¿Se vive en surrealismo?
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por shizu.
Sinceramente no sé cómo una cosa llevó a la otra.
Hay momentos que creía entender el destino, pero este mismo, me demostraba que el ser está frágil a lo incontrolable de la vida.
Mi hermana es fanática de series japonesas, video juegos, hacer cosplay y todas esas cosas.
Y, para el deleite masculino, tiene un cuerpo que le favorecía a la hora de disfrazarse; siempre llamaba la atención.
Con ella nos llevamos por 8 años.
En ese momento curzaba el 3ero medio y dedicaba sus días a la fabricación de un nuevo disfraz con el que debutaría en una comicon a realizarse.
Era la tarde de un jueves, estaba planeando como lanzarme de un edificio mientras intentaba cuadrar las palabras para mi tesis, la cual, de mi cerebro, no era amiga.
-La reputa madre y la concha de aaaah tesis hija de puta… –pensaba mientras de los parlantes salía algo de música
Mi papá estaba en viaje de negocios y mi mamá de turno en la clínica que trabaja.
Por ende, la casa estaba sola, ideal para planear una gran fiesta, pero, ¡vamos! Es mejor dejar que la tesis te viole las neuronas.
-Marco, ¡oye marcooooo! –me gritaba mi hermana desde su habitación.
Bajé el volumen de la música y con un amoroso tono le respondo – ¿QUÉ MIERDA QUIERES?
-¡¿PUEDES VENIR UN POQUITO PLIIIIIIIIIIIIIISSS?! -Ese tono semi infantil de requerimiento casi súplica que tiene llega a ser molesto
-¡SI TU VIDA NO DEPENDE DE ELLO, NO LEVANTARÉ EL CULO DE LA SILLA! –Al terminar la frase, escucho desorden y pasos acelerados que se aceran a mi cuarto, para luego, la figura de Anahis aparecer – Necesito de tu ayuda, por fiii, si es un ratito –me habla.
-¿Qué necesitas? No ves que estoy terminando la tesis –mentira, aún no tenía ni ¼ de la mierda
-Necesito que seas mi modelo y te pruebes unas ropas -Me mira con ojos tiernos- Si es chiquitito…un ratito, así, pequeñin – con su diminuta y blanca mano hace un gesto con sus dedos de cantidad pequeña- ¿si?
-Eeeeeespera, tiempo, momento ahí vaquero – me saco los lentes para dejarlos en el escritorio al costado de la laptop- ¿modelo?, ¿de qué?,¿tus disfraces raros?.
Negativo señor, me rehúso a semejante humillación.
-Pero .
pero, yaaaapuu si igual me debes un favor, o ¿acaso se te olvidó la vez que te cubrí por que tuviste que salir así urgentemente a “estudiar” a la casa de tu amigui Feña? No sé, igual no es raro que un estudiante de ingeniería civil en construcción tenga que ir a estudiar con una estudiante de enfermería.
Deben tener ramos muy similares, sobre todo tú, en útlimo año… -me sonríe
Maldita demonio .
No le despego la mirada por un buen rato – Bien jugado, futura político- Me incorporo del asiento, y de malas ganas me dirijo junto a ella a su habitación – Ya, ya.
¿Qué tengo que modelar que es taaaan urgente? –le digo mientras me siento en una especie de silla rosada llena de gatos y cosas de anime
-Pues mi querido hermanito más bello del mundo – de un giro, alza las manos y me muestra parte de la ropa- Esto –Miro, proceso unos segundos y reacciono – Adiós -me pongo de pie- No me voy a probar ropa de mujer -Antes de salir me toma de la mano – ¡Por favoooor! Tengo que hacerle unos detalles por el borde , no te tomará más de cinco minutos
– La miro.
Y no sé si fue un síndrome de hermano mayor, la luna, el flúor en el agua o qué, pero accedí – Ya, ok-le digo – Pero rápido que…es ropa de mujer, por favor.
Entusiasmada empieza a recoger prendas desde el suelo, la cama, ropero mientras decía –esto, esto acá, si esto también.
¡Listo!, ponte todo esto y te paras allí frente al espejo de cuerpo completo –me indica un rincón y me sonríe.
-Miro la ropa y sinceramente parecía un crucigrama.
No sabía por qué carajo partir- Ammm… – la miro- ¿qué va primero?
Ríe fuerte y me responde –la ropa interior, el portaligas, las ligas…- y así empieza a enumerar cual receta el orden de la ropa- ¿Capicci?
Emmm – la miro- ¿ropa interior? Waaaaaaaaait, ¿es necesario? –ya sintiendo que perdía la pelea
-Sip, es necesario, así mucho además, es un favor –me sonríe-
-Ok, demonio – empiezo a intentar buscar como carajo poner el portaligas, ¿cuál mierda es la parte delantera? ¿qué carajo esas cosas que cuelgan?.
Al final, después de una ardua batalla buscando simetría, decidí colocar el portaligas sobre mis pantalones deportivos, pero antes de pasarlos por la primera pierna, mi hermana pega un grito – ¡NOOOOO! ¿cómo te lo vas a poner con ropa? ¡SACATE TODO Y TE PONES ESO! –me dice seria- He trabajado harto en el diseño y detalles, no dejaré que tu naturaleza bruta dañe ellos – tenía lógica.
-Ok, pero, am, sal del cuarto oh date vuelta, desaparece- le digo- No me voy a desnudar frente a ti.
Suficiente ponerme…estas cosas ñoñas japos tuyas –levanto una prenda
Eres un problemático calificado, hermano –se acerca rauda, me quita la ropa, busca y recoge el portaligas.
Se coloca de rodillas frente a mi, mira hacia arriba directo a mis ojos – vamos muchacho, sacate los pantalones o te los saco yo- me habla seria mientras con lentitud levanta la diestra en dirección a mi pantalón
-¡OK! O sea –no tenía ropa interior- ando am…como te lo digo, -me interrumpe- ¿qué?,¿sin boxers? Qué drama dios mio, te paseas semi desnudo por la casa y somos hermanos.
Eres un melodramático.
Ya basta, abajo pantalones y te ayudo con esto – No dio chance de responder cuando sus dedos helados se entrelazan con el elástico de mi pantalón y los baja hasta mis tobillos.
Mi única reacción fue cubrirme con ambas manos el pene – Ya, fuera manos –me dice- y levanta una pierna, luego la otra y esto va en la cadera – trago saliva, y sin entusiasmo saco mis manos de la entrepierna dejando a la vista mi miembro- frente a su rostro.
Noto como lo mira unos segundos mientras continúo con las órdenes de levantar las piernas.
Con delicadeza empieza a subir el portaligas hasta mis caderas.
Su rostro pasa muy cerca de mi miembro; dedos helados recorren parte de mi piel.
Mi mente, una lucha para dominar mi cuerpo y evitar una erección.
-Listo, ahora colócate las ligas y lo demás.
Yo busco aguja e hilo –se levanta y mientras hago lo de vestirme (con muchos problemas), noto como se mueve con un poco de nerviosismo.
El tiempo pasó, yo allí, parado mirándome al espejo.
Dios, parecía travesti pobre.
-Ya veamos, parate allí y extiende los brazos hacia los costados-me indica.
Cumplo
-Mmmm,mmmm…-hace muecas – Oye, amm, tu…cosito sobresale un poquito –con las mejillas rojas indica con la boca mi pene.
Se acerca y se arrodilla – No te sientas mal, perdona, permiso…este.
– mete su mano bajo la falda y agarra mi pene para empezar a acomodarlo.
–¡O…O.
OYE! –le digo con sorpresa mientras siento su tibia mano cubrir mi pene mientras busca una posición.
– Para mi tampoco es cómodo –me dice y corre la vista- Pero, necesito que se vea plano y bueh, tienes …un…cosito bultoso y que se nota –le miro y está con su rostro muy rojo.
Obviamente, a los minutos mi cuerpo reacciona y empiezo a tener una erección.
Sus dedos presionan con fuerza y me habla – se…-traga saliva- se está poniendo duro – ¡Si, osea, no, osea…- No logro coordinar las palabras- disculpa, es que…- Me interrumpe- Está bien.
Tranquilo…es, algo…normal, ¿no? – con mi pene en su mano me mira a los ojos unos minutos.
Con su otra mano, levanta la falda dejando a simple vista un pene semi erecto siendo apretado por una pequeña mano.
La imagen jamás se me olvidó.
Sin pensarlo, sin pensar en nada, sin tiempo ni motivo, empieza a recorrer mi pene con su palma para cogerlo mejor y empezar a masturbarme lentamente -¡O.
OYE, PERO…!- Su mirada y la acción de su mano me ahogaban.
Pasaron segundos y la erección se completó.
Con su mano descubrió mi glande.
La respiración se agitó, los corazones andaban a mil por hora, el tiempo no era más que una frase en el diccionario.
Nos miramos.
Le coloco mi zurda en el costado de su cabeza y por inercia ella acerca el rostro, abre la boca, cierra los ojos e introduce mi pene entre sus labios; ¡DIOS! ¡QUÉ CALIDEZ! Su boca era pequeña, su lengua muy blanda, sus labios grilletes majestuosos.
Placer, placer.
Miro hacia abajo, y veo a mi hermana mamándomela, veo como su mano me masturba mientras su cabeza se contonea de un lado hacia otro mientras viaja adelante y hacia atrás succionando el glande y parte de mi falo, provocándome sensaciones maravillosas.
Con ambas manos la cojo de los costados de la cabeza, le digo que saque la mano y empiezo a hacérselo por la boca.
Me mira.
Mi pene entra y sale de entre sus labios.
Su saliva se acumula y cae por el costado.
Se ahoga un poco, sus ojos un poco rojos y llorosos me miran, me excitan mucho más.
-Párate –le digo.
Lo hace.
Me acerco, me inclino y le beso, apasionadamente, sensualmente.
Ella me responde, se apega a mi cuerpo, se excita.
Sus manos no se separan de mi pene: me besa y me masturba.
La llevo a la cama y de los hombros la lanzo a esta.
Sin aviso me lanzo a quitarle sus calzas negras.
Ella me mira, ella solo me mira.
Su entre pierna, iluminada por luz artificial de tarde, una delicada mancha de vellos castaños claros cubrían una pequeña zona de su entrepierna: tierna, rosada, mojada y delicada.
Con las manos en sus rodillas, le abro las piernas, me coloco sobre ella, la miro a los ojos, nos besamos, nos acariciamos, mi pene besa su vagina, la siente, se moja de ella, de sus labios.
Gemidos agitados, respiraciones coordinadas, manos enloquecidas, piernas temblorosas.
Con mi diestra, tomo cual domador a mi pene y lo coloco en la entrada de su humanidad: húmeda y tierna.
La miro a los ojos tiernamente, ella me responde de igual manera mientras lleva sus manos al pecho para depositarlas sobre su boca y morder su índice.
Lentamente muevo mi cadera hacia delante para que mi pene se abra paso por entre sus labios.
Lentamente empiezo a penetrar a mi hermana.
Lentamente mi pene conquista sus rincones.
Junto a esto, un gemido profundo escapa de su pecho inundando toda la habitación.
Sus manos dejan su boca para apresar mi cuello y espalda.
Sus dedos se insertan en mi piel demostrando dolor.
Sus ojos cerrados a presión placentera se abren cuando mi pene está dentro lo más que puede; nos miramos.
Empiezo.
El vaivén de mi cadera da inicio a una sinfonía casi celestial de gemidos aprisionados entre sus labios.
Coloco ambas manos a los costados para quedar totalmente sobre ella y así dejar que sus piernas se entrelacen por sobre mi cintura y sea prisionero de su suave piel mientras mi pene domina cada rincón de su interior, húmedo, tierno, apretado.
Sin medirlo, sin meditarlo, enderezo mi cuerpo apoyándome en mis rodillas, paso su pierna por sobre mi cabeza y le indico que se coloque boca abajo, apoyada de las rodillas y su cola levantada hacia mi.
Luego de ello, mi mano se coloca en su cintura y con la otra, sujeto desde el falo mi pene, para comenzar a buscar bajo esas nalgas, esas redondas, firmes, delicadas, blancas y perfectas nalgas, la entrada al placer.
No hago más que introducir mi miembro para que ella encorve su espalda y suelte su infantil gemir.
No sé si el cielo fuera sería cómplice nuestro.
No sabía si el ruido culposo que inundaba esa habitación dejaría testigos ciegos de aquel acto de simple placer sin ideas.
En ese momento no sabía nada, sólo, estaba dedicado a sentir placer de aquel cuerpo familiar, aquel cuerpo de blanca piel como la leche.
Aquel cuerpo proporcionado por ingeniería genética.
Aquel cuerpo que estaba siendo mío por detrás, siendo mío gracias a embestidas delicadas pero firmes que concluían en el familiar sonido de las pieles chocar en un coordinado ritmo entre gemidos y embestidas.
En las últimas embestidas, apoyé todo el peso de mi cuerpo sobre el de ella, logrando así que ambos cayéramos acostados boca abajo.
Yo sobre ella, cubriendo como mi físico el de ella, nuestros rostros pegados por el costado, nuestras bocas abiertas respirados agitadamente, gimiendo.
Mis caderas embestían, embestían.
El animal hundía el cuerpo de mi hermana en la cama.
Mi pene se introducía, se expandía.
Mi pene dominaba su interior.
Mi pene la abría, la hacía gemir fuerte.
Durante esto, mire hacia el espejo y vi semejante momento retratado en un cristal de bordes rosados: estaba follando a mi hermana, vestido con ropas de mujer.
Digno de un surrealismo Jodorowskiano .
Mis brazos la presionaron, mi cuerpo se tensó.
Entre embestidas sentí esa fuerte corriente que recoge todos los músculos del cuerpo.
Entre embestidas sentí como mi pene se endurecía más.
Entre embestidas, eyaculé.
Un gemido de mi parte indicó que el climax había llegado.
Sentí como mi cuerpo convulsionaba durante la eyaculación.
Mi pene profundamente dentro de ella soltaba ese tibio líquido que llegaba a todos los rincones de su vagina.
Sentía como se esparcía, como escapaba, como terminaba.
Unos cortos minutos sin tiempo estuve sobre ella.
Me intenté reponer de semejante orgasmo, del acto.
Me erguí.
Mechones de su pelo quedaban pegados en mi rostro y pecho.
Mientras me erguía vi como su cuerpo delicado y pequeño brillaba del sudor.
Vi como entre sus nalgas mi pene se iluminaba dejando a la vista un rojo capilar.
Con delicadeza saqué mi pene de ella, dejando así escapar líneas de semen que se sumergían en la cama, entre sus piernas, se quedaban en ella.
Sin palabras algunas, ambos nos sentamos en costados opuestos de la cama.
Ella semi desnuda, despeinada, sudada.
Yo, con ropas de mujer.
El silencio eternizó el momento.
Me levanté, abrí la puerta y di inicio a la otra vida que tomaríamos desde ese acto.
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Espero que el relato haya sido de su total agrado.
Disfrútenlo, leanlo con calma y si les gusta, pues encantado subo más.
Es genial mezclar lo real con la ficción: no sabes dónde te llevará.
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