Relatos cortos 7. La tienda de donas parte 1
Una mamá, dos niñas y un hombre con suerte.
Con esta historia corta también me excedí, la llamo corta porque solo tendrán un capítulo, aunque me quedo tan largo que lo dividí en dos partes para facilitar su lectura, espero que disfruten leerlo, tanto como yo escribirlo.
Saludos, besos y abrazos
Adalberto1979
La tienda de donas 1
Por ser marca registrada, no puedo mencionar el nombre de la tienda de donas a la que fui y la idea no es meternos en problemas con los dueños de dicha cadena, basta decir que es una cadena nacional y solo la llamaremos “la tienda de donas”.
Mi esposa y yo solíamos parar en esa tienda regularmente cuando íbamos de compras antes de que construyeran el nuevo centro comercial más cerca y todas las grandes las cadenas de tiendas comenzaran a llegar. En aquel entonces íbamos de compras y nos deteníamos en el camino de regreso y comíamos una dona con café. A veces también comprábamos granos de café en la tienda porque nos gustaba su sabor.
Esta vez conducía solo cuando se me antojo una dona, decidí parar y tomar una taza de café caliente y comprar una caja de rosquillas para los chicos del trabajo; hago esto a menudo cuando me detengo en “la tienda de donas”.
Me gustan las rosquillas durante el descanso y compartirlas con mis compañeros, que alegremente toman una de la caja agradeciéndome el gesto.
Cuando voy solo me gusta saborear mi café, no apurarlo, mientras lo hago me relajo admirando el paisaje, es algo que siempre me ha tranquilizado.
Bueno con paisaje, me refiere a esas cosas bonitas, como niñas lindas, mujeres hermosas y sobre todo, chicas jóvenes y sexis que acaban de aprender a hacer alarde de lo que tienen.
Esto sólo lo hago cuando voy sólo, porque si lo hago frente a mi esposa sería hombre muerto. Las chicas bonitas son las que me atrapan mi atención, aunque a veces, no tan seguido, también veo a esas niñas lindas que las mamás visten de forma sexy.
Siempre parece haber mucho más chicas guapas que hombres. Eso es una ventaja para mí, las chicas jóvenes atractivas abarcan la mayoría de mi atención y en ocasiones ellas me sonríen mientras se secretean entre ellas.
Trato de no ser molesto con mi mirada, porque a algunas chicas no les gustan que los hombres extraños estén mirando sus cuerpos; mientras que otras se glorían en ello, por lo general podrías adivinar qué tipo de chica es por el tipo de ropa que está vistiendo, aunque no siempre. A veces una chica solo se viste sexy para chicos de cierta edad.
En esa ocasión en particular me había sentado y decidí leer el periódico que había comprado, no siempre me pongo a observar a las chicas para no hacerlas sentir incómodas. Soy una persona tranquila por lo general, no me gusta ofender los sentimientos de los demás y mucho menos pensar en lastimarlos físicamente, pues no soy un hombre violento.
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Me molestan mucho los violadores, creo que nadie debería forzar a otra persona a realizar un acto que le incomode. Aunque suene extraño nunca me han llamado la atención las películas violentas, generalmente miro comedias románticas y ni se diga del porno, me gusta más el porno retro, ese donde hay malas escenas y malas tomas, lo miro más por la nostalgia de mi adolescencia; me perturbaban mucho las escenas actuales dónde una chica es maltratada por muchos hombres al mismo tiempo, chicas muy pequeñas en cuerpo con tipos enormes en estatura y además con penes descomunales; estas escenas lejos de excitarme hacen que pierda mi erección al sentir lástima por esa pequeña chica maltratada.
Así que, a menudo solo miro a las chicas sexys que siento les gusta que las miren; a las que veo atrayendo la atención de chicos de su edad las respeto; pero eso no quita que me emocione levemente cuando de vez en cuando, una chica me sonríe coqueta o como alguna jovencita sexy disfruta mi mirada. Pero es lo más lejos que he podido llegar; me refiero a que en mi mente jamás ha pasado el seducir a una de estas chicas angelicales. Eso siempre me ha quedado muy claro.
Yo amo a los niños, pero no en el sentido malo, me encantó tener hijos con mi esposa, pero ellos crecieron y dejaron el nido, ahora sólo esperamos que pronto nos den nietos. A veces los niños y niñas se me quedan mirando, yo hago gestos graciosos y ellos sonríen con mis caras, lo hago de forma limpia, cuando sus papás me miran, yo les sonrío respetuosamente demostrando que no hay mala intención en mí.
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A veces en mis sueños húmedos he fantaseado con chicas de unos trece o catorce años. Cuando una joven sexy o una mujer me sonríe me da una erección instantánea, y fantaseo con estármelas cogiendo en muchos lugares, de muchas formas, tener a una adolescente sentada sobre mí, dándome mucho placer y yo embarazándola, eso me hace enloquecer, pero esas son sólo fantasías mías.
Lo más lejos que he llegado en esto es a leer historias eróticas de encuentros carnales con hermosas niñas, adolescentes y mujeres sensuales, pero como dije antes eso siempre solo son fantasías mías.
A veces leo historias de fantasía obscena, demasiado irrealistas, de niñas muy muy pequeñas teniendo sexo como si fueran adultas, pero eso nos hace regresar al primer punto, sólo es fantasía y se puede hacer lo que sea con las fantasías.
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Ese día que les quiero contar, Apenas me había sentado y abría mi periódico, cuando noté dos de las niñas más lindas que había visto en muchos años, sentadas en una mesa justo enfrente de mí, mi sonrisa a las dos hermosas nenas fue correspondida al instante; las niñas empujaron a su madre en las costillas, para que ella me mirara justo a tiempo para captar mi sonrisa hacia sus dos exuberantes descendencias.
Sentí algo extraño en esas niñas, algo que nunca había percibido, algo así como emoción de que las viera, la mujer no lucía tan amigable con sus dos hijas, que muy seria miraba a una y luego a la otra.
- “No pienses mal de mí”—rogué para mi interior.
Cuando ella volteo seria a ver a sus dos hijas, ellas también la miraron, tenía que hacer algo, creo que la situación se estaba volviendo incómoda.
- Hola buen día, ¿sus niñas?—dije en tono cortés– Déjeme adivinar, ¿6 y 7 años de edad?
Ella nuevamente volteo a verlas, la hija mayor la miró directo a los ojos, note su mirada de súplica, pensé que ya se había fastidiado todo, al no obtener respuesta apenado agaché mi mirada y tomé mi periódico de nuevo, justo cuando lo levantaba para leerlo la mamá devolvió una inesperada cálida sonrisa y respondió:
- Son de 9 y 10 años
Me resultaba difícil creer que la niña mayor era de esa edad; pensé que eran un poco más jóvenes. La niña mayor vestía una pequeña micro-mini falda que además era holagada y era tan pequeña que mi mirada podía llegar al fondo de sus pequeñas bragas apretadas en su cuerpecito. Lo mostraba como si no quisiera que fuera descaradamente obvio, porque las bragas y la corta pequeña falda eran de un material algo parecido al terciopelo, pero no lo era; la falda de color negro a juego que se mezclaba juntos, ocultando las bragas de las miradas indiscretas, tenías que estar a la distancia que yo estaba y justo frente a ellas para notar la diferencia. Solo si estabas mirando cuidadosamente se podía ver la figura de un corazón en rojo que tenía grabado a nivel de su rajita.
La niña como si supiera que yo la miraba separó sus pierna y las levantó un poco, perturbando regresé mi mirada a la madre que tranquila me sonreía.
- ¿Vienes muy seguido?—me preguntó
- Si, una 3 veces a la semana
Apresuradamente cambié mis ojos a la chica más joven, antes de que la madre de las niñas se diera cuenta de dónde estaba mirando. Creo que mi indiscreta mirada fue aún peor. No pude retirar mi mirada de la niña menor, tenía un atuendo a juego igual que el de su hermana mayor, juro que la falda de la niña era casi media pulgada más corta, podía apreciar su pantaleta que también tenía una figurita bordada, juro que en ese momento me creí confundido, porque pensé que había visto mal, ya que lo que vi fue una lengua roja bordada a nivel de su rajita, algo así como invitando a hacérselo con la lengua ahí.
Según yo era menos obvio al mirar a la niña más pequeña, no podía evitar estar sudando, algo despejó mi mente y recordé a la madre que seguramente ya me miraba, reaccioné mientras levantaba los ojos hacia la cara sonriente de la mujer mayor. ¿Mujer mayor?
En ese momento me percaté de lo joven que era la madre, debería apenas estar llegando a los 20 años de edad, parecía ser la hermana mayor, pero nunca negó cuando dije que si eran sus hijas, entonces como podía serlo si era tan joven, debería haber sido un embarazo adolescente, muy, pero muy joven.
Mientras pensaba eso noté que la hija más pequeña estaba parada a mi lado.
- ¿Te quieres sentar con nosotras?—dijo la niña con la voz más hermosa que haya escuchado.
La miré por un momento y después a su mamá que sonriendo me miraba atenta mi respuesta
- Si—contesté apenas creyéndolo, En cuanto me senté, ella se dirigió a sus hijas.
- Niñas, ¿ya lo notaron? Creo que a él señor…
Dijo la mujer a sus hijas con una pregunta final, volteo a verme con cara de interrogación como queriendo que le dijera mi nombre y ¿Qué más podía hacer?
- Carlos– dije; extendiendo mi mano.
Ese no era mi nombre. No sé qué me hizo mentir sobre eso, nunca antes lo había hecho, creo que ni siquiera en internet, siempre uso mi nombre real, en lugar de un alias falso, y es porque nunca me meto a páginas sucias o prohibidas, siempre hago cosas buenas o transparentes. La madre al saber mi nombre continuo con el comentario que le iba a hacer a sus hijas de mí
- Creo que a Charlie le gustan sus atuendos mis niñas
Dijo ella tranquila con una sonrisa cómplice hacia sus hijas, remarcando que me había puesto un apodo de cariño, ahora me había llamado Charlie, yo tragué saliva asustado.
- ¿De Verdad?–Dijo la niña más joven
- Si, mira gírate—sugirió la madre a su hija pequeña.
La niña se levantó sosteniendo sus manos en alto sobre su cabeza y giró, la falda se elevó así que no solo obtuve un destello de bragas, pude apreciar la lengua bordada sobre su raja y la suave piel blanca que se encuentra sobre ella. Lamentablemente, la falda cayó antes de ver el ombligo de la niña (yo tengo fetiche sobre los ombligos).
- Si, así lo parece, ¿verdad Charlie? Yo misma se los confeccioné, ¿sabes? No hay muchos lugares dónde encontrar ropa sexy para niñas—dijo mirando a su niña– ¿verdad que se ve sexy?
Estaba muy nervioso o mejor dicho muy asustado, apenas pode asentir con mi cabeza tambaleante; de repente mi mente se aclaró un poco, mi sonrisa se congeló al pensar en lo que otras personas (especialmente su madre) podrían pensar de mí al estar mirando los encantos de su pequeña niña así de forma tan obvia.
- ¿El mío también?
Preguntó la niña mayor; sosteniendo sus brazos hacia arriba y ejecutando la misma pirueta que hizo su hermana. Esta vez pude echar un vistazo al ombligo antes de que la pequeña falda corta se agitara hacia atrás y abajo.
- “Oh Dios”—pensé mientras mi boca se abrió por reflejo.
Por segunda vez en mi vida, me encontré con una erección causada por una niña pequeña. La primera vez fue cuando mi sobrina de 7 años se sentó en mi regazo y me besó, fue un piquito que duró más de lo normal, haciendo que saboreara sus tiernos labios. No creo que la niña alguna vez se haya enterado de lo feliz que hizo a su tío cachondo ese día y creo que no notó la erección que se desarrolló en sus nalguitas tiernas. Y yo nunca se lo diría.
No podía quitarle los ojos de encima cuando hizo eso, aunque tuviera una pistola apuntando a mi cabeza. Una vez más asentí con cuidado antes de regresar los ojos hacia la madre de la niña, que muy atenta me miraba con una sonrisa.
- Disculpa—la expresión brotó de mis labios por mero reflejo—creo que vi de más por debajo de la falda de tu hija– pero ella no parecía ofendida en lo más mínimo. Obtuve una sonrisa aún más grande.
- ¿De qué?—dijo ella relamiendo sus labios—la vista es muy natural y a mis hijas no les molesta que las mires. ¿Verdad niñas?—las dos asintieron aprobando lo que su madre decía.
Miré a mi alrededor preguntándome quién más estaba observando este espectáculo. Hasta ese momento me percaté que la tienda estaba sola, ni siquiera el empleado estaba, se había desvanecido en la estación de la tienda de donas, posiblemente en la cocina, de donde se escuchaban ruidos de trasteo de muebles.
Desde afuera sabía que nadie podía ver hacia adentro claramente por las persianas que ocultaban el interior; mientras que nosotros podíamos ver cualquier auto detenerse y todavía tener unos minutos antes de que alguien entrara.
Por lo que parecía, el espectáculo de bragas y ombligo fue solo para mí.
- ¿Cómo te llamas?—pregunté tratando de entablar una conversación
- Marie y ellas son mis hijas, Andrea de 10 y Cindy de 9 años.
- Perdón, pero tú luces muy joven para ser la mamá—dije tratando de no se descortés.
- Tengo 22 años y Me embaracé a los 11 años, en mis primeros periodos menstruales y después de nacer Andrea, casi de inmediato me embaracé de Cindy—me lo dijo con una naturalidad como si nos conociéramos de toda la vida.
- Ya veo, la verdad pensé que tenías menos edad, luces más joven que la edad que tienes, pensé que tenías 19 años o 18 talvez.
- Gracias—sonrió coqueta—ya me lo habían dicho antes.
- Y creo que tus hijas sacaron tu genética, ellas lucen más niñas de lo que son—dije mirando a las dos
Mientras hablamos la madre y yo, las niñas tomaron mis manos; cada una, sentada al lado de su madre, acariciaba mi respectiva mano, ella me miraba y me sonreía no objetaba nada; vio como mis dedos empezaron a acariciar los dedos de las manitas de las chicas, Marie me sonrió y habló después de un corto silencio.
- Chicas– dijo ella mirándolas a las dos– al tío Charlie parece gustarle sus trajes, ¿por qué no dejan que los mire más de cerca?
Tragué saliva, apenas había superado que me llamara con toda confianza Charlie y ahora tenía mi «actualización» a «Tío Charlie»; aún estaba en shock cuando lo siguiente que vi fue a las dos niñas risueñas se pararon a mí lado.
Casi me muero de insuficiencia cardíaca en ese mismo momento, por la sensación de carne suave de niña pequeña en mí mano, ya que mi mano se deslizó involuntariamente bajo la diminuta falda de la niña menor.
Mi mano subió por sus muslos, acarició sus nalgas cuando por ahí pasó y llegó hasta alrededor de su cintura; esto era demasiado erótico para ser verdad.
Creo que mis sueños y fantasías que tenía, era para chicas mayores, ahora una nena de 9 años era acariciada por mano derecha; sabía que de ahora en adelante, los sueños que tendría, serían siempre con niñas más pequeñas que las que normalmente fantasee.
Mi mano bajo a las nalgas infantiles y ahí se quedó, de repente recordé a la madre y saqué mi mano como si se estuviera quemando entre las piernas desnudas de la joven que estaba parada a mi lado.
Marie solo sonrió por mi acto reflejo de tocar a su hija y después mi acto consiente de retirar la mano, mi cara estaba roja como un tomate, miré que la madre estaba de lo más relajada.
- ¿Si te gustan sus atuendo?—preguntó cuando vio que saqué mi mano– me gusta que sus ropas combinen, tanto lo que se ve como lo que no se ve—arrastró las últimas palabras relamiéndose nuevamente los labios.
- ¿Cómo?—pregunté con cara de bobo
- Sí, me gusta que su ropa interior combine, una nunca sabe cuándo se va a tener que mostrar lo interior
- ¿De verdad?
- Si, mira acaricia la falda de Cindy
Yo lo hice, pasé mi mano por encima de sus nalgas, lo hice lento, palpando cada centímetro, definitivamente no era terciopelo, era demasiado suave.
- ¿La sentiste? ¿Es suave verdad?—preguntó ella y yo asentí—bueno ahora regresa tu mano a donde la tenías y siente la ropa interior.
- ¿A dónde la tenía?—pregunté asustado
- Si, a donde la tenías, por debajo de su falda, anda hazlo—movió su mano incitándome a hacerlo.
La mire con cara de bobo, ella me sonrió al ver mi nerviosismo y movió la cabeza como invitándome a hacerlo, mi mano se perdió bajo su falda y sentí la tela de su pantaleta, eran iguales, deslicé mi mano y palpe sus nalguitas, mi pene estaba duro como una roca.
- Es muy suave—dije sacando mi mano del interior, no sin antes darle un apretón en su nalga infantil.
- Y además se puede estirar, se mueve muy fácil hacia un lado y bueno Andreita también viene combinada.
Volteo a ver a su hija mayor y regresó a mí, como invitándome a verla; baje mi mirada viendo a la hermana mayor mostrando el traje que su madre había hecho.
- Mira —se puso de pie.
Mientras lo dijo tiró del corto vestido arriba para mostrar su ropita interior, lo levanto hasta su cuello y con sus manitas lo enredó, la intensión era mostrarme su interior, pero mostraba todo su hermoso cuerpo, vi su sexy pantaleta con el bordado de un corazón, traía un corpiño que abultaba como si tuviera tetas, acaricié su ombligo de forma involuntaria, reaccione y la retire al instante, Marie volvió a sonreír divertida.
- Todavía no tengo mucho en los senos, aunque están creciendo un poco—dijo Andrea como disculpándose– Mira mi mamá puso algo de relleno aquí para ayudar a que se vean más bonitos—comprendí porque se veían abultados, pues estaban rellenos.
- ¿Para qué te puso relleno?
- Mi mami dice que los hombres les gustan las nenas con buenas tetas.
Yo estaba con la boca abierta, ella se quedó con el vestido unos segundos, luego lo bajo, pero solo para con sus dos manitas desabrochar los botones superiores de su vestido, el corpiño emergió de nuevo, ella tomó los trozos de tela de relleno y se los dio a su mamá que rápidamente los guardó en su bolso de mano, la niña tomó mi mano y la llevó a sus pechos
- Pero mira tócalos, ya empiezan a crecer ¿no crees?
Mi mano izquierda temblorosa exploro lo infantiles botones mamarios, mientras yo la tocaba Andrea acabó de desabrochar su vestido, en realidad desabrochando dos botones más para mostrarme el interior de su pecho desnudo con el menor indicio de hinchazón.
Cindy la más joven, tomó mi otra mano y la metió otra vez bajo su falda, la colocó firmemente entre sus piernas, solo que más alto esta vez; así que el talón de mi palma estaba presionado en el terciopelo de sus bragas a nivel de su pequeña vulva.
Mi mente nublada por la sensación, con una mano tocaba los senos sin desarrollo de la mayor mientras con la otra lo hacía en la entrepierna de la hermanita menor.
No pude evitarlo, saqué mi mano de la entrepierna de Cindy, al hacerlo ella puso cara de tristeza, pero su cara volvió a brillar feliz cuando vio que solo la saqué para regresarla.
La saqué para acomodarla, para que mis dedos por sus caras palmares, palparan la cuña infantil, ella abrió su boquita feliz y abrió sus piernitas emocionada por mi acto, presioné con fuerza y ella se sujetó de mi brazo, porque casi la levanto tomándola de su entrepierna.
Por extraño que parezca las dos niñas estaban a mi lado y de espaldas a su madre, ella no apreciaba donde estaba mi mano, tanto de la desabrochada Andrea, como de la emocionada Cindy, porque la falda y la posición tapaban mis manos, aunque supongo que suponía lo que hacía por mis movimientos.
Seguí hablando con Marie de cualquier tontería, ella feliz platicaba conmigo mientras yo seguía literalmente manoseando a sus hijas, ya mis dos manos estaban en las entrepiernas de ambas niñas, podía sentir la humedad de sus rajitas, las dos movías sus caderitas al ritmo de mis manos mientras eran manoseadas, lo hacían de forma descarada, la madre no decía nada, era como si ellas no estuvieran ahí.
De repente el chico de la tienda salió a la estación, Cindy se quedó quieta, lo mismo que mi mano sobre Andrea, desde el punto de vista del chico del mostrador, solo sería una persona hablando con dos niñas a su lado, el chico al no ver cliente nuevos regresó a la cocina.
Mis manos continuaron con las caricias, ellas ya se movían más descaradamente de adelante hacia atrás y gemían quedito, solo su madre y yo podíamos escucharlas.
Marie actuaba como si no pasara nada y divertida me platicaba que ellas pocas veces iba a ese lugar, las niñas preferían ir a “chiken and burgers”, pero ese día estaba muy lleno, así que se fueron a la “tienda de las donas”, se desilusionaron cuando vieron que estaba vacía, se iban a ir, pero se quedaron cuando me vieron entrar.
- La falda puede abrocharse aquí—me dijo Cindy jadeando e interrumpiendo mi conversación con su madre
La madre calló y se quedó atenta a lo que su hija me decía, Cindy señaló una tira de velcro que combina con las bragas.
- Este es más cómodo, porque puedes desabrocharla fácilmente—dijo con una sonrisa– así podemos dejar que suban las manos por dentro.
No podía creerlo. Estos dos pequeños escolares estaban tratando de calentarme y con bastante éxito, yo podría asegurar. La calentura me ganó y tuve que preguntar
- ¿Qué pasa si realmente te gusta un chico?—pregunté mirando fijamente la pequeña falda corta.
- No nos gustan los chicos, nos gustan los hombres… como tú—arrastró las palabras al hacerlo.
Por ahora, casi ignoré a la madre de las chicas que atenta escuchaba la conversación; pensé que si ella tenía algo objetar, lo diría, pues estaba frente a nosotros.
- Y si realmente nos gusta podemos quitarnos la falda o las bragas– dijo la chica más joven.
- ¿De verdad? ¿Y por qué no las dos?
- Mamá no nos deja quitarnos los dos, bueno al menos no aquí afuera.
- ¿Y qué es lo que más se quitan?—pregunte jadeante
- Generalmente nos quitamos la bragas, así es más fácil disimular.
- ¿De verdad?—dije
Marie que tenía su mentón apoyado sobre sus dos manos, con los codos en la mesa, muy atenta como si fuera un cuento divertido para ella.
- Tenemos que mantener las faldas muy bajas cuando nos quitamos las bragas– agregó su hermana mayor.
- ¿Y no batallan?—ya preguntaba yo directo y sin tapujos
- Un poco—dijo Andrea—es incómodo estar bajando la falda para que no se vean nuestras rajas.
- Otras veces nos quitamos la falda, si estamos en un lugar discreto—dijo Cindy moviendo más rápido su cadera sobre mi mano.
- Pero así no se ven sus rajas—dije yo con más confianza.
- Si, si se pueden ver, las pantaletas que usamos siempre son muy suaves y se pueden hacer a un lado—ahora habló Andrea que cuando dejo de hablar dejó su boquita abierta por el placer que sentía de estarce masturbando con mi mano
- ¿Te gustaría mira eso?—preguntó Cindy moviendo obscenamente su cadera con mi mano bajo su falda y en su entrepierna.
¿Me gustaría ver eso?, pensé en mi interior, ¿Es el papa católico? ¿Los pájaros vuelan? ¿El agua moja? ¿Hay pinos en el bosque? Pensé y era tan lógica la respuesta, pero mi mente estúpida solo pudo decir
- Perdón, ¿qué dijiste?
Mordí mi lengua arrepentido, despejé mi mente y estaba a punto de dar una respuesta mejor, como “deja te la quito yo” o “vamos a mi auto para que ahí me lo enseñes”, y de verdad estaba a punto de hablar cuando la puerta sonó DING DONG, y alguien entró.
Marie y yo brincamos, los dos nos distrajimos que no vimos hacia el exterior, el tipo que entró cuando mucho vio un cuadro de unos esposos con el padre y sus dos hijas a su lado, pues saqué mi mano de Cindy y Andrea de pegó a mi brazo tapando su pecho desnudo contra mí.
Para cuando el tipo pagó sus donas y se fue, ambas niñas ya estaban sentadas recatadamente al lado de su madre, como si no mataran una mosca.
Cuando el cliente se fue, Andrea susurró algo en el oído de su madre.
- ¿De Verdad?– ella respondió– ¿Estás segura? ¿No puedes esperar?
- No mamá, necesito hacerlo, ahora mismo. Ella también lo necesita– dijo la niña mayor mirando fijamente a su hermana pequeña.
- ¿Estás segura de que no puede esperar hasta que lleguemos a casa?
- ¿Por favor mamá?—dijo Cindy con mirada suplicante
La mujer me miró con curiosidad.
- Mmm ¿Tío Charlie?—Preguntó– ¿Podrías hacerme un gran favor? Las chicas necesitan usar el baño; y estoy un poco lastimada de la espalda, ¿Podrías hacerme el favor de llevar a las chicas allí y ayudarlas? Realmente lo agradecería.
En este punto, debería haberles enseñado a las chicas dónde estaba el baño y dejar que entraran solas, pues una niña de esa edad sabe muy bien ir al baño sola, pero no lo hice.
- ¿Segura que quieres que las acompañe? ¿No pueden ir solas?—ese fue mi intento de tener cordura.
- Tienen miedo de que algún extraño entre, mientras están adentro– explicó. Ambas niñas asintieron rápidamente.
- Bueno, Vigilaré aquí afuera, mientras ‘hacen lo suyo allí dentro—dije, pero tenía que saberlo con certeza– ¿Y si yo también necesito que ir?—pregunté ya envalentonado
- Pues entra y haz lo tuyo– respondió ella– de hecho eso esperaba que entraras con ellas, Las chicas han visto lo de un hombre antes, así que no te preocupes, que nada las sorprenderá.
Esto era más que un permiso, era mi luz verde para actuar, me le quedé mirando porque sentí que me iba a decir algo más
- Solo ten cuidado—agregó—recuerda que son niñas, Cuídalas bien, estoy confiando en ti, y solo porque les gustaste te dejo entrar con ellas para que los tres hagan sus “necesidades”.
Asentí. No podía lastimar a esas dos niñas pequeñas, hice una última pregunta
- ¿Cuánto tiempo tengo?– Susurré.
- Quince minutos, ni un segundo más, o estaré llamando a la policía– susurró ella mientras su mano acariciaba mi verga dura como roca.
- ¿Estás segura? ¿esto es lo que quieres?–Yo pregunté dando por última vez la oportunidad a la mujer para arrepentirse.
- Estoy segura.
Dijo ella moviendo más rápido su mano sobre mi verga, por encima del pantalón y mirando las dos pequeñas que, con caras ansiosas, estaban esperándome en el pasillo donde estaban los baños.
- Necesitan usar el baño y las ayudaré—dije con determinación
Cuando llegué a la puerta de los baños encontré el de los hombres con un cartel, «Cerrado por reparación» y el de las mujeres con una hoja de papel similar sobre la puerta que decía «Unisex, hasta que se completen las reparaciones, una disculpa por las molestias.»
Empujé la puerta, era un baño diferente, nunca había entrado al de mujeres, era más espacioso que el de hombres, tenía una especie de sala de espera, donde había un taburete para sentarte a esperar cubículo o de plano ponerte a platicar, cosa que les encanta a las mujeres.
En el centro había un taburete tamaño ideal para acostar a una persona de baja estatura, ambas chicas me empujaron con entusiasmo antes de que pudiera objetar.
Apenas habíamos entrado, escuché el «clic» del seguro de la puerta y me di cuenta de que Andrea, la niña mayor, había cerrado con llave detrás de nosotros. En ese momento me pregunté porque esos baños tenían seguro, si se supone que son de entrada libre a los clientes, incluso con sala de espera, ensimismado con mi interrogante miraba la puerta cuando escuché a Andrea
- Quiero ser la primera– dijo la niña mayor rumbo al cubículo.
- ¡Oye!– exclamó su hermana menor– siempre quieres ser la primera. Yo quería esta vez ser la primera, después de todo él…
La suave voz de la niña menor se cayó ante la mirada fulminante de su hermana mayor, la miraba arqueando su ceja derecha mientras se quitaba la blusa frente a mí, segundos después ella se estaba quitando las bragas y la falda con un solo movimiento, para después acomodarse en el asiento.
- Aaahhh, necesitaba eso—ella gimió bajando su mano entre sus piernas y frotando con fuerza su raja—Dios estaba tan llena—dijo cerrando sus ojos y soltando tanta orina que mojo su mano con la que no dejaba de estimularse.
Vi con asombro cómo la niña, mientras orinaba, se masturbaba descaradamente delante de mí; su hermanita en silencio se quitó la ropa y volvió a acurrucarse en mi brazo casi inconscientemente la sostuve con mi mano de sus nalgas.
La piel suave de su cuerpecito contra mi brazo era casi una sensación celestial, muy estimulante, por primera vez en años casi me corrí en mis pantalones.
- ¿No te vas a desnudar también?– preguntó la pequeña niña—tienes que ser rápido, no tenemos mucho tiempo y prometiste ayudarnos.
- ¿Quieres que me desnude?– Pregunté, para confirmar lo que yo acababa de escuchar.
- Si, ¿o piensas jodérnos con la ropa puesta?
Esto era mucho más de lo que yo siquiera hubiera soñado en mis más profundas fantasías, me imaginaba la escena con mi verga dentro de esos coños infantiles y lo mucho que disfrutaría, pensé en como inmortalizar ese momento, maldije por no tener una cámara a la mano y grabar la imágenes para le eternidad, ¿Cuántas veces un hombre adulto tiene esta oportunidad con dos nenas de esas edades?
Mi verga estaba dura como una roca, reventaba en mis pantalones, mi mente pensaba demasiadas cosas que no permitía a mi cuerpo moverse, era algo así como una inhibición por exceso de estímulo.
- Desnúdate ya ¿O de qué otra forma vamos a coger, si no lo haces?– ella preguntó; mirándome con esa mirada expectante que solo los niños pueden dar.
Estaba medio desnudo, cuando las palabras de la niña se metieron en el interior de mi mente, si íbamos a follar, yo pensé que tal vez solo iba a manosearlas y ellas me harían algo de oral, pero la niña acaba de decir follar con su vocecita tierna.
- ¿Cómo quieren que sea?—pregunté pues parecía que ellas dominaban más el tema que yo
- Chúpale la raja a mi hermana ahí donde está sentada—dijo señalando a su hermanita mayor que se seguía dando placer ella solita.
- ¿Quieres que le chupe la vagina a tu hermana?– Yo pregunté, como si fuera un sordo o tuviera problemas de audición
- Si por favor, ¿que no ves que ella lo necesita con urgencia?— preguntó retóricamente señalándola.
Era obvio lo que quería decir la niña. La hermanita mayor estaba frotándose frenéticamente, pero no parecía estar recibiendo el alivio que ella quería. Eché un vistazo a mi reloj. Ya habían pasado cinco minutos. Bueno, follar a una niña podría ser el sueño húmedo de muchos, pero no el mío, chupar una raja completamente lampiña era una cosa diferente para mí.
Al hacer sexo oral a una pequeña no te preocupas por quitarle su virginidad, embarazarla, lastimarla o asustarla cuando vea el esperma pegajoso en ella.
El piso estaba duro y tal vez sucio, pero no me importó, me hinqué entre las piernas de la niña y por primera vez en mi vida mi lengua probó la pequeña y apretada hendidura de una niña.
Aunque dudo intensamente que la niña fuera virgen, el sabor del coño preadolescente no es nada como el de las chicas mayores.
Si bien me gusta hacerle oral a mi esposa, porque la amo; y ella disfruta que le coma el coño, de verdad lo disfruto, pero el coño de una niña no solo es erótico, es delicioso, es un manjar tan placentero que por eso es prohibido, ahora sé que podría comer coños de niñas pequeñas durante horas, si se diera nuevamente la oportunidad.
No sabía lo que me faltaba, después de ese día, nunca podré evitar al mirar a una niña preguntarme a que sabrá su coño. Supongo que por eso soy un pervertido y pedófilo después de todo.
Mi lengua se desplazaba de abajo hacia arriba, su olor y sabor eran muy diferentes, en ese momento sabía a orina, pues ella había estado soltando chorros ante de que yo me acercara, sin embargo hasta la orina sabía diferente; si, no era la primera vez que probaba una raja recién orinada.
Estaba degustando con mucho placer esa raja infantil, mi mente nublada estaba elevada en lujuria, pensé en ese momento que no habría un punto más alto de excitación para mí, pero pronto me di cuenta de mi error, pues mientras lengüeteaba a la niña, sentí algo húmedo en mi verga, por reflejo voltee y vi a Cindy en cuatro, con su cabecita doblada hacía mi entrepierna mamándome la verga; la niña chupaba con ganas, literal parecía un pequeño becerro alimentándose de su madre.
Sentí un choque en mi cerebro de placer, abrí mi boca y cerré mis ojos para mirar el cielo por un momento; mi esposa es medio escrupulosa para hacerme oral, casi nunca quería, a veces me lo hacía, pero era más por compromiso, me daba tres o cuatro mamaditas y después quería que yo estuviera por horas con mi lengua en su raja, así que para mí pene, el sexo oral no era una opción de satisfacción, al menos hasta ese momento
- Ho dios mío—exclamé sintiendo el mayor placer de mi vida, poniendo mis ojos en blanco.
- No te preocupes por ella, ella siempre es así– dijo la chica mayor, tirando de mi cara hacia su entrepierna.
Mi lengua regreso a degustar esa rajita tan deliciosa, eso me ayudo a contener mi inminente eyaculación, pues me concentré en estimular el clítoris con mi lengua mientras metía un dedo en la pequeña rajita.
Aproximadamente un minuto después, la cría llegó a su clímax con mi lengua, gritó tanto que ella misma mordió su puño para no ser tan escandalosa, sentí como el flujo vaginal aumentó y en mi dedo sentí las intensas contracciones de su orgasmo.
Antes de esto, realmente no habría creído que las niñas de 10 años podrían llegar a un orgasmo; yo suponía que a lo mucho sentirían algo de placer, pero no un orgasmo como el que acababa de ver. Que equivocado estaba.
- Por favor– ella gimió; alejando mi cara cuando se convirtió cuando tenía su orgasmo– Por favor…
Ella repitió con carita de súplica tirando de mí hacía arriba, su hermanita siguió mi cuerpo con su boquita mamándome con ganas la verga, como una pequeña sanguijuela, la niña no podía meterse toda mi verga dentro de su boca; pero lo que ella tenía dentro me hacía pensar que estaba en el cielo.
- ¿Qué quieres que haga?– fue lo más que pude decir cuando ella tiraba de mi poniendo hincado con mi verga frente a su mojada raja.
- Jódeme– dijo ella en un susurro de súplica.
Al escuchar esto, su hermanita sacó de su boca de mi verga cubierta de saliva, y comenzó a apuntarla a la entrepierna de su hermana mayor.
No lo creía, este tipo de cosas simplemente NO pasan, pero lo hice de todos modos, me moví hacia adelante y mi glande se atoró en su vagina
- ¿Estás segura?—pregunté antes de deslizarse hacia adelante.
- Si, Por favor jódeme, méteme tu verga, la necesito dentro– gimió la niña otra vez empujando hacia adelante contra mí.
Estaba muy apretada. Estaba muy mojada. Era tan erótico que valía la pena el boleto al infierno.
Sentí un anillo apretado rodear mi polla y como esta se hundió lentamente hasta casi la base mientras nos mirábamos, mi verga lentamente se introdujo en la niña que abrió su boca y frunció el entrecejo de placer. Dios, eso se sintió demasiado bien
No podía creer lo que pasaba, estaba follando a una niña de 10 años. Ella no parecía asustada, todo lo contrario sentí como su raja se mojó facilitando el desplazamiento de mi verga dentro y fuera de ella.
Empujé fuerte y sentí como doble su pequeño cérvix, la niña gritó
- Aaahhh, si, así, mas… mas… mas… aaahhh—arqueó su cabeza hacía atrás, mientras movía sus caderitas a mi ritmo.
Empuje más fuerte a petición de ella y me quedé un momento disfrutando la sensación de mi verga doblando su cérvix y las contracciones múltiples de su raja infantil
Era obvio que a pesar de su tierna edad, la niña no era virgen; si, estaba muy, pero muy lejos de eso, de hecho yo sabía que si lo intentaba, podría meter toda mi verga en la pequeña niña, pero ¿por qué incomodarla?
Me deslicé dentro y fuera; solo disfrutando de la sensación; me movía con buen ritmo, mi verga topaba, solo la forzaba un poco y la sacaba, ella gritaba de placer cada que se sentía invadida más profundamente, pero no quería lastimarla, así que me fui con calma
Sentía que de mi verga salía liquido preseminal, le estaba liberando mis espermas, ciertamente no tenía que preocuparme de que ella quedara embarazada. Solo me di el placer de sentir como la estrecha vagina de la niña ordeñaba en mi polla;
El anillo apretado alrededor la base casi me saca el esperma para dejarlo dentro de ella, pero no me corrí dentro de ella, estaba tan contento que quería disfrutar lo más que se pudiera de esa niña. Pero las niñas estaban más atentas al tiempo que yo.
- Tenemos que darnos prisa– dijo Cindy– Mamá se va a preocupar y va a venir a buscarnos
Miré mi reloj. Ella tenía razón, habían pasado 12 minutos.
- Está bien– le dije sacándole mi miembro hinchado de la raja infantil– No necesito correrme, con lo que tuve es suficiente, si hay que salir vámonos de una vez.
- No, así no– dijo ferozmente la niña mayor separándose de mí.
El calor húmedo y caliente de su coño, incluso al sacarlo se sintió increíblemente placentero, honestamente ese día que me desperté, jamás hubiera imaginado como habría terminado ese día, así que el habérsela metido a esa niña era suficiente para mis futuras pajas.
- Fuiste amable con nosotros—dijo Andrea– No es justo si no te corras también, Ahora jódete a mi hermana pequeña, ella está mucho más apretada que yo, así que no deberías tardar tanto, ¿de acuerdo?
Era demasiado para resistirme, mi verga brincó al escuchar a la niña hablar, querían que me corriera, sabían que no había tiempo, pero querían que eyaculara y sugirió que me jodiera a su hermanita para poder hacerlo más rápido
Voltee a ver a Cindy, estaba desnuda, su mano izquierda acariciaba su pezón derecho y su mano derecha estimulaba su raja, me acerqué a ella y la cargue, ella dócilmente se dejó, la acosté en el taburete y la voltee, dejándola con sus piernitas colgando, Andrea se acercó a mí y escupió en su mano, le embarró la saliva en la rajita y después metió mi verga en su boca.
Al meter mi verga en su boca obtuvo dos resultados: el primero, mi verga se puso dura como roca, como nunca antes lo había estado, creo que ni con la pastilla azul habría logrado ese efecto; el segundo y más importante, fue que dejo mucha saliva que serviría como lubricante para una más fácil penetración.
- Aaahhh
Gimió la empinada Cindy al sentir mi verga desplazarse dentro de ella, mi verga sentía la estreches de esa niña, su hermana mayor tenía razón, ella era más apretada, la saliva ayudó mucho a que la penetración se diera con esa facilidad, no cabía duda que esa no era la primera vez que estas hermanitas follaban.
Pase mi mano por debajo de su vientre y pude sentir el efecto de mi penetración, sentí como todas sus vísceras eran removidas al tiempo que le metía mi verga.
Me empecé a mover con entusiasmo, mis caderas tomaron ritmo, Andrea se acercó a mi lado y me besó metiendo su lengua en mí, mi cara estaba toda sudado, supongo que todo mi cuerpo, no había ventilación en el baño, al menos no la suficiente para el ejercicio que hacía.
- Aaahhh… aaahhh… aaahhh…– Cindy gemía alegre por las arremetidas que le daba
Mi mente desquiciada aceleró, apreté mis dientes, sentí el cosquilleo del orgasmo en la punta de mi verga, iba a soltar mi leche cuando un golpe en la puerta me hizo detener.
- Un minuto– nos dijo la madre de las niñas comencé a preocuparme.
No pude hacer nada. Mi verga se aguadó un poco, creo que me asusté al escuchar la voz de la madre advirtiendo que solo quedaba un minuto, recordé lo que me había dicho, “Quince minutos, ni un segundo más, estaré llamando a la policía”, aunque lo dijo mientras me masturbaba por encima del pantalón supuse que cumpliría su promesa, Andrea lo notó, vio como me quedé quieto y asustado, ciertamente no podía creer lo que la niña mayor hizo a continuación.
Andrea abrió la puerta ante mi asombro, la niña de diez años miró desafiante a su madre con las manos en sus caderas y totalmente desnuda.
- ¡Madre!– dijo con firmeza
Me asusté aún más cuando la madre se me quedó mirando, claramente veía la grotesca escena con mi verga dentro de la empinada niña menor, yo estaba quieto mirándola, pero Cindy movía sus caderas de arriba a abarajo, lo hacía de forma obscena mientras seguía gimiendo.
- No seas injusta, él apenas acaba de metérsela—dijo señalándome– y no es justo hacerle parar ahora, él ha sido muy gentil con nosotras.
La madre de las niñas miró más allá de su descendencia desnuda en donde su hija menor estaba copulando con el hombre que acababan de conocer en la última hora.
En este momento me sentía ya en prisión con la acusación de violación, la vergüenza de mi familia y deshonra de mi nombre.
- Está bien, no hay problema por mí—dije angustiado, intenté sacar mi verga, pero Cindy me tomó de una nalga y me jaló hacia ella
- No–insistió la chica en la puerta–¿Mamá?
La mujer me miró, donde todavía estaba con mi verga dentro de Cindy, para mi asombro la madre tranquila suspiró, se encogió de hombros, le dio a su hija un beso rápido y cerró la puerta.
- Cinco minutos—dijo mientras cerraba. Era obvio que este era ya el límite de tiempo y no se extenderá.
- Puedes correrte en ella ahora– dijo Andrea volviendo de la puerta con cara de triunfo.
Su hermana pequeña yacía jadeando debajo de mí. Supongo la estimulación de sentirse excitada al chupar a un hombre maduro, ver a su hermana follada, y luego follada a ella misma era bastante excitante, incluso para una niña tan pequeña, pues podía sentir como se contraía su pequeña raja una y otra vez.
Lo que significaba que tenía un último trabajo que hacer. La sujeté con ambas manos de sus pequeñas caderas y las mías se movieron rápidamente de adelante hacia atrás, gemí al sentir mi verga entrar y salir rápidamente de esa pequeña niña, ella gimió tanto que por un momento tuve miedo de que alguien escuchara, pero la excitación era mayor que el miedo, así que ya nada me importó
- Aaahhh si, dame… dame—de la boquita emergía palabras incitándome a darle
- Dale fuerte—dijo su hermana mayor
Gemí al sentir como mi leche salía directo al cérvix infantil gemí como desquiciado, ni yo mismo me reconocía, sentí que la vida salía por mi verga, pero era tan jodidamente placentero.
Mi verga se fue aguadando y se salió yo me recargué a besar la espaldita de Cindy, ella titiritaba con mis labios en su espalda, me levanté
- Oh, gracias– gimió, mientras finalmente se iba calmando.
- No, Gracias a ti, me han hecho entre la dos el hombre más feliz del mundo– le respondí apresurándome a vestir.
Su hermana mayor estaba enfrente de los dos, ya tenía puesta su blusa y falda pero no se había puesto sus bragas. Se sentó en el inodoro y soltó orina nuevamente, solo que tardaba más en terminar, De repente tuve ganas de orinar también.
- Podrías darte prisa, yo también tengo que orinar– gemí sosteniendo mis bolas y apretando mi polla.
- Hazlo en ella– dijo la menor; señalando a su hermana mayor. Ante mi mirada de asombro, la niña continuó—Ella no le importará. A ella le gusta eso, de verdad
No me lo podía creer, Miré hacia el lavabo como un posible sustituto, y luego a la niña asintiendo a mi lado. Al Diablo con eso. Me di vuelta y le ofrecí mi pinchazo a la niña sentada en la taza.
Como dije, no lo creía, cuando niña abrió la boca, se inclinó hacia delante y tomó mi verga en la boca. Ella no trató de chuparla o meterla demás, ella no quería excitarme, solo quería que mirara dentro de ella, así que solo frunció los labios por el medio y esperó.
Me tomó tres intentos antes de lograr soltarlo; realmente esperaba que al sentir mi orina la niña retrocedería y le daría asco, pero no fue así, la niña de 10 años simplemente se quedó quieta allí y dejó que mi orina entrara en su boca.
Mi orina salió y ella comenzó a tragar como si bebiera de una manguera, yo con mi mano derecha sostenía mi verga y mordía mi puño izquierdo para no gritar, ella tragaba rápido, algo pasó y ella se movió sacando mi verga de ella, pero solo para mantener la boca abierta y mi orna entrara, el chorro hacía ruido extraño al chocar con la orina que ella mantenía en su boca.
La orina que no alcanzó a tragar salió de su boca y cayó sobre su ropa mojándola; un golpe en la puerta sonó y se escuchó nuevamente a la madre de las niñas
- Un minuto—advirtió la madre.
La niña más joven se acercó y abrió la puerta, diciendo.
- Está bien mamá, ya casi termina
La madre podía ver la nueva escena obscena mientras yo le orinaba en la boca a su hija mayor, ella nos miró y después volteo a ver hacia la sala de la tienda, esa fue la señal para avisar que ya había más clientela.
Un chorro final de pipí cayó en la hermana mayor antes de que la madre cerrara la puerta. La niña tomó mi verga en su mano y lamió una último gota de orina que se formó en la punta
- Qué asco—dijo mirándome con falso asco—eres un hombre verdaderamente asqueroso—volvió a decir mientras acariciaba mi pene
Y digo falso porque no escupió nada, incluso me mostró la orina antes de tragarla, metió mi pene a su boca y chupó las últimas gotas, su ropa estaba empapada de orina, pero eso parecía no preocuparle.
Nos terminamos de vestir y al salir vi el porqué de la preocupación de la madre, había varias parejas sentadas en la tienda, pero nadie pareció notar que un hombre maduro salía del baño con dos niñas pequeñas todas rojas de sus caritas y una mojada con orina. La mujer me sorprendió cuando me abrazó.
- Gracias por ayudar a mis hijas—dijo en mi oreja, para después darme un tierno beso de agradecimiento en la mejilla– Realmente necesitaban eso.
- ¿Puedo?…– Yo pregunté; alcanzando mi billetera.
- No sé lo que está pensando señor, pero mis pequeñas no hacen eso por dinero—susurró seria, como si la ofendiera.
- No por favor, no me malinterpretes, solo quería saber si podría comprarles una dona o algo– me excusé rápidamente. La cara de la madre se aclaró.
- Oh, lo siento—dijo ella ahora apenada– No, las chicas han tenido suficientes dulces por ahora. Niñas digan gracias al tío Charlie
- Bueno, al menos puedo hacer algo para compensarles
- ¿algo como qué?—dijo Marie intrigada
- No sé, quiero complacerlas en algo, nunca antes había hecho esto y nunca había sentido lo que sentí, de verdad
La madre y las niñas se miraron un momento, se sonrieron y asintieron al mismo tiempo, no entendía que era, pero al parecer mentalmente ya se había puesto de acuerdo en algo
- Tío Charlie, ¿tienes algo que hacer hoy?—preguntó Marie con una mirada muy coqueta, mientras tomaba las solapas de mi saco.
Claro que tenía que hacer cosas, tenía que ir trabajar, pero eso ya no me importó, no quería que se fuera la oportunidad de pasar más rato con las tres.
- No, nada, ¿por qué?—dije tranquilo
- ¿Quieres pasar la tarde con nosotras? Así podrías compensarnos todo lo que quieras—dijo pasando su lengua por sus sensuales labios.
- ¡Claro!—casi grité
Me iba a dirigir a pagar las donas, cuando ella me detuvo, pues ya había pagado la cuenta de los dos.
- Mejor vámonos a otro lugar—sugirió
- Sí, yo te sigo
Esto se ponía cada vez mejor, sentí como mi pene brincó queriendo despertar de nuevo.
Continuará
Excelente, muy buen relato, no soy mucho de la Lluvia Dorada pero, por lo demas muy bueno.
muy buen relato te felicito