Secreto familiar
Desperté en la madrugada y mi tía se encontraba entre mis piernas….
Abrí los ojos a mitad de la noche con una sensación extraña recorriendo mi cuerpo.
Debo admitir que, entre tantas pajas y relatos incestuosos, pensé que estaría preparado para una situación parecida. No lo estaba.
Mientras el sueño iba abandonado mi cuerpo, con los ojos entrecerrados, sentí como me corría profusamente. Era como si alguien me estuviese absorbiendo la vida a través del pene. Sentí un peso abandonando mi cama y luego el silencio. Volví a caer dormido.
Desperté alrededor de las 8 de la mañana con muy buen humor. Recordaba levemente que algo había sucedido por la noche. Mi corrida y el hecho de que alguien, o algo, abandonaba mi cama fue un pensamiento recurrente todo el día. Era una situación, al menos, atípica.
Vivo en una casa muy grande, pero solo con mi familia. Somos mi mamá, mi hermano, mis abuelos, mis tíos, mi prima, mis dos primos y yo. Al tener un patio muy amplio, muchos vecinos guardan sus autos aquí. Alguna que otra son vecinas muy guapas o, al menos, saboreables. Decidí sacudir mis ideas y concentrarme en los quehaceres del día. La universidad fue la que ocupó mi mente luego.
Cerca de las 7 de la noche mi tía se acercó a mi cuarto, se sentó en mi cama como si fuese suya y me pidió perdón. La miré desconcertado por unos segundos. Me pidió que la disculpe por su error de la noche pasada. Que no se lo cuente a nadie. Yo asentí, comprendiendo lo que había pasado. Estuve nervioso esa noche. Mi cuarto da al pasadizo principal de la casa y no tiene puertas. Justo al lado duermen mi mamá y mis abuelos. Y, a pesar de todo eso, ¡Mi tía me la había estado chupando gran parte de la madruga mientras yo dormía! ¿Cómo eso podía ser normal? Seguí cuestionándome gran parte de la noche.
Cerca de las 4 de la mañana sentí que mi cama se hundía levemente. Siempre duermo desnudo y cubierto por una leve sabana, sentí como esta se deslizaba hacia un lado. Protegido por la oscuridad vi la delgada silueta de mi tía agachándose para comer con desesperación mis huevos. Sentía como me los succionaba, uno a uno, como si fuese una aspiradora. Oí sus gemidos mientras comenzaba a engullir mi pene, asumí que se estaba acariciando el clitoris. Juro que pude sentir mi pene rozando la campanilla de su garganta. ¡Me estaba haciendo una garganta profunda! La engulló hasta cerca de las 6 de la mañana. Cuando empezaba a aclarear el día, subió lentamente, dándome pequeños besos, hasta mis labios y me dió un tierno piquito. En ese momento comencé a correrme como si no hubiese mañana. Le mojé el baby doll que llevaba como única pijama en una lluvia torrencial de semen. Ella río bajito, se sentó al borde de la cama unos minutos y luego se fue caminando como si nada le preocupara. Yo, sin embargo, no pude dormir.
Mi tía, de 45 años, se escabullía a mi cama todas las noches y me comía la verga como los dioses. Delgada, con una tetas que casi eran puro pezón siempre erecto, con un culito pequeñito y con cara de comerse 5 pensé al mismo tiempo. Esa tía que conocía de toda mi vida, hermana de mi madre, se había transformado en mi mamona personal. ¿Qué podía hacer al respecto? ¿Cómo actuar? ¿Debía dejar que la situación continuase? ¿Detenerla? ¿Pillarla en una de sus gargantas profundas y follarmela como quien lleva al diablo? Recordé, derrepente, aquella vez en que cuando yo tenía 15 o 16 años me pidió, entre risas, que le mostrará mi pene y que ella me daría una propina. Jamás lo hice pero creo que ahora entiendo la razón detrás de eso. ¿Su marido, mi tío, no la complacería acaso? Tantos años sin que se la cojieran bien y venía por el pene de su sobrino.
Después de pasar todo el día pensándolo, tomé una decisión. La pillaría mientras me comía la verga y vería como avanzaría todo a partir de ahí. ¿Mi objetivo? Convertirla en mi perra todas las noches. No tenía ningún sentimiento romántico al respecto. Estaba seguro. Lo noté inmediatamente. Este era el momento único y perfecto que me regalaba la vida para transformar a mi tía en una cerda adicta a mi leche y no lo desperdiciaría.
Me gusto!
Quiero leer el proximo!
Muy buena historia amigo. Sigue contando.