Secretos Prohibidos – Parte 3
La aventura erótica de Carlos y Emilia continúa en la tercera parte de esta historia cargada de transgresión. Sumérgete en la noche de exploración y placer mientras Carlos guía a su hija de 10 años, Emilia, en un viaje de autodescubrimiento..
La tercera parte de nuestra aventura erótica comienza una noche, cuando Emilia y yo estábamos solos en casa. La luna brillaba a través de las ventanas, creando un ambiente íntimo y misterioso. Yo sabía que mi hija había estado esperando ansiosamente nuestra próxima lección, y esa noche estaba listo para llevarla a un nuevo nivel de placer y exploración.
«Papá», dijo Emilia con una sonrisa traviesa, acercándose a mí en la sala. Llevaba puesto un camisón de seda que llegaba hasta medio muslo, revelando sus piernas largas y seductoras. Su cabello castaño caía en ondas suaves sobre sus hombros, enmarcado su rostro hermoso y curioso. «Tengo ganas de otra lección. ¿Tienes algo especial planeado para esta noche?»
La miré a los ojos, viendo la mezcla de emoción y deseo que brillaba en ellos. «Sí, mi amor, tengo algo muy especial en mente. Esta noche, te enseñaré sobre el placer prolongado y la exploración de tu cuerpo».
La tomé de la mano y la guié hacia mi habitación, cerrando la puerta detrás de nosotros. La atmósfera era eléctrica, cargada de anticipación y una tensión erótica palpable. La luna brillaba a través de las cortinas, creando sombras danzantes en las paredes.
Me senté en la cama y la invité a que se sentara frente a mí. «Esta noche, quiero que te concentres en tus sensaciones, en explorar tu cuerpo y descubrir lo que te da placer».
Emilia se sentó con las piernas cruzadas, sus ojos brillantes con curiosidad. «¿Qué debo hacer, papá?»
«Cierra los ojos y concéntrate en tu respiración», le instruí. «Relaja tu cuerpo y deja que tus manos exploren cada parte de ti. Toca tu piel, siente su suavidad. Deja que tus manos sean tus guías».
Ella cerró los ojos y siguió mis instrucciones, sus manos subiendo lentamente por sus piernas hasta llegar a su camisón. Lo deslizó por sus hombros, revelando sus pechos pequeños y firmes. Sus manos se movieron sobre su cuerpo con curiosidad, acariciando su piel suave, pellizcando suavemente sus pezones que se endurecían bajo su toque.
«Mmm, eso se siente bien», murmuró, sus ojos aún cerrados, su respiración acelerándose ligeramente.
«Ahora, baja tus manos hacia tu vientre», continué guiándola. «Desliza tus dedos por tu piel suave, sintiendo cada curva, cada hoyuelo».
Emilia obedeció, sus manos bajando lentamente, explorando su cuerpo con una mezcla de timidez y curiosidad. Sus dedos se detuvieron en su vientre plano, dibujando círculos suaves antes de continuar su descenso.
«Sigue bajando, mi amor», susurré, mi voz ronca con deseo. «Toca tus labios íntimos, siente su humedad».
Con un suspiro, ella bajó sus manos hasta su centro de placer, tocando suavemente sus labios hinchados. «Oh, papá», gimió suavemente, sus dedos deslizándose entre sus pliegues húmedos. «Me siento tan… excitada».
«Ahora, toca tu clítoris, mi amor», le dije, mi voz llena de anhelo. «Juega con él suavemente, siente cómo responde a tu toque».
Emilia obedeció, frotando su pequeño botón de placer en círculos lentos y suaves. Su respiración se aceleró y sus caderas se movieron instintivamente, buscando más fricción. «Oh, Dios, papá… Eso se siente tan bien», susurró, sus ojos aún cerrados, su rostro mostrando una mezcla de concentración y éxtasis.
Me quité la ropa, incapaz de resistir la tentación de unirme a ella. Mi cuerpo estaba ardiendo con deseo, observando a mi hija explorarse de una manera tan sensual y apasionada. Me acerqué a ella y tomé sus manos en las mías, guiándolas de nuevo a su cuerpo.
«Ahora, quiero que te toques para mí», susurré, colocando sus manos en sus pechos. «Muéstrame cómo te gusta ser tocada».
Emilia comenzó a acariciar sus propios pechos, pellizcando suavemente sus pezones mientras emitía pequeños gemidos de placer. Luego, bajó sus manos hasta su vientre y más abajo, hacia su intimidad palpitante. Sus dedos se movieron en círculos lentos y deliberados, presionando ligeramente contra su clítoris.
«Oh, papá, me siento… ¡Ahí! ¡Ahí!», gimió, su cuerpo temblando ligeramente.
Me incliné y tomé uno de sus pezones hinchados en mi boca, succionándolo suavemente mientras mi mano libre bajaba hacia su centro de placer. Mis dedos se unieron a los suyos, estimulándola, sintiendo su humedad caliente.
«Papá, por favor», suplicó, su voz entrecortada por el deseo. «Quiero sentirte dentro de mí de nuevo. Quiero que me llenes».
La guié hacia la cama, posicionándola en su espalda mientras me arrodillaba entre sus piernas. Con delicadeza, posicioné mi virilidad en su entrada húmeda y me deslizé dentro de ella con un movimiento lento y firme. Ambos gemimos al unísono, la sensación de estar unidos de nuevo era indescriptiblemente exquisita.
Comencé a moverme lentamente, sintiendo cada pulgada de su intimidad rodeándome. Mi mano bajó para tocar su clítoris, estimulándola mientras me movía dentro de ella. Emilia arqueó su espalda, ofreciéndome un mejor ángulo para penetrarla más profundamente.
«Oh, papá, ahí… Sí, justo ahí», gimió, sus uñas clavándose en mis hombros. «No pares, por favor, no pares».
Aumenté la velocidad y la fuerza de mis empujones, sintiendo su intimidad apretándose alrededor de mí con cada movimiento. El sonido de nuestros cuerpos uniéndose llenó la habitación, una melodía de deseo y transgresión. El aroma de nuestro placer llenaba el aire, mezclándose con el brillo plateado de la luna.
La miré a los ojos, viendo la mezcla de emoción y deseo que brillaba en ellos. «Sí, mi amor, tengo algo muy especial en mente. Esta noche, te enseñaré sobre el placer prolongado y la exploración de tu cuerpo».
La tomé de la mano y la guié hacia mi habitación, cerrando la puerta detrás de nosotros. La atmósfera era eléctrica, cargada de anticipación y una tensión erótica palpable. La luna brillaba a través de las cortinas, creando sombras danzantes en las paredes.
Me senté en la cama y la invité a que se sentara frente a mí. «Esta noche, quiero que te concentres en tus sensaciones, en explorar tu cuerpo y descubrir lo que te da placer».
Emilia se sentó con las piernas cruzadas, sus ojos brillantes con curiosidad. «¿Qué debo hacer, papá?»
«Cierra los ojos y concéntrate en tu respiración», le instruí. «Relaja tu cuerpo y deja que tus manos exploren cada parte de ti. Toca tu piel, siente su suavidad. Deja que tus manos sean tus guías».
Ella cerró los ojos y siguió mis instrucciones, sus manos subiendo lentamente por sus piernas hasta llegar a su camisón. Lo deslizó por sus hombros, revelando sus pechos pequeños y firmes. Sus manos se movieron sobre su cuerpo con curiosidad, acariciando su piel suave, pellizcando suavemente sus pezones que se endurecían bajo su toque.
«Mmm, eso se siente bien», murmuró, sus ojos aún cerrados, su respiración acelerándose ligeramente.
«Ahora, baja tus manos hacia tu vientre», continué guiándola. «Desliza tus dedos por tu piel suave, sintiendo cada curva, cada hoyuelo».
Emilia obedeció, sus manos bajando lentamente, explorando su cuerpo con una mezcla de timidez y curiosidad. Sus dedos se detuvieron en su vientre plano, dibujando círculos suaves antes de continuar su descenso.
«Sigue bajando, mi amor», susurré, mi voz ronca con deseo. «Toca tus labios íntimos, siente su humedad».
Con un suspiro, ella bajó sus manos hasta su centro de placer, tocando suavemente sus labios hinchados. «Oh, papá», gimió suavemente, sus dedos deslizándose entre sus pliegues húmedos. «Me siento tan… excitada».
«Ahora, toca tu clítoris, mi amor», le dije, mi voz llena de anhelo. «Juega con él suavemente, siente cómo responde a tu toque».
Emilia obedeció, frotando su pequeño botón de placer en círculos lentos y suaves. Su respiración se aceleró y sus caderas se movieron instintivamente, buscando más fricción. «Oh, Dios, papá… Eso se siente tan bien», susurró, sus ojos aún cerrados, su rostro mostrando una mezcla de concentración y éxtasis.
Me quité la ropa, incapaz de resistir la tentación de unirme a ella. Mi cuerpo estaba ardiendo con deseo, observando a mi hija explorarse de una manera tan sensual y apasionada. Me acerqué a ella y tomé sus manos en las mías, guiándolas de nuevo a su cuerpo.
«Ahora, quiero que te toques para mí», susurré, colocando sus manos en sus pechos. «Muéstrame cómo te gusta ser tocada».
Emilia comenzó a acariciar sus propios pechos, pellizcando suavemente sus pezones mientras emitía pequeños gemidos de placer. Luego, bajó sus manos hasta su vientre y más abajo, hacia su intimidad palpitante. Sus dedos se movieron en círculos lentos y deliberados, presionando ligeramente contra su clítoris.
«Oh, papá, me siento… ¡Ahí! ¡Ahí!», gimió, su cuerpo temblando ligeramente.
Me incliné y tomé uno de sus pezones hinchados en mi boca, succionándolo suavemente mientras mi mano libre bajaba hacia su centro de placer. Mis dedos se unieron a los suyos, estimulándola, sintiendo su humedad caliente.
«Papá, por favor», suplicó, su voz entrecortada por el deseo. «Quiero sentirte dentro de mí de nuevo. Quiero que me llenes».
La guié hacia la cama, posicionándola en su espalda mientras me arrodillaba entre sus piernas. Con delicadeza, posicioné mi virilidad en su entrada húmeda y me deslizé dentro de ella con un movimiento lento y firme. Ambos gemimos al unísono, la sensación de estar unidos de nuevo era indescriptiblemente exquisita.
Comencé a moverme lentamente, sintiendo cada pulgada de su intimidad rodeándome. Mi mano bajó para tocar su clítoris, estimulándola mientras me movía dentro de ella. Emilia arqueó su espalda, ofreciéndome un mejor ángulo para penetrarla más profundamente.
«Oh, papá, ahí… Sí, justo ahí», gimió, sus uñas clavándose en mis hombros. «No pares, por favor, no pares».
Aumenté la velocidad y la fuerza de mis empujones, sintiendo su intimidad apretándose alrededor de mí con cada movimiento. El sonido de nuestros cuerpos uniéndose llenó la habitación, una melodía de deseo y transgresión. El aroma de nuestro placer llenaba el aire, mezclándose con el brillo plateado de la luna.
CONTINUARA…
Leer esto es una delicia e inspirador para todos esos padres y madres que están en el foro.
Saludos!
Hola amigo. Hay posibilidades de que hablemos por Tg?
Q buena jalada me di,compartan telegram