Rendida al sexo por necesidad
Este relato ya fue publicado en esta web hace unos años como anónimo, aunque fuera de mi autoria, pero ahora aprovecho para publicarlo nuevamente, convenientemente remozado y mejorado..
En una ocasión en la que estaba con una amiga en una cafetería, hablando de nuestras cosas mientras nuestras hijas se entretenían entre ellas, sucedió algo que cambió mi vida y la de mi hija, una de esas situaciones en las que se produce un antes y un después, dependiendo de la decisión que tomes, sin saber realmente cual es la decisión correcta.
Mi situación, en esos momentos no era nada buena, ella que estaba separada, con una hija pequeña que mantener, sin que mi ex-marido me pasase la pensión y en ese momento me había quedado en el paro, por lo que mi amiga trataba de animarme diciéndome que alguna cosa me saldría para salir adelante, que tuviera esperanza.
Al cabo de un rato, mi amiga tuvo que marcharse, por lo que me quedé sola con mi hija y al ir a pagar, la camarera me indicó que un señor que estaba en la mesa de al lado me había invitado, por lo que se lo agradecí, preguntándole la razón de esa invitación, contestándome él:
—Disculpe, pero he estado escuchando la conversación con tu amiga y creo que podría ayudarte.
—¿Me va a dar trabajo?
—No, desgraciadamente no puedo dártelo en estos momentos, pero si podría ayudarte de otra forma.
—¿Y cómo?
—Quizás te parezca extraña mi propuesta o pienses que soy un loco o de lo peor, pero créeme, no quiero ofenderte ni causarte ningún perjuicio, pero me gustaría hablarlo contigo de una forma abierta y sincera.
—Bueno, pues dígame ¿qué propuesta es esa?
—No te asustes, pero me gustaría estar con tu hija y te pagaría un buen dinero. Me he estado fijando en ella y me parece una preciosidad, tan rubita y con esos ojos azules.
—¿Qué está diciendo? Si es una niña todavía…, es usted un pervertido. ¿Quién se creé que soy yo?
—Perdona, ya te dije que no quiero ofenderte ni que pienses mal de mí. Sé que es difícil hablar de esto, pero me gustaría hablarlo tranquilamente contigo.
—Creo que no hay nada de lo que hablar.
—Piénsalo bien, tú necesitas dinero, vas a pasar una temporada complicada con todos los gastos que te vienen encima. Sería un buen desahogo para ti y tu hija y no pasaríais necesidades.
—Sí, la verdad es que mi situación es desesperada, pero ¿qué clase de madre sería si permitiera lo que me está pidiendo?
—Una buena madre que se preocupa por el bienestar de su hija.
—¿Cómo puede decir eso? ¿Dejando que abuse de mi hija por dinero?
—No le haría ningún daño, sólo besos, caricias, oral, y sin penetración. Yo haría que ella lo disfrutara también y tú estarías presente si lo prefieres, para que veas que todo va bien. Yo no lo vería como un abuso, sino de juegos entre ella y yo, totalmente voluntarios para ella. No la forzaría a ello en ningún momento. Créeme….
La verdad es que su actitud y buenas palabras me hicieron dudar por un momento, a la vez que pensaba que estaba loca por el solo hecho de pensarlo, por lo que le pregunté:
—¿Y cuánto dinero sería?
—300 €, una hora.
Me pareció una cantidad desorbitada, pero estábamos hablando de mi hija y me hice la dura:
—Creo que por algo así pagan mucho más dinero. Tenga en cuenta la edad que tiene.
—También hay muchas que están dispuestas por menos —me dijo él muy seguro, como si conociera el tema.
—¿Y por qué no se lo pide a ellas?
—Porque son rumanas, gitanas….. y no me fío mucho de ellas.
—¿Entonces ya se lo ha propuesto a otras madres esto?
—Sí, pero todavía no he estado con ninguna. No me ofrecían la discreción suficiente. También se querían meter por el medio sus maridos u otros familiares que me las ofrecían y tenía miedo de que al final me chantajearan. Hay que ser muy cuidadoso con estas cosas.
—¿Y por qué se fiaría de mí?
—Porque me pareces una buena persona, que lo está pasando mal y no estás tan maleada como esa gente, que están más acostumbradas a verse en estas situaciones.
—Bueno, yo también tuve que hacer mis cosas en mi trabajo para salir adelante.
—Ya me imagino, supongo que algunas veces te darían algún suplemento por dejarte follar.
—Sí, como a tantas otras. Las mujeres nos hemos acostumbrado a solucionar nuestros problemas abriéndonos de piernas, o no nos dejan otra opción, no sé….
—Las que sois listas, tenéis esa ventaja. A muchas, al final acaban metiéndosela igual y no les dan nada. Pero tú me gustas mucho también. Si puedo estar con las dos y follarte a ti, te pagaría más dinero.
—¿Cuánto más?
—100 € más. Ya sería una buena cantidad. Y si quieres, podríamos repetirlo más veces y pasaríais un buen invierno.
—¡Mmmm! No sé, es una tentación, la verdad, pero no sé cómo me sentiría haciendo eso.
—Intentaré haceros sentir lo más cómodas posibles a las dos. Haremos lo que acordemos, no os voy a obligar a nada, puedes confiar en mí. Será más fácil de lo que piensas.
—Ni loca pensaría en aceptar algo así, pero ya me hace dudar. Tendría que hablarlo con la nena.
—Claro, ella tendría que querer también. No sé si preguntarte si tiene ya alguna experiencia.
—Bueno, alguna cosa con un amigo que tengo para desahogarme, ya sabe, algún juego que tienen entre ellos.
—Sí, lo entiendo, es muy normal; mejor así, estará más relajada y lo disfrutará más. Tu amigo es muy afortunado por estar contigo. Y ya ves que no soy el único al que le gustan estas cosas…..
—Pues tiene razón. Al final, él me engañó para jugar con la cría y yo se lo consentí gratis. Pero todo esto me parece una locura. Nunca pensaría que iba a estar negociando algo así con un desconocido.
—Mira, para que acabes de decidirte, te puedo pagar 500 € por todo. No te puedo pagar más porque mi mujer se enteraría.
Cada vez me ofrecía más dinero y era más difícil para mí rechazar su oferta, por muy loca que fuera, por lo que le dije:
—Bueno, déjeme un momento que lo hablo con mi hija.
Me fui donde estaba mi hija y se lo comenté:
—Mira, cariño, ese señor que está conmigo, me da mucho dinero por hacer contigo lo que hace Paul, el amigo de mamá. ¿Qué te parece?
—No sé, no le conozco…..
—Va a ser muy cariñoso contigo y te lo vas a pasar muy bien. Además, mamá va a estar contigo mirando para que todo vaya bien.
Mi hija, después de dudar un poco y hacerla ver que necesitábamos el dinero, finalmente accedió:
—Bueno, vale.
Cuando se lo dije al señor, me puso una amplia sonrisa, como si no acabara de creerse que por fin lo había conseguido e iba a poder disfrutar de algo que llevaba mucho tiempo deseándolo, tomando yo la iniciativa:
—Vamos a mi casa. Espero que no nos vea nadie entrar. Tengo unas vecinas muy cotillas.
—Yo esperaré fuera y cuando me digas, entro.
—Vale, mejor. Yo le aviso.
Una vez en casa, me aseguré de que no hubiera ninguna vecina cotilleando, y por la ventana le hice una seña al señor para que subiera, llevándole al dormitorio porque allí estaríamos más cómodos.
El señor intentó hacerle alguna broma a mi hija para ganarse su confianza, y que no estuviera tan nerviosa. La agarró de una mano y la acercó hacía él para empezar a besarla, primero con suaves piquitos y luego abriendo su boca para meterle la lengua y empezar a saborearla, lo que al poco rato hizo a mi hija cerrar los ojos y estremecerse ligeramente ante las sensaciones que le estaban viniendo, acrecentadas por los manoseos del señor por todo su cuerpo.
—¡Mmmmm!, que boca más rica tienes, chiquilla, ya me la has puesto dura, fíjate como está, tócala si quieres —invitando a mi hija a ser más atrevida.
Mi hija metió su mano por dentro del pantalón del señor para sentirla en su mano, mientras él empezaba a desnudarla, besando cada centímetro de piel que iba descubriendo, deteniéndose en sus pezones, lo que aumentó la intensidad de los gemidos de la niña, a la que sólo le quedaban las braguitas por quitar y tumbándola sobre la cama, se las fue bajando, dejando al descubierto su rosada vagina abultada y carnosa, pero cerrada por sus finos labios vaginales, que al ser acariciados y al pasar la lengua del señor por ellos, se fueron abriendo dejando visible su jugoso tesoro a la mirada lujuriosa del hombre enloquecido por lo que estaba viendo:
—Me parece que el amigo de mamá te ha hecho cositas ricas aquí, porque ya lo tienes demasiado abierto para tu edad.
—Sí, me lo lamido muchas veces y me pone su cosa en el agujero —le dijo mi hija, ya desinhibida.
—¡Dios!, Qué vicio me das, ricura. ¿Qué más te ha hecho? ¿Te la ha metido?
—No, sólo me la frota en la entrada hasta que me echa la leche.
—¡Buufff!, madre mía. ¿Y tú mamá le dejaba hacerte esas cosas?
—Esto creo que no lo sabe qué me lo hacía.
Ese hombre me miró y yo puse cara de resignación, porque efectivamente, ignoraba muchas de las cosas que mi amigo estaba haciendo con mi hija, continuando él hablando con ella:
—Pues eso mismo te haré yo, cuando te la coma toda, pero si sigo así, me voy a correr sólo por el gusto que me da chuparte el coño, así que voy a parar un poco. Chúpame tú ahora un poquito la polla. Eso sabes hacerlo también, ¿no?
—Sí, se lo hago a Paul.
—Qué suerte tiene el Paul ese. Yo creo que disfruta más contigo que con tu mamá, pero no le digas nada, ¡eh!
—Noo, jaja —se río con picardía mi hija, habiéndose ganado ya su complicidad ese hombre.
Yo no podía oír todo lo que hablaban, porque algunas cosas se las decía al oído, buscando esa complicidad secreta con ella, pero lo que si veía era como mi hija se metía todo lo que podía la polla del señor en la boca, lamiéndole el glande como una auténtica profesional, preguntándome yo cuando había aprendido a hacer eso, porque las veces que la había visto jugar con mi amigo, solo le había dado algunos lengüetazos a su polla, pero estaba visto que Paul había estado con ella muchas más veces de las que yo pensaba, y la había enseñado a hacer muchas cosas.
Creo que la forma de chupar de mi hija sorprendió al señor, que no pudo evitar correrse en su boca llenando de semen sus labios y su cara de felicidad.
Llegado ese momento, toda esa sensación que tenía de ser una mala madre, por permitir que estuvieran abusando de mi hija por dinero, se me fue de la cabeza al ver como ella, a pesar de su edad, estaba disfrutando del sexo como podría hacerlo yo misma.
Para excitarse de nuevo y ponérsela dura otra vez, él abrió las piernas de mi hija y se puso a frotar su polla con su vagina, arriba y debajo de su rajita, que se abría según se iba endureciendo de nuevo, pareciendo que en cualquier momento podría entrar dentro de ella, pero ese continuo rozamiento con el clítoris de la niña hizo que ella legase al orgasmo entre convulsiones que no podía controlar y como él no quiso correrse otra vez en el coño de mi hija, se puso encima de mí para poder metérmela a gusto y correrse plenamente dentro de mi coño, al cabo de unas cuantas embestidas. Las suficientes para que yo también llegara al orgasmo, ya súper excitada por todo lo que había estado viendo entre él y mi hija.
En el tiempo restante, yo también quise ganarme la parte del dinero que me correspondía y me puse a chupársela con el resto del semen que le iba saliendo, hasta acabar limpiándoselo todo, ofreciéndole luego mi culo para la descarga final, que él aceptó encantado y después de unas cuantas embestidas a 4 patas, le saqué el último chorro de semen que yo creo que ni él sabía ya que le quedaba en lo más profundo de sus testículos.
Pasada la hora más rápida de mi vida, el señor me pagó lo acordado, notándose que se había quedado plenamente satisfecho y me dijo:
—Ya ves que he cumplido mi promesa de no follar a la niña, solo lo que acordamos.
—Es cierto, y alabo su fuerza de voluntad, porque me imagino que se moriría de ganas, al verla así, tan abierta…..
—Imagínate, pero quiero estar más veces con ella. Si te parece bien, el mes que viene vengo otra vez, pero me gustaría negociar contigo para poder follarla el próximo día.
—No, eso sí que no, no tiene edad todavía para ello, así que no insista.
—Pero ¿no te has fijado como tiene el coño ya de abierto? Yo creo que le entra una polla perfectamente. Si tú amigo casi se la metía ya, según me dijo la cría.
—No, ya le dije que no. Mire, lo que puedo hacer es hablar con una amiga mía, que es sudamericana y tiene una hija poco mayor que la mía. Hace poco que está aquí y alguna vez me hablo de que estaría dispuesta a cualquier cosa para ganar dinero.
—¡Buuff!, esas entregan a sus hijas con mucha facilidad. Seguro que la cría ya vino desvirgada de allá, pero bueno, si crees que es de confianza, al menos podría follarla.
—Bueno, ya le avisaré, pero le va a costar mucho más dinero si quiere estar con las dos crías.
—A ver cómo me las arreglo para que mi mujer no sospeche, pero es que no puedo desaprovechar esta oportunidad.
Así quedamos a expensas de lo que yo hablara con mi amiga sudamericana y cuando se lo conté parece que no la sorprendió mucho, y me dijo:
—Mira, cielo, estas cosas en mi país suceden mucho. Hay muchos hombres que las piden y allá hay mucha necesidad, así que muchas acceden. A la mía la desvirgó un familiar que vivía con nosotros. Eso es muy común también allá.
—Sí, algo me habías contado, que todavía era muy niña y que la cuidaba mientras trabajabas y que él acabó haciéndoselo. ¿Entonces estás de acuerdo en llevar a tu hija a mi casa mañana?
—Claro, hablaremos con él, a ver lo que le podemos sacar, jaja.
Yo avisé al señor de que mi amiga había aceptado, y para que viniera a mi casa.
Él llegó a la hora convenida y después de las presentaciones, mi amiga se puso a negociar con él:
—¿Le gusta la nena?
—Sí, está muy rica, la verdad —mirándola él con deseo.
La hija de mi amiga era la típica morenita de esos países, con un desarrollo precoz, con un buen culito y pechos muy desarrollados para su edad, acompañado de unas piernas firmes y torneadas, que le daban ese aspecto de niña con el cuerpo de una mujercita, lo que las convierte en irresistibles para cualquier hombre que conviva con ellas, y por lo que son tan frecuentes esos despertares sexuales tempranos estimulados por algún familiar cercano, llegando incluso a terminar en embarazos involuntarios en muchas ocasiones, debidos igualmente a esas menstruaciones a tan poca edad.
Mi amiga empezó pidiéndole una cantidad excesiva para lo que estaba dispuesto a pagar el señor, que pretendía rebajar el precio alegando que la niña ya no era virgen, continuando el debate entre ellos:
—Bueno, eso es una ventaja también, ¿no?, porque al tener más experiencia podrá disfrutar más con ella, sin estar pendiente de no hacerla daño y teniendo tanto cuidado con ella —le dijo mí amiga, muy resuelta y segura, demostrando su experiencia.
Después de estar hablándolo un rato, al final mi amiga acabó aceptando una cantidad parecida a lo que me había pagado a mí la vez anterior, por lo que el señor tuvo que decirme que en esta ocasión, solo podría estar con la nena de mi amiga, porque no nos podía pagar a las dos, lo que tuve que terminar aceptando, esperando que en las próximas ocasiones pudiéramos llegar a un mejor acuerdo.
Una vez cerrado el trato, dejamos que el señor empezara a entretenerse con la hija de mi amiga, desnudándola y dejandonos ver el precioso cuerpo de la niña, que sus manos acariciaban con deleite, como si de una pequeña diosa se tratara, disfrutando cada centímetro de su piel, deteniéndose especialmente en las zonas más íntimas de la cría, que relajadamente se dejaba hacer, demostrándonos que no era la primera vez que se encontraba en una situación así.
La sensualidad con la que se movía la niña acompañada de los toqueteos del señor, que la hacían arquear su cuerpo cuando sus dedos se introducían en la vagina de la excitada cría, acabó por excitarnos a todas, haciendo que nos lleváramos la mano al coño para calmar esos primeros picores producidos por la escena que estábamos viendo.
El señor, después de haber chupado y manoseado a gusto las tetas de la hija de mi amiga, cuya vagina estaba completamente mojada; por lo que no pudo resistirse a meter la lengua entre sus carnosos labios, saboreando sus jugos hasta la embriaguez y cuando ya no pudo aguantarse más, se dispuso a meter su polla entre sus piernas, momento en el que su madre le dio el condón para que se lo pusiera, tal como habían acordado.
En cuanto lo tuvo puesto, se la metió sin muchos miramientos, consciente de que ya la habían entrado por ahí y después de unas primeras penetraciones más lentas para sentir como se iba abriendo su coño, empezó un rápido mete-saca que provocó los acelerados gemidos de la cría, encadenando un orgasmo tras otro, lo que aumentó la excitación del señor, que no pudo evitar correrse antes de lo que quizás esperaba, para poder disfrutar más tiempo dentro de ella.
Cuando se la sacó, volvió a entregar el cargado condón de semen a su madre y puso su polla en la boca de su hija para que saboreara los restos de semen y le hiciera una mamada como seguro que ella sabría hacerlas.
Efectivamente, no sé cómo lo hacía, pero la polla del señor acababa desapareciendo en su boca, sin saber exactamente por donde se la habría metido, lo que a mí me dejó muy sorprendida, pero sobre todo por la soltura de esa cría para desenvolverse sexualmente con un hombre mayor, confirmándome lo que solía decir un amigo mío, cuando me comentaba que las sudamericanas llevaban el sexo en la sangre desde que nacían.
Ese día, al terminar, el señor me comentó:
—Para la próxima vez, piénsate lo de tu hija. Hoy se ha quedado con ganas viendo como follaba a su amiga. En estos días voy a vender una cosa y tendré dinero suficiente para pagarte, lo que me pidas, porque aunque he disfrutado mucho con su amiga, quiero saber lo que se siente metiéndole la polla a una cría así.
El siguiente día que vino a casa, acabó ofreciéndome una cantidad que no podía rechazar y como lo había hablado con mi hija previamente, acabé aceptándolo, pero poniéndole unas condiciones para que al menor problema parara y no se lo hiciera, pero él me tranquilizó en todos los sentidos y además, porque ya me había demostrado que podía confiar en él y que sabía controlarse.
Pasamos a la habitación, y como en otras ocasiones, empezó a besar a mi hija con mucha ternura, pero a la vez encendiéndola para que ella empezara a disfrutar desde el primer momento.
Luego, se dedicó minuciosamente a preparar la penetración, lamiéndola con detenimiento, haciendo que se abriera su vagina más que nunca, masajeándola pacientemente y metiendo los dedos poco a poco, comprobando la resistencia a la penetración.
Después de media hora, el flujo de mi hija había mojado completamente las sábanas ya y fue el momento que eligió para poner su glande en la entrada de su abierto coñito, presionándolo ligeramente entre la mezcla de gemidos y quejidos de mi hija; cada vez más dentro, metiendo y sacando su lubricado glande hasta hacerlo desaparecer, tocando el virginal himen de mi hija, que se quejaba al sentir la presión en él, por lo que yo le dije:
—Lo mejor es que la metas de golpe ya, así sólo le va a doler un momento y luego ya empezará a disfrutarlo.
Él me hizo caso y de un golpe se la metió toda, lanzando un grito mi hija que yo traté de ahogar con mis besos:
—Ya está, cariño, ya pasó, ya la tienes toda dentro. Ahora disfrútala. Ya verás cómo te viene el gusto, vas a sentir el mayor placer de tu vida.
Mi hija tenía la boca abierta, como si le faltara el aire, pero su dilatada vagina tenía alojada en su interior completamente la polla de nuestro amigo y eso hizo que sus gemidos se fueran haciendo cada vez más fuertes al ritmo de la deliciosa follada que le estaban dando. Era impresionante ver como el grueso miembro se enterraba entre sus piernas y como los jugos de la cría lo bañaban facilitando el suave mete-saca que la llevaría finalmente al orgasmo final haciendo temblar completamente su pequeño cuerpo.
Él acabó corriéndose igualmente, llenándola de semen y cuando se la sacó, su polla todavía echaba chorros de semen en pequeñas sacudidas.
Ciertamente, él había gozado como nunca y creo que se sentía plenamente satisfecho del dinero invertido.
Ni que decir tiene que mi hija, a partir de ese momento, se convirtió en una auténtica adicta al sexo, que sólo se calmaba con las asiduas visitas de quien había sabido darle el máximo placer que recordaría toda su vida.
El señor, que con el tiempo acabó convirtiéndose en nuestro amigo, siguió viniendo a mi casa, alternando sus polvos entre nuestras hijas y nosotras, lo que supuso una buena ayuda mensual para nuestros gastos y unas sesiones muy placenteras y morbosas de sexo con alguien que trataba maravillosamente a nuestras hijas, casi iba a decir, que era como un padre para ellas, porque aunque los padres no suelen hacer eso con sus hijas, muchos si lo acaban haciendo.
Madres prostituyéndose con sus hijas, wow.