo no pude acompañarle debido a trabajo y que además ya había pedido unos días unas semanas antes, asi que me lo negaron. Mi esposa habló con su hermana y unas primas, para que mientras los días que pasaría afuera alguien pudiera ver la casa y mi alimentación. Antes de irse mi esposa, estaría afuera desde el jueves y regresaría el domingo por la tarde. Mi sorpresa fue cuando ella me avisó que quien vendría sería Ana, cualquier tipo de pensamiento húmedo nubló mi cabeza, pero tal vez estaba exagerando pensé.
El primer día (jueves) que estaba solo, llegué del trabajo a la casa, alli estaba Ana, con un pantalón jeans colo negro, bastante apretadito y de cintura baja, arriba solo un top que cubría sus pequeños senos y dejaba libre su sexy ombligo que adornaba con un piercing.
Ella calentó mi cena y comimos juntos, platicamos de sus cosas, el colegio, sus amigos y amigas, sus padres, su futuro y luego el tema sexual. Me dijo que no tenía novio por el momento, y que tenía una amor secreto, eso me interesó y fui tratando de sacarle información. -No te puedo decir más- me dijo Ana.
En la casa tengo una habitación de ejercicios, una bicicleta estacionaria, una escaladora, y un pequeño juego de pesas. Le dije a Ana que la invitaba a hacer algo allí, ella me dijo que no estaba preparada por la indumentaria. Asi que le dije que viera la ropa de su tía, mi esposa, y tal vez algo le quedaría. Mi esposa guardaba ropa que utilizaba antes. Cuando yo estaba calentando en la bicicleta, se apareció Ana, con un pequeño short tipo jeans, muy cortito, su misma top y zapatos tenis, la condenada se veía riquisima. Hicimos unos 30 minutos de ejercicios y ambos empezamos a sudar. Al rato ella estaba en la escaladora y le dije que iría a bañarme que la miraría al rato. -Yo también quiero bañarme!- me dijo rápido.
-Esta bien, no tardaré!- le dije
-Noo!, bañemonos juntos- me dijo ella.
Dudé un poco antes de contestar. -Estas segura!-
-Si!, total se que tienes, yo me baño aveces con mis hermanos- me dijo casi riendose.
Con un poco de vergueza me quité la pantaloneta frente a ella, quedé en calzoncillos, luego me voltee y me los quité, entré a la ducha, luego ella no entraba, esperé un poco y luego empecé a bañarme yo, al rato ella abré la cortina de la ducha, la chica estaba totalmente en cueros, un lindo triangulo de vellos púbicos adornaba su vulva, luego venían unos finos labios vaginales. Sus senos eran pequeños pero en forma de volcancitos con un lindo pezón grueso al final. Me imagino que me quedé paralizado sin decir nada, solo viendola. -Despierta!- me dijo ella para volverme en mi.
-Mira como te haz puesto!- me dijo Ana. No sabía a que se refería, pero me di cuenta luego que tenía una tremenda erección, y no podía hacer nada.
-Es por mi?- preguntó ella con mirada algo picara.
Yo la vi a los ojos como diciendole que claro que si. Ella me abrazó, los dos desnudos, pude tocar su piel, y luego vinieron los besos húmedos, nuestras lenguas compitiendo para meterse en la boca ajena. Ana me pajeaba la verga con su pequeña mano y yo le manoseaba y apretaba sus bellas nalgas. Asi duramos varios minutos.
Ana, a pesar de su poca edad, tomó la iniciativa, no fui yo. Se fue poniendo de rodillas para quedar a la altura de mi verga, me la comenzó a chupar con mucha destreza. Esa pequeña niña podría dar clases de felación, me chupaba el tronco, lamía mi glande, lamía mis guevos uno por uno y luego metía y sacaba mi verga de su pequeña boquita. Solo mi experiencia sexual evitó que me corriera pronto.
Luego, yo ahora la puse de espaldas, ambos de pie en la ducha, fui besandole la espalda, hasta llegar a sus nalgas, fui dándole pequeñas mordidas sus buenas carnes y con ambas manos las abrí, ella se agachó un poco para que yo tuviera una mejor disponibilidad de su intimidades, lamí su arrugado culito varias veces, Ana comenzó a gemir, luego bajé mi lengua hasta la abertura de su vagina y le pasé la punta por sus labios vaginales. Todo mi rostro estaba entre sus nalgas, chupando y lamiendo.
Luego de varios minutos asi, la rajita de Ana ya chorreaba sus juguitos vaginales que yo bebía con ahinco. Ana casi gritaba gimiendo de placer.
-Vamos a la cama!- le dije y la tomé de la mano. Ya en la cama se me ocurrió colocarnos en una clásica 69, yo abajo y ella arriba. Alli tuve una mejor vista de su rajita, era de labios rosaditos al igual que su ano, seguí lo que ya había empezado, comiendome aquella rica chuchita. Ana se metió de nuevo mi verga y comenzó a succionarla, pero dejaba de hacerlo para gemir y quejarse de la mamada de raja que yo le daba, debo decir que siempre me ha gustado el sexo oral, es decir hacerselo a una hembra y ponerla a mil.
Ana me regaló su primera corrida de la noche en la boca. Luego por la posición, le dije que se montara encima de mi, ella sabiamente, fue acomodando mi verga en la entrada de su rajita y se fue sentando encima lentamente, sentí primero lo mojado y luego lo estrecho de su conducto vaginal, apenas había entrado la mitad, cuando ella comenzo a subir y a baja encima. Pronto fue tomando velocidad alli arriba, yo le tomaba los senos y las caderas por turnos, los senos para mamarlos y las caderas para aumentar el roce de nuestros sexos. Ante mi sorpresa Ana se volvío a correr, posiblemente unos diez minutos después de su primer orgasmo. Más adelante supe que ella llegaba facilmente a su climax, y eso son pocas la mujeres que tienen ese don.
Después de una buena cabalgata por parte de Ana, la coloqué en cuatro y le besé su culito y nalgas de nuevo, mas adelante me puse atras y la penetré, me puse a pistonear mi verga en su rajita, su culito como dije, no era amplio ni grande, pero era durito y parado, lo cual me facilitaba tomarla por las caderas y asirme para clavarla hasta lo más profundo que yo podía.
Ana ya no aguantaba la excitación y desgastada se fue cayendo en la cama, yo seguí penetrandola, clavandola con fuerza, su rajita era como un guante que me tomaba la verga a la medida. No tardó en llegar a su tercera corrida y yo a la primera, ella gritó y yo grité, saqué mi verga rigida de su chuchita y me vine en chorros de leche encima de su espalda y de sus nalguitas. Fue un tremendo y rico palo.
Nos vestimos, pero los besos siguieron. Ella me confesó que siempre había soñado con este momento, de estar en la cama conmigo.
-Por favor llama a mi mamá para que me dejen quedarme a dormir aqui en tu casa!- me pidió ella.
-Será que ellos te dejaran??- dije y dudé un poco.
-Sii, ellos lo aceptaran si tu se los pides- me dijo
Lo hice y ellos como dijo Ana aceptaron, no sabían que estaban entregando a su hija a una noche de placer sexual con el esposo de su tía.
Como imaginaran Ana se quedó toda la noche conmigo y follamos como hacen los novios en la primera noche juntos. Hicimos tanto sexo oral, que me vine en su boca dos veces y ella otro tanto en mi boca. La cogí en varias posiciones en la cama, ella encima, yo encima, de ladito, en cuatro y hasta alguna posición que nos inventamos esa noche, Ana era muy caliente y no cesaba de gemir y decirme que le gustaba lo que yo le hacía. Por supuesto que utilicé condones.
Al otro día, era viernes, estaba tan agotado y había dormido tan poco que no tenía ganas de ir a trabajar, pero tuve que hacerlo, durante el día recibi seis o siete llamadas de Ana, donde me decía que me deseaba y que la noche había sido un sueño para ella, que apenas esperaba que llegara para hacerme el amor, en la última llamada me dijo que me esperaria desnuda debajo de la sabanas, al llegar tiré mi maletin, llegué a la habitación y alli estaba ella solo con la cabeza afuera de las sabanas y con una sonrisa picara, me desnudé rapidamente, me metí enlas sabanas e hicimos el amor como si tuvieramos meses de no vernos y desearnos.
El día sabado que no trabajaba, tuvimos sexo en la sala de estar, sobre la mesa del comedor, y como a mi me encanta el sexo anal, le pedí su culito, ella dudó un poco, pero finalmente me dio un beso y me dijo que se lo hiciera suavecito. Asi que reclamé la virginidad de su pequeño agujerito.
No sé cuantas veces me corrí esos días, o cuantos orgasmos tuvo Ana, pero fueron más que los que recuerdo de mi luna de miel.
En este mes de marzo que pasó, cumplimos un año de tener relaciones con Ana. Somos muy precavidos y solo nos juntamos cuando no hay riesgo ni peligro. Ana ha tomado una figura de mujer divina.
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