Relatos cortos 5. El fontanero
Un trabajo dificil cuando hay una niña precoz.
Nota del autor
Otra entrega de mis ideas locas, este relato es mas largo que los otros, lo agrego a cortos por el hecho de que será solo de un capítulo, espero no sientan que es muy largo y aburrido y disfruten leerlo tanto como yo escribirlo. No olviden comentar.
Atte Adalberto1979
El fontanero
Tengo un trabajo muy interesante y gratificante, soy técnico de reparación de electrodomésticos. Pueden pensar que reparar lavadoras, refrigeradores y lavaplatos no es nada interesante ni gratificante. Y que solo hago la vida más fácil a algunos propietarios reparando sus electrodomésticos.
Lo que probablemente no conozcan son las ventajas del trabajo, como mirar un buen culo o una blusa abierta en un buen par de tetas. No creerías lo que harán algunas de estas aburridas amas de casa para echar un polvo. Pero un día que tenía una cita para reparar la lavadora de una mujer resultó ser gratificante de una manera que nunca hubiera imaginado.
Llamé al timbre de la casa de mi siguiente cliente y cuando se abrió la puerta, me saludó una hermosa joven que parecía tener unos nueve o diez años.
- Hola– le dije– ¿está tu mamá?
- Si
Dijo la niña, se volteó indiferente y caminó por el pasillo. Me quedé un rato en el marco de la puerta, al ver que nadie me atendía me dispuse a entrar, después de ponerme unos zapatos azules de elástico, entré y cerré la puerta, seguí a la niña a la cocina donde su madre estaba lavando ropa interior en el fregadero.
- Buenos días, disculpe, su hija no dijo que esperara afuera, así que espero que no se moleste porque entré– le dije.
- No, está bien– dijo la señora– Pero creo que Alicia es demasiado confiada a veces. A juzgar por tu uniforme, debes estar con “Reparaciones de electrodomésticos a domicilio”.
Ruth era su nombre y era una mujer hermosa. Ella era pequeña a no más de 1.55 metros, tenía el pelo castaño claro, ojos casi grises, una nariz respingada y una boca sumamente sensual. Llevaba unos shorts de mezclilla que enfatizaban su hermosa parte trasera y un top azul de algodón suelto, sin sujetador perceptible. “Mmm”, me saboreé para mí mismo
- Así es, soy Andrés y entiendo que tiene problemas con su lavadora.
- Sí, está allá en la lavandería– dijo la Sra. Ruth, señalando a la puerta de la cocina.
Entré en la lavandería y puse mi bolsa de herramientas encima de la secadora. Alicia me siguió y se sentó con las piernas cruzadas en el suelo. El dobladillo de su vestido había llegado hasta la mitad del muslo y para mi gran sorpresa, pude ver que no llevaba bragas. Mi sorpresa rápidamente se convirtió en emoción al ver la rendija de una niña; Una oleada de sangre hinchó mi pene dentro de mis pantalones de trabajo color azul oscuro. No quería meterme en problemas, así que volví a la cocina.
- mmm… Sra. Ruth… Su hija está sentada en el piso de la lavandería y… este… Ella no está usando calzoncillos– dije tratando de sonar como un adulto preocupado.
Ruth agitó la mano como si estuviera alejando una molesta mosca de su cara.
- No le hagas caso—dijo– A veces se quita las bragas. No te preocupes por eso. Solo ignórala.
- Bueno, si usted lo dice, Señora. No quería que pensara que estaba… ya sabes, mirándola– Me di vuelta y volví a la lavandería.
Después de desenchufar la lavadora, traté de ignorar la sensación de excitación sexual que sentí al ver el coño desnudo de una niña y me puse a trabajar en la lavadora. Saqué un destornillador de mi bolso y saqué el panel de control. Por casualidad miré a Alice, que estaba apoyada contra la pared; ella había subido las rodillas hasta la barbilla, y pude ver claramente su coño en forma de melocotón aplastado entre sus piernas con su hendidura bien cerrada.
Mi pene palpitaba al ver el coño de la joven en plena exhibición. Luego, para mi completo asombro, deslizó su mano entre sus piernas y comenzó a frotar su coño con su dedo índice. Sus ojos eran como rendijas estrechas y respiraba con dificultad frotando su pequeño clítoris rosado; mientras yo estaba allí, mirando mientras Alicia se masturbaba. Pude ver claramente los pliegues rosados de su vulva mientras frotaba su dedo hacia arriba y hacia abajo. Después de unos minutos de frotarse, se levantó, se alisó el vestido, me miró y sonrió.
- ¿Te gustó mirar mi coño?– ella preguntó con naturalidad—se te puso dura, ¿no?
Estaba mirando el gran bulto en mi entrepierna.
Me gusta hacer que los hombres se pongan duros– agregó con la naturalidad que la caracterizaba.
- ¿Cuántos años tienes, Alice?– pregunté tratando de sacar plática diferente.
- Tengo diez– respondió Alice– ¿Te gustan las niñas?—preguntó retomando el tema.
- No sé qué quieres decir
- ¿Qué si te gusta sexualizar con niñas pequeñas?—la pregunta llegó como un balde de agua fría
- .. este… quiero decir, eso es ilegal.
- Está bien, señor…– Alicia miró mi nombre bordado en la camisa azul de algodón de mi uniforme – Andrés, nunca le cuento a nadie sobre los hombres que tienen sexo conmigo.
No podía creer que estuviera teniendo este tipo de conversación con una niña de diez años.
- No creo que debas decirme eso, Alicia. Si tu madre te escuchara, podría despedirme, o algo peor.
- Por mamá no te preocupes. Le gusta tener sexo con hombres todo el tiempo. Ella podría tener sexo contigo.
Con eso me dejó mirando boquiabierta la parte posterior de su cabeza mientras desaparecía en la cocina. Revisé la placa de circuito y encontré el problema en la lavadora. Regresé a la cocina y le dije a la señora Ruth que su lavadora necesitaba un nuevo interruptor giratorio.
- Sabe señora Ruth, su esposo podría haber arreglado fácilmente esto ahorrándote dinero en mi visita– le dije.
Era mi línea estándar para todas las visitas a domicilio donde hay una mujer atractiva para determinar si había un hombre en la casa.
- Está bien, gracias Andrés. Pero ya no estoy casada, así que tengo suerte de tenerlo. ¿Le debo algo por su visita hoy?
- No, puede pagar la factura una vez que haya instalado la pieza.
Con eso me fui.
***
Diez días después, llegó el interruptor de reemplazo y nuestra chica de servicio al cliente me llamó e hizo una cita para que lo instalara. Me dirigí a la residencia de la señora Ruth.
Hola Andrés, adelante pasa– dijo la Ruth mientras abría la puerta.
Pude ver a Alicia parada detrás de su madre, sonriéndome. Me decepcionó un poco ver que llevaba un par de medias de color arcoíris, pero aun así, cuando las miré, mi pene se crispó.
Ella intencionadamente estiró su cuerpo fuertemente, por lo que las mallas definieron cada curva. Incluso podía ver el bulto triangular de su vulva y cuando se volvió para ir a la cocina, las medias formaron cada curva del pequeño y sexy trasero de Alicia.
La seguí a través de la cocina y después entré solo a la lavandería, dónde puse mi bolsa de herramientas en la secadora. Alicia entró detrás de mí y se quedó allí mirándome con sus grandes e inocentes ojos de Bambi, que parecían leer mis fantasías sexuales recién descubiertas como un libro abierto.
- ¿Quieres ver mis nuevas tetas?– Dijo Alicia en tono bajito.
- Alicia, no creo que debas decir eso– susurré, mirando hacia la cocina donde su madre estaba parada en el fregadero.
- Está bien, por mamá no te preocupes
Dijo Alice mientras levantaba el dobladillo de su camiseta. No creía que las niñas de diez años tuvieran tetas, pero me equivoqué. Bueno, no eran tetas reales, más bien como grumos del tamaño de uvas debajo de sus pezones.
- ¿Ves, mis nuevas tetas? ¿Te gustan?– Dijo Alice.
- ¡Alicia! Deja de molestar al buen hombre
Ruth había dejado de lavar los platos y se había vuelto y miraba a su hija con la camiseta subida a la barbilla. Alicia suspiró, se bajó la camisa y salió de la habitación.
- Perdón por mi hija, a veces puede ser un poco adelantada– dijo Ruth– Es así con los hombres. Creo que son sus hormonas, ya sabes, ella acaba de comenzar la pubertad.
No podía creer lo que su madre me decía, al no decirme algo como “deja de mirar las tetas o el coño de mi hija”. Aun así me sentía incómodo por el hecho de que su madre la atrapó mostrándome sus tetas. Me tomé mi tiempo para instalar la nueva parte en la placa de circuito y luego la reinstalaba en el panel de la máquina.
- Ya terminé, Sra. Ruth– le dije mientras le entregaba la factura.
- Por favor llámame solo Ruth y por favor tutéame– dijo con una sonrisa– Te escribiré un cheque.
- Está bien Ruth, gracias– dije.
- Mira, ¿puedo pedirte un favor? Tengo que correr a la tienda y no quiero dejar a Alicia sola. ¿Te importaría cuidarla un rato? No me iré mucho tiempo.
La idea de estar solo con Alicia me excitó.
- Está bien, eso no será un problema– le respondí– ¿Cuánto tiempo tardarías?
- Una hora a lo mucho
- Está bien—dije con mi pene brincando en mi pantalón
Después de que Ruth se fue, entré en la sala de estar y me congelé cuando vi a Alice recostada en la alfombra mirando la televisión… Desnuda.
Mi pene comenzó a hincharse mientras miraba su dulce y pequeño trasero con la hendidura profunda entre las nalgas redondeadas y el dulce melocotón de coño. Cuando me senté en el sofá, Alicia se volvió y me sonrió. Ella se levantó y se sentó a mi lado.
- ¿Quieres tocar mis tetas?– ella dijo de forma directa.
No esperó una respuesta, tomó mi mano y la presionó contra el pequeño oleaje del tamaño de una uva de su seno izquierdo. Lo palpé y su pequeño pezón con la punta de mi dedo índice.
- Mmm, eso se siente bien– dijo, mientras le frotaba la otra teta con mi otra mano.
- ¿Cuánto tiempo estará tu madre en la tienda?—Pregunté sabiendo que sería cerca de una hora. Pero quería corroborar, esperando que me diera suficiente tiempo para ver hasta dónde Alicia me dejaría ir con ella …
- Alrededor de una hora– respondió Alicia– ¿Quieres tocar a mi conchita?– Agregó Alice, con naturalidad—tendremos tiempo
Sentí que mi pene se endurecía dentro de mis pantalones. Moví mi mano fuera de los senos de Alicia, hacia abajo, pasando por su pequeña barriga redondeada y cuando me acerqué a su coño, ella abrió sus piernas para mí.
Deslicé mi dedo medio en su apretada raja. Podía sentir calor y humedad en los delgados pliegues de sus labios internos. Alicia apoyó su cabeza sobre mi hombro mientras yo trabajaba con mi dedo más profundo hasta que sentí su pequeña abertura.
- Aaahhh
Alicia gimió cuando curvé mi dedo y entré en ella. Su raja era increíblemente apretada; Podía sentir el anillo de piel alrededor de mi dedo como una banda de goma. Saqué mi dedo y me lo llevé a mi nariz. El aroma del sexo de su pequeña raja era intoxicante y su sabor celestial.
Ella me miró con sus ojos de ciervo que parecían demasiado grandes para su rostro y dijo
- ¿Quieres que te chupe la verga?
Era una oportunidad de oro pensé. Me desabroché el cinturón y el chasquido de la parte superior de mis pantalones de trabajo, levanté el trasero y me puse los pantalones y la ropa interior hasta los tobillos al mismo tiempo. Cuando mi pene se levantó Alice no perdió el tiempo; ella tomó el eje en su pequeña mano; su dedo índice y pulgar no se acercaron lo suficiente como para tocarse.
Alice abrió la boca y para mi sorpresa, deslizó sus suaves labios sobre la cabeza. Pude ver sus mejillas hundirse cuando comenzó a chuparme el pene y girar su lengua alrededor de su cabeza. Era evidente que este no era su primer oral y esa revelación me sorprendió. Quiero decir, ¿cómo pueden “cabecear” así las niñas de diez años?
Alicia me acariciaba el pene mientras me felaba. Mi trasero se sacudió, y mis piernas temblaron mientras mi orgasmo se acercaba.
Me preguntaba si ella me dejaría salir los chorros en su boca. Mi pregunta fue respondida un minuto después cuando gruñí, mi pene se hinchó y llenó su pequeña boca con mi líquido. Pude ver sus mejillas hinchadas mientras trataba de acomodar cuánto había eyaculado. Cuando terminé, mi cuerpo se relajó en un estado post-orgásmico. Alice tragó dos veces y se limpió los labios con la palma de la mano por donde se había escapado un poco de semen.
- ¿Te gustó la mamada?– preguntó ella, sabiendo muy bien que así era.
Antes de que pudiera responder, oí que se abría la puerta principal. Rápidamente me subí la ropa interior y los pantalones y cerré la cremallera. Acababa de abrocharme el cinturón cuando la señora Chaplin entró en la sala de estar. Miró a su hija y dijo
- Alicia, ¿dónde estás tu ropa?»
- En la lavandería, mamá, derramé jugo sobre ellos.
- Está bien, cariño. Ve y ponte unos shorts limpios.
Ruth se volvió hacia mí y dijo
- Pido disculpas por el comportamiento de mi hija. Juro que no sé qué voy a hacer con esa niña. ¿Se portó bien? Espero que no se haya acercado a ti.
- Este… no, no lo hizo. Ella solo miraba la televisión. ¿Tienes mi cheque ya que tengo otra visita a domicilio?—me urgía salir de ahí antes de que ella fuera a sospechar la mamada queme acababa de dar su hijita de 10 años
- Sí, por supuesto– respondió ella, entregándome un cheque.
Le di un recibo y me fui, sabiendo que sería el reparador que enviaría mi compañía cuando la secadora que había saboteado no funcionara. Sonreí con aire de suficiencia.
*****
- Hola Andrés, buenos días, la señora Ruth llamó
Dijo Clara la secretaria y encargada de nuestra agenda, yo había saboteado su secadora, sonreí
- su secadora no funciona. ¿Puedes ir allí como tu último trabajo del día?
- ¿Por qué?
- Es que expresamente te pidió a ti, pero tú ya tenías agenda llena para hoy, le dije si era problema que fuera el último trabajo del día y dijo que sí, así que es solo que tu aceptes
- Claro que puedo Clara– le respondí– eres un amor de mujer
Le dije acariciando su rostro, ella me sonrió, recargo su rostro en mi mano y cerró sus hermosos ojos; éramos buenos amigos, tan buenos que cuando tenía ganas de sexo y no había con quien desquitarme, solo la llamaba, ella venía a mi casa y me desahogaba con ella; era una lindura de mujer, era casada y eso limitaba una relación sería, pero no nuestro sexo desenfrenado
- Andrés ¿Puedo preguntarte algo?—dijo ella algo seria
- Claro, ¿qué pasa?
- ¿La señora Ruth es una mujer soltera y guapa?– dijo ella con una sonrisa.
Le devolví la sonrisa.
- Ahora, ¿qué te hace pensar eso, Clara?– Respondí y tomé la orden de reparación de sus manos.
- Solo el hecho de que habló solicitándote; solo a ti y casualmente mucho más rápido de lo que debería
- ¿Celosa?
- No mi amor, sólo fue curiosidad
Me acerqué a ella, no sin antes revisar que no había nadie cerca y la besé en los labios, ella cerró sus ojos y me correspondió
- ¿Cuándo nos vemos?—dije yo acariciándole una teta por encima de la ropa
- Cuando quieras, ya sabes, solo háblame; me encanta decirle a mi esposo que haré “tiempo extra” aunque espero la señora Ruth no te deje muy agotado
Nos reímos juntos, éramos cómplices sexuales, no había secretos entre nosotros, bueno al menos no le contaría tan fácil que una nena de 10 años me había hecho una mamada
***
Alicia abrió la puerta con una sonrisa
- Hola, Andy.
- ¿Por qué me llamas Andy?
- Me gusta más que Andrés, ¿te importa?
- Para nada
Entré y cerré la puerta. Después de ponerme unos botines de plástico azules, seguí a Alicia a la cocina, admirando su culo sexy dentro de una falda corta azul celeste y un top sin mangas. No podía ver ningún contorno de sus bragas, así que supuse que no estaba usando ninguna. Mi pene se erectó ante la idea de quizás otra mamada épica.
- Buenas tardes señora Ruth– le dije al entrar en la cocina.
- Dije que me llamaras Ruth la última vez que estuviste aquí—dijo como poniéndose seria.
- Está bien, Ruth. ¿Entiendo que tu secadora no está funcionando ahora?
- Sí, y eso es extraño porque estaba funcionando bien el otro día.
- No te preocupes Ruth, me encargaré de eso– dije ya con más confianza y fui a la lavandería con Alicia justo detrás de mí.
Mientras quitaba el panel de control frontal de la secadora, ella se subió a la lavadora y se sentó con los brazos alrededor de las rodillas frente a mí. Eché un vistazo y mi pene se endureció cuando vi su coño desnudo con su hendidura apretada aplastada entre labios regordetes. Su pequeño clítoris en su vaina era visible al igual que la roseta rosa y arrugada de su ano. Alice me vio mirando su coño.
- Apuesto a que se te puso dura– se rio– Te gusta mirar mi coño, ¿verdad, Andy?
- Tienes un hermoso coño, Alice. También puedo ver a tu culo—dije ya más atrevido
- Ahí es donde mi tío pone lo suyo cuando tenemos sexo– dijo Alicia con mucha naturalidad.
Dios mío, ¿hay algo que esta chica no haga? Pensé.
- ¿Tu mamá sabe que él hace eso?
- Si, él y mamá también tienen sexo.
¡Dios! Qué familia, pensé. ¡La hija tiene sexo anal con su tío y su madre y su hermano o cuñado follan!
- ¿Ellos son hermanos?
- Si y desde que son niños cogen, viene muy seguido ya sea por mí o por mi mamá o ambas, según como ande de ánimos
- ¿Cómo te va?– Dijo Ruth, apoyada contra la jamba de la puerta. Yo aún no salía de mi choque. Ella miró a su hija– Alice, por dios ¿dónde están tus bragas?
- No pude encontrar un par limpio, mamá– respondió Alicia fingiendo inocencia.
Ruth suspiro.
- Está bien, es hora de tu baño en cualquier caso– dijo y se fue.
Tuve la clara impresión de que podía hacer cualquier cosa con Alice con el pleno conocimiento de su madre, y ella no pestañearía. Miré el coño de Alice, y juro que lo que hice después, no pude evitarlo.
Era casi como el pedazo de pastel en la historia Alicia en el país de las maravillas con “cómeme” escrito en grosellas. Excepto que “dedeame” estaba escrito en el coño de Alicia.
Puse la punta de mi dedo índice contra la hendidura apretada de Alice, esperando obtener un poco de su humedad para saborear y oler, pero Alice tenía otras ideas.
Alice agarró mi muñeca con ambas manos y metió la punta de mi dedo más profundamente en su raja. Sentí su pequeña y húmeda apertura, Alice tiró de mi muñeca y mi dedo la penetró hasta el segundo nudillo. Dios, ella estaba apretada. Ahora sabía por qué su tío se lo metía en el culo, su coño era demasiado pequeño. Pensé que era el final y estaba a punto de sacar mi dedo para saborearla, pero de nuevo, Alice tenía otras ideas. Ella comenzó a masturbarse usando mi dedo. Cuando ella tiró de mi muñeca, mi dedo entró completamente dentro de ella, y el nudillo de mi pulgar presionó contra su pequeño clítoris.
Sus ojos se entrecerraron, abrió su boca y su respiración se aceleró mientras perseguía su orgasmo. Afortunadamente, no tardó mucho en llegar al clímax y afortunadamente, no era ruidosa.
Pequeños chillidos escaparon de sus labios cuando ella tuvo un orgasmo. Luego, tan rápido como comenzó, terminó, y ella liberó mi muñeca de su agarre. Me llevé el dedo mojado a la cara, inhalé su aroma embriagador y saboreé su sabor a ambrosía.
- Aaahhh… eso estuvo bien
Dijo Alice y saltó de la lavadora y salió de la habitación. Ajusté mi pene dentro de mis pantalones para darle un alivio muy necesario y volví a arreglar la secadora.
- Listo– le dije a Ruth, mientras encendía la secadora
- Estoy muy contenta de que vuelva a funcionar–respondió ella– ¿Cuánto te debo?
- Nada Ruth, fue solo una conexión floja. Estas cosas suceden a veces.
- Es muy amable de su parte, gracias. Y Andrés ¿tienes otros trabajos que hacer esta tarde?
- No, Ruth, el tuyo fue el último ¿por qué?
- Como recompensa por arreglar mi secadora, ¿te gustaría quedarte a cenar temprano? Le prometí a mi amiga que la vería en el cine. Mi niñera debería estar aquí a las siete.
- Gracias, Ruth, me encantaría quedarme a cenar—aunque creo que por la hora será más merienda– le dije en tono amable.
***
La cena estuvo deliciosa, y cuando me estaba preparando para irme, el teléfono celular de Ruth sonó. Ella respondió la llamada. Mientras escuchaba, vi un ceño fruncido.
- Está bien– dijo y terminó la llamada– Esa fue mi niñera. Surgieron algunas cosas y ella no puede cuidarla esta noche
Sentí que mi pene comenzaba a endurecerse nuevamente.
- Me encantaría cuidarla– le dije.
- Oh, no, no te puedo incomodar, Andrés– dijo Ruth—tal vez ya tenías planes para tu tarde noche
- No es molestia—dije– Me encantaría quedarme y cuidarla.
- ¿De verdad? Eso es muy amable de su parte– dijo. Luego mencionó algo que me dejó perplejo– Estoy seguro de que ustedes dos se divertirán. Asegúrate de que se bañe antes de irse a la cama; que se bañe cuantas veces sea necesario
- Esto último lo dijo con un brillo especial en sus ojos
- Está bien, lo haré– le dije– La bañaré yo mismo– dije en voz baja.
Ruth se fue a las siete menos cuarto, y en cuanto la puerta se cerró, Alice me agarró de la muñeca y tiró de ella.
- Vamos, es hora de mi baño—dijo.
La seguí escaleras arriba hasta el baño principal, donde puse el tapón en el desagüe y abrí los grifos mientras Alice se ponía el vestido sobre la cabeza y lo dejaba caer al suelo. Cuando el baño estaba medio lleno, cerré los grifos y me senté en una silla.
- Vamos, tonto, desvístete– dijo.
- ¿Quieres que me meta en la bañera contigo?
- Por supuesto que sí, Andy
Sin perder tiempo, me quité la ropa y me metí en la bañera frente a Alice, mi erección se balanceaba arriba y abajo en el agua. Ella comenzó a jugar con mi pene, tirando de él y moviéndolo de lado a lado, riendo alegremente.
- Tienes una buena polla, Andy, ¿vamos a tener sexo esta noche?– Dijo Alice, como si preguntara como estaría el clima.
- ¿Tú quieres?– Respondí con un temblor en mi voz.
- Por supuesto que sí tonto, pero no en mi coño– Ese comentario me excitó sin fin ya que me encanta el sexo anal.
- ¿Por qué no por tu coño?
- Soy virgen de ahí tonto, quiero guardarlo para un momento especial
- Está bien– dije con cara de resignado, pero por dentro brincaba de emoción
Lavé a Alice tomando mucho tiempo entre sus piernas y su trasero, empujando un dedo jabonoso en su ano. Ella se deleitaba mucho al lavarme el pene, arrastrando el prepucio hacia adelante y hacia atrás; tuve que detenerla mientras me acercaba a mi clímax.
Salimos de la bañera y nos secamos. De camino a su habitación, se detuvo en la habitación de su madre y sacó un tubo de gel lubricante del cajón de la mesita de noche.
Una vez que estuvimos en su habitación, colocó una almohada sobre la cama y se acostó encima de ella debajo de su barriga, empujando su trasero hacia arriba. Era obvio que había hecho esto varias veces antes.
- Estoy lista para que tengas sexo conmigo– dijo.
Me arrodillé en la cama entre sus piernas abiertas. Su coño era regordete en forma de melocotón con su vaina del clítoris en exhibición y su ano rosa oscuro me guiñaba como un ojo coqueto, invitándome a peca con él. Estaba temblando al saber que iba a tener sexo anal con esta niña de diez años, algo tan malo, tan ilícito, pero tan jodidamente emocionante.
Colocando una gran cantidad de gel en el extremo de mi pene, lo unté alrededor del eje, limpiando el exceso en la sábana. Sosteniendo el eje entre el pulgar y el índice, coloqué su cabeza en su ano y presioné hacia abajo, pero no estaba haciendo mucho progreso y no quería presionar demasiado y arriesgarme a lastimarla. La sentí levantarse un poco y su mano agarró mi eje y empujó su cabeza contra su ano. Cuando se empujó contra mí, su ano se dilató y de repente, la cabeza desapareció; su esfínter era como una banda elástica apretada alrededor de la parte inferior de mi cabeza de gallo.
- Eso se siente bien. No eres tan grande como mi tío. Realmente tiene que esforzarse mucho para meter su cosa dentro de mí cuando tenemos sexo– dijo Alicia– A veces me duele, y luego tengo que sumergirme en la bañera porque me sigue doliendo. Creo que contigo lo disfrutaré más
Empujé un poco más, y mi pene lubricado se deslizó un poco más profundo, cuando comencé a follarla.
- Ve más profundo– dijo Alice—méteme toda tu verga
Así que empujé y mi pene se deslizó completamente dentro de sus intestinos. Mientras continuaba follándola, pude sentir mi saco de pelota golpeando su mano entre sus piernas, pues ella estaba frotando su clítoris. Durante los siguientes cinco minutos, Alice se masturbó mientras la follaba por el culo. Me encantó la tensión de su trasero y la forma en que acariciaba mis bolas cuando dejé de empujar con mi pene enterrado profundamente en sus entrañas para retrasar mi clímax.
Alicia maulló como un gatito y resopló cuando llegó al clímax. Yo no me dejaba de mover, mis manos estaban apoyadas sobre la cama, para permitir mis caderas libre movimiento. Podía sentir su ano apretando mi polla cuando su orgasmo se apoderó de su cuerpo. No pude esperar más; Necesitaba un dulce alivio, así que comencé a empujar nuevamente, y en diez segundos sentí que mi pene se hinchaba y exploté dentro de las entrañas de Alice. Se me aceleró el pulso en los oídos mientras salía con fuerza.
Entonces me relajé recuperando el aire. Mi pene comenzó a suavizarse y cuando Alice le apretó el ano, se salió y caí a su lado respirando con dificultad. Alicia se levantó de la cama y salió de la habitación. Entonces escuché el agua corriendo en el baño. Unos minutos más tarde, escuché que se cerraba el agua y ella regresó, sacó un par de bragas de algodón del cajón de su tocador y se las puso.
- Eso estuvo bien– dijo Alice después de ponerse el camisón y meterse en la cama conmigo acurrucándose a mi lado– ¿Vas a tener sexo con mamá la próxima vez? Ella me dijo que le gustas. La mayoría de los hombres con los que tiene sexo no son tan amables como tú.
- No sé Alicia. Es hermosa y me gustaría, pero…
- No seas tímido, ¿Ok? Todo lo que tienes que hacer es preguntarle, eso es todo.
- Está bien, lo haré. Creo que necesito vestirme ya que tu madre estará en casa pronto.
Me voltee a ella y la tomé en mis brazos, por primera vez la besé, nuestras lenguas se enroscaron, mi pene brincó pidiendo guerra de nuevo, ella lo sintió y su manita lo estimuló aún más, le quité el panty de algodón y puse sus tobillos en mis hombros, ella sabedora de lo que haría abrió sus nalgas con sus manitas, mi verga fue dentro de ella de nuevo
- Aaahhh… Andy… métela… si, así
Me la cogí fuerte, su culo ya estaba dilatado, nuestras bocas se enroscaron mientras mis caderas la bombeaban una y otra vez, acabé en su culo con ella gimiendo dentro de mi boca.
Me quedé besándola hasta que mi verga se aguadó y salió de ella. Después de besarla, me vestí y bajé las escaleras preguntándome si podría levantarme para follar a Ruth cuando ella regresara.
******
Antes de salir de la casa de Ruth después de arreglar su secadora (que había saboteado previamente para asegurar una visita de regreso) y tener sexo anal increíble con su hija de diez años, le di mi número de teléfono celular. Le dije que estaría feliz de ayudarla con cualquier trabajo que necesitara hacer en la casa. Una semana después, tarde un sábado por la tarde, me llamó.
- ¿Podrías venir, Andy? Algo está goteando debajo del fregadero de mi cocina.
- Claro, Ruth, terminaré en una hora– le respondí y noté que ya me llamaba Andy, así como lo hacía Alicia
Ruth me saludó en la puerta principal, noté que no estaba Alicia.
- Gracias por venir en tan poco tiempo, Andy.
- No hay problema– le dije– ¿Dónde está Alice?
- Ella está en la casa de un amigo dos puertas más abajo.
La seguí a la cocina, admirando su hermoso trasero en forma de pera dentro de sus medias grises. El material elástico se formó alrededor de los globos gemelos de sus nalgas con la hendidura profunda en el medio. No vi líneas de panti, así que supuse que no llevaba ninguna. Dejé mi bolsa de herramientas, abrí las puertas dobles del armario del fregadero y eché un vistazo al interior.
- Parece que un accesorio necesita ser ajustado– dije.
Saqué un par de pinzas de mi bolso y me recosté boca arriba con la cabeza dentro del gabinete. Ruth se agachó y se inclinó para mirar dentro. Llevaba una blusa suelta, y pude ver claramente el contorno de sus pechos dentro. Ella puso su mano sobre mi muslo para estabilizarse.
- ¿Ha estado goteando mucho tiempo?– ella preguntó.
Mi pene comenzó a hincharse con su toque, sin mencionar la vista de la parte superior de sus hermosas tetas. Pude ver claramente sus pezones hurgando en la tela delgada.
- No creo que mucho tiempo– respondí y jadeé mientras ella movía su mano sobre mi pene ahora erecto dentro de mis pantalones cortos.
- ¿Será difícil de arreglar?– Preguntó con una sonrisa malvada en su rostro.
- Muy difícil—respondí entendiendo que se refería a mi verga.
Me acosté de espaldas, dentro del gabinete, mientras Ruth desabrochaba el chasquido de mis pantalones cortos y luego bajaba la cremallera. Rápidamente pescó dentro de mi bóxer y sacó mi pene ahora muy duro.
- Entonces, ¿será bastante difícil?
Dijo Ruth mientras se arrodillaba y bajaba la boca por el extremo de mi pene y comenzaba a chuparlo mientras acariciaba su eje con el pulgar y el índice. Me quedé allí y disfruté la sensación de los suaves labios de Ruth en el eje de mi pene y su lengua girando alrededor de su cabeza.
Mis ojos estaban casi cerrados cuando noté movimiento a la izquierda de Ruth. Era Alice, y ninguno de los dos la habíamos escuchado entrar por la puerta trasera. Se quedó allí en silencio mirando a su madre darme la mejor mamada que había tenido.
Alice llevaba un par de medias rosas y un top de algodón acanalado. Vi su mano meterse dentro de la cintura de sus medias, el contorno del nudillo de su dedo índice se movía hacia adentro y hacia afuera mientras se masturbaba. La visión de Alice, de diez años, masturbándose mientras su madre me mamaba era una sobrecarga sensorial total.
¡Jesús, Rut!
Lloré cuando mi trasero se cayó del piso de la cocina; mi pene se hinchó y la primera cuerda gruesa de semen ardió a través del eje de mi polla y se lanzó a la boca de Ruth. Ella me sonrió al sentir el líquido golpear la parte posterior de su garganta cerrada. Ella tragó rápidamente cuando la siguiente carga brotó. Después de que cinco o seis cuerdas hubieran llenado su boca, terminé.
Ruth escuchó a Alice moverse y se volvió para mirarla.
- No te escuché entrar, cariño
Dijo con indiferencia mientras metía mi pene que ahora se estaba ablandando rápidamente dentro de mis pantalones cortos y me abrochaba.
- ¿Cuánto tiempo has estado parado allí?—preguntó Ruth mientras se limpiaba los labios con el dorso de su mano
Alice sacó su mano del interior de sus medias chupó sus dedos y dijo
- Unos minutos; estaba observándote a ti y a Andy intimando. ¿Tenemos una fuga?
- Solo una pequeña y Andy accedió a venir y arreglarlo. No fue muy difícil
Dijo Ruth, sin darse cuenta de su doble sentido, pero no se perdió en Alicia quien se rio. Rápidamente apreté el accesorio con fugas y volví a levantarme. Ni Ruth ni Alice parecían desconcertadas por lo que acababa de suceder.
- ¿Quieres quedarte a cenar, Andy?– Dijo Ruth.
- Me encantaría, gracias por ofrecerme.
- Tengo que pagarle por arreglar la fuga– dijo Ruth.
- Creo que ya lo has hecho– le dije abrochando mi pantalón frente a ella que seguía hincada. Ruth sonrió, lo mismo que Alicia.
***
Después de una deliciosa cena de pollo asado, puré de papas y judías verdes, los tres nos sentamos en el sofá, viendo la televisión. Ruth estaba a mi izquierda y Alice a mi derecha. Tenía una mano alrededor de sus dos hombros. Alice tenía su cabeza en la curva de mi hombro, y Ruth tenía su mano en mi muslo.
Mis manos traviesas ya acariciaban los pezones de ambas, estaba casi seguro que Ruth sabía que se lo hacía a su hija como a ella, pero no decía algo, solo miraba la tele. Me preguntaba si iba a tener suerte y tener sexo con ambos en la misma cama, pero a las nueve en punto, Ruth le dijo a Alice que se lavara los dientes y se metiera en la cama.
- ¿Puede Andy meterme en la cama Mamá?– Alice preguntó.
- Por supuesto, bueno solo si a él no le molesta—volteo a verme y yo asentí– cariño, ahora ve, él te alcanza
Alice se levantó, le dio un beso a su madre y subió las escaleras. Ruth volteo a mi y me besó
- ¿Te quedarás esta noche conmigo?—preguntó mientras me besaba
- Si tú quieres, si
- Muy bien, ve acuesta a Alicia y no tardes y sobre todo no gastes mucha energía
Dijo tocando mi verga sobre el pantalón masturbándome un rato mirándome directo a los ojos. Unos minutos más tarde, subí a su habitación. Estaba en la cama y vestía un camisón. Me incliné y besé sus dulces labios.
- Buenas noches, Alice– le dije.
- No llevo bragas
Respondió con un brillo en los ojos. Maldita sea, ¿son todas las niñas de diez años tan sexuales como Alicia?, pensé.
Deslicé mi mano debajo del dobladillo de su camisón, y ella abrió amablemente sus piernas. Cuando mi dedo encontró su clítoris, fue evidente que había estado jugando consigo misma ya que los suaves pliegues de su coño estaban mojados.
- Aaahhh
Alice comenzó a gemir mientras yo frotaba su pequeño botón. No tuve mucho tiempo ya que no quería que su madre viniera a buscarme, pero pensé que probablemente no le importaría que estuviera acariciando a su hija. En cualquier caso, Alice ya estaba excitada, y rápidamente la llevé al orgasmo.
- Aaahhh
Saqué mi verga y se la metí en la boca, ella me mamó, sus mejillas se hundían, su cabeza se mecía de adelante a atrás, ya nada importó, la giré dejándola de lado y de espaldas a mí, levanté su camisón, escupí en mi mano y embarré la saliva en su culo
- Aaahhh
Alicia gimió mordiendo la almohada cuando sintió mi glande entrar en ella, me moví rápido, no tenía mucho tiempo
- Si Andy, si… jódeme… aaahhh… aaahhh
Los gemidos de ella ya eran más intensos, podían ser escuchados por el silencio de la noche, la tenía al borde de la cama, sus rodillas pegadas a su pecho, yo parado a un lado de la cama la sostenía de su hombro y una rodilla al mismo tiempo y movía mis caderas como loco
- Aaahhh sí, eso me gusta aaahhh
Gimió cuando con mi pulgar machaqué su clítoris, aceleré y sentí mi verga eyacular, mordí mis labios para no gritar, terminé y se la saqué del culo, la giré y puse su cara al borde de la cama, ella entendió y abrió su boquita, limpió mi verga hasta dejarla limpia, pensé que si Ruth me mamaba, mínimo no olería a culo.
- Mmm, eso estuvo bien—dijo limpiando su boca y mirándome coqueta.
La besé nuevamente, apagué la luz y bajé las escaleras, chupando mi dedo. Ruth estaba sentada en el sofá, bebiendo un vaso de té helado. Me senté a su lado.
- ¿Qué piensas de mi hija?– Ruth preguntó.
- ¿En qué sentido, Ruth?– Decidí pisar con cuidado.
- ¿Tienes chicas jóvenes para parientes, hijas, sobrinas, primas?
- No, no las tengo, y nunca me he casado– le respondí.
Ruth suspiro.
Alice es una niña muy testaruda, y me temo que a veces sus hormonas se apoderan de su sentido de lo correcto y lo incorrecto. No me malinterpreten, Andy, no hay nada malo en que una niña de su edad tenga pensamientos y deseos sexuales, pero me temo que algún día tendrá algún tipo pobre que responda a sus problemas. Mi hermano me dijo que había acudido a él varias veces cuando habían estado solos, pero él dijo que no hizo algo con ella. Si te hago una pregunta personal, ¿puedo obtener una respuesta honesta?
- Está bien– respondí, preguntándome cuánto debería decirle sobre lo que Alice y yo habíamos estado haciendo.
- Sé que a ella le gusta exponer su cuerpo, y sé que eres un tipo de sangre roja, así que ¿has hecho algo con ella?
- Lo siento, ¿qué estás preguntando exactamente?– Dije, ganando tiempo para pensar.
- ¿Has tocado a mi hija inapropiadamente?
- No te voy a mentir, Ruth, pero cuando levantó el dobladillo de su blusa y me mostró sus pequeños senos, los toqué lo mismo que su pequeño coño, lo siento, no pude resistirme.
- Mmm, desde que entró en la pubertad y comenzó a crecer los senos, ha estado muy orgullosa de ellos. Solo desearía que no se los siguiera mostrando a los hombres. El otro día, un ajustador de la compañía con la que tengo mi seguro de hogar vino a ver el daño causado por el granizo en mi techo. Mientras estábamos sentados en la mesa del comedor, Alicia entró al comedor con solo un par de bragas. El chico comenzó a sonrojarse mientras miraba sus pequeños senos. Tuve que intervenir para decirle que vaya y se ponga algo de ropa, después en un descuidó los sorprendí, ella con su blusa en la cabeza y el ajustador amamndole sus pezones, se asutó tanto que firmo toda la palelería, ni siquiera explicaciones me pidió, no me cobraron deducible, ¿puedes creerlo?
Ruth hizo una pausa y continuó
- Creo que ella me sigue genéticamente. Cuando entré en la pubertad, me encantaba jugar desnuda en nuestra piscina sobre el suelo en nuestro patio trasero. Disfruté de los amigos de mi padre que miraban mis pechos cuando venían a hacer una barbacoa, de vez en cuando alguno me manoseaba a escondidas de mi padre. Cuando crecí, fui a playas nudistas. Supongo que soy exhibicionista
Ruth pensó por unos momentos y dijo algo fuera del tema, pero de todos modos me excitó.
- ¿De verdad solo has hecho eso con mi hija?
- ¿Por qué la insistencia?
- Bueno, pensé que para estas alturas ya te la habías cogido, como lo hace mi hermano, el cree que no lo sé, pero es evidente que lo hace, cada que viene se pierde con ella en su habitación y cuando baño a Alicia le encuentro semen en el culo. A veces tomamos siesta juntos y solo esperan a que me duerma para tener sexo, creo que ellos saben que estoy despierta, pues gimen como locos, a veces Alicia me chupa la raja, es emocionante
- ¿Si hubiera pasado algo más te molestaría?—pregunté yo armado de valor
- No, mi hija me salió muy precoz y… muy puta, prefiero que sea un conocido
- Pues me sinceraré contigo, si hemos tenido sexo anal
- Lo sabía, entonces ¿Si quieres pasar la noche conmigo?—sus pupilas estaban dilatadas
- Eres una mujer hermosa, Ruth, y nada me daría más placer que pasar la noche en tu cama.
- Bien– dijo Ruth y se levantó del sofá.
Apagó los televisores y activó la alarma de intrusión. La seguí escaleras arriba, admirando su estupendo culo dentro de sus medias grises, el material elástico moldeado en cada curva y cada grieta.
- La noche será excitante—dijo ella
- Si, solo dame unos minutos, te advierto que acabo de cogerme a Alicia por el culo
- Si los escuche, pero yo haré que te pongas tan duro como si no hubieras jodido en meses
Nos desvestimos lentamente. Cuando Ruth se cubrió la cabeza con el top sin mangas y sacudió los largos mechones de su cabello castaño claro se vio muy sexy; jadeé en silencio cuando sus perfectos senos aparecieron a la vista. Eran del tamaño de medios naranjos y sus areolas y pezones eran de color rosa oscuro, casi marrón, y contrastaban con su piel de leche.
Vi a Ruth sonreír cuando vio mi erección cubriendo mis bóxers mientras tiraba de su pantaleta sobre la curva de sus caderas y bajaba las piernas hasta los tobillos. Mientras se paraba y salía de ellos, vi su gran monte de venus en forma de un triángulo de pelos púbicos, de color castaño claro, perfectamente arreglado. Sus labios externos estaban rojos y regordetes con sus delgados labios internos como una delgada tira de piel marrón que recorría todo el largo de su hendidura.
- Tienes un cuerpo hermoso y sexy, Ruth. De verdad has hecho que me ponga duro de nuevo– le dije.
- Gracias, Andy, no estás nada mal tú también– dijo.
Ambos nos subimos a la cama de matrimonio uno frente al otro. Cuando extendí la mano y ahuequé un pequeño seno, sintiendo que su pezón se endurecía, Ruth agarró el eje de mi pene y comenzó a acariciarlo lentamente.
- Voy a disfrutar de poner esto en mi boca, mi coño y en mi culo– dijo mientras me apretaba suavemente el pene.
- No más de lo que lo haré yo—respondí– Me encantan tus tetas, por cierto.
- No son muy grandes, me temo– dijo.
- Apreté su pecho que llenaba mi palma.
- Son perfectos para mí– Yo respondí.
Ruth movió su cabeza hacia mi estómago y me llevó a su boca. Gemí cuando sus labios se cerraron en su parte inferior y apliqué succión suave. Llegué detrás de ella y deslice mi dedo en los pliegues húmedos de su coño. Levantó la cabeza de mi pene y jadeó cuando entré en su vagina con dos dedos.
Mmm, eso se siente bien, no puedo esperar para meter tu polla allí
Dijo y volvió a darme buena cabeza. Me preguntaba si ella le había enseñado a su hija cómo hacerlo usando un plátano; Lo tiré de mi cabeza. Después de tres o cuatro minutos de haberme mamado, se detuvo y se sentó a horcajadas sobre mis caderas, sentándose en mi pene que estaba acostado sobre mi estómago. La vista de sus regordetes labios rojos y externos, y sus delgados interiores que abrazaban mi pene en un abrazo sensual lo hizo temblar.
¿Quieres ponerte una goma?– ella dijo refiriéndose a un preservativo
¿Tengo que?
Depende de ti. Estoy limpia si eso es lo que te preocupa, y uso el parche anticonceptivo
El viejo dicho de que cuando follas a alguien, te follas a cualquiera y a todos los que follan.
No, está bien– le dije, lanzando precaución al viento.
Ruth se levantó, tomó mi pene entre su dedo y su pulgar, guio su cabeza hacia su abertura y se dejó caer sobre ella. Cuando ella comenzó a follarme, extendí la mano y rodé sus pezones ahora hinchados entre mis dedos y pulgares. Ruth estaba persiguiendo su orgasmo; ella se movía cada vez más rápido; sus ojos se entrecerraron mientras se acercaba a su clímax. Quería un dulce alivio, así que comencé a follarla también. Llegamos al clímax al unísono. Se dejó caer sobre mi pecho y dejó de moverse cuando sintió que brotaba dentro de ella. Un par de minutos después, ella se bajó de mí y fue al baño. Cuando regresó, me limpió con una toallita húmeda, luego se metió en la cama a mi lado y puso su cabeza sobre mi pecho y su mano sobre mi estómago. Ambos caímos en un sueño post-orgásmico.
* * *
Cuando desperté a la mañana siguiente, Alice estaba sentada con las piernas cruzadas al pie de la cama, mirándome. Su camisón estaba alrededor de su cintura, y pude ver claramente la hendidura apretada de su coño porque, como siempre, no se había puesto ninguna braga.
- ¿Te acostaste con mi Mamá anoche?– Dijo Alice, mirando el bulto que crecía lentamente en la sábana donde mi pene yacía sobre mi estómago.
Asenti. Ella sonrió.
- Lo sabía– dijo. Justo entonces, Ruth se despertó, se estiró y bostezó; ella miró a su hija con su coño en plena exhibición.
- Alicia, ve y ponte unas bragas, avergonzarás a Andy.
- No le importa, mamá, ya lo ha visto antes– respondió Alicia.
Ruth suspiro.
- ¿Qué voy a hacer contigo?
- ¿Vas a tener sexo con Andy otra vez?– Alicia preguntó inocentemente.
- Si, Andy no solo me gustó, me encantó– respondió Ruth como si yo no estuviera ahí.
- ¿Puedo ver?– Dijo Alice.
- No, no puedes. Ahora regresa a tu habitación– respondió Ruth.
Alice hizo un puchero, se levantó de la cama y salió cerrando la puerta firmemente detrás de ella.
- Lamento lo de mi hija, espero que ella no te intimide
Ruth vio mi erección debajo de la sábana.
- Mmm, supongo que no te avergonzó– dijo con una sonrisa– Ahora, no dejemos que esta erección matutina se desperdicie.
Ruth movió las sábanas y justo cuando bajaba a mamarme nuevamente la verga la detuve
- Espera
- ¿Qué?—volteo a verme intrigada
- Llama a Alicia, déjala que vea
Ruth sonrió
- ¿Finjo dormir?—dijo como entendiendo una aventura con Alicia
- No, nadie fingirá nada
Ruth me sonrió, nuestras mentes se enlazaron en todas las variantes
- ¡Alicia! Mi amor, ven con nosotros, queremos jugar contigo…
Ruth le gritó a su hija, se escucharon los pasos de ella corriendo hacia nosotros, la mañana era joven y la vida con ellas también, no sabía si sería realidad o solo era un sueño, pero lo disfrutaría mientras este durara.
Fin
Muy excitante el relato, me vine cientos de veces, son excelentes tus relatos sigue subiendo más
Un saludo
Que excelente relato, me encanto imaginar a la niña de 10 años poniendo su culito a disposicion.
Seguramente despues le mamaste la panocha a la niña mientras la mama te mamaba la verga a ti.
wow buen relato amigo sigue contando mas ok… 🙂 😉 🙂 😉
Uff este relato estuvo demasiado bueno y muy exitante me imagino esa rica niña de 10 años y su madre en una cama con sábanas de satin listas para coger, me vine imaginando todo lo que hiciste