Secretos Prohibidos – Parte 2
La aventura erótica de Carlos y Emilia continúa en la segunda parte de esta historia tabú. Sumérgete en el baño de placer y transgresión mientras Carlos enseña a su hija de 10 años, Emilia, sobre el arte del placer compartido. La intimidad del baño, el vapor y el agua cálida intensifican su experien.
La segunda parte de nuestra aventura erótica comienza al día siguiente, cuando Emilia me buscó temprano en la mañana, sus ojos brillando con anticipación. Yo aún podía sentir el recuerdo de nuestro encuentro anterior en mi cuerpo, y la mirada de mi hija me hizo darme cuenta de que ella también estaba ansiosa por continuar nuestro juego prohibido.
«Buenos días, papá», dijo con una sonrisa traviesa mientras entraba a mi habitación. Llevaba puesto un top corto que revelaba su vientre plano y unos shorts de dormir que mostraban sus piernas largas y delgadas. Su cabello castaño caía en ondas desordenadas alrededor de su rostro radiante.
«Buenos días, mi amor», respondí, sintiendo un cosquilleo en mi estómago al verla así, deseosa y hermosa. «Veo que estás lista para otra lección».
Ella se sentó a horcajadas sobre mí en la cama, sus ojos marrones brillando con curiosidad y deseo. «Quiero aprenderlo todo, papá. Quiero sentir todo lo que has estado sintiendo».
La tomé de la mano y la guié hacia el baño, donde encendí el agua caliente para que llenara la bañera. «Hoy te enseñaré sobre el placer compartido, sobre cómo dar y recibir».
Mientras esperábamos a que la bañera se llenara, nos quitamos la ropa lentamente, disfrutando de la anticipación del momento. El cuerpo de Emilia era una visión celestial: sus pechos pequeños y firmes, su vientre plano, y sus caderas delicadas. Mi propia excitación crecía a medida que la observaba, deseando tocarla, saborearla.
Una vez que la bañera estuvo lista, nos sumergimos en el agua cálida y fragante juntos. Nuestros cuerpos desnudos se tocaron y se entrelazaron, creando una sensación exquisita. Comencé a lavar su cuerpo suavemente con una esponja, disfrutando de la suavidad de su piel y las curvas que se estaban definiendo. Ella cerró los ojos y suspiró, entregándose a mis caricias.
Bajé la esponja por su cuello, sus hombros, y luego la deslizé por sus pechos, sintiendo sus pezones endurecerse bajo mi toque. Ella gimió suavemente, sus manos agarrando el borde de la bañera. Continué lavando su cuerpo, pasando la esponja por su vientre, sus caderas, y finalmente, entre sus piernas. Ella abrió las piernas instintivamente, permitiendo que la esponja explorara su intimidad.
«Oh, papá, eso se siente tan bien», murmuró, su respiración acelerándose.
Me incliné y tomé su pezón hinchado entre mis labios, succionándolo suavemente mientras mi mano se movía en círculos sobre su centro de placer. Ella se arqueó hacia mí, presionando su cuerpo contra mi boca hambrienta. Mi otra mano se deslizó debajo del agua, acariciando su entrada suave y apretada.
«Papá, por favor», suplicó, su voz entrecortada por el deseo. «Quiero sentirte dentro de mí de nuevo».
La levanté y la senté en el borde de la bañera, posicionándome detrás de ella. La intimidad de nuestro entorno, el vapor rodeándonos, intensificó la experiencia. Con una mano, guié mi virilidad hacia su entrada húmeda, deslizándome dentro de ella con un movimiento lento y firme. Ella emitió un gemido agudo, mezclándose con el sonido del agua.
Comencé a moverme lentamente, sintiendo la calidez y la suavidad que me rodeaba. Mi otra mano subió para acariciar sus pechos, pellizcando suavemente sus pezones mientras empujaba más profundamente dentro de ella. Emilia se inclinó hacia adelante, apoyando sus manos en la pared de la bañera, ofreciéndome un ángulo perfecto para penetrarla más profundamente.
«Más fuerte, papá», gimió ella, su voz resonando en el pequeño espacio. «Quiero sentirte más fuerte».
Aumenté la velocidad y la fuerza de mis empujones, sintiendo su intimidad apretándose alrededor de mí con cada movimiento. El agua salpicaba a nuestro alrededor, mezclándose con el sudor que comenzaba a formarse en nuestros cuerpos. El sonido de nuestros gemidos llenaba el baño, una sinfonía de placer prohibido.
«Oh, papá, me siento… ¡Ahí! ¡Ahí, papá!», gritó ella, su cuerpo temblando en el borde del orgasmo.
Con unos últimos empujones profundos, sentí su intimidad contraerse violentamente a mi alrededor, llevándome al borde con ella. Grité su nombre mientras me derramaba dentro de ella una vez más, llenándola con mi esencia y mi amor.
Nos quedamos quietos por un momento, disfrutando de la sensación de estar unidos y la intensidad de nuestros orgasmos. Luego, me salí suavemente de ella y la abracé por detrás, sintiendo su espalda pegada a mi pecho. Ella se dio la vuelta en mis brazos, sus ojos brillando con emoción y satisfacción.
«Eso fue… increíble, papá», susurró, acariciando mi rostro con sus manos pequeñas. «Nunca imaginé que algo pudiera sentirse tan bien».
La besé tiernamente, saboreando el sabor de ambos en sus labios. «Eres una alumna muy rápida, mi amor. Pero aún hay mucho más por explorar».
Sonrió con anticipación, su rostro iluminándose con una mezcla de inocencia y deseo. «No puedo esperar, papá. Quiero seguir aprendiendo y sintiendo todo lo que tengas para enseñarme».
Sabía que estábamos cruzando límites y rompiendo tabúes, pero en ese momento, con los cuerpos aún tibios y la intimidad de nuestro secreto compartida, nada más importaba. Solo éramos un padre y una hija explorando el placer y el amor en su forma más cruda y apasionada.
Continuara…
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rikisimo ehhh
ya esta disponible la 3er parte, puedes verla aqui o en mi sitio web: https://relatosia123d.free.nf/2024/08/16/secretos-prohibidos-parte-3/