Sali temprano del colegio y perdí mi virginidad por quedar atrapada
Al salir temprano del colegio quede atrapada debajo de una ventana de mi casa y perdí mi virginidad a los 13.
Anónimo
Mi nombre es Victoria y esto paso en el pueblo en el que vivía con mi familia cuando tenía 13 años.
A esa edad estaba más desarrollada que las chicas de mi edad, mi tetas habían crecido mucho (mis medidas en ese entonces eran 105/57/87) y atraía las miradas de chicos más grandes y de los adultos también.
La historia en cuestión sucedió un día en el que salí mas temprano del colegio al que iba. Me fui a mi casa y me encontré con que no había nadie. Mi casa era una de esas casas antiguas, con un pasillo largo y varias puertas de entrada. Como no había nadie en casa (mis viejos trabajaban y mis hermanos seguian en el colegio) no tenía forma de entrar y no podía llamar a nadie porque en esa época no había celulares. Decidí intentar entrar por una ventana que no cerraba bien pero que era bastante pesada y se abría hacia arriba y adentro. Me subi al pequeño paredon en el que estaba la ventana, logré destrabarla empujando algunas veces y comencé a pasar por debajo pero me resbalé y al perder el equilibrio dejé de sostener la ventana. Como se podrán imaginar quedé atrapada con el torso debajo de la ventana, mi abdomen apoyado en el paredón y apenas apoyando las puntas de mis pies en el piso. Intenté hacer fuerza de varias formas pero en esa posición me resultaba imposible mover la ventana que, como dije, era muy pesada y al ser vieja se trababa bastante. Luego de unos minutos me resigné a esperar a que alguien llegara y me sacara de la situación en la que estaba.
Aunque era primavera, luego de un tiempo que para mi fueron horas pero seguramente fueron unos 20 minutos comencé a sentir frío culpa del uniforme de mi colegio que en esa época del año era simplemente la remera del colegio y un jumper enterizo azul oscuro que me quedaba un poco corto y por la posición en la que había quedado atrapada no me estaba cubriendo ni la mitad de mi trasero y mis pantys estaban expuestas. Me estaba sintiendo super incómoda cuado escuché que alguien se acercaba, abría y cerraba la puerta del pasillo que daba a la calle y venía hacia donde estaba yo. En ese momento me sentí aliviada porque al fin alguien me iba a ayudar a salir de donde estaba y todo iba a quedar en una anécdota estúpida de la que me iba a reír en el futuro. No pude haber estado más equivocada.
La persona que se me acercó no dijo nada, sólo se quedó detrás mío como observando la situación. Yo no podía ver quién era pero recuerdo haberle dicho algo así como «menos mal que llego alguien enseguida, pensé que iba a tener que esperar horas hasta que alguien me sacara de aca abajo» y me sentí confundida cuando luego de varios segundos la persona no me respondío ni me ayudó a salir de mi situación. Mucho más fue mi sorpresa cuando en vez de empujar la ventana, las manos de esta persona comenzar a manosear mi trasero. Comencé a preguntar que estaba haciendo esa persona, por que no me ayudaba, a decirle que no era gracioso pero seguía sin tener respuesta. Al principio pensé que me estaba molestando pero que luego de un rato me sacaría de allí, pero pasados unos minutos las manos tomaron mis pantys por ambos lados y las bajaron hasta mis rodillas, dejando expuesta mi vagina.
Por supuesto esto ya no me pareció una broma y comencé a desesperarme. La persona acercó su cara a mi vagina, podía sentir su respiración en mi piel y luego un shock eléctrico me recorrió el cuerpo cuando comenzó a lamerla. Estuvo chupándola, lamiéndola y frotándola un rato largo, en el que me fui mojando cada vez más, incapaz de controlar lo excitada que me sentía. Escuché como la persona se incorporaba y se colocaba detras mío y, cuando sentí algo caliente y más grueso que los dedos que me estaban tocando antes hacer contacto con mi vagina y presionar, supe que era un hombre.
Me quedé paralizada cuando caí en la cuenta de lo que iba a pasar. No es que hubiese sido capaz de hacer nada para impedir que me violara, pero me hubiese encantado decir que me resistí al menos. Sentí horrorizada como su pene separaba mis labios vaginales mientras se abría paso hacia mi interior, como la cabeza se topaba con mi himen y, de un empujón que me hizo gritar y llorar de dolor, lo rompía y entraba dentro de mi vagina virgen. Los primeros minutos fueron una eternidad de dolor porque quien me estaba violando estaba siendo super violento en sus penetraciones. Luego de unos minutos que me llenan de bronca hasta el día de hoy, comencé a sentir placer aún sabiendo que me estaban cojiendo en contra de mi voluntad. Cada vez que los testículos de mi violador rozaban mi clítoris, hacían que mi vagina se contrajera y me hiciera temblar. Todo lo que sucedío me pareció durar horas, que deben haber sido entre 10 y 15 minutos. El ritmo de las penetraciones aumentó, el ruido de la pelvis de mi violador golpeando mi trasero era cada vez mas fuerte, mi excitación era cada vez mayor y, con los dientes apretados y gritando de placer y dolor, convulcioné en un orgasmo tremendo. No pude terminar de asimilar lo que había ocurrido porque unos segundos después sentí cómo se contraía la verga que tenía dentro mío y cómo me iba llenando de un calor abrazador que se sentía llegar hasta mi abdomen. En mi primera vez, en una violación, me habían llenado la vagina de semen. Mi violador no perdió el tiempo, agarró una manguera que siempre estaba conectada a la canilla del pasillo y, abriendo el agua, comenzó a lavarme la vagina y a eliminar las pruebas de lo que había hecho. Cuando terminó, volvió a colocarme las pantys, empujó la ventana y me empujó dentro de mi casa, y salió rapidamente del pasillo por donde había entrado. Yo no tenía fuerzas para intentar siquiera ver quién había sido. Estuve en el piso sintiéndome sucia durante varios minutos hasta que finalmente me incorporé, fui derecho al baño, puse toda mi ropa en la lavadora y me duche durante varios minutos, sin poder asimilar del todo lo que me había pasado. Con el paso de los días fui pensando en la situación y caí en la cuenta de que quien me habia robado mi primera vez era alguien cercano. Nunca tuve pruebas de quien fue, pero mi relación con mis hermanos, mi padre y el resto de los hombres que solían ir a mi casa (gente que trabajaba con mi papa, los amigos de mis hermanos, etc) cambió para siempre. Hoy estoy viviendo fuera de mi país natal y hace años que no tengo problemas con los hombres de mi vida, pero una parte mía sigue desconfiando de mi familia porque, al fin y al cabo, lo más probable es que quien me haya arrebatado mi adolescencia de esa forma brutal haya sido una de las personas más cercanas a mi en ese momento.
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