Saga Infiltrado: Navidad
4ta parte de la saga, precuela.
Era la víspera de la navidad.
Los niños acababan de regresar de la playa, después de pasar toda la tarde jugando en la arena y refrescándose en el agua.
Entraron a trompicones por la puerta, luchando por llegar en primer lugar y poder tomar un buen trago de refresco.
Cuando saciaron su sed, su madre les indicó que fueran a la ducha para quitar los restos de arena de su cuerpo, y que, de paso, se llevaran a su padre, que era un poco remolón para eso de ducharse.
Los niños agarraron a su padre de ambas manos e intentaron, sin éxito, mover a su padre del sofá.
Los hermanos, se miraron, y se bajaron los shorts enseñándole el culete a su padre, y agachándose un poquito y mirando con desafío a su padre, le retaron:
-¡Dale un besito a lo que se mueve!
Cantaron a dúo, al tiempo que movían sus culitos.
Su padre, levantándose como un resorte, comenzó a perseguirlos a los dos correteando por toda la casa entre risas y provocaciones, hasta que finalmente los atrapó y jugaron a las peleas en el cuarto de baño, mientras se desnudaban el uno al otro para entrar en la ducha.
Estando ya desnudos, entraron los tres en la ducha y el padre los fue jabonando, primero a Pedro y después a Maria.
Los jabonaba a mano, como toda la vida, sin esponjas ni nada por el estilo, aplicando la espumita por todas las partes de su cuerpo, para que estuviesen bien limpias y perfumadas y después fue su turno.
Los niños de 9 años jabonaron a su padre de la misma forma que éste se lo había hecho a ellos, sin dejar una sola parte del cuerpo por limpiar, incluso Pedro, imitando a su papito, le metió un dedo en el culete para que estuviese bien limpito mientras Maria limpiaba su pene y sus partes con el mismo objetivo.
Tras la cena de nochebuena, degustaron dulces y cantaron villancicos.
Los niños jugaban en el salón y los adultos apuraban las ultimas gotas de vino y licores.
Cuando llego la hora de ir a la cama, la madre, acostó a los niños, pero con el calor que hacía y la excitación que tenían por la espera de los regalos del día siguiente no podían conciliar el sueño y jugaban en sus camas montando bastante jaleo.
La madre, con cara de pocos amigos se encamino hacia la habitación con la firme intención de abroncar seriamente a sus hijos.
Cuando abrió la puerta, se los encontró jugando a las peleas encima de una de las camas, en donde Pedro había inmovilizado a Maria, le había bajado el short de su pijama y atado las piernas con él y le estaba haciendo cosquillitas en los pies, a lo que Maria respondía con sonoras carcajadas.
Cuando vio el percal, se enterneció y decidió que solo le quedaba una solución, una única salida para conseguir que sus hijitos consiguieran conciliar el sueño aquella noche.
Una técnica tan ancestral como efectiva.
Les contaría un cuento.
Se metió con ellos en la cama, en medio de los dos y les preguntó por el tipo de relato que preferían, aventuras, fantasía, miedo o tal vez, esos especiales que solo a veces les contaba.
Los niños volvieron a discutir, puesto que Pedro quería uno de miedo, mientras que Maria, rogaba por uno de los especiales.
Su madre, ordenando silencio y colocando sus manos sobre los muslos desnudos de sus hijos comenzó su relato.
Acompañando cada palabra, deslizaba su mano suave y diestramente piernas arriba hasta que, finalmente, alcanzaron su objetivo.
Al tiempo que comenzaba el relato, un cuento infantil ligeramente adulterado para aumentar su libido, con su mano derecha, acariciaba con suavidad los diminutos testículos de su hijito, mientras que, con sus dedos de la mano izquierda, tanteaba la dulce cuevita de su hija presionando su vulva y colándose furtivamente dentro de ella.
Según avanzaba el excitante cuento, las manos de Erika se movían con una precisión asombrosa.
El pequeño pene de Pedro estaba duro como el mármol y experimentaba latigazos eréctiles mientras que la imberbe vaginita de Maria empezaba a empaparse e inundarse de sus propios flujos.
Erika, no pudo resistirlo más, y metiéndose bajo las sabanas se metió en la boca la polla de su hijo ante la atenta mirada de Maria.
Sus labios apretaban el troco de su hijo y se deslizaron por el hasta que toda la polla de su hijo estaba dentro de su boca.
Saco la lengua y lamio sus huevos deseando que ese momento no terminara jamás, pero la pequeña Maria reclamo su atención.
Con disgusto, se sacó la polla de su hijo de la boca y se inclinó sobre su hijita, rozando con la punta de su nariz su pepitilla y enterrando su lengua dentro de su dulce almejita, arrancando un gritito de éxtasis de Maria.
De nuevo estaba en el paraíso, saboreando los saladitos flujos de su hija, pasando su lengua desde su rosado anito hasta su diminuto clítoris una y otra vez.
Con sus dedos dilataba el ano de su hija y metía su lengua lo mas dentro posible, intentando captar todos los sabores de la infantil cría.
Cuando abandonaba su culo, se enterraba en su panochita, a pesar de su corta edad, ya segregaba espesas gotas blanquecidas que eran recogidas por la sedienta boca de su madre.
Pedro volvía a la carga reclamando la atención de su madre, y ésta, cansada de las eternas disputas de ambos, los ordeno silencio y obediencia.
Se tumbó en la cama boca arriba y ordeno a su hija meterse entre sus piernas y comerle su coño, mientras que su hijo podría meterle la pilila por la boca.
No había mayor gozo para Erika que tener a sus dos hijitos para ella sola.
Volvía a disfrutar de la pollita de su hijo en la boca, mientras que su hijita metía sus diminutos dedos y su caliente lengua en su empapado coño.
Cuando las manos de Pedro agarraron la cabeza de su madre intentando marcar el ritmo de la mamada, Erika le dio una nalgada, y le ordeno colocarse entre sus piernas y comerla el coño junto a su hermana.
Pedro, de mala gana, obedeció a mi mami pero en lugar de comer su coño, acercó su cara hasta el dulce coñito de su hermana y empezó a lamerlo.
Su madre, viendo la escena, no pudo dejar de sentir una oleada de ternura hacia ellos.
Erika sujeto la cabeza de su pequeña niña apretándola contra su babeante coño:
– Aaaah, María.
Cómeme el coño mi niña.
Mas fuerte.
Mete tu lengua todo lo que puedas…
Erika disfrutaba con sus ojos cerrados sintiendo cada sensación, cada movimiento de la lengua de su pequeña hija en su interior, pero cometió el error de abrirlos y ver el panorama.
Ella, desnuda y abierta de piernas con sus manos en la cabeza de su hija de 9 años y su preciosa carita pegada a su palpitante coño, mientras que su hijito, le comía el coñito y el anito a su hermana.
Eso fue demasiado para ella.
Sintiendo el orgasmo, apretó con fuerza la caria de su hija contra su coño y descargo en su boca un mar de fluidos vaginales mientras soltaba un grito ahogado.
Cuando soltó a la niña y ésta levanto su cara, estaba totalmente empapada.
Pedro siguiendo las órdenes de su madre, lamio el rostro de su hermana absorbiendo y lamiendo los restros de los flujos vaginales.
En este mismo momento entro el padre por la puerta.
– ¿Pero qué coño está pasando? Oh, ya veo.
Aquí pasándolo bien y no me decís nada.
– Papiii – Grito la niña corriendo hacia su padre.
– Mi pequeña y dulce María… ¿Qué te han hecho? Tenemos que arreglar esto.
Jorge se quitó su camiseta, dejando a la vista su musculoso cuerpo y segundos después, se bajó sus pantalones.
Es sus calzones se adivinaba el bulto de su polla, que comenzaba a tomar tamaño.
Cuando la pequeña Maria llego donde su padre y se abrazó a sus piernas, su cabeza llegaba justo a la cintura de su padre, que sintió como su cara se apretaba contra su cada vez más dura polla.
Con sus pequeñas manitas, bajo su slip, y debido a su inexperiencia, el pollon de su padre golpeo su carita.
Todos rieron.
Jorge, levanto con sus potentes brazos a la pequeña Maria, y la tumbo sobre la cama al lado de la sonriente madre.
Abriendo sus piernas con cariño, acercó su cara a su panochita, inhalo el delicioso perfume de niña y rozó con la punta de su lengua el pubis de la cría.
A su lado, Erika estaba empezando a mamar la pollita de su hijo que suspiraba sin control.
Durante varios minutos solo se escuchaban en la habitación los jadeos infantiles de los dos hermanos disfrutando de las bocas de sus padres.
Cuando el pollon de Jorge no podía estar más dura, tomo la iniciativa y recolocó a la familia.
Ordeno a su mujer tumbarse en el centro de la cama, y a Maria sentada sobre su cara.
Pedro le enterraría su cara en la rasurada concha de su mami y él se colocó detrás del pequeño Pedro.
Una autentica familia unida y feliz.
Cuando todos estuvieron colocados y sus lenguas empezaron a moverse, Jorge se situó detrás de Pedro, y lamio su pequeño anito, que ya estaba mojado y un poquito dilatado gracias a las atenciones de su mami, por lo que se incorporó y colocó el capullo de su enorme polla en la entrada del culito de su hijo.
Lenta pero firmemente, la polla de Jorge fue desapareciendo dentro del culo de su hijo como tantas veces había hecho.
Era un espectáculo para los sentidos poder ver como el pequeño culito del infante se tragaba el gordo pollon de su padre.
Esto hizo que Jorge soltara un gruñido de satisfacción y el pequeño Pedro un gritito ahogado.
Jorge comenzó a moverse rítmicamente, sacando su polla con suavidad y metiéndola con suavidad hasta mitad de camino y terminar con un fuerte empujón que desplazaba a su hijo y presionaba su cabeza contra el chorreante coñito de su madre.
Todos disfrutaban, todos gemían y suspiraban.
Los movimientos del padre empezaron a ser más rápidos y contundentes, pero sabía que de seguir así, se correría enseguida.
Con un sonoro “plop” saco la polla del culo de su hijo, y recolocó a la familia.
En esta ocasión ordeno a Pedro follarse a su hermana ante la atenta mirada de sus padres, que corregían sus posturas.
Pedro tenía mucho ímpetu, y aunque el pequeño coñito de Maria ya había sido estrenado por su padre, le hacía un poquito de daño al principio.
Los orgullosos padres miraban con cariño como sus vástagos disfrutaban sin reservas de los placeres del sexo, hasta que el pobre pedro se corrió de forma abundante en el coñito de su hermana.
Su madre se aproximó a ella para lamerla, pero Jorge le dijo que tenía que ser Pedro el que lo hiciese.
Ese era el punto débil de pedro.
Cuando se corría, se derrumbaba y perdía el interés por el sexo, y la intención de su padre era corregirlo.
Pedro, se inclinó sobre la deliciosa panochita de su hermana y lamio con su lengua los restos del acuoso esperma que había derramado sobre ella.
Cuando su lengua entro en contacto con el semen hizo una mueca.
No es que a Pedro no le gustara el semen, estaba acostumbrado a él desde bebe, igual que su hermana, puesto que su padre, eyaculaba en sus boquitas desde que tenían pocos meses, era su propio esperma el que le daba más reparo lamer.
Leo hizo un gesto a Erika como diciendo “que le vamos a hacer…”
Por fin, Jorge haría una de las cosas que más le gustaban en el mundo, follarse a su hijita.
En ocasiones hacían el amor, y no estaba mal, pero lo que más le gustaba era follarsela y gozar de su pequeño cuerpo.
La puso de rodillas sobre la cama y la miro lujurioso.
Se sentía como un lobo a punto de devorar a su presa.
No podía explicarlo.
No tenía explicación.
Pero su hija era su debilidad.
Le gustaban las niñas desde siempre.
Había visto mucho porno infantil y le encantaba, pero era muy difícil de conseguir y se enfadaba por ello.
Maldita hipocresía.
Había viajado, buscado y al fin, encontrado, lugares donde se practicaba la prostitución infantil.
Difíciles de encontrar y, en ocasiones, un poco peligrosos, había corrido el riesgo por su pasión.
Se había follado niñas pequeñas pagando por ello y con cada una de ellas había pensado que era insuperable, que era la mejor sensación del mundo.
Hasta que conoció a Erika.
La conoció de casualidad, en un foro chat de porno normal y conectaron.
Hablando de incesto, confeso su gusto por las niñas, porque total, era solo “fantasía” y si Ericpincest volaba, pues mala suerte.
Pero no fue así, puesto que a ella también le gustaba y deseaba formar una familia especial como la que ya tenía.
Tras unos meses de chateo, Skype Jorge voló hasta Erika y finalmente la conoció.
A ella y a su fascinante familia.
Su forma de vida era un paraíso en la tierra, por eso no dudo en dejarlo todo atrás en España y quedarse junto a ella y formar una familia.
Recordaba el nacimiento de sus dos primeros hijos.
Mellizos.
Y de cómo sus suegros les enseñaban con paciencia todos los secretos de cómo iniciar a los pequeños niños.
Con aquellos recuerdos en su retina, volvió al presente y a centrarse en su pequeña Maria, desnuda, en posición perrito con su rajita brillante por la mezcla de saliva, semen y sus propios flujos apuntando hacia su padre, mientras Pedro, siguiendo las órdenes de su padre, se intentaba meterse debajo de ella, haciendo un 69.
Cuando estuvieron colocados, Jorge metió su pollon en la boca de su hijito solo para que la lubricase con sus babas, y acto seguido, froto su capullo contra la conchita de su hija.
Movía su polla diestramente a lo largo de toda la rajita.
Con la punta de su capullo estimulaba su diminuto clítoris mientras que la lengua de Pedro acariciaba su base, la retiraba hacia atrás, presionando su rajita y recorría el tierno camino hasta su rosado y cerrado anito a la entrada del cual presionaba ligeramente y continuaba su camino hacia arriba.
Padre e hija disfrutaban enormemente con este juego.
Mientras Maria desconocía el camino que tomaría su padre y la incertidumbre y la excitación la enloquecían, Jorge se toma su tiempo para decidir que agujerito reventaría.
Tras unas cuantas repeticiones finalmente reposo unos segundos en la entrada de su panochita y lentamente se la fue metiendo mientras sus manos se aferraban con fuerza a las diminutas caderas de su hija.
Cuando el pollon penetro en la infantil vaginita e hizo tope, aun faltaba un trocito hasta sus enormes huevos, puesto que el cipote de Jorge era bastante grueso, largo y venoso, a todas luces excesivo para el imberbe coñito de una niñita de 9 años.
Con la enorme verga allí clavada y sus depilados, hinchados y cargados huevos colgando, Pedro abrió su boquita y saco su lengua, para poder lamer, para poder chupar, esos huevos que tantas veces le habían dado de comer y habían tapado su carita con espesos cuajarones de esperma, algo que su padre le agradeció con un gemido ahogado.
La excitada niña se mordía sus pequeños labios, y su mami, viendo la jugada, acercó su babeante e insaciable coño a la boca de su hija, buscando de nuevo un acoplamiento y apretándolo contra ella.
La foto era espectacular, y quedaría guardada en la retina de cualquier amante del género y escandalizaría al resto de los mortales.
Dos niños, hermanos mellizos de 9 años, desnudo encima de una cama haciendo un 69.
Una voluptuosa mujer adulta sujetando la cabeza de la niña y apretándola contra su coño disfrutando de su pequeña lengua, y por la otra parte, un fornido y musculoso hombre adulto, con una enorme polla, follandose a la niñita, mientras el crio lame sus huevos.
Jorge continuo con la profunda y lenta follada de su pequeña y recibiendo las atenciones orales de su hijo cuando su polla estaba en lo más profundo de Maria durante largos minutos.
Miraba a su mujer, como apretaba su depilada rajita contra la boca de su hija aprovechando sus embestidas y notaba como la lujuria tomaba el control.
La eyaculación era inminente, pero necesitaba todo su control.
Su instinto le pedía clavársela a su niña hasta el fondo y descargar toda su leche allí, pero su cabeza le pedía hacer algo un poco más pervertido.
En el último empujón, cuando notaba hervir su sangre, retiró lentamente su polla y el primer y más potente disparo lleno la pequeña cueva de Maria.
Apretándose la polla con la mano condujo su capullo de forma rápida y eficaz hasta la sedienta boca de su hijo, que ya esperaba abierta la caliente lechita de su progenitor.
Hasta 5 potentes disparos de semen entraron en su boquita y salpicaron su cara.
Pedro trago el esperma paterno, y anticipándose a las órdenes de su padre, lamio la panochita de su hermana, recogiendo los restos de semen que rezumaban en su interior.
Su madre alcanzaba un nuevo orgasmo apretando la carita de su hija contra su empapado coño mientras que la niña movía frenéticamente su boca y su lengua intentando beberse todos los flujos de su madre.
Cuando la dulce niña levanto su carita estaba brillante, empapada por la mezcla de flujos vaginales de su madre y pasando su pequeña lengua por sus labios la sonrió con coquetería.
Jorge observo la escena con lujuria y no pudo evitar relamerse y pensar en lo bien educados que estaban sus hijos.
Cuando Pedro termino de rebañar a su hermanita, esta protestó:
– Jooo, no es justo.
Al final Pedro se ha llevado hoy toda la lechita.
– No te preocupes mi vida.
(respondió el padre) Mañana será todita para ti.
Además, vendrá el abuelo con tu hermanita Gloria y seguro que también quiere participar.
Todo será para ti.
– Seguro que si esta gloria también le dais algo a ella.
– Ella ya habrá tenido su ración esta noche.
Supongo.
Tu abuelo y tu tío no pierden oportunidad.
– Ya…
Maria no parecía muy convencida, pero estaba agotada, muerta de sueño.
Los amorosos padres acostaron a sus derrotados hijos en la cama.
Les arroparon, les dieron un amoroso beso de buenas noches y cerraron la puerta de la habitación.
En segundos estaban dormiditos.
Jorge y Erika, fueron al cuarto de baño a darse una refrescante ducha.
Mientras enjabonaban sus depilados cuerpos, Jorge no pudo evitar volver a empalmarse admirando el bien torneado cuerpo de su mujer.
– Cariño eres insaciable.
– Le recriminaba Erika a su marido mientras éste ya lamia su culito.
– No puedo evitarlo.
Eres una autentica diosa.
– Mmmmm.
Tú mismo, pero recuerda la promesa que le acabas de hacer a tu hija…
– Ains, la de cosas que hace uno por amor….
– Suspiro Jorge mientras volvía a devorar el culo de su mujer.
Cuando termino la ducha, prepararon los regalos al pie del árbol.
Habían preparado de todo.
Estaban tanto los juguetes que habían pedido, como otros juguetes, mas especiales, y un par de preciosos uniformes especialmente diseñados para ellos.
Cuando se metieron en la cama no tardaron tampoco en quedarse dormidos.
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