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Fantasías / Parodias, Incestos en Familia, Infidelidad

Secuestro Alien XXX 4

La demencia sexual de Roy sigue, pero Jou a cambiado, y empieza a hacer de las suyas, algo planea con las demás hembras….

Advertencia: este relato es completamente Ficticio, no tiene nada de real y solo esta para entretener con una buena de dosis de morbo a todos los lectores que gusten…

4

 

No lo podía creer, pero Roy vería a Janet y Carolina perdidas en un 69 de lujo erótico que estaba llenando las sabanas de sus aromas, sus sexos se frotaban de manera insistente, compenetradas al punto de gemir como rameras, se daba cuenta, habían empezado desde hace rato, corriéndose de tal manera que la cama se hallaba empapada, y ahogaban sus gemidos chupando sus respectivos coño, lo cual encendió bastante al hombre, quien sin pensarlo un poco, se arrancó la ropa listo para entrar. Lo cual sería bastante sorpresivo, pues apenas se acercó dejando ver su erección, las mujeres se separaron para entregarse a los deseos del hombre, lamieron su miembro ambas desesperadas, como si eso fuera lo que habían estado esperando desde hace tiempo, quien casi sonreiría ante la situación pues entre ellas dirían con una voz cargada de deseo.

Qué esperas cariño, rómpeme este coño – dijo Carolina con una sed de sexo.

Vamos, primito sexy, necesito que me dejes preñada – agregó Janet con un tono muy sensual.

No sabía que sucedía, pero no le importaba, en ese momento ambas, su esposa y prima estaban deseosas de sexo, tan calientes entre ellas, se habían comenzado a sobar, no le importaba nada más que calmar sus ganas de cogérselas, sintiendo que eran suyas, para hacer lo que quisiera, lo cual era lo que tanto deseaba, tenerlas de rameras para no seguir buscando otras golfas ahora que no podría seguir divirtiéndose fuera del matrimonio, así que se metería a la cama para penetrarlas, siendo su mujer primero, mientras la prima ofrecía su coño de manera viciosa, deseando sentir más de su carne antes de ser fornicada. Aunque había algo diferente, pues el solo entrar, el cuerpo de Carolina estaba más caliente que de costumbre, le apretaba ahí debajo con una intensidad viciosa, aparte que lo gozaba como si fuera virgen, jamás esperó una sensación tan placentera, que le hiciera vibrar tanto, era como si se las estuviera jalando, solo que todos sus jugos escurrían para que cada penetración fuera más sencilla. Por otra parte su prima ofrecía su coño, el cual comenzó a saborear, y era una locura, porque antes no le supo tan bien, era un sabor embriagador que le provocaba una demencia sexual, apenas tuvo unas gotas de ese sabor, algo se rompió dentro de él, haciendo que tuviera unas ansias de penetrarla, aunque fuera con su lengua, tratando de entrar tan profundo como pudiera, sacándole fuertes gemidos resonantes.

Mm, cariño rómpeme el coño, estoy que no me aguanto – dijo Carolina mientras movía su culo de tal manera que parecía estar aplaudiendo.

Dame con todo primito, voy a ser tu puta, quiero que me dejes preñada cuanto antes – diría Janet mientras se agarraba las tetas y el hombre la fijaba en su boca.

El no podría decir nada, tenia los labios llenos, escurriendo a sus lados tantos jugos sexuales, disfrutando de aquellos placeres como jamás pensó, estaba en la gloria sintiendo esos 2 cuerpos eróticos, de quienes pretendía someter a sus deseos, casi era su sueño hecho realidad, por lo que aparte sobaba las nalgas, ignoraba que sucedía, pero ni le importaba, como estaba metiéndole la verga hasta el fondo a ambas, eso le bastaba. En medio de todo eso acabaría corriéndose dentro del coño de su mujer, lo cual era la señal para que siguiera la amante, quien se dejaría caer sobre ese miembro que de alguna manera cuando sintiera el calor de esa hembra, haciendo que el hombre se emocionara, sintiéndose un gran macho para que se la metiera hasta el fondo, gozando al ver que en cuanto lo metió dentro, ella se acabaría entregando sin límite de tiempo, perdida en esa faena sexual, mientras las extrañas luces empezaban a molestar de nuevo.

A la mañana siguiente todo estaría como de costumbre, Don Jaime, su mujer y la nieta llegarían para hacer sus labores, limpiando y cocinando, los niños estarían contentos, pues tenían mucha hambre, no sabían qué hacer, aunque solo estaban los más pequeños, quienes esperaban que alguien hiciera algo, los ruidos de sus padres no les dejaron dormir bien, de hecho Damian y Josefina fueron a verlos, pero en palabras de los chiquillos.

Están muy ocupados, el tío les está metiendo la salchicha en la cueva a mamá y la tía…

Dijeron sorprendiendo al viejo Jaime, quien dejaría eso de lado, para asomarse, pudendo ver que en efecto, en ese momento la señora Carolina dormía plácidamente con el coño escurriendo, mientras que parecía que se acababa de correr el jefe Roy dentro de su prima Janet, los 3 estaban desnudos sobre la cama, se podía oler el aroma del sexo, haciéndoles sentir a muchos incómodos, aunque el viejo se sentía un tanto inquieto, excitado, pensando en lo que tenían enfrente, no estaba pensando con racionalidad, poco le valía. Los dejó estar ahí, también fue a ver como estaba el chico, quien seguía dormido en su cama, con una tremenda erección, lo cual le sorprendió, quizás no se recuperaba de lo que le pasó, pues lo hallaron delirando, se notaba muy mal, aunque seguía ahí vivo, mas no quiso investigar, decidió regresar a ver que tenía que reparar, con desespero notaba que esos chiquillos eran un desastre, siempre rompiendo cosas, o haciendo lo que no deberían, a menos que se distrajeran con algo como una película o sus celulares, sin supervisión estarían perdidos, por lo que le pediría a su nieta que se quedara a cuidarlos, aparte que sabía bien, el jefe la deseaba, quizás de esa manera podrían sacarle algo de dinero, era evidente que se trataba de un cerdo sexual.
La chica aceptaría sin problemas, dentro de su cuerpo un fuego sexual ardía, le había gustado sentir el calor de un hombre poseyéndola de tal manera, como todo un semental, mas no dijo nada de eso, para la hora de la comida sus abuelos se marcharían, apenas viendo que los niños comían, aunque algo parecía estar fastidiándole, no se veía tranquilo, miraba a las chiquillas, con una especie de intensidad distinta a otras. El viejo Jaime por un momento se quedó mirando a todas esas crías, eran preciosas, habían salido a sus madres, se fijó en ellas mientras estaban comiendo, pero notando como en cada una de ellas se percibía algo diferente, indebido para su edad, y tenía razones, pues en medio de sus labores pudo ver como Helga empezaba a usar su celular para tomarse fotos, pero no eran normales.

La nena en su cuarto se acomodó algo inquieta, sin pensar que el viejo estaba cortando un poco los arbustos detrás de su ventana, quien haciendo ruido con su podadora, le distraería, así la vería acostarse, y se iría sacando su vestido primaveral, era de solo una pieza, quedando apenas con unos calzoncitos y sandalias, ella metería sus dedos debajo de la prenda de algodón, mientras sus pequeños pechos parecían hincharse cada vez que respiraba profundamente, mientras se mordía los labios de manera inquieta, empezando su juego secreto. Don Jaime vería a la pequeña Helga con algunas dudas, desde antes la había notado, era una criatura muy linda, casi seductora, capaz de despertar la lujuria de muchos presentes, pues ya se le veía mucho de su herencia, buenas piernas, unas tetillas en crecimiento, una cara preciosa que llamaba la atención, su larga melena rubia caía por los lados dándole un aspecto angelical, sus ojitos brillantes, aparte que se le notaba una sensualidad que no parecía normal, si pudo escuchar a su nieto Cornelio diciendo: en esa casa hay un montón de putillas, seguro que todas saben tragar verga, solo hay que ver como acercarse para divertirse; palabras que molestaron al señor, y le prohibió acercarse, aunque en ese momento, lo estaba notando de primera vista.

La chiquilla se estaba acostando sobre la cama para sobarse cuidadosamente se notaba como metía sus dedos medios en su jugosa conchita, haciendo que su vulva escurriera, mientras con la otra mano comenzaba a tocarse los pechos, pellizcándolos de manera un poco brusca, pero dándole un placer que no se creería, aparte que abría sus piernas tanto como podía, mientras cerraba los ojos ahogada por las sensaciones que estaban despertando en ella. Eso debía ser, se dijo a si mismo don Jaime, seguro la nena despertaba su sexualidad, debido a su edad era comprensible, y pese a sus años, el hombre comenzaría a sobarse la verga para aplacar la calentura que hervía ahí abajo, deseando poder entrar para abrirle el coño metiéndole su pedazo de carne hasta el fondo, apenas tolerando su calor corporal, cuando la nena sencillamente se acabaría corriendo, siendo tan abundante su fluido que parecía que se orino, por lo que se sacó su calzoncito escurriendo, dejándolo de lado, caminando desnuda para sacar otro, momento en que el viejo la vería por completo, sintiéndola completamente divina, llegando a ver su anito, como si quisiera tragar un buen pedazo de carne.

Durante ese tiempo, antes de salir se trataría de fijar, pero no vio mas, los niños estaban perdidos en sus juegos, y cuando se fue el viejo, le ordenó a su nieta, que se fijara bien en lo que hacían, más que nada por una especie de morbo difícil de entender, pues el hombre seguía siendo de principios antiguos, no llegaba a creerlo, en especial porque ignoraba lo que se ocultaba en el bosque. Este se regresó con su señora, esperando mantener su trabajo, aparte que se daba cuenta que la familia era muy promiscua, aunque no podía evitarlo, mientras se despedía, notaba como las niñas eran descuidadas, fácilmente podría verle los calzoncitos a todas, sino es que estaban en bañadores, aunque curiosamente, igual vería a Jessy alejarse, y casi pudo apostar que haría algo como su hermanastra mayor, pero no se quedaría a revisar, se fue inquieto a su casa.

No se equivocaba tanto el hombre, la niña igual que su hermana mayor, se metería a su cuarto, apenas usaba el trajecito de baño, pero solo iba a cambiarse, como estaban solos, sus padres seguían cogiendo como posesos, su hermano en su cuarto, y la Martina haciendo de nana, estaba segura que no saldrían a pasear, o les dejarían meterse al agua, por lo que les tocaría otra sesión de películas, lo cual le parecía monótono. Se fue a cambiar de ropa, sacándose su bañador, pero antes de tomar unos calzoncitos de algodón, una pieza de color rosa, se quedo mirando su cuerpo, no entendía porque, pero algo reaccionaba en su cabeza, como si fuera poseída por algo mas, tocándose las tetillas, jalándolas como si quisiera agrandarlas, igual con su pequeño coño lampiño y que se volvía cada vez mas regordete, lo cual llamó su atención.

Mm, cada vez está más grueso – dijo la pequeña Jessy mirándolo con cuidado.

Por una especie de curiosidad personal se metería un dedo, sintiendo como algo fuerte dentro, una especie de explosión interna de calor, que le haría apenas contener un gemido, porque por un instinto que no comprendía, estuvo a punto de chillar, pero se daba cuenta, que no debía hacerlo, de lo contrario algo malo sucedería, aunque sin poder resistirse, se acomodaría en el suelo para revisar mejor su coñito, comenzando a acariciarlo con cuidado, mientras iba incrementándose ese calor por todo su cuerpo, creciendo de tal manera que no le dejaba sentirse acalaroda. Así comenzó a sobarse, mordiéndose los labios para no chillar, pues algo estallaba dentro de su ser, se iba metiendo el dedo hasta donde podía, pues llegado a un punto le dolía, su himen, pero no dejaba de sentir un ardor embriagador, deseando algo que no entendía, apretando sus tetillas, mientras su vulvita escurría, sonrojándose tanto, que se perdían sus pecas en sus mejillas, recordando en ese momento lo que le dijeron antes su primo y hermanita: papá le metió su salchicha a mamá y la tía; una idea que tomaba el control de su mente.

No sabía nada, pero en ese instante quería sentir aquello, la verga de su padre dentro de su pequeño coño, era más por curiosidad, aunque ya la había visto, era enorme, jamás podría entrarle completa, aunque la idea de internarse en su interior, le resultaba demasiado seductora, una sensación de hembra en celo despertaba dentro de su mente, ansiando algo, ser penetrada por aquel hombre enorme, ser convertida en una guarra que se dejara traspasar, siendo tratada como una putita mientras sienta como le iban abriendo las entrañas en una penetración constante, con eso en mente iba gozando de su propio toque, aunque el repentino miedo a su madre, pues era su hombre la haría detenerse. Como si fuera un cortón abrupto, la niña dejaría el juego, para vestirse, y volver con sus hermanitos, quienes verían una película de dibujos animados, que le aburría demasiado, siendo solo Helga y ella las que no deseaban verla, preferían los dramas adolescentes, en especial con los galancitos de moda, pero no podían ganarle a la mayoría, por lo que se quedaban en silencio.

Sería curioso, pero todo lo vería Martina, sabía que podría acabar cogiendo con el señor Roy, no le molestaba, antes lo hizo, era un amante demasiado fuerte, la hizo sentir suya, a tal grado que la noche anterior se la pasó sobándose su pequeño coño deseando sentirse de ese hombre de nuevo, sin embargo, mientras estuvo sus abuelos ahí, la jovencita habría ido a revisar, notando con desespero que su jefe, se quedó inconsciente cogiéndose a su esposa y prima, quedando en un triangulo sexual dándole envidia, aunque estando en eso vería algo curioso, Sarai, Joanna se estaban sobando sus coñitos mientras veían al héroe de la historia, lo que le haría acercarse, un tanto contenta, porque los niños se enajenaban con lo que veían.

Hola, señoritas díganme ¿todo está bien? Mm – preguntaba de manera un tanto inquieta, con el volumen de voz para que solo ellas le oyeran.

Si – acertaron a decir, aunque se notaban perdidas en la película, que era una especie de remake de algún cuento clásico, pero en un ambiente futurista.

Mm, les molesta algo, abajito – dijo un poco inquieta la muchacha viendo a las niñas.

Nos pica, pero al tocar se siente rico – dijo Joanna sin quitar la vista de encima, pero sus deditos no dejaban de moverse de manera intensa, sonrojando a la chiquilla, que miraba la pantalla, pero su carita estaba perdida en el deseo.

Si, se siente muy rico cuando me tocó ahí – logró decir Sarai mientas miraba la escena de lucha del héroe con un esbirro, que parecía estar calentando a la niña, quien se mordía el labio de manera sensual, viéndose como empezaba a jadear.
Martina no sabía que pensar, pero desde su posición, notaba como las tetillas de las niñas se hinchaban, marcándose en las playeritas, mientras que sus manos se enterraban dentro de los coñitos, los cuales soltaban un olor bastante fragante, el del deseo, así por segundos, la misma chica pensó en cómo se sentiría obligar a esas 2 a comerle las tetas mientras les enterraba sus dedos en los culitos, haciéndolas jadear de placer, quedando en medio de alguna clase de sesión de sexo prohibido, una idea que calentó su vulva de manera inesperada, aunque se detuvo, porque eso no era natural en ella, solo le gustaba la verga grande. Miró a las otras niñas, Helga estaba casi durmiéndose igual a Jessy, sin embargo se olía el olor a sexo, también estuvieron jugando, mientras que Lisa, estaba descuidada, igual que Leila, Naoko, casi se dejaban ver por completo, todas usaban vestidos, pero enseñaban los calzoncitos de manera descuidada, incluso se llegaba a ver un poco más de lo que se debería, parte de sus coñitos sonrosados. Por su parte Osvaldo y Damian eran los más concentrados en las caricaturas, perdiéndose de todo, lo que llamaba la atención de Martina, pues sentía que algo no estaba del todo bien, pero no diría nada porque en su momento, llegaría Naoko para pedirle que la llevara al baño.

La chica no lo tomaría a mal, la nena apenas tenía 3 años, casi 4 por lo que sabía, ignoraba hacer muchas cosas, y realmente necesitaba hacer “popo”, obligando un poco a la muchacha a meterse con ella, aunque al verla, se quedaría algo inquieta, una vez que llegaron al baño, la chiquilla se desvestiría por completo para sentarse en el inodoro, haciendo sus necesidades, aunque eso le dejaría ver a la mujer de más, quedando impactada, pues se le quedaba viendo sorprendida, la nena tenía un coñito regordete, un culito gordo, su cuerpo era normal, aunque era sonrosada, tan tierna, que despertó un morbo intenso. No sabía de donde le salía esa necesidad de sentir el calor ajeno, la miraba con ansiedad, estaba confundida, hasta ahora Martina siempre pensó en tener buenas vergas metidas en sus agujeros, moviéndose de manera frenética hasta inundarla de semen, haciéndola gritar de locura sexual, sin embargo ahora se daba cuenta que miraba a una nena con lujuria, como si deseara hacerle cosas que no estaban permitidas, de hecho, algo dentro se rompería cuando escuchara a la niña decirle:

Límpiame – era casi como una súplica.

Claro – respondió la mujer un tanto inquieta.

Sacaría un poco de papel, el cual le pasaría por el anito, siendo cuidadosa al momento de tocarla, aunque no dejaba de sentirse inquieta, sus dedos temblaban en cada toque, incluso sentía que necesitaba meterle su dedo dentro, sin embargo, en medio de eso, movida por un fuerte calor mental, levantaría a la nena, para comenzar a chuparle el coñito, pues notaba algo de orina, que debía “limpiar”, no entendía porque, pero empezaba a penetrar aquella vulva con una lujuria total, se hallaba totalmente desesperada por saborear ese coñito que estaba caliente, sabiendo a una mezcla de aceite de bebe con sudo y orina, el cual despertaba el morbo de la chica, que dejaba sus tetas colgar mientras le lamia con desespero la vulvita, y por segundos se dijo ¿Qué estoy haciendo? es solo una bebe, pero en eso la niña le atrapaba la cabeza, como si le dijera que todo estaba bien, incluso su carita dejaba ver como disfrutaba de aquel contacto bucal, y para su sorpresa, se empezaría a correr, o algo parecido, no sabía que era, aunque estaba segura que no era pipi. La muchacha se tragaría toda esa sustancia, sin poder creer que una nena tan pequeña se halla corrido como una mujer adulta, no tenía sentido, pero al verla estaba la criatura cargada de una sensualidad irreconocible, aunque un poco de aire fresco le haría calmarse, para vestirla y dejarla en su cuarto, antes de que hiciera una locura, diciéndose a ella misma.
Es solo una bebe, es solo una bebe, a mi me gusta la verga grande – se decía si misma mientras dejaba a la nena durmiendo, aunque se aferraba a un peluche grande que por su tamaño, podría jugar como si fuera su amante.

Con esa idea se marcharía, y volvería con los demás chicos, quienes parecían relajarse, estaban eligiendo que película ver aunque había un pleito por demás infantil, relajándola de todos sus temores, aunque no dejaba de sentir ese calor sexual en su sangre, como si cada uno de ellos tuviera una carga erótica a punto de estallar, lo cual no le hizo calmarse, abrió las ventanas, para sentirse más fresca dentro, y realmente eso relajó el ambiente, la suave brisa del bosque relajó sus ideas, aparte que todo estaba caliente dentro de su cabeza. Vería que se estaba acabando el atardecer, pronto llegaría la noche, así que se fue a preparar algo, o mejor dicho calentar, aunque antes de hacerlo, notaria con gusto como salía el señor Roy de su cuarto para tomar algo de comer, no lo había visto despierto en todo el día, aunque solo cargaba unos pantalones deportivos, se le notaban los músculos de manera tan varonil, realmente era un hombre muy sensual, se le marcaba su paquete de forma deliciosa, y al sentir como su coño se humedecía, un respiro de alivio se formo dentro de ella, pensando que podría divertirse después, aunque el hombre casi no la notaria, sino fuera porque llego a su lado para ofrecerle lo que fuera, diciéndole:

Jefe, pídame lo que quiera, estoy para servirles – decía Martina con una voz servicial que cargaba un toque coqueto, como usaba una playera ajustada, se notaban sus enormes tetas como de chocolate asomarse de manera sugestiva.

Ah, luego, porque me esperan mis putas, luego te rompo el coño preciosa – diría Roy con un tono apresurado, mientras tomaba frio los platos de la comida que le tocaban, siendo un poco frustrante para la muchacha, aunque le gustaba esa clase de promesa dada.

El hombre se movería, y por curiosidad la mulata se acercaría a ver, asomándose entre la puerta, notaria como estaban comenzando a coger entre las sabanas, pero era más sexy, la esposa se colocaba contra la ventana para ofrecer el culo, dejando que el hombre la penetrara de golpe, si su coño estaba escurriendo como si orinara, dejando que su marido entrara con total libertad, haciendo un movimiento continuo que iba aumentando, aunque mientras eso pasaba, vería a la señora Janet comenzar a comer, o algo parecido, pues se embarraría la comida en el cuerpo, para volverse una especie de buffet viviente que les permitiría disfrutar de todo sin dejar de comer, logrando que la chica, sintiera que necesitaba entrar para ser empalada. No podía contenerse, después de todo lo acontecido, Martina necesitaba sentir algo entre sus piernas invadiéndole hasta el fondo, la necesidad de sexo era superior a todo lo que había experimentado, sin embargo antes de poder entrar, cuando la playera le estaba rozando las tetas, queriendo arrancársela para poder divertirse, pero en vez de ello sentiría una mano, y unas palabras diciéndole:

Señorita, puede darnos de comer – decía Osvaldo un poco más respetuoso, nervioso porque reconocía que la muchacha era muy sexy.

Chichas, mm – agregó Damian al verle, con un poco de alegría, como si fuera un juego.

No supo cómo, pero ya era de noche, realmente se estaba desconcertando, pero tendría que responder, se suponía que pasa eso estaba ahí, dejando cerrada la puerta, mientras se escuchaban los gemidos de ambas mujeres ante los juegos del hombre, dejándola inquieta, deseosa de sentir ese calor varonil, en verdad quería ser violada por ese macho, que le enterrara la verga hasta el fondo, la simple idea le desconcentraba, necesitaba que algo le calmara su deseo, su mente ardía, y cada parte de su cuerpo estaba casi en sincronía con esos deseos eróticos. Tanto así llegaría aquel anhelo, que al prepararle las salchichas deseadas, no podría dejar de pensar, en ver a esos niños, tragando verga, desde la pequeña Josefina, hasta Janet, quien hacia alguna clase de juego morboso con Jessy, haciendo bromas entren ellas de ¿Cuánto te cabe? Pareciendo como si realmente hicieran una mamada, que se iba aumentando cuando la mayonesa se embarrara en sus labios, desesperándola.

Parecen unas putas – dijo finalmente Jou entrando a la cocina, apenas vestido con unos short, lo cual no significaría mucho aunque se le marcaba muy bien el cuerpo.

Jajaja, que gracioso, señor se lo lleva la corriente – se burló Jessy con desdén.

Si bien que te gustaría metérmela, eres bien sucio – respondía Helga fastidiosa.

Hermanito, grasa por el patito – dijo contenta Josefina, notándose que no sabía hablar bien, pero se acomodaría para sentarse en el regazo del mayor.

Aunque todo parecía normal, para Martina, no pudo dejar de fijarse, con cierta facilidad como el chico la dejaba encima para sentir a la nena sobre su verga, con la cual empujaba contra su coñito, quien se sonrojo, pero no se quitó, de hecho movió el culito para acomodarse mejor, haciendo una especie de juego morboso inesperado entre ambos, dándole una sensación bastante estimulante a la nena, mientras un dialogo lleno de morbo se daba, acalorando a la joven.

Un día de estos se las voy a meter a ambas, para que se calmen – respondía finalmente Jou.

Jaajajajaa, eso quisieras, que una rubia como yo te trague la verga – se burló Helga pellizcándose los pechos sacándose un gemido seco.

Uy, el raro quiere cogerme, jajaja – decía luego Jessy como si fuera una broma.

Si hace falta me las voy a violar, que tanto es romperle los coños a ambas, seguro que aprietan bien rico, y aparte que les urge, como si no me diera cuenta – advertía clavándole la vista a las más grandes, con una locura sexual marcada.
Hermanito, volar es tener bebes – decía curiosa Josefina aun sobre el regazo del mayor.

Si, violar es hacer bebes – respondía Jou sin pena, como si algo le dominara, apretando un poco a la nena contra sí, disfrutando de cómo le apretaban las nalguitas su erección.

Yo tamben quero que me voles, para tener un bebe, shi – dijo contenta la niña y para sorpresa de todos, el hermano mayor le daría un beso en los labios, corto, pero la ruborizaría haciéndola reír de manera traviesa…

No podía creerlo, pero por segundos sintió Martina como si se estuviera orinando por semejante escena, aunque no era el caso, su vulva estaba escurriendo, dándole una sensación de calor que la hizo sudar, escuchaba aquello, y lejos de sentir asco, un morbo incomprensible comenzaba a llenar su vientre con deseos de sentirse invadida por aquel miembro feroz que le hiciera sentir placer, todo parecía irreal, aunque luego diría los demás:

Mejor enséñame a coger, tu sabes hacer – diría Osvaldo como si fuera lo más normal del mundo.

Nos vas a coger a nosotras, así como papá se coge a la tía Janet – dijo Lisa algo inquieta.

O me vas a meter tu salchicha a mí, primito – agregó Leila sobándose el coñito.

Todo parecía tan irreal, sin embargo una sensación de calor invadía bastante ese momento, como si algo fuera a estallar, y no ayudaba que en el cuarto de los padres, estuviera sonando el mismo ruido del sexo, el hombre gruñía mientras embestía el culo de su esposa, logrando que esta enloqueciera, aunque no decía nada porque tenía atrapados sus labios en el coño de Janet, quien se había embarrado algo de comida, dándole un placer alimenticio y sexual, tan alto, que la haría tragar toda una corrida, que era tan abundante como si orinara. Era totalmente impensable, pero Martina solo podía culpar a los padres de la situación, los hijos estaban así porque los adultos eran igual de pérfidos, seguramente se estarían corriendo, disfrutando del sexo más duro, y ahora los chiquillos estaban en lo mismo, aunque por un momento se preguntó, y si se aprovechara de eso, porque jamás lo pensó, pero se le notaba que la verguita de Damian estaba dura, ¿Cómo sabría? O llegaría a gemir Osvaldo si lo penetraba por el culito, aparte que estaba nalgoncito, dándole una sensación bastante excitante o también llegaría a pensar ¿Jou se cogería a sus hermanas como dijo? En eso estaba delirando, cuando súbitamente el reloj sonaría.

En medio de la sala había una vieja reliquia colocada por el abuelo de los críos, que sonaba a cierta hora, lo que parecía ser una clase de señal, por lo que todos se retirarían, moviéndose a sus respectivos cuartos, aunque Damian y Osvaldo compartían, igual que Naoko y Josefina, quienes se fueron juntas al suyo, lo cual calmó un poco los ánimos de Martina, aunque antes de irse a descansar, se pondría a lavarlo todo, sintiéndose un poco frustrada, todo el morbo vivido, le hizo calentarse como jamás pensó, y apenas acabó con los arreglos, fue a revisar los cuartos, esperando ver alguna escena morbosa. Tendría una especie de suerte, pues en cada cuarto hallaría algo, aunque se resumirían en que las niñas comenzaban a tocarse sus vulvitas, en una exploración en que al cambiarse sus ropas por pijamas dejarían expuestas sus formas, y frente a los espejos, empezaban a palparse de manera curiosa, como si trataran de entender algo, pero al mismo tiempo comenzaban a gemir ante la situación, sobándose, acariciándose en sus pezoncitos, untándose cremita como si fuera parte de una clase de ritual, era extraño, tan morboso, verlas sobar cada parte de sus cuerpos, pero haciendo énfasis en las tetillas, también en sus coñitos, logrando que sacaran algunos gemidos, que no parecían normales, sino cargados de un deseo, que alteraba a Martina, que no dejaba de humedecerse, si antes de poder hacer mas, se iría a ver si se podía unir a los dueños de la residencia, pero la puerta estaba cerrada desde dentro.

Ante esa situación, y oyendo como seguían cogiendo los padres, casi podía imaginar que Roy se dejaba cabalgar por la señora Janet, dejándose clavar por esa verga en un ritmo feroz, dejando ver que sus tetas se movieran por sus embestidas, aunque quizás podrían haberle embarrado algo para chuparle los pechos, en un instante de placer morbo que se volvía insoportable, por lo que iría al baño para poder sacarse toda esa insatisfacción. No podía contenerse, sabía que las cosas no eran normales, pues siempre quiso volver a coger con su hermano mayor, pero este se fue a estudiar en la capital, era un orgullo, pero ella sentía la necesidad de seguir cogiendo, aunque estaba seguro que este ya le habría remplazado con otra tipa, alguna golfa que se dejara coger. Como fuera el caso, necesitaba sacarse el calor, porque se estaba excitando incluso con niñas, eso no tenía sentido, sin embargo, notaria como su tanga estaba empapada de sus jugos sexuales, por lo que decidió tentarse, pues no quería que la tocara Jou, aunque estuviera libre, lo veía demasiado tierno o afectado por lo ocurrido hace poco, seguro que no aguantaría. Al menos eso deseaba creer, pero antes que pudiera hacer algo, cuando sus dedos fueron abriendo sus labios vaginales, pudo sentir como la puerta se abría, y para su sorpresa se hallaba el chico mirándola, desnudo con una erección envidiable, que le asustó un poco.

Espera, estoy ocupada – dijo Martina tapándose, pero eso no le importó al chico.

Estarás ocupada conmigo – casi ordenó Jou metiéndose al baño.

No entendía que pasaba, pero sin que pudiera replicar le arrancó la playera, dejándola desnuda, un precioso cuerpo seductor con pechos enormes como toronjas, una cintura breve, estrecha con grandes nalgas que le daban un aire que daba ganas de cogerla a quien quiera que la viera, Martina no comprendería nada, pero en ese momento Jou la tomaba de la mano para sacarla de ahí, su sangre se calentaba, por segundos creyó que la llevaría a su cuarto, donde la cogería con todo, mas no fue así, la llevo ¿afuera? Eso era extraño, pero no pudo contener al chico, quien seguiría adelante, adentrándose en el bosque el cual permanecía en silencio, aunque estaba algo iluminado por la casona que tenia lámparas externas. No entendía que sucedía la joven mulata, pero se dejaría llevar por el chico que iba a paso veloz por esos lugares, sin importarle nada, caminaba como si reconociera todo el lugar, lo cual asustó un poco a la muchacha, pues ella no lo hacía del todo, aunque pronto alcanzaron un punto que recordaba, un pequeño claro con pasto tierno, tierra blanda, donde era perfecto el lugar para poder hacer un día de campo.

Lo que seguiría era muy sencillo, pronto el chico la dejó en el suelo, y enterró sus labios dentro de su coño, comenzando a hacer un gran trabajo bucal abriéndole la vulva, metiendo la lengua con todo el gusto del mundo, mientras saboreaba cada centímetro de esa gruta del placer, incluso con sus dedos iba reconociendo dentro de otras partes, por el culo, enloqueciendo a la chica. Por uno momento ella querría hacer algo, no estaba contenta con ser cogida por aquel mocoso, si bien que casi lo violó antes, pues no le despertaba nada, pero ahora estaba dándole el gusto de su vida, cada parte de su cuerpo se estaban revolviendo en una sensación casi eléctrica, estremeciéndola, haciéndola respirar con fuerza mientras esa lengua irrumpía dentro de su coño, haciéndola quedar en blanco, y estando ahí no dejaría de gemir.

Oh, por dios, que bien lo haces, dame con todo – gemiría mientras se corría Martina.

Pero el chico no estaba tranquilo bebió toda esa sustancia, como si la sed no se le acabara, y después fue a apuntar su verga dentro del hueco, rosando un poco para aumentar la sensación de placer, una especie de caricia erótica, que se iba enfrascando en su punto de placer, hasta que estuvo a instantes de suplicar por que la penetrara, justo cuando la ensartó de un movimiento. No pudo contenerlo, le faltó el aire, toda esa herramienta se introdujo en un empujón, y le hizo sentir más grande de lo que antes fue, haciéndola gemir de dolor, pero que en segundos se volvió placer, incluso creía notar que esa verga se le marcaba en el vientre, mirando al chico con dudas, como si no fuera el crio que antes cogió.

Mm, ¿Qué pasa? ¿Quién eres tú? Mm – diría Martina pero no le prestarían atención, porque antes de lo imaginado comenzarían a embestirla con todas sus fuerzas.

Para Jou todo era sencillo, iba a romper a esa puta con su verga, así que comenzó a penetrarla con todas sus fuerzas, haciéndola gemir mientras le chupaba las tetas, moviendo sus caderas en un ritmo frenético lleno de salvajismo, logrando que la chica clavara sus uñas en la tierra mientras sentía que la vida se le iba en cada embestida, faltándole el aire para poder gemir, pues su cuerpo ardía mientras se estremecía en medio de todo ese juego erótico, que no acabaría aunque las misteriosas luces iluminaran el cielo…

181 Lecturas/7 junio, 2025/0 Comentarios/por Lobo85
Etiquetas: hermana, hermanita, hermano, madre, mayor, padre, primito, sexo
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