Sé libre, sé feliz.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por icest007.
-“Si te invito una copa y me acerco a tu boca, si te robo un besito a ver, te e…”- APÁGA ESA MIERDA DE MÚSICA! -Con voz fuerte habló mi papá mientras conducía su VW California Campervan por la carretera en dirección hacia la capital– ¡Como escuchas esa porquería!-agrega mientras adelanta un hyundai azul conducido por un tipo con rostro de pocos amigos-
-¡Me gusta! –le responde mamá, frunciendo las cejas- me gusta esta canción de romeo.. –no alcanza a finalizar su réplica-
-¿ROMEO? Y canta como julieta! JÁ! –como grito expulsa una carcajada
Me mira complicemente por el espejo retrovisor. Le sonrío de vuelta con una coqueta mueca. El viaje continúa, miro hacia fuera y sólo veo el mundo moverse. Un vidrio me separa de ilusiones que mi mente y la sonrisa de mi padre, ayudaron a crear. Nada que hacer, nada que decir, nada que escuchar.
Mi sobrino iba a mi lado en la van. El viaje se hacía eterno, sentía que las nubes se reían en mi cara por tal aburrimiento.
-Me dio sueño – suelto un bostezo y me extiendo de brazos para demarcar algo de somnolencia y aburrimiento-
-¿préstame las piernas para dormir un poco?-le digo a mi sobrino. Un chico sobrio de 14 años, con la mirada perdidad como todo adolecente persiguiendo la adultes. Jorge, le digo “yoyo”, un sobrenombre infantil que nació desde que empezamos a compartir como hermanos. Dormiamos juntos, ibamos en la misma escuela, teniamos unos cuántos amigos en común. A pesar de llevarnos 5, casi 6 años de diferencia (siendo yo mayor), nos reíamos bastante de la vida, de la sociedad, de todo lo que se nos cruzase.
-SI, no hay problema –se da unas palmaditas en los muslos indicandome que tengo via libre para recostar mi cráneo en el. Prosiguiendo, recojo mis piernas, me recuesto lentamente apoyando mi cabeza donde acordamos, pero quedé con el rostro hacia su estómago. –Tengo tutito, dormiría por siempre… acariciame –giro un poco mi cabeza, mirandolo hacia arriba – ¡hazme cariño por fi! Así me duermo y no me aburro…, o eso intentaré ,con los gritos de papá – ambos reímos-
-Ya ya –comienza a acariciar mi cabello con su mano. Era tan tierno, a sus 14 años no mostraba madures ni tampoco que estuviese apurado para obtenerla. Siempre le interesó saber de la vida por los ojos de los demás. Creo que era la única que lo conozco tal y como es, a pesar de su coraza. – Ahora duérmete
-No me mandes o te muerdo el estómago –abrí mi boca –
-ya oh jajaja- solo rió suavemente-
El cielo estaba de un anaranjado placentero, el aire dulce acariciaba mi rostro. Por fin llegamos a casa. Volvimos de un viaje a la playa, Jorge fue con nosotros ya que sus padres, como siempre, ocupados andaban de viaje gracias a su trabajo, y por ende, no pudieron acompañarnos.
Voy a llevar a tu mamá donde la abuela, para que le entregue unos remedios. Nos tomará no más de 1 hora, así que preparen las cosas para cenar , se duchan, no sé escriban un libro, luchen contra zombies, ya va ustedes, pero no quemen la casa – me indicaba papá con autoridad marcial
-Si papá – como buena hija, respondí tiernamente-
-Ese es mi amor –me da un beso corto en los labios y se lo respondo – Ya, nos vemos… -agrega- ¿Dónde cresta dejé las llaves? –se toca los bolsillos-
Jorge estaba acostado en mi cama, mirando el techo. Creo que pensaba en todo para solucionar nada. Su rostro era singular, tal como el que pongo cuando simplemente me olvido de que el mundo gira
-¿cansadito? –le pregunto mientras me acerco y le acaricio el rostro
-Si –me sonríe y cierra los ojos- Estuvo entretenido todo.
Su sonrisa era una cualidad pocas veces vista, tenía unos labios pequeños, lineales, sutiles a la vista. Era la boca que esperaría de un hombre, pero en el rostro de un niño.
-Ya ya, ¿bañemonos? –le miro-
-Ok, tu primero
-¡No, no no my friend! –le tomo de la mano y lo trato de levantar- bañemonos juntos, como cuando chicos. ¿recuerdas? –sigo tirando de su brazo- ¡Ya vamos vamos!, así me muestras el bombero , como cuando pequeño –le hice unas suaves cosquillas en el estómago- Jajajaja
-Hey!! –alzo un poco la voz- eso es vergonzoso jajaja
-Ya vamos! – Soltando su mano, me alejo un poco. De pié frente a mi ropero, con ambas manos me liberé de la polera y los short de mezclilla , quedando solamente en ropa interior.
-¿hello kitty? –me mira hacia abajo –
-Si ¿y? Es rosa, me gusta y está en lo correcto..un pussy para cubrir mi pussy –le saco la lengua y le pego con mi medio en la frente-
-Idiota –se queja-
Abro el agua caliente , intento regularla. El vapor empieza a formar una neblina sutil que empaña los espejos, inunda el baño, abraza mi piel. Jorge me mira desde el umbral de la puerta del baño, inerte. Con tranquilidad me acerco a el, tomo su polera por la parte baja y en un movimiento lo arrebato de aquella negra franela y dejo al descubierto un torso blanco, con dos puntos cafés , un largo cuello, delagado .Su torso era delicado, no tenía musculatura notoria ni menos vello que mostrar. Maliciosamente , con mi derecha tomo su cinturon- ya ahora el pantalón – con la otra me apresuro a tratar de arrebatarselo. –¡NO! – con fuerte voz niega el acto para con sus manos quitar las mias de aquel lugar – Yo lo hago – Desvía la mirada hacia la nada.
-Ok, sorry –le sonrío- Me muevo unos centímetros lejos de el, giro y le doy la espalda.Mis manos con experiencia desabotonan mi sostén negro.Mis senos , libres , felices, respiran el placer de no estar cubiertos. Me acerco a la tina de baño, con mis manos bajo mis “hello kitty” blancas , con delicados bordes rosas y un moño en la parte superior. Lo bajo hasta la rodilla, desde allí dejo que la gravedad haga su trabajo. Caen. los tiro hacia la puerta con la punta de mi pie. Quedo desnuda, tal como me gusta estar: libre, feliz, desnuda a la vida, nada que me atrape, nada que ocultar. Respiré.
-Yoyo, metete –le indique- el agua caía desde la regadera, el vapor inundaba cada vez más ese baño. Jorge se quitó los pantalones. No hizo nada. -¿estás bien? –me inquietó su silencio frente a mi y esa postura de inocencia y fragilidad. Sabía que es un poco retraido, ¿pero conmigo?. Después entendi: habían pasado más de 6 años desde la última vez que nos bañamos. Había cambiado todo, nuestros cuerpos, las mentes, lo que nos rodea. Crecieron cosas. Nuestras mentalidades estando frente a la normalidad se inundaban del infantilismo que nos acompañó al crecer, pero ahora, el tiempo pasó, no mucho, no eterno, pero influyó.
–Está todo bien, tranquilo, no hay de qué avergonzarse , todos somos iguales –me acerco a el y le pongo mi diestra en su mejilla. Estaba calida, la veía roja- Vamos, soy tu tía, tu amiga, tu hermana..-le guiño el ojo- entiendo que te abobes con este cuerpecito – Tintineo las caderas, haciendo bailar mis senos a un son ridículo y poco erótico .Ambos reímos.
Ahí, el hielo se rompió.
– Ya a la ducha y después cenar. – Me miró. Asintió – Lo vi desnudarse: aún quedaban rastros del cuerpo de niño que recordaba, aún tenía ese aire infantil que me hacía reír. Un negro vello , reciente, saliente, puberto, se mostraba. Un pene, estático, de aquellos vellos, un pene que creció, que no era el del yoyo de 6, un pene que buscaría una mujer, la penetraría, la haría gemir, le entregaría su semen.
Ambos entramos en la tina de baño. Yo frente a el, dandole la espalda. El agua nos mojó, cayó sobre nosotros, hizo que nos estremecieramos para dar paso al relajo de una cálida hidratación. –Qué rico!-le hablé – pasé mis manos por mi cabeza para luego levantarla y sentir el agua recorrer mi rostro, mi cuello, bajar mi estomago, acariciar mi pelvis, mi vagina, mis muslos y morir en mis pies.
-¿enjaboname la espalda? –le paso el jabón por sobre mi hombro. Me lo recibe. Empiezo a sentir una temblorosa mano intentar enjabobar mi espalda. Parecían espasmos involuntarios, no sabía si me enjabonaba o quería acuchillarme –más despacio yoyo jajaja-reí- Empezó a masajear mi espalda, movía su mano de forma circular anti reloj. Posó su otra mano en mi espalda y con esta también me enjabonó. Lo hizo en mi espalda, bajó lenta y nerviosamente hasta mis caderas para luego, con su zurda jabonar parte de mi nalga. Me sorprendí, pero no me molestó.
Bajó su otra mano, ahora estaba en todo mi trasero cuando escucho –No..disculpa ani- En un tambaleo me voy hacia atrás y lo sentí: Tenía su pene erecto, apuntandome. Un golpe hizo bombear mi corazón. Giro mi torso, lentamente . Lo veo y está allí, tratando con ahínco de cubrir su sexo con ambas manos. Giro completamente y quedo frente a el, mi pulso se aceleró, recordé el beso de papá, hace tiempo no me visitaba en la noche. –Está bien..osea –una nerviosa sonrisa atajó mis palabras- Osea, tranquilo, es algo natural. No te preocupes.
-Lo siento, de verdad…no no..- con sus manos trató de ocultar lo notorio. –Está bien- lo atajo por el brazo ya que intentó salir- Mirame .. ¡MIRAME! –Levanto la voz- es NA-TU-RAL . Tuviste una erección, punto, fin –pongo ambas manos sobre su rostro- Saca tus manos, sé libre – traté de calmarlo, de hacerlo entender que la naturaleza es así. Uno no maneja el cuerpo, lo puede cuidar, acostumbrar , pero, las reacciones naturales no se detienen.
Jorge saca sus manos. Sentí que veía en cámara lenta todo. A la vista quedó aquél pene, ya semi erecto; precioso, se notaba delicado, un glande semi descubierto, virgen.
Me acerqué a el, más y más. Quedamos a centímetros nerviosos el uno del otro.
No sabría explicarles, no podría dar una razón clara de por qué sucedió. Mi mente se alejó de mi cuerpo, el impulso me ordenó, la naturaleza aclamó.
Lo besé.
Sentí su respiración agitada, su cuerpo contraído por la sorpresa. Me correspondió el beso. Intentó besarme de igual a igual, pero, noté su laborioso trabajo de lengua, de labios. Quería pero no sabía. Sus suaves labios, ese tierno pero no acosumbrado beso.
Sentí su pene erectarse de nuevo. Duro, apuntalaba mi pierna, estaba muy caliente. Mientras nos besabamos bajo aquella artificial lluvia, cogí su mano y la llevé a mi seno. La apreté hacia mi, lo dirigí en un masaje suave pero fuerte. El por si solo llevó la otra mano hacia mi otro seno e imitó los movimientos ya enseñados. Lo dejé solo hacerlo.
Con mis brazos lo rodeé por el cuello. En ese momento era más alta que el, pero podía besarlo con tranquilidad. Sus manos empezaron a apretar con más fuerza y desesperación, sus caderas, ( no sé si por instinto) se movieron hacia delante y hacia atrás, unas pocas veces, pero sentí su pene en mi muslo. Fue un poco chistoso.
Nos separamos un momento. Nos miramos a los ojos. No había nada que decir.
Corté el agua. Me puse de rodillas. Cogí su pene con mi mano. Me miró incrédulo, excitado, quería decirme mil cosas, quería hacerme saber que sentía cosas nuevas, que era la primera. Le sonreí con ternura. Corrí la piel de su pene con mi mano, dejando su glande, brillante, virgen, a la vista. Su pene no era grande, no era grueso, era un pene delicado, tierno, ad hok a su edad, cabía con facilidad en mi mano, lo aprisionaba y rodeaba totalmente con mis dedos.
Posé mi mano en la base de su pene, dejando a este sostenido en la comisura que une a mi dedo pulgar e índice. Estaba erecto, me gustó mirarlo.
Con delicadeza, con ternura maternal uní mis labios y luego su glande los tocó. Moví mi cabeza lentamente de arriba hacia abajo y con ella , su erecto miembro virgen. Mientras hacía esto, lo miraba. Se cruzaron nuestros ojos, su respiración agitada, su pecho inflado al máximo, su boca abierta. Era perfecto.
Abro mis labios con majestuosa calma y empiezo a introducir en mi boca su glande; mi lengua lo toca. Cierro los ojos, su pene desaparece en mi, lentamente muy, pero muy lentamente, disfrutando cada centímetro de piel, cada parte de este, disfruto cual placer religioso. La calidéz de su pene hace que mi boca se estimule. Está completo.
Logró meter todo su sexo en mi boca, siento una molestia en mi garganta, pero la calmo. Pongo mis manos en sus nalgas y empiezo a separar mi boca de su pelvis, liberando aquel miembro de la cálida prisión, dejando rastros de saliba, de excitación. Posa sus manos en mi cabeza. Llego con mis boca al inicio de su glande para luego volver a cubrir con mis labios su pene y hacerlo desaparecer. Sabe bien, se siente maravilloso. Estaba muy duro,la piel de su pene era como la de nadie: estaba lisa, delicada, era acogedora, mi boca se adaptó a ella como si hubiesen sido creados el uno para el otro. Mi lengua masajeaba la parte baja de su pene, del incio hasta el final.
Repetí: dos…tres….cuatro…cinco veces, lo absorví en mi, lo mamaba con lentitud, hacía de su placer el mio. Dejaba que su glande atravesara toda mi boca. Iba por la sexta mamada. Apretó sus manos a mi cabeza, me obligó a que su pene se hundiera en mi boca, con fuerza. Encorvó su espalda, apretó todos los músculos de su cuerpo, su pene se expandió. Mi cabeza era presionada sin piedad a su cuerpo. Gimió fuerte, lo soltó. Sentí su pene bombear el semen dentro d mi boca. Era delicioso, salado, suave, cremoso. Su semen me llenó. Guardé mi lengua, separé un poco mi boca y enrollé su pene con mis dedos pulgar, índice y medio. Lentamente empecé a sacar aquel rico miembro y me quedé en su glande, chupándolo, succionando cada gota de semen para luego tragarmelo todo. Succionaba su glande, masajeaba su tronco aún erecto con la mano. Lo miré hacia arriba y tragué. Me tragué aquel cálido y delicioso líquido. Cremoso. Amo esa sensación en mi boca: la cremosidad, el salado excitado, el empuje magistral que tiene el semen al salir de un pene.
Levante la cabeza, posé el glande sobre mi lengua y abrí un poco la boca. Le di un beso en el glande, me incorporé y quedé de pié frente a el.
Salimos de la ducha, nos vestimos sin decir palabra alguna. Estaba feliz, aún algo excitada , pero conforme por lo que hice.
Mis papás llegaron, preparamos la cena. –¡Y bueh! – mi mamá rompe el silencio- El yoyo se va a tener que quedar hasta el martes, tu hermana llega a las 15 de su viaje , asi que… – sabía lo que se venía. El también. Antes de que mi madre terminara la frase, jorge me puso la mano en el muslo, muy cerca de mi entrepierna. De su rostro nació una maliciosa sonrisa y entornó sus ojos a los mios – El yoyo esta noche, duerme contigo anhi.
Lo sabía. El también.
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