Renzo Mi sobrinito de IV añitos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sammyfugaz.
Hola, les contaré como es que me inicié en este morboso placer por las niñas y niños muy pequeñitos. Todo comenzó cuando yo tenía 17 años; en esa época vivía solamente con mi mamá y mi abuela. Allá por el año 89 yo estudiaba en una academia preparándome para ingresar a la universidad. Todo era tranquilidad en mi casa, mi vida transcurría rutinariamente entre las clases, los amigos, la familia, y de vez en cuando o casi todos los días hacerme una rica paja mirando revistas o cintas de video porno.
Recuerdo que fue a finales de noviembre de ese año, cuando nos visitó uno de mis tantos tíos, quien tenía 2 hijos, una mujercita de VI años y un varoncito de IV añitos recién cumpliditos, Renzo. Recuerdo haber estado jugando con mi atari antiguo con los peques en la sala, mientras escuchaba en el comedor que mi tío conversaba con las mujeres de la casa, al parecer él pasaba por problemas económicos muy graves; entre otras cosas, le pedía a mi abuela que el pequeño niño se quedara a vivir con nosotros por un tiempo, mientras la situación mejoraba; mi abuela aceptó inmediatamente, y mi mamá, es mas, se puso contenta. Renzo era el más pequeñín de mis sobrinos y yo ya le tenía mucho cariño. A pesar que la situación fue muy intensa al comienzo, todos nos pusimos contentos de que Renzito se quedara a vivir con nosotros.
La vida trascurrió normal por unas semanas mas, a pesar de que en teoría, Renzo era mi primo, él me decía tío, lo cual a mi no me molestaba, yo lo quería mucho, era como el hermanito menor que nunca tuve, jugábamos todo el tiempo posible, nos íbamos a pasear al parque, en casa a veces lo ayudaba a bañarse, a cambiarse de ropa, en fin; éramos inseparables, jaja. Comenzando el año siguiente, ingrese a la universidad, todo era felicidad, conocí nuevas amigas y amigos, con los cuales nos íbamos de parranda casi todos los fines de semana o después de clase. Uds. saben como es a esa edad, uno solo piensa en divertirse y pasarla bien. Fue precisamente un sábado, de ese verano muy caliente, que salí con mis cuates a tomar unos tragos hasta muy tarde, tan tarde que yo llegué a casa a eso de las 5:30 am. Esa mañana de domingo, mi vida cambiaria para siempre.
Entre a mi casa, totalmente borracho y a tropezones pude llegar a mi habitación, pero no tenía sueño, tenía ganas de tirarme un rico pajazo, me desnudé rápidamente, quedándome en calzoncillos, saqué mis revistas porno y la verdad la estaba pasando rico, cuando al rato escucho movimiento allá afuera en el pasillo, al parecer las mujeres de la casa ya estaban bien despiertas y arreglándose para salir; claro, recordé que era domingo y ellas saldrían pronto a la misa de seis. Entonces, se me ocurrió que seria rico ver unos videos porno que yo tenía debajo del colchón de la cama, pero el betamax estaba o en la sala o en el cuarto de mi abuela, por eso debía esperar a que ellas salieran. Al no escuchar mas ruido allá afuera, salí con 2 cintas de video porno a la sala, pero no encontré el betamax; así que me dirigí a su cuarto, donde Renzo también tenía su pequeña cama.
Al entrar, lo primero que saltó a mi vista fue una imagen tan excitante que recordaré siempre. Renzito estaba durmiendo boca abajo, vestía únicamente un polito blanco sin mangas y nada más. Así es, estaba con el potito descubierto, y mas aun, el almohadón estaba bajo su guatita, lo que hacia que su culito se le notara bien levantadito, sus nalgas se veían tan perfectas, tan redonditas, blanquitas, hasta podía notar un poco su agujerito entre esas nalgas riquísimas, todo ese espectáculo hizo que la verga se me pusiera durísima, tanto que me apretaba el calzoncillo, fueron sensaciones extrañas en esos instantes, ya había olvidado por que había entrado al cuarto, repentinamente ya me encontraba a escasos centímetros de rozarle sus nalguitas con mi mano y cuando lo hice fue la sensación mas exquisita que había sentido en mi vida, le sobaba todo su culito, sus piernotas, su espalda baja, entonces él parecía despertarse y yo me asusté y salí prácticamente corriendo de allí, para encerrarme otra vez en mi habitación.
Estaba sentado en el piso de mi cuarto, tratando de descifrar porque me estaba pasando lo que me estaba pasando, como era posible que Renzo, mi propio sobrinito de solo IV añitos había logrado que me calentara tanto. Por momentos me recriminaba a mi mismo por excitarme de esa manera, pero inmediatamente ese sentimiento de culpa era reemplazado por un morbo indescriptible que hacia que lamiera mi propia mano que hacia unos minutos había tocado ese culito precioso. Es curioso, no era la primera vez que veía a Renzo desnudo, si hasta lo enjaboné varias veces en la tina, pero esta vez fue diferente, fue súper morboso el pensar una y otra vez en su potito chiquito y mi mano perversa estrujándolo delicadamente. DEBO ESTAR LOCO, pensé; busque una toalla, me quite el calzoncillo, y me dirigí a la ducha, pero a los pocos segundos, no pude mas, era algo que se me había metido en la cabeza y no saldría con un simple pajazo, me vinieron ganas de volver a tocarlo, y también quería olerlo, saborearlo y mas.
Sin importarme nada más, me dirigí otra vez a su cuarto, pero esta vez completamente desnudo y decidido a todo. Al entrar, el pequeño seguía durmiendo boca abajo pero esta vez, su carita estaba prácticamente al borde de la cama, en dirección a mí. Con mi verga totalmente al palo, me acerque a él, sujeté delicadamente su pelo, y le puse la cabeza de mi verga entre sus labios. AHHHHHH gemí como un poseído, ya no podía controlarme. Maniobrando mi pichula, logré que le entrara la cabeza de mi verga en su boquita, fue entonces que él se despertó, y levantó su mirada somnolienta pero angelical, me miró a los ojos, y luego se zafó de mí, y se acomodó hacia el otro costado para seguir durmiendo.
Que lindo, se le veía todo un angelito, como se saboreaba sus labios. Pero yo seguía totalmente empalmado observando todo su cuerpito, al subirle el polo lo más que pude, le empecé a besar la mejilla, pasarle la lengüita por su espalda y bajando despacito por su derrier, mmm sus nalguitas, se las besé, se las mordí despacito, se las lamí como si fuera un perro sediento. Su anito, oh si, busqué la entrada a su cuevita con mi lengua, y fue exquisito, un olorcito que me llegó directo al cerebro; yo quería mas, y como si se tratara de un animalito, lo levante de su cintura de tal manera que él se apoyara en sus rodillas, y su potito quedara bien levantado para apreciar mejor su anito rosadito. Que ricas lamidas le di en su hoyito aun virgen, yo estaba totalmente engolosinado con ese culito que cada vez cedía mas a la presión de mi lengua ensalivada, por ratos estrujaba sus nalguitas con mis manos como queriendo abrirlas lo mas que se pueda, SSSSSSSS y le dejaba caer harta salivita, tal y como había visto en películas porno, para luego introducir mi dedo índice. Oh si que estaba apretadito, al asomarme a ver la carita de Renzo, él ya estaba bien despierto, ya le estaba entrando de a poquitos mi dedo, pero él se zafó otra vez, dejó de flexionar sus piernas y se echó de nuevo, así que me acomodé encima de él, siempre he sido de contextura gruesa, un poco llenito de barriga, y una buena verga gruesa de 17cms. El también era un poquito gordito, por eso tenia unas nalgas firmes y bien redonditas. El empezó a incomodarse por mi peso encima suyo, así que me apoyé con mis manos en la cama y empecé a moverme como si lo estuviera culeando, sobándole su potito con mi verga que ya botaba harto liquido preseminal, el cuarto estaba muy iluminado, y yo podía ver claramente las estelas de presemen que le iba dejando en sus nalgas, su espalda baja; por ratos me embadurnaba la pichula con harta saliva para seguir en ese vaivén exquisito, el sonido del chapoteo era delicioso, todo alrededor de nosotros era silencio casi total. Y yo empecé a gemir más duro y prolongado, quizás también sabiendo que no había nadie más en casa. AHHH AHHHHH QUE RICO POTITOOOO.
O era yo o es que Renzo también se movía a mi compás, levantando de a poquitos su culo, MMMM AH TE GUSTA LA PICHULA, NO? QUE RICO.. ASI MUEVETE AMORCITO… ASIIIIII. La cama se remecía de los movimientos salvajes que empezamos a hacer de un momento a otro AHHHH ASIIIII MUEVETE AHH QUE RICO. Le entró un poco de mi verga en su anito rosadito, al menos eso sentí, que mi verga irrumpió en un hoyito calientito y apretadísimo. Fue cuando me vacié, me salió hartísimo leche que fue a dar a todas partes: su anito, su espalda, sus nalgas, algunos chorros rebotaron y mojaron sus piernitas, las sábanas, fue todo lujurioso. Me incorporé un poco mas, me limpié con las sábanas, lo limpié a él, él volteaba su carita, quería mirarse su potito, seguramente curioso por saber que había pasado. Me bajé de la cama y me paré a un costado; nos miramos, me miró fijamente la pichula. VEN PARA LIMPIARTE, le dije, él se puso de pie, lo seguí limpiando con la sabana. MMM DAME BECHITO le dije, él me abrazó por el cuello y nos dimos un beso tierno. Le quité el polo, e hice un bollo con todo lo que estaba sucio y nos fuimos a la ducha, a pesar de ser temprano hacia muchísimo calor ese verano. Terminamos, le puse un short limpio, y lo llevé al mueble de la sala a que vea tele, mientras yo llevé todo lo sucio a lavar.
Justo cuando terminaba, y salía a la sala, mamá y abuela llegaban de misa y juntos vimos a Renzo durmiendo en el mueble, acurrucadito, muy angelical. Y ESTE NIÑO QUE HACE AQUÍ? Preguntó mi abuela, pues le conteste. ES QUE SE ORINÓ LA CAMA Y COMO NO LAS VIÓ A USTEDES FUE A BUSCARME A MI CUARTO. Con toda la naturalidad del mundo, a lo que mamá dijo: VAYA, SI ÉL NUNCA SE HA ORINADO EN LA CAMA! con una ligera sonrisa les dije: SIEMPRE HAY UNA PRIMERA VEZ.
Después de ese día, yo fui su macho y él mi putito en la casa. Cada vez hacíamos cosas más ricas y que duraban mucho más. Fue así que hasta noviembre, el mismo día que cumplió V añitos, le di un regalo muy especial: toditita mi verga dentro de su culito, como siempre deseé, y creo que él tambien, desde esa mañana, pero eso se los contaré en la 2da parte de este relato 100% real
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