SECRETOS DE FAMILIA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Actualmente soy un tipo de lo más normal, vivo en una provincia al oriente de México; a mis 45 años y divorciado desde hace 5, he asumido mi bisexualidad con discreción y responsabilidad. Últimamente he leído en esta página (tal vez me hecho adicto a ella, ja ja), relatos acerca del amor filial, contados con tanta naturalidad y excitación que me han ayudado, no solo a quitarme, en parte, un gran peso de encima, sino que me ha incitado a relatar este suceso que por muchos años enterré en mi “lado oscuro”, pensando que fui de lo peor por vivir algo así. Fue una situación tan “intensa”, por llamarle de alguna manera, que después de aquel día, y por mucho tiempo, repasaba detalle a detalle lo sucedido, prolongando la excitación que sentí y por otra parte soportando las tremendas crudas morales que eso me producía.
En aquella época tendría yo unos 15 o 16 años, en plena efervescencia hormonal, era yo un tanto robusto, siempre lo he sido. Ya había tenido leves escarceos con algún amigo de la secundaria, e incluso había tenido algunas fantasías con mi padre, a quien espiaba en el baño cuando no estaba mi madre, o lo toqueteaba cuando dormía sus borracheras, todo ello me producía tremendas resacas morales. Mi padre era un hombre, en aquellos días, de unos 50 años, de cuerpo medio, moreno claro, con bigote y unas gruesas piernas; tenía una verga morena muy velluda y un trasero redondo y macizo. Todo él me excitaba, pero todo quedaba en mis fantasías.
Aquel día, desde temprano, preparaban un gran almuerzo familiar por la llegada del tío Carlos, que había venido del norte a pasar unos días con nosotros. El tío Carlos, tal vez de unos 2 o 3 años menor que mi padre, era un hombre robusto, de pelo entrecano y un gran bigote, con enormes pectorales y grandes brazos, su esposa era menor que él, siempre cariñosa y cordial, no tenían hijos. Aquella primera noche durmieron en la habitación de mis padres, mis padres mi hermano y yo nos acomodamos en nuestra habitación. La casa era todo risas y bullicio ya que el tío Carlos se hacía escuchar con su gran voz. Mientras mi madre y mi tía preparaban la comida, mi padre y su hermano, sentados en la terraza ya comenzaban a tomar sus primeras cervezas; el calor era sofocante. El almuerzo trascurrió con mucha algarabía y largas charlas; por la noche, ya todos estábamos cansados y mi padre y mi tío ya se veían bastante borrachos, mi madre me pidió que le preparara la cama a mi padre y a mi tío en nuestra habitación, al parecer las mujeres no iban a dormir con dos ebrios; mi padre se acomodó en mi cama que estaba junto a la ventana y mi tío se acomodó en la de mi hermano que estaba junto, yo me acomodé en una hamaca que colgué junto a la puerta de la habitación, me gustaba dormir ahí en días de intenso calor. Mi madre, mi tía y mi hermano menor se acomodaron en la habitación de mis padres, por un momento todo fue silencio y penumbra; pero yo no conciliaba el sueño, me sentía excitado, los pequeños ronquidos de mi padre y mi tío eran una tentadora invitación para acercarme y tocarles la verga, ambos estaban junto a mí, solo con los calzoncillos puestos, yo los miraba en la penumbra a través de los tejidos de la hamaca, la excitación y los nervios casi me hacían temblar; cada vez que intentaba levantarme para hacerlo, los nervios me hacían dudar, así pasé no sé cuantas horas, finalmente me armé de valor y decidí a levantarme para mi hazaña, el corazón me latía como tambor y mis manos casi temblaban, pero cuando estaba a punto de levantarme, un movimiento de mi tío me hizo detenerme, me quedé quieto observando, unos minutos más tarde, la mano de mi tío se movía sobre su entrepierna; yo apenas respiraba tratando de controlar mi nerviosismo, después mi tío se sentó en la cama y miró hacia mí y después hacia mi padre y se volvió a acostar, de nuevo su mano restregándose la verga; minutos más tarde se levantó, se acercó a la cama de mi padre, se inclinó hacia él, miró hacia mí y comenzó, creo, a acariciarlo, desde mi ángulo no podía ver con claridad lo que hacía, solo veía el trasero de mi tío y su cabeza inclinada hacia la cama de mi padre, pero era obvio que le estaba agarrando la verga, mi padre se despertó, alzó su cabeza, volteó hacia mí, miró a mi tío y se acomodó de nuevo, la silueta de mi tío junto a mi padre recortaba la leve claridad de la ventana, yo estaba a punto del infarto, no podía creer lo que veía, de pronto un movimiento de cabeza de mi tío de arriba para abajo me hizo suponer que le estaba mamando la verga a mi padre!!!, mi corazón casi se me salía del pecho!. Las manos de mi padre le tomaban la cabeza a mi tío siguiendo su ritmo; así estuvieron un rato, yo hacía esfuerzos sobrehumanos para no masturbarme en ese momento, estaba a punto del colapso. Unos leves gemidos ahogados de mi padre me hicieron suponer que se estaba viniendo e incluso se encorvó por unos segundos; después algo susurraron entre sí, mi tío pasó junto a mí y salió de la habitación, oí la puerta del baño abrirse, segundos después entró de nuevo, se acomodó en su cama y se quedó quieto. La claridad de la ventana era un poco más intensa, serían las 4 o 5 de la mañana. Ya me dolían los huevos de la excitación pero no me atrevía a moverme demasiado, poco a poco fue amaneciendo y mis nervios aplacando, logré dormir algunas horas.
Los ruidos en la cocina me despertaron, estaba ya solo en la habitación, cuando me levanté, sentí mis calzoncillos pegajosos, había yo eyaculado mientras dormía, no era la primera vez que me pasaba, me encerré en el baño y me lavé. Era domingo y habían planeado ir a la playa, así que después del desayuno nos acomodamos en el auto familiar y emprendimos el corto viaje. Durante todo el día no dejé de pensar en lo sucedido aquella noche, ya no veía de la misma manera ni a mi padre ni a mi tío, miles de fantasías y especulaciones me cruzaron por la mente. Procuraba quedarme solo con mi tío y no dejaba de mirarle la entrepierna, siempre tratando de cubrir las tremendas erecciones que eso me producía, mi tío se dio cuenta de esto.
Los días de la semana parecían fiesta en la casa, mi padre había pedido vacaciones para atender a mi tío, así que se la pasaban celebrando.
Una noche llegué de la escuela, empezaba a oscurecer, me encontré ya de salida a mi madre, mi tía y mi hermano rumbo al supermercado. Mi padre ya descansaba, bastante ebrio y mi tío se preparaba para meterse a la ducha, también con algunos alcoholes de más. La situación era muy tentadora así que puse mil excusas para quedarme en casa. Me quité el uniforme, el tío se metió al baño, mis nervios y la excitación me hacían rondar en la puerta, traía sólo mis calzoncillos puestos; en un arranque de valor y excitación, tomé una toalla y con el pretexto de llevársela, abrí la puerta del baño, mi tío se sorprendió, nervioso le dije que le traía la toalla y me hizo pasar, cruzamos algunas palabras, él estaba bajo la regadera y comenzaba a enjabonarse, se le veía increíble, pecho velludo, brazos gruesos, un poco de panza, nalgas macisas, gruesas piernas velludas y entre ellas colgaba una enorme verga rodeada de mucho vello, era más grande que la de mi padre; inmediatamente tuve una erección, él me preguntó qué pasaba, que si estaba caliente, me sentí apenado pero mi excitación era más fuerte que mis nervios y agarrándome la verga le dije sin pudor alguno, que estaba muy caliente y que quería coger; mi tío sonrió, se agarró la verga y me preguntó qué proponía, no supe qué contestar; sin decir palabra me bajó los calzoncillos y comenzó a masajear mis nalgas; preguntó si me gustaba, le dije que si, preguntó si había hecho algo así antes, lo negué con la cabeza; aquello que tenía entre las piernas comenzó a crecer, me parecía enorme. Me preguntó porqué el día de la playa estuve tan excitado mirándole la entrepierna, yo le conté lo que la noche anterior había presenciado.
Mi tío se sorprendió, se justificó que estaba muy borracho y me hizo prometer guardar el secreto; después nos metimos bajo la regadera, la verga de mi tío estaba ya completamente parada, era enorme y gruesa, ligeramente curveada hacia arriba, me tomó de los hombros e hizo que se la mamara, yo dudé, no sabía bien cómo hacerlo, abrí la boca y la metí, él me tomó de la cabeza y empujó hasta casi meterme toda esa mole a la garganta, casi me asfixia y tosí hasta las lágrimas; me tomó de las axilas y me incorporé, comenzó a besarme el cuello y las tetillas, eso me excitó aún más; busqué su boca y le besé los labios, él respondió con su lengua, por un momento sentí raro, todo era nuevo para mí, pero de alguna manera sabía cómo reaccionar; se agachó y comenzó a mamarme la verga que era obviamente más pequeña que la de él, se la metía toda en la boca hasta que su bigote me rozaba el vientre, la sacaba y me besaba los huevos; aquello fue demasiado, segundos después me vine en su boca y en su cara, de su bigote pendían espesas manchas blancas, se incorporó e intentó besarme, yo viré mi cara, pero mi tío me obligó a besarlo, por un momento me dio asco y cerré los ojos esperando que todo pasara; pero no sabía lo que venía; me soltó e inmediatamente le di la espalda, abrí el agua y comencé a enjuagarme, el tío no dejaba de acariciarme, me besó la espalda y poco a poco fue bajando hasta tocar mis nalgas, tomó el jabón y lo restregó en mi culito, pasó sus dedos mientras el agua hacía lo suyo, mi verga que apenas se deshinchaba quedó de dura de nuevo; de pronto abrió mis nalgas y sentí su lengua en mi culo, aquello me dejó como drogado de tanta excitación, mi tío cerró la llave y regresó a mi culo y siguió chupando; después se incorporó, me abrió las nalgas y sentí presión en mi pequeño ano, un pequeño dolor me hizo querer rechazarlo, pero mi tío me tomó de la cintura y me inmovilizó, yo me sentía como aturdido entre la excitación y el miedo; una presión más fuerte y un intenso dolor me hizo ahogar un grito, tenía toda la verga de mi tío enterrada en mi ano, era una mezcla de dolor, excitación y ganas de defecar, sentía mi vientre a punto de reventar; intenté zafarme de sus brazos, pero me lo impidió, me pidió que aguantara, que me quedara quieto, que pronto pasaría; no sé cómo ni cuánto tiempo estuve así, con ese insoportable dolor, poco a poco fue pasando, él no dejaba de besarme la espalda ni de agarrarme la verga; pronto empecé a sentir rico, mi culito parecía estirarse al máximo pero me gustaba, mi tío empezó a sacarla y meterla suave y en cada embestida sentía mi verga crecer un poco más, aquello comenzó a excitarme demasiado, las embestidas comenzaron a ser más rápidas y violentas, me dolía tremendamente el culito pero me estaba quejando de gusto, el tío me tapó la boca por un momento y sus embestidas fueron más violentas y profundas, yo me sentía ahogar, sentía que me partía en dos; no tardé en venirme de nuevo, esta vez sin haberme tocado la verga, a los pocos segundos, mi tío respiraba como un toro en mi espalda y sus embestidas se calmaron, por unos momentos nos quedamos así, un brazo de mi tío me rodeaba la cintura y la otra mano me tapaba la boca; cuando sacó la verga de mi culito, un último dolor me hizo encorvarme; tenía ganas de defecar, me senté en el inodoro e inmediatamente logre expulsar el semen, estuve unos minutos ahí adolorido y exhausto mientras mi tío terminaba de bañarse, cuando me levanté del inodoro, sentí pánico al ver lo que había expulsado, era una mezcla de heces, semen y sangre!, mi tío se acercó y me puso bajo el agua, me lavó el culito, me dijo entre besos, que no pasaba nada, que era normal pero que no pasaría a más. Cuando salimos del baño me hizo prometer guardar el secreto incluyendo a mi padre y que si quería otra vez lo volveríamos hacer, yo le dije que no, que me había dolido mucho, él asintió; era yo un manojo de sentimientos encontrados.
Durante uno o dos días estuve pasando hilillos de sangre, hasta que poco a poco fue desapareciendo junto con el dolor; mis tíos se fueron. Nunca más se volvió a dar otra situación igual a pesar de que no fue la única vez que lo vi; pero aquella sensación de haber sido casi violado, por la reacción tan brusca de mi tío, y la excitación que eso mismo me acusaba, me duró algunos años, la tremenda cruda moral que eso me dejó me acompañó durante toda la vida.
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