REMEMBRANZA INCESTUOSA 1ª Y 2ª PARTE
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Nandincesto45.
Mis padres madrugaron el domingo para ir al pueblo: mi padre a hacer la compra de la semana y mi madre a misa, se llevaron a Julián con ellos y dejaron a mis dos hermanitas y a mí al encargo de mi primo.
Cuando se marcharon en el 4 x 4 familiar Martín entro a la alcoba que yo compartía con Marian y con Julián, Ruth aun dormía en cuna en la alcoba de mis padres.
Mi primo me despertó:
– Daniel,,,, Daniel,,,,,,
– Queee.
– Despiértate para que hagamos cositas con Mar.
Me levante en calzoncillos, Martín cogió un peluche de una repisa y nos acercamos a su cama donde dormía como un angelito, mi primo levanto la cobija destapándola desde los piececitos hasta la cintura, al descubrirla dejaba ver su cuerpecito en posición fetal cubierto por una braguita que le quedaba amplia, Martín empezó a pasarle el peluche por los muslos hasta las nalgas haciendo énfasis en su vagina que solo sobresalía un poco.
Marian estiro una piernita y se giro quedando casi bocarriba, yo le jale la braga hasta la mitad de la pierna para que Martín le pasara el peluche por su almeja
Ella se volteo del todo acomodando sus caderas con vaivenes pero aún seguía dormida, mi primo puso su boca sobre la almejita para mamarla y remojarla con su saliva lo mismo hizo con el dedo y empezó a penetrarla, mi hermanita abrió los ojos de golpe asustada pero cuando vio que éramos nosotros se fue relajando.
Se termino de quitar la braga para poder abrir bien las piernitas y dejar que nuestro primo la dediara, ya disfrutaba con ello, la prueba fue que se orino entre risitas.
Martín me acaricio el pene y me dio unas cuantas mamadas como las que el sabía hacer, cuando se me paro me acomodo entre las piernas de mi hermanita y me fue guiando el pene para que la penetrara.
– Cuando yo no este, así es como tienen que hacer, nos dijo.
Esa sensación en la primera penetración a mi hermana jamás se me olvidara, claro que sin eyaculación porque yo solo tenia siete años.
Sentir como sus paredes vaginales casi virginales, estrechas calidas y húmedas se abrían al paso de mi penecito tieso, sus espasmos, sus músculos internos aprietan y sueltan como un corazón palpitante, una mano de mi primo sobre mis nalgas y con un dedo dentro de mi ano marcando el ritmo de las embestidas, la otra sosteniendo su glande entre la boquita de Marian, ella se lo mamaba como los terneritos a las vacas, hasta que le soltó chorros de semen, parte se los comió y parte cayo en su sonrojada carita, de pronto Marian se estremeció y quedo “encalambrada” como ella decía, aun escurriéndole la leche blanca y espesa de mi primo por sus mejillas.
Creo que ella disfrutó más aunque yo no sabía porque.
Organizamos todo, nos duchamos, Martín se encargo de bañar a mi hermanita Ruth pero con mi malicia me pareció ver que estregaba mucho rato su coñito abriendo su rajita con la esponja de baño haciéndola reír, la vistió y desayunamos para esperar el regreso de mis padres.
Las vacaciones de nuestro primo y maestro sexual se terminaron, se fue con la promesa de volver en las próximas.
Marian lloro en la despedida y se atrevió a darle un beso en los labios delante de todos, yo también me puse triste con un nudo en la garganta.
Mi tristeza se disipó porque me matricularon en la escuela rural para primer curso de primaria y la novedad de nuevos amigos y amigas me hicieron olvidar un poco las cosas que hicimos con mi primo y con mi hermanita.
De vez en cuando se sucedieron encuentros furtivos en los que Marian me mamaba el pito y yo le hacia penetraciones pero eran juegos infantiles donde casi siempre era mi hermanita la que mas disfrutaba y así transcurrieron 3 años en los que ella cada vez exigía mas, y los recuerdos sexuales con mi primo se fueron haciendo mas difusos porque no vino en las vacaciones como lo había prometido y en las siguientes tampoco.
Cerca de nuestra casa había un árbol muy frondoso cuyas ramas caían hasta el piso, dejando en el centro un escondite amplio, ese fue el sitio escogido con mi hermanita para hacer nuestros actos de incesto, lo adaptamos con una colchoneta vieja y varios juguetes y soñábamos que era nuestra casita.
Marian con 8 años y medio asistía a la escuela al final de su segundo grado y yo con 10 años estaba en tercero.
– Daniel, vamos a jugar me dijo Marian una tarde después de clase.
Recordé que llevábamos más de dos meses sin practicar nuestro juego no por falta de deseo sino por las pocas oportunidades que se nos presentaban en donde con prisas nos dábamos furtivos tocamientos o besos al escondido.
– Si vamos, le conteste, aprovechemos que mamá esta ocupada atendiendo la visita de unos vecinos.
Nos dirigimos a nuestro escondite y allí nos desnudamos, el cuerpo de mi hermanita ya es más apetecible para mí, 135 de estatura, piernitas de muslos gruesos, su carita hermosa donde resaltan sus ojos grandes y claros, enmarcada por el cabello castaño que caía en rizos sobre sus hombros y su boca de labios bien delineados que tantas veces han sido el deleite de los míos, quizá de tanto practicar sexo infantil sus pechitos hacen unas pequeñas protuberancias muy sugestivas bajo sus blusas de algodón, pero lo que mas me gusta es su vagina tierna y tersa escondiendo su pequeño clítoris que se endurece y palpita al contacto con mi lengua y yo lo mamo para hacerlo crecer, me excito cuando lo logro, mi pene se endurece.
– Daniel métamelo ya, gime cuando su instinto infantil es invadido por la emoción.
La penetro suavemente como solía hacerlo con mi pene de unos 11 ó 12 centímetros en ese entonces para sentir sus calidas paredes vaginales abrirse palpitantes al paso de mi excitado miembro que le entra todo, le hago el mete y saca, la beso largamente al ritmo de mis embestidas, separa su boca de la mía para poder desahogar sus gemidos cada vez más altos rematando en un:
– Ya me estoy orinandooooooooooo!
¡Que imagen! 2 niños disfrutando como adultos del incesto enseñado por nuestro primo Martín hace más de 3 años.
Aquella tarde marco para siempre el transcurso de nuestras vidas:
Estábamos tan concentrados en nuestro juego que no sentimos unos pasos sigilosos acercarse, atraídos por los gemidos de mi hermanita.
Marian fue la primera que lo vio, sentí que se quedo quieta y en silencio, mire en la dirección de su cara y allí estaba él de pié, con sus 1,80 de estatura, su cuerpo curtido por las labores del campo, el sombrero cubriendo su bragueta
¡! Nuestro padre ¡!.
No dice nada, su mirada indescriptible, sorpresa, enojo, curiosidad, deseo, ó quizá todo junto le impide reaccionar……….
Yo con el alma en vilo, nervioso, saque mi penecito del interior de la palpitante vagina de mi hermanita con intención de vestirme.
Mar quedo paralizada del susto con las piernitas abiertas mostrando sus carnosos y húmedos labios vaginales que aun no terminaban de cerrarse, mi padre le clavo su mirada por un buen rato hasta que Marian con pudor empezó a cerrar las piernitas y busco algo con que cubrirse.
– Eso no se hace, dijo papá con voz ronca, como despertando de un sueño y buscando un sitio para sentarse en la vieja colchoneta.
– Vístete, me ordeno severamente y el mismo empezó a colocarle la braguita a Marian no sin antes limpiarle la húmeda vagina con un pañuelo que sacó del bolsillo y que luego llevo a su nariz para olerlo profundamente con los ojos entornados, terminó de vestir a mi hermanita con el uniforme de la escuela, la peino el cabello, le dio un beso en la frente y nos dijo:
– Mmmmmm…….
esto lo tiene que saber su mamá.
– Noooooooo papá, no le cuente a mi mamá, rogamos suplicantes consientes de que los castigos de mamá eran muy rigurosos.
– Entonces después hablamos, me la deben, nos advirtió papá.
Llegamos a casa donde mi papá se entretuvo saludando a los vecinos y nosotros hechos un manojo de nervios nos fuimos a nuestro cuarto a hacer las tareas de la escuela.
Pero papá cambio, se quedaba mirándonos fijamente, como tratando de escudriñar nuestros pensamientos, yo sentía vergüenza y Marian se sonrojaba, muchas veces vi a mi padre observando el caminar de mi hermana, sobre todo cuando se colocaba minifalda.
Noté que en lugar de estar enojado se hizo más cariñoso con ella.
El supuesto regaño de papá nunca llego.
Así transcurrió otro año en el cual mi hermanita y yo solo tuvimos oportunidad de hacer sexo completo 4 ó 5 veces y eso que con miles de precauciones, pero hubo un acontecimiento que os narrare lo más fielmente posible.
Los sábados por la tarde y los domingos no había trabajadores en la finca.
Un sábado Mamá estaba muy ocupada preparando las maletas de mis hermanos pequeños Julián y Ruth y la de ella, pues se iba a pasear 15 días donde sus padres, o sea mis abuelos maternos, Marian y yo no podíamos ir porque perderíamos clases.
Papá ayudaba muy comedidamente y además preparo unos sacos con frutas y productos de la tierra para mandarles a sus suegros.
Por fin mamá después de muchas recomendaciones a papá y a nosotros se marcho en el coche pequeño, la despedíamos con la mano cuando en los recodos del camino se vislumbraba, cada vez más lejos hasta que solo dejaba una pequeña polvareda en el horizonte.
Como un presagio de lo que iba a suceder, al quedarnos solos con papá escuchamos su voz varonil:
– Daniel y Marian, vayan al estudio y me esperan mientras liquido el sueldo a los trabajadores.
(Tres días antes, Marian me había contado que papá le había acariciado la vagina durante un rato sin decirle nada, que solo la acaricio por encima de la braguita y ella se quedo quieta dejándose hacer y que le dio vergüenza porque se mojo en la palma de su mano)
Cuando papá entro al estudio nos encontró sentados en un pequeño sofá como dos niños obedientes y sumisos, Marian aquella tarde estaba vestida con una bata enteriza que me gustaba mucho porque era de tirantas quedando su espalda y hombros descubiertos, era muy fácil deslizar una tiranta y descubrir su pequeña tetica para mamársela furtivamente en cualquier oportunidad.
Papá se sentó serio en su sillón tras el escritorio, carraspeo para aclarar la voz y nos dijo:
– Hijos, no los voy a regañar por lo que ustedes hacen, solo me asombra que sean tan precoses en el sexo.
Y mirándonos inquisidoramente continuo:
– ¿Y desde cuando hacen eso?
– Desde hace bastante tiempo, respondí con seguridad al saber que ya no tendríamos castigo.
– ¿A ustedes les gusta mucho?
Tímidamente yo afirme con la cabeza y mi hermanita fue más contundente al responder:
– ¡Si papá, me encanta¡
Papa le hizo una seña con la cabeza para que se acercara, Marian me miro indecisa pero luego se le arrimo y se sentó en sus piernas quedando a mi vista de la cintura hacia arriba.
Papa le dio un beso en los labios que me pareció demasiado largo.
– ¿Pero usted que siente, mi amor?
– Papá, como unas cosquillas en la vagina y la rajita se me moja para que mi hermano me lo pueda meter más fácil.
– ¿A Daniel le sale lechita?
– No papa, solo le brinca muy bueno dentro de mí.
– Bueno, como yo les guarde el secreto también quiero participar, dijo mi padre.
¿Están de acuerdo?
Yo sentí algo extraño en mi interior, una sensación de impotencia al comprender que podía perder el amor de mi hermana por el poder abrumador que mi padre ejercía sobre nosotros, claramente eran celos, sin embargo afirmamos con la cabeza.
Papá le susurro algo al oído a mi hermanita y ella le dijo que si.
Por el movimiento de los brazos de mi papá supe que le estaba quitando las braguitas, a pesar de mi enojo mi miembro comenzó a endurecerse al ver la cara de Marian tornarse a color carmín, su pecho agitarse, su cuerpo tenso se abandono al disfrute de los sentidos a su edad (9 años y 4 meses) en que ya comprendía por experiencia lo que eran los reclamos del deseo.
Papá la recostó un poco sobre su fuerte brazo izquierdo y le bajó los tirantes del vestido descubriendo su pecho y recuerdo como cosa curiosa que la tetica que esta sobre su corazón era más hinchada que la otra y más puntiagudo su pezón, ahí se pego mi papa a mamarle, de pronto Marian abrió los ojos y la boca y contuvo la respiración en un gesto sostenido de nerviosismo, comprendí que mi papá le estaba metiendo uno de sus toscos dedos en la vagina, luego soltó un suspiro de descanso (me imagino que cuando le entro todo), me miro antes que sus ojos se tornasen soñolientos.
Marian se sumergió en los ayes del placer susurrando:
– Siii papacito así, así, así; no se si por cada metida y sacada que le hacía mi papá con el dedo o por las mamadas en las teticas, de pronto convulsiono y por la expresión de su bello rostro supe que estaba llegado al orgasmo.
Papá la arrulló entre sus fuertes brazos mientras mi hermana despertaba del letargo.
– Tesorito, ahora nos corresponde disfrutar a Daniel y a mí, ¿vamos a la alcoba para estar más cómodos
– Si papito, vamos.
Acto seguido se levanto con Marian en brazos, al hacerlo vi como se marcaba su pene parado entre su pantalón de tela delgada.
Me dijo que recogiera las braguitas de la niña y que los siguiera, yo caminaba tras ellos recordando lo que hacíamos años atrás con nuestro primo Martín, sentía mi pene más excitado que de costumbre.
– ¡Pero como estas de pesada amorcito!, dijo cuando la descargo sentada en la cama.
– Es que ya estoy grande papá, contestó Marian.
– Bien, hijos ya saben lo que vamos a hacer, desnudémonos, dijo con su voz ronca.
Marian que solo se tenía que quitar la bata termino primero, papá solo se desnudo de la cintura hacia abajo, el tamaño de su pene nos causo sorpresa, admiración y orgullo al verlo tan bien dotado.
La habitación se fue llenando de olores propios del sexo cuando mi padre hundió la cabeza entre las piernas de mi hermanita, yo totalmente desnudo, con mi pene parado no sabía como encajar en el juego, Marian en los primeros estertores de su emoción levanto el pecho invitándome a que le mamara sus puntiagudas teticas, mientras mi papá se deleitaba con su rajita yo chupaba su tetica que cabía totalmente en mi boca, parecíamos 2 faunos tratando de extraer al máximo los jugos de tan pequeño cuerpo.
Solo la soltamos cuando temblorosa alcanzó otro orgasmo.
Entonces papá se acostó boca arriba, Marian de perrito procedió a meterse semejante verga a la boca, no le cabía toda, papá me dijo que la penetrara de perrito, nosotros nunca lo habíamos hecho así y a él le toco explicarme como se hace.
El solo hecho de estar penetrando a mi hermanita ante la lujuriosa mirada de mi padre y sus manos masajeando sus incipientes teticas despertaron en mi un brío nunca sentido en las múltiples cogidas que había tenido con Marian desde sus 5 años y medio cuando fue nuestro inicio guiados por mi primo Martín.
Sentir mi pene llegando donde nunca había llegado, Marian parando su vagina para sentirlo más profundo al ritmo de mis metidas y sacadas.
*Me llego el primer espasmo, mi carne palpita dentro de su carne, mi corazón se acelera, mi mente concentrada en mi pene, sentí alcanzar el cielo con las manos al pasar por la uretra mi semen por primera ves, mi garganta seca sin querer emitió un quejido largo y ronco, mi cuerpo se movía en un solo temblor a la altura de mis nalgas, mi aparato genital palpitando con las sucesivas oleadas de “lechita”, como en adelante lo seguiría llamando mi hermana.
¡Nunca se me olvidara¡ 11 años tenia yo.
Ella que se había sacado el pene de papá de la boca, preparándose para la llegada de su orgasmo también se extraño al sentir semen caliente dentro de su vagina por primera vez, ambos quedamos desmadejados en la cama matrimonial tratando de regular nuestra respiración.
Papá nos dejo descansar pero su mano paulatinamente fue acelerando las caricias que le estaba haciendo en su vagina, la acomodo con las piernas bien abiertas y se le monto sin poder dominar las fuerzas oscuras del deseo carnal incestuoso, su pene se pasea por su rajita de arriba abajo.
– Papa, eso no me va a caber.
– Tranquila amorcito, yo te lo meto hasta donde tú quieras, le contesta susurrando.
La pasión que los empuja y a la que se abandonan gimiendo suprime la oposición inicial de ella multiplicando su placer, la cabeza de su gran pene por fin se encaja en la entrada lubricada con mi semen, empuja y entran unos cuatro centímetros, Marian se queja pero sus palabras dicen otra cosa:
– Papaaaaaaa, métameloooooo despacioooooooooo.
Otro empujón sostenido y se le fue lentamente hasta la mitad, otro quejido de Marian acompañado con un ayyyyyyyy papá para, el hace una pausa, luego un retroceso, se hunde de nuevo logrando más profundidad, después el mismo proceso varias veces acelerando las embestidas hasta encajar su miembro totalmente en la vaginita de su hija.
Los gemidos y besos en sus ardientes bocas se mezclan, papá se endereza un poco apoyado en sus manos para follarla con pasión desenfrenada, sus cuerpos brillan por el sudor, en eso que mi hermana tensa el cuerpo, -siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii- susurra, se desmaya y mi papá se descarga en ella con un rugido casi bestial.
Todo se quedo en silencio, después de un merecido descanso tras 4 horas de sexo intenso nos duchamos y papá nos sirvió la comida en la cual conversamos de lo bueno que habíamos pasado sobre todo yo que ese día había sentido mi primera eyaculación.
Marian y yo agradecimos a papá y el nos dijo que tranquilos, que no sería la ultima vez.
¡OH! Maravillosos 15 días, yo disfrutando de los placeres de mi recién descubierta virilidad cada que Marian se dejaba, papá la penetraba cada 2 noches, en una de esas ella le contó que nuestro primo Martín era el primero que le había metido un dedo, esa noche papá la hizo gemir más intensamente.
Pero como lo bueno se acaba pronto, llego mamá a poner orden e impedir con su presencia nuestros desafueros incestuosos.
Sin embargo papá y Marian desarrollaron un lenguaje malicioso y cada que tenían ganas se perdían cogidos de la mano por algún recoveco de la finca.
Yo empecé a mirar con ojos de deseo a mi hermanita Ruth ya de siete años porque una noche nos pillo a Marian y a mí haciendo el amor, y en las correspondientes explicaciones le acaricie su vaginita para que sintiera en carne propia lo que a su hermana mayor le gustaba tanto, pero esa es otra historia.
De antemano agradezco comentarios en mi perfil.
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