Reuniones familiares morbosas e incestuosas
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por KarlaSuarez.
En una ocasión hace algunos años atrás coincidimos con unos amigos de mi marido, Ana y Fernando, un matrimonio joven con dos hijos, que tienen 14 y 11 años, y fuimos a tomar algo a un bar. El hijo pequeño se puso un poco mimoso, porque se había caído y se había hecho daño y se sentó encima de su madre y se empezaron a dar besos, pero me sorprendió que eran en la boca y llegó un momento en que se los daban con la lengua, como algo totalmente normal entre ellos, pero se notaba que estaban disfrutándolo.
A mí me llamó la atención, porque aunque había visto darse esos “picos” a mamás con niños más pequeños, no los había visto a esa edad, lo que me causó cierto morbo y me imaginé como serían esos besos en su casa, si a la vista de todos se los daban así, sin que su marido tampoco dijera nada.
Una vez que salimos del bar, yendo por la calle charlando nosotras solas la dije:
.- Vaya lote que te has dado con el nene comiéndole la boca.
Ella riéndose me contestó:
.- Es un crío todavía y me gusta mucho hacerle eso.
.- ¿Con el mayor también lo haces?
.- Sí, pero con él me da más apuro ya, porque ya sabes, se le acaba poniendo durita y él quiere seguir tocándome los pechos y todo. En casa sí que le dejo alguna vez, porque se pone muy pesado.
.- Pues al pequeño ya le pasará igual también.
.- Sí, pero como la tiene más pequeña, todavía no se le nota tanto.
Y así quedó la cosa, porque luego nos interrumpieron y no pudimos seguir, pero me quedé muy sorprendida y excitada con esa conversación.
Unos días después me la encontré por la calle, la saludé y nos fuimos a tomar un café para seguir charlando. Estuvimos hablando de cosas normales hasta que me dijo que la acompañara a su casa que tenía que atender a sus hijos y seguiríamos hablando allí.
Al llegar a su casa, mandó a su hijo pequeño a la ducha mientras ella les preparaba la cena. Al poco rato el niño la llamó y me dijo:
.- Ven conmigo al baño, que siempre tengo que ayudarle a terminar de lavarse.
Al entrar no pude evitar echar una miradita al nene. Es un crío sólo, claro, pero como no estoy acostumbrada a verlos, me dio curiosidad.
Ana se notaba que era mujer desinhibida y mientras lo lavaba empezó a explicarme que con el mayor haciendo eso, se dio cuenta de que tenía el pequeño problema de que no se le descapullaba bien el glande y me dice:
.- Ves, a este no le pasa eso (echando la piel de su pene hacia atrás para que viera como le salía el glande)
Me quedé un poco sorprendida de que hiciera eso delante de mí, porque además al niño, ya se le había puesto dura de los toqueteos de su madre. Ella siguió contándome que llevó a su hijo mayor al médico y la dijo que no era muy grave y que podía solucionarse, acostumbrando al chico a echarse la piel para atrás todos los días, por lo que la dio una crema para que la piel estuviera menos tirante y no le hiciera daño y que se la podría echar ella, para ver los progresos que tenía.
Yo me quedé más sorprendida todavía y la pregunté que si seguía haciéndoselo, y ella me dijo:
.- Sí, él me lo pide, ahora tiene que venir a ducharse y tendré que hacérselo.
Yo no sabía si preguntarla si podía verlo también, pero al final me atreví, y Ana se rio, como diciéndome que me moría de ganas por verlo, aunque me dijo que no sabía si a Carlos, que es como se llama, le gustaría que yo estuviera mirando, porque me confesó que ya va siendo mayor y que el otro día, echándole la crema se le había corrido en la mano, que ella no le quiso dar importancia, para que el niño no se avergonzara, pero que tuvo su morbillo.
La verdad es que Ana es una mujer muy agradable y daba gusto hablar con ella y como estaba sincerándose de esta forma conmigo, yo la hablé con más picardía, y la dije:
.- Oye, y tú no te excitas haciéndoles esas cosas a los críos.
.- Claro, sobre todo con el mayor, e incluso se la he chupado alguna vez, porque la apetecía un montón, diciéndole que era para eso también, y el pequeño nos vio y me dijo que también quería que se lo hiciera a él.
Yo estaba excitadísima ya con lo que me estaba contando, y el niño, que estaba escuchando la conversación le dice a su madre:
.- Mamá, chúpamela un poquito.
Ana se puso toda colorada por lo que la había dicho el crío y le dijo:
.- Ahora no, que está Karla con nosotros.
Jorge, que así se llama, puso cara de fastidio, y a mí me dio pena y no sé como me atreví a decirle:
.- Si tú mamá no quiere, si me dejas te lo hago yo.
Ana y su hijo se quedaron sorprendidos por lo que dije y Jorge dudando un poco, me dice:
.- Pues vale.
Yo miré a Ana buscando su aprobación y me dijo que hiciera lo que quisiera. Yo estaba nerviosísima y le agarré la pollita al crío y me la metí en la boca, mirando la cara de satisfacción que ponía Jorge, pero a mí me supo delicioso tenerla toda durita en la boca, chupándosela toda con la lengua, hasta que Ana debió de sentirse un poco incómoda con la situación y le dijo a su hijo:
.- Vale, Jorge, ya estuvo bien, ¡eh!
Yo paré, aunque me hubiera encantado continuar y Ana le dijo que se secara y que llamara a su hermano para la ducha.
Cuando llegó Carlos, le dijo su madre que le tenía que echar la crema, y él se quedó mirándome, como preguntando si iba a estar yo delante. Su madre le dijo que si le importaba, yo salía del baño, pero él dijo que le daba igual, ante la insistencia de su madre porque me quedara, engañándole un poco, diciéndole que yo era médica y que iba a ver como lo tenía ya de solucionado el problema.
A mí me hizo gracia eso, pero comprobé que Ana estaba tan cachonda como yo por la situación, y cuando Carlos se desnudó para meterse en el baño, pude ver que la tenía más grandecita que su hermano y le dije que para ver si estaba curado ya, tenía que ponérsele bien durita para ver si se le bajaba bien la piel. Yo misma se la agarré y se la moví hasta que se la puse toda empalmada y comprobé que todavía le tiraba un poco la piel. Le pedí un poco de crema a su madre y se la puse, moviéndola como si le estuviera masturbando. Carlos empezó a gemir por lo que yo le hacía y su madre miraba muy interesada, hasta que al rato, su excitación hizo que se corriera en mi mano, y Ana me dijo:
.- Ves, ya le pasó otra vez, como conmigo, ya está empezando a tener mucho semen y necesitará echarlo.
En realidad era una mezcla de semen y agüilla pegajosa que hizo que su pene luciera hermoso y brillante y no pude evitar llevármelo a la boca para limpiarle bien todos los restos. No os imagináis lo rico que me supo eso, todo un manjar que saboreé hasta el final, mientras Ana me miraba haciéndole gracia las ganas con que se la devoraba a su hijo, diciéndole:
.- Oye, a ver si te va a gustar más con Karla que conmigo.
Carlos sonrió, pero no dijo nada, aunque demostraba estar encantado con todo.
Luego, ya solas, Ana me dijo:
.- El sábado es su cumpleaños y estoy pensando en hacerle un regalo especial, pero sin que lo sepa su marido, porque me da un poco de pena. El caso es que siempre quiere tocarme las tetas y alguna vez le he dejado, pero ahora lo que quiere es verme el coño y eso no le dejo verlo, pero que iba a hacerle el regalo de enseñárselo y que a lo mejor le metía en la cama con ella para que el regalo fuera completo.
Yo la miraba con ojos de pura excitación y la dije que ya me contaría como fue.
Yo no me podía creer que en un momento hubiera cumplido uno de los sueños de mi vida, en una situación tan morbosa y todavía un poco alterada por todo lo que había pasado, me despedí de ellos
Tal como habíamos quedado, Ana me llamó para contarme lo que había pasado el sábado, en el cumpleaños de su hijo mayor.
Pues resulta que le preguntó a su hijo que le gustaría como regalo de cumpleaños y él se quedó pensativo
preguntándola si podía pedir cualquier cosa, a lo que ella le contestó que todo lo que estuviera en su mano.
Entonces su hijo, con sonrisa pícara la dijo que quería de regalo verla el coño. Y ella tal come le había prometido se lo concedió y le dio ese regalo. Le llevó a su habitación, se desnudó y tumbándose en la cama abrió las piernas para que se lo viera bien. A su hijo Carlos se le quedaron los ojos como platos mirándolo y hasta se atrevió a alargar la mano para tocarlo, y aunque en un principio Ana le paró, luego le dejó tocar bien y meter los dedos y claro, ella acabó excitándose con los toqueteos y ayudó a su hijo a masturbarla. Me decía Ana que no había podido evitarlo y que estuvo metiéndose la mano de su hijo hasta que acabó corriéndose. A Carlos se le notaba bien en el pantalón el bulto de su erección y Ana se le bajó para chupárselo y me comentó que estuvo echando mucho líquido preseminal que la supo riquísimo, quizás por la situación tan excitante para el crio por haber visto a su madre en esa posición abierta de piernas para él.
Siguió diciéndome que luego se lo puso encima para ver si podía penetrarla. Que puso el pene en la entrada de su vagina y empezó a moverse para meterlo. Ana sintió su roce y lo apretó hacía ella para sentirlo más fuerte y sintió como algo caliente la entraba en el coño porque su hijo acababa de correrse dentro de ella por primera vez.
Yo la miraba con cara de excitación y envidia muy interesada escuchando todo lo que me contaba y ya me tenía caliente perdida.
Luego me dijo que me lo contaba porque había visto que yo era muy abierta para estos temas y quería saber mi opinión de que hiciera esas cosas. Yo la contesté que me parecía bien y que era genial que pudiera disfrutar con sus hijos, al igual que lo hacen ellos con su madre, y por mi parte, tuve que confesarle que Lore también tenía sexo con nosotros y como tantos otros, lo disfrutamos en la intimidad de nuestra casa. Y aquí fue cuando Ana siguió contándome cosas, como que ella también había tenido sexo con su padre de pequeña y que quizás por eso, quiere ella hacerlo ahora con sus hijos. Me dio más detalles contándome que durante una época, su madre tenía que ir a dormir a casa de su abuela para cuidarla y que su padre la decía que durmiera con él y así fueron dándose las cosas hasta que acabó teniendo sexo completo con él. Ella tenía ya 14 años y sabía bien lo que era eso y me dijo que lo disfrutaba muchísimo, acabándose por convertir en un vicio para ella, que buscaba a su padre para que se la metiera en cuanto tenían ocasión, sin que su madre se diera cuenta nunca de esa situación.
Seguimos hablando un rato más, contándonos diversos detalles de nuestras relaciones, pidiéndome permiso para contárselo a su marido, diciéndome que se iba a volver loco de deseo, sabiendo que Lore estaba teniendo sexo con su padre, y que ya le había comentado a ella lo rica que estaba la hija de su amigo.
Al final quedamos en que nos iban a invitar a cenar en su casa el fin de semana, y que seguiríamos hablando.
Llegó el siguiente fin de semana en el que habíamos quedado a cenar en su casa y ya pudimos hablar con más libertad, aunque tampoco explícitamente del todo, ya que creo que sentíamos algo de pudor por esta situación que se había creado y no nos atrevíamos a hablar claramente de ello, aunque el marido de Ana si se quejó de que había tenido dos niños y la que disfrutaba en casa era su mujer y en cambio en la mía Robert era el afortunado, y continuamos con la broma riéndonos y proponiendo un intercambio temporal de hijos, aunque yo dije que me conformaba con un intercambio entre Lore y Carlos y ellos dijeron que de acuerdo, muy decididos y ya un poco eufóricos yo creo que por efecto del vino.
Y así estuvimos con estos comentarios hasta que terminamos de cenar y los niños la dijeron a Lore que fueran a su habitación a jugar. Algo normal, si no fuera, porque después de recoger la mesa y ayudar a Ana lavando los platos dejándolo todo limpio, me dijo:
.- Ven, te voy a enseñar un vestido que me compré el otro día, pero no me atrevo a ponérmelo, porque me parece muy atrevido, a ver qué opinas. Lo tengo guardado en el armario de la habitación de los niños, porque en el mío ya no cabe un trapo más, ya sabes cómo somos las mujeres con la ropa.
Y al entrar, nos encontramos a Carlos encima de Lore, que se la estaba cojiendo, mientras su hermano los estaba mirando. Ana dio un grito de sorpresa que asustó a los niños y les preguntó que qué estaban haciendo, aunque fuera obvio. Yo la dije a Ana que seguramente la culpa la tenía Lore, que estaba más experimentada, aunque Ana me dijo, que después de lo del otro día, no la extrañaba nada ya, aunque creo que se puso un poco celosa al ver a su hijo con Lore, ya apenas lo había iniciado ella, como si quisiera disfrutarlo ella sola.
Al verla así, yo la dije:
.- Tendrás que irse acostumbrando a esas cosas, ahora seguramente empezara a traer niñas a casa para coger con ellas y tendrás que aceptarlo.
Y la pregunté a Lore:
.- ¿Carlos te lo hace bien?
.- Sí, mamá, (llenando de orgullo a su madre).
.- Podéis seguir hasta que os corráis.
Y nos quedamos a mirar como acababan. En eso llegaron Robert y el marido de Ana que se quedó también con la boca abierta de lo que veía, diciendo:
.- Mira Carlos que pronto ha aprendido, pero me parece que Lorena está acostumbrada a algo más grande, ¿no, Robert?
Robert asintió y nos echamos a reír, compadeciendo Ana a su hijo Carlos:
.- Pobre, dejarlo crecer un poco y ya veréis.
Fue una situación muy divertida y morbosa y cuando vio que su hijo se corrió sobre Lorena, apenas se apartó, nos dijo el padre de Carlos:
.- Yo creo que vuestra hija se ha quedado con las ganas. Si me permitís…..
Se bajó el pantalón y se puso sobre Lorena, mirando su vagina y diciendo:
.- Dios mío, que rica estás.
Y el marido de Ana, se la puso para metérsela pensando que iba a tener más resistencia para penetrarla, pero de un sólo golpe ya pudo metérsela entera y empezó a moverse enloquecido encima de ella corriéndose en poco tiempo y burlándose un poco Ana de él diciéndole que como había durado tan poco, que con ella aguantaba más y él la contestó:
.- Sí, pero tú no tienes su edad. No sabes como la quema el coño por dentro a esta cría y como me aprieta la polla.
Y Robert continuó:
.- Pues creo que Lorena sigue sin satisfacerse. Ahora voy yo, que estoy más acostumbrado con ella.
Así que Lorena recibió su tercera verga en poco tiempo y esta vez sí que grito con su orgasmo, ya que Robert se la conoce muy bien y sabe cómo hacérselo.
Y Ana, un poco envidiosa por lo que había visto:
.- Sí que os habéis aprovechado bien de la niña. Os habéis vaciado todos en ella.
Y yo la dije:
.- Sí, pero bien que lo ha disfrutado ella. ¿No Lorena?
.- Sí, mamá. Nunca lo había hecho con tantos seguidos.
Y así acabamos la reunión interfamiliar, quedando para una próxima vez para celebrar más fiestas así.
Qué bestial el morbo, lo obsceno y explícito. Pudo ser harto más, pero amo el relato de cómo las mamas saborearon la verga de los chicos y la cogida a la nena que la gustó toda. Imaginé su vulva carnosa, bien apretada y mojada recibiendo carne, y qué ganas de estar así con una. Felicidades!! 5/5.
Yo también quiero participar jajja