Robando a mi primo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Dabyd.
Soy nativo de un pueblo de Andalucía, pero mi familia, se mudó al norte cuando yo tenía 13 años -ahora tengo 41- Aquí las relaciones son muy de "clan" solemos juntarnos gran número de familiares en multitud de ocasiones. Yo siempre tuve una especial complicidad con mi primo Miguel, que es de mi misma edad, pero cuando mis padres emigraron, perdimos el contacto por años. Me llamo Francisco, aunque aquí, me conocen todos como Curro.
Hace poco tuve la oportunidad de regresar, trasladado por un ascenso y alquilé una casa en el mismo pueblo que Miguel. Ambos habíamos cambiado mucho, evidentemente. ??l trabaja en el campo, tiene el pelo negro, denso y ensortijado, de piel muy oscura curtida por el sol, pero no estropeada. Una buena musculatura forjada por los años de duro trabajo, anchas espaldas, piernas bien formadas, el cuerpo muy velludo. Rasgos muy marcados, ojos oscuros la nariz un poco aguileña, pero no grande y unos labios perfectos. No se puede decir que sea el típico tío guapo, pero tiene un morbazo tremendo, que para mí es más importante. Yo tengo también unas anchas espaldas, unas piernas muy bien formadas, no se me marcan como a él los abdominales, pero tampoco se puede decir que tenga barriga. Soy un poco más alto que él, mido 1.80 con 80 kilos de peso tengo un buen culo redondo, duro y sin pelo, que hace juego con el resto y aunque tampoco me considero el típico guapo, al igual que él, tengo ese look instantáneo que gusta.
El se casó hace 5 años y tiene un hijo de esa edad, ya que cuando se casó, Susana, su mujer, estaba embarazada. Al volver "a casa" me presentó a su mujer y a su hijo, a los que aún no conocía y poco a poco, fuimos retomando nuestra relación, cosa que al principio, la verdad nos costó un poco, porque nuestras costumbres estaban adaptadas al lugar donde nos criamos y entre el norte y el sur, hay grandes diferencias. ??l por ejemplo, se reía de mí porque como perdí mi acento andaluz, me dice que hablo muy "fino" pero pronto la relación volvió a ser como en nuestra niñez.
Me ayudó a acondicionar la casa, dado que es un manitas y entre los dos, la dejamos realmente acogedora. Pasábamos mucho tiempo juntos, a veces incluso, me daba cargo de conciencia de que no pasara más tiempo con su familia. Me comentaba que tenía problemas con Susana, que no se llevaban bien y que si hubiera sido ahora, hubiera actuado de otra manera en lugar de casarse. Yo procuraba calmar las aguas a pesar de que me daba cuenta de que cada vez, me gustaba más su compañía y ya no era la simple complicidad de cuando éramos niños. Yo sentía una fuerte atracción hacia Miguel y acostumbraba a masturbarme pensando en él, aunque siempre procuraba que no se me notara en ningún momento esa atracción, no quería problemas aunque todos saben, porque no lo oculté en ningún momento, que soy gay. Es algo que siempre se tomaron bien y me sorprendió que jamás escuchara ningún comentario siquiera de sorpresa al respecto, pero de eso a liarme con alguien de mi familia y además casado…
Miguel a veces me hacía bromas de índole sexual a las que yo no daba importancia, incluso alguna vez, me había dicho que tenía fantasías con tíos, pero yo lo tomaba como bromas y no le daba mayor importancia. Me imponía además mucho respeto el saber de Susana y su hijo.
Hace un par de meses, en la época de recolección de aceituna, me dijo que si no me importaría echarles una mano por las tardes, ya que yo las tengo libres. La idea me agradó, siempre me gustó trabajar en el campo y así podría pasar más tiempo con él. A pesar de que ya era Octubre, aún hacía calor y yo acostumbrado a climas más fríos, trabajaba sin camisa. Miguel bromeaba sobre las calorías de los chicarrones del norte, pero al final, fue adquiriendo también esa costumbre. Yo me ponía malo sólo de ver su piel morena al sol, sus hombros marcados y redondos, unos bíceps y tríceps que me parecían espectaculares y aunque lo había visto casi desnudo infinidad de veces en mi piscina, nunca dejaba de admirarlo cada vez que podía, eso sí, evitando en lo posible que se diera cuenta, aunque a veces, me hacía perder la cabeza de tal manera, que se me hacía complicado.
Cuando terminábamos pronto, nos íbamos a mi casa y yo solía darme aún un chapuzón en la piscina, aunque él, es más friolero y solía limitarse a mirarme, darse una ducha y tomarnos una copa.
El último día de recolección, decidimos quedarnos más tiempo para terminar ya del todo y no tener que volver al día siguiente. Llegamos a mi casa donde nos duchamos y ambos en ropa interior nos pusimos a charlar y ver la tele mientras nos tomábamos una copa. Yo no podía quitar la vista de lo que a mi me parece una estructura muscular perfecta, tenía además una perspectiva global de su cuerpo. No pude evitar mirarle el paquete que le marcaba bajo unos de esos slips que a pesar que yo nunca me hubiera comprado para mí se notaba a leguas que había sido su mujer en una de sus visitas al super quien había hecho tal adquisición, me parecía que le quedaban estupendos. Entre broma y broma, se puso a rebuscar en el lugar donde guardo los DVDs y le pregunté que película buscaba. Me dijo que seguro que yo tenía alguna porno gay y que quería verla. Aunque lo tomé como otra de sus bromas, saqué una de la parte de atrás y la puse, pensando que haría algún comentario tonto, pero se quedó callado y muy atento, cosa que me dejó un poco descolocado y sin saber muy bien cómo reaccionar. La película era de esos musculosos, que es el tipo de hombres que a mí me gustan y había algún leve toque de sado, como azotes y cosas así. Me preguntaba que como les podían gustar los azotes a lo que respondí que uno bien dado en el momento justo, puede ser muy excitante y entre bromas, le pregunté que si él nunca le había dado uno a Susana. Me respondió entre carcajadas que ya no recordaba como era echar un polvo con ella.
Yo me fijaba de vez en cuando en su paquete y notaba que su bulto había crecido considerablemente, podía ver su excitación y a pesar de las mil veces que me había masturbado pensando en él, yo estaba tan nervioso que la mía prácticamente estaba desaparecida y no sabía muy bien como reaccionar, así que decidí ir a la cocina con los vasos, por más hielo para rellenar nuestras copas.
Cuando regresé, él se había sacado la polla y se la masajeaba suavemente. No era una de esas pollas de las que todo el mundo presume tener y que yo en tan raras ocasiones he visto. Tenía una longitud media, quizá unos 16-17 cm, que es más o menos mi longitud, aunque eso sí, pude ver que tenía un buen grosor, algo más gruesa que la mía. Me quedé un poco cortado cuando lo vi, pero traté de quitar hierro al asunto y le dije: Vaya, veo que se te ha escapado el pajarito. ??l se reía y me dijo que ya me había dicho que tenía fantasías de ese tipo, pero que yo nunca lo tomaba en serio. ???¿Como diablos quieres que te tome en serio si eres mi primo???? le dije ???¿Eres consciente de que me estás poniendo en un aprieto????, le espetaba mientras me reía nerviosamente. Ni corto ni perezoso, me dijo que lo que quería era apretarme, no ponerme en un aprieto. Yo estaba en uno de esos momentos -no sé si os ha pasado alguna vez- que parece que la cabeza te da vueltas y los oídos te zumban de la misma excitación y no sabía muy bien como reaccionar. Me agarró de las manos y me sentó a su lado en el sofá, me quitó los vasos y los dejó en la mesa. Yo estaba tan alucinado que ni me había dado cuenta que los llevaba aún en la mano derecha, me quedé mirándolo -supongo que con cara de idiota- a los ojos y él se fue acercando a mi cara hasta que al fin sus labios rozaron los míos. No sé muy bien cómo explicar la sensación de que el centro de tus sueños, te ponga en esa tesitura, pero fue algo como eléctrico.
Tras unos instantes de duda, respondí a su beso, ya había perdido la cabeza por completo y comencé a besarlo por todo el cuerpo. Arrancaba jadeos cada vez que le pasaba la lengua y los labios y le mordisqueaba el cuello, eso me excitaba aún más. Fui bajando por su pecho jugando con su vello abundante y negro y atrapé con las labios un pezón, que empecé a succionar con dedicación, propinándole de vez en cuando algún suave mordisco, momento en el que su quejidos se podían oír en toda la casa. Afortunadamente, no tengo vecinos pegados. Fui alternando sus pezones durante largo rato, hasta que me decidí a ir bajando. Llegué a su ombligo y también allí me entretuve un rato. Me encantaba besar su zona abdominal, tan peluda y de tan fuertes músculos. De ese tipo de músculos grandes, pero forjados por el trabajo, no por el ejercicio, esos, me ponen más. Llegué por fin a su zona genital. Olía a hombre, pero limpio. Ya pude contemplar mejor su polla, era recta, bien formada, de gruesa cabeza y sin circuncidar, como a mí me gustan y tan morena como el resto de su piel.
Le lamí los huevos, arrancando suspiros de placer, me dedicaba primero a uno y después al otro. Los lamía con movimientos circulares, me metía uno en la boca y después el otro, le lamía el perineo y la zona anal, lo que le provocaba intensos jadeos. Fui subiendo lamiendo sus ingles, con una lentitud calculada, él me acariciaba la cabeza y trataba con suavidad de tirar de ella un poco más arriba para que me la metiera de una vez en la boca, pero me hice de rogar un poco. Subí con parsimonia por el tronco, mordisqueándolo con suavidad y besándolo alternativamente, retiré su prepucio dejando un glande de tamaño bien proporcionado al descubierto y le pasé la lengua con fuerza pero lentamente a lo largo del contorno donde se une con la piel, dándole chasquidos con la misma de vez en cuando. Me excitaba oírle jadear. Le besé el capullo y me dediqué sin metérmelo en la boca a besar su pubis y jugar con su vello. Le pasé la lengua a lo largo de todo su miembro y por fin, atrapé su capullo entre la lengua y el paladar, con fuerza y comencé a mamar como si fuera un becerro enganchado a la teta. ???¡Oh! -le podía oír- nunca me la han mamado de esa manera, es la mejor mamada de toda mi vida. ???Espera y verás??? pensé. Le solté el capullo y retiré mi boca mirándole a los ojos, él me miraba como suplicante. Abrí la boca y me introduje su tronco hasta la garganta, notaba como atravesaba todo el largo de mi boca y cómo por su grosor, le costaba pasar de mi campanilla, hasta que noté algo parecido a un leve crujido y noté como penetró entera mi garganta, llegando mi nariz a su pubis y notando el olor a macho que desprendía.
Como pude saqué un poco la lengua y me las ingenié para además, lamerle a la vez uno de sus huevos. ???Jooder Currito, jamás me habían dado tanto gusto, ¡Hostia! vaya mamada??? y cosas así me decía. Fui sacando lentamente su polla de mi garganta y le miré con una sonrisa, tenía cara de extasiado, me volví a meter la polla en la boca y comencé un sube y baja lentamente, a la vez que con una mano, le masturbaba y al compás subía y bajaba su prepucio. Eso lo volvía loco. Me agarraba la cabeza con ambas manos y trataba de acompasar el ritmo, aunque era yo realmente quien lo marcaba. No dejaba entre tanto, de jugar a pesar del mete-saca, con mi lengua en su capullo. Noté como se iba hinchando y no quería dejar que se corriera aún, así que me saqué la polla de la boca y recomencé con sus pezones. Le besé nuevamente en la boca y me dijo que quería metérmela. Me volteó sobre el sofá y me apoyó en el respaldo, arrodillado. Comenzó a jugar con uno de sus dedos en mi culo y trató de meterlo, pero a pesar de mi excitación le costaba hacerlo sin lubricar. Lo ensalivó y así si que me entró bien, arrancándome un suspiro de placer. Estuvo jugando como extasiado observando como entraba y salía el dedo y cuando lo creyó conveniente, me introdujo otro y otro más… Tras un rato de juego, los sacó y ensalivó su verga, que estaba más que gorda por el calentón. Apuntó un poco toscamente y le ayudé en la labor de guiarlo. Me introdujo el capullo sin demasiada dificultad y tal como había visto en la película, lo sacó del todo me lo volvió a meter y lo volvió a sacar, una y otra vez. Eso es algo que siempre me ha vuelto loco.
De repente, con un golpe de riñones, me la clavó por entero, no se si grité de dolor, de placer o de ambas cosas, pero era algo increíble le dije que se quedara quieto allí un momento, que quería sentirla un instante dentro. Yo usaba la musculatura de mi esfínter para hacerle algo parecido a una mamada mientras el estaba quieto ???¡Ohhhh cabrón!??? me decía ???Fíjate lo que me estuve perdiendo tanto tiempo y yo sin saberlo???. De repente, me la sacó entera y me la clavo nuevamente sin piedad hasta el fondo, de un solo golpe. Con lo dura que la tenía, no le costó lo más mínimo. Mis jadeos le indicaban que eso me encantaba y Miguel es alguien que sabe escuchar muy bien. Así estuvo un buen rato. Luego cambió el ritmo, empezó a follarme con suavidad, pero sólo el esfínter, con la punta de su polla. Parecía querer darme un tratamiento similar al que yo le había dado momentos antes a la hora de mamársela. Tras unos momentos, comenzó un mete-saca más profundo y acompasado a la vez que me soltaba algún cachete, que siempre me arrancaban algún gemido. Yo movía mi culo en círculos al compas de su vaivén y me masajeaba la polla, estaba apunto de reventar. Sus gemidos también iban en aumento y sus embestidas, ya eran brutales. Noté en mi próstata sus latidos y aunque no podía notar su semen dentro de mí, esas pulsaciones, unidas a sus quejidos me indicaron que se estaba corriendo, llenándome de leche los intestinos y yo acabé explotando sobre el respaldo del sofá, con una potencia que pocas veces en mi vida he notado. Mi propio esfínter comenzó a palpitar, como si se quisiera comer su polla y eso aumentó su placer, hasta que llegó ese punto que ya no sabes si es molestia o gusto y la tuvo que sacar.
Nos abrazamos largo rato, antes de pasar a la ducha y él no hacía más que alucinar ???Primo lo que me he estado perdiendo todo este tiempo??? Nunca pensé que alguien me la pudiera chupar de esa manera, ninguna tía me dio nunca tanto placer y ese culo tan estrecho y duro que tienes, es la hostia??? Yo estaba feliz por haber satisfecho al objeto de deseo de mis sueños.
Pasamos a la ducha, nos pusimos otra copa y llamó a su casa para decir que se encontraba algo dolorido del trabajo y que se quedaría a dormir en mi casa -cosa que no era la primera vez que hacía- Esta vez se quedó en mi cama y nos pasamos gran parte de la noche, regalándonos mutuamente, largos momento de placer.
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