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Fantasías / Parodias, Incestos en Familia

Secuestro Alien XXX 5

Roy sigue atrapado en su lujuria de planes e intrigas, sin imaginar la depravación que llevará a cabo Joun con las niñas….
Advertencia: este relato es completamente Ficticio, no tiene nada de real y solo esta para entretener con una buena de dosis de morbo a todos los lectores que gusten…

5

No entendía que sucedió, pero estaba contento, habían pasado una maratón completa de sexo fuerte, sacando y metiendo su verga con furor, esos huecos se hallaban tan llenos que no dejaban de escurrir su leche, o eso notaba Roy mientras despertaba con Carolina por un lado y Janet por el otro, si lo único que le pesaba era habérselas cogido a esa edad, porque las había visto antes en sus años de adolecentes, como modelos Teen, y bien que las hubiera querido desvirgar con sus uniformes colegiales, apenas sacándoles las tangas para meterles la verga hasta el fondo, mientras las hacia gemir de placer, abriéndoles las camisas, alcanzando sus tetas, pellizcar sus pezones, haciéndolas chillar de lujuria, besarlas mientras jugaba con sus lenguas. Recordaba cómo había visto a su esposa como una modelo adolecente, la cual hubiera querido coger, le encantaba la idea de romperle el coño, por eso aceptó casarse con ella en un principio, solo que tarde se dio cuenta que era una golfa sin remedio, lo cual le fastidio tanto, causándole tantos problemas, si se dio por enterado de todos los idiotas que estuvieron antes que él, incluso sabia las identidades de los padres de Jessy y Sarai, aunque no se daba por inseguro, solo le fastidiaba mucho.

Despertaba viendo a ambas hembras desnudas, aferradas a su cuerpo, sintiendo como al respirar se movían sus tetas sobre su pecho, y su orgullo como macho se sentía tan fuerte, quería empezar con un nuevo juego, pero apenas había comido, necesitaban descansar, y por lo mismo debían salir, aparte ambas estaban oliendo a sexo rancio mezclado con sudor, lo que no era nada atractivo, por ello les invitó a seguirle en cuanto abrieron los ojos, detalle que aceptaron, aparte que deseaban nadar y ver ¿Cómo estaban sus hijos? Si prácticamente Janet sabia que acabaría preñada después de todo el sexo que había tenido. Salieron para notar que todo estaba en calma, los niños miraban la pantalla, algún servicio de pago, una película infantil, viendo otro estreno, como si fuera un matiné, aunque estaba cerca de mediodía, pues realmente era más tarde de lo imaginado, lo cual tampoco estaba tan bien, debían cuidar las apariencias, por lo que Roy pensaba en alargar su estancia a 15 días, pues ya llevaba según sus cuentas 5, o algo así, así decidió llamar a su padre, quien al enterarse de los progresos en la relación, aceptaría que se perdieran los tortolos un poco más, pues no imaginaba lo que sucedía, pero deseaba creerle a su hijo sobre el estado de su matrimonio, aceptando una extensión del viaje.

Una vez listo eso, el hombre decidió que fueran de día de campo, justo al estanque donde jugaron sus hijos antes, solo que acompañados por ellos para que no fuera a pasar nada como la ultima vez, a lo que los niños aceptaron contentos, pues estaban artos de encontrarse encerrados, aparte que la señal del celular era mala, algo hecho a propósito pues no querían que se la pasaran metidos en las redes sociales. Salieron las mujeres, siendo guiadas por los menores, mientras que Jou y Roy antes fueron por unas cuantas golosinas a la tienda, aunque se notaba que el hijo no estaba de buen humor con su padre, lo cual para el mayor era obvio, como siempre le quitaba algo como la tipa, la nieta de Don Jaime, pues realmente el adulto era un bravucón que no le gustaba la forma de ser de su hijo, lo hallaba débil, carente de actitud, por lo cual solía romperle las ilusiones. No importaba mucho pronto todos estaban en el lugar elegido, y pasaban un tiempo, donde las mujeres descasaban, bañándose en el agua fresca, mientras los chiquillos seguían disfrutando de saltar al agua, mientras que las niñas, hacían lo que podían, nadando o platicando entre ellas, aunque todas aplaudieron cuando llegó la hora de la comida y hubo puras cosas que les gustaban, frituras o demás, momento que aprovechó Roy para tomarse una foto, mandarla a su padre, esperando que con eso confirmara su buena relación, dejándole tranquilo durante los siguientes días, pues al llamarle notó que intentó marcarle al menos un par de veces, pero no le respondió por cogerse a su prima y esposa, lo cual lo dejo agotado, aunque al estar ahí, sentía unas ganas tremendas por seguir fornicando.
Casi le parecía una broma, pero veía a su Carolina, también a Janet, la sangre le hervía, ambas usaban bañadores sencillos, nada fuera de lo usual, pero le comenzaban a dar ganas de irlas a coger en medio de sus crías, en especial cuando notara esas carnes, sus coños que no dejaban de escurrir su leche de macho, con la cual rellenó esos vientres en una serie de cogidas maravillosas. De hecho le estaba dando un morbo de ver a sus hijas ahí, pensando en cómo se sentiría tenerlas ahí viendo como las concibieron, siendo espectadoras de una faena sexual, quizás que aprendan como se coge, mientras les hacen algunos hermanitos, además que deseaba que Osvaldo no le saliera tan lamentable como Jou, o al menos así lo veía Roy, pues le odiaba a ver que permanecía retirado a un lado, aunque le daría una sensación molesta, diciéndose para sí mismo.

Ahora parece como un buitre esperando por una presa, como me da asco – se decía el padre viendo a su hijo vigilando a las niñas.
Realmente aquel hombre no era un buen papá, al menos con su primogénito, no dejaba de ver todos los errores, ni aceptaba los aciertos del crio, se la pasaba criticando cada cosa, le fastidiaba porque era un recordatorio de su fallo por intentar cogerse a su prima cuando era apenas una cría, sin embargo ahora eso poco le importaba cuando le miraba, y ella se sonrojaba como si fuera una colegiala, sabiendo que ya la tenía, sería su amante. Sin embargo no se daba cuenta que ahora su hijo, actuaba extraño, miraba a cada una de las niñas como si pensara en algo, notando como se movían, se le marcaban los coños, nalgas o las puntitas de sus pechos, con esos bañadores, casi como si se hiciera una imagen mental de todas desnudas, siendo un adelanto de lo que estaba por suceder, pues algo le había pasado, pero nadie era consciente de ello.

Después de tan buena convivencia, todos se devolvieron a la casa, esperando descansar, aparte que la asoleada les había bronceado un poco, a pesar del clima de la montaña, aunque no dejaba de ser verano, así que el calor a veces era insoportable, haciéndoles ir a untarse crema, aunque justo en ese momento, al entrar a la sala, sería como si algo poseyera a Roy, quien mirando a su esposa, sentiría una erección, en su mano cargaba aún algunas de las frituras y comida, la mantendría en su mano mientras les decía a los niños:

Ey, todos descansen, miren lo que quieran, les doy permiso, pero no molesten, su mami y yo vamos a divertirnos y no queremos ser interrumpidos, cosas de adultos, nos sigues Janet – dijo el hombre casi cargando con su esposa.

Cariño – acertó a decir Carolina sintiendo esas manos, y un calor sexual le invadió.

Ya voy – respondía Janet mientras tenía en sus manos un par de botellas, que no soltó, dando la impresión de que iban a durar cogiendo toda la noche como antes.

Los niños ante eso, se sintieron picaros, tenían premiso de ver lo que quisieran, pero no sabían que era eso, hasta que Jou se impuso, para mostrarles lo prohibido, casi como si fuera una clase de plan erótico, colocaría el servicio de películas, en la sección de adulto, mostrando una escena bastante morbosa, donde un tipo agarraba a una mujer, vestida de colegiala, para comenzar a jugar. Era un adefesio horrendo, gordo, con tatuajes, pero contrario a ello a su lado estaba una preciosa señorita, bajita quizás apenas alcanzaría el 1.55, de cuerpo curvilíneo, grandes tetas, cintura estrecha, grandes nalgas, vistiendo con calcetas blancas, falda azul y camisa clara, largo cabello castaño rubio con ojos verdes, una cara linda, pero que no importaría cuando comenzara la acción. En segundos se acomodaba sobre el regazo del tipo para que este la nalgueara, sobando su culo mientras movía el calzón, dejando ver su culo redondo, sacándole los primeros gemidos, en una escena que llamaría la atención de los niños por varios minutos, luego pasarían a una mamada, donde la tipa dejaría ver que no traía sostén, enseñando un par de tetas de gran tamaño con pezones cafés, que usaría para sobar la verga, antes de metérsela en la boca.

Porque se traga eso – dijo Osvaldo un poco asqueado.

Sucho – agregó Damian.

Así el hombre demuestra que manda a las putas – respondió Jou mirando a los más chicos.

Después de esa escena verían como el tipo comenzaba a ensartar a la ramera, una buena cantidad de carne le entraría por el culo mientras le sobaba el coño, sacándole más gemidos, siendo una escena sorpresiva, pues se daba cuenta que le daba la espalda, y arqueaba la columna dejándole ver mejor los enormes pechos, al tiempo que iba dándole con todo, la estaba penetrando con unas ganas totalmente ardientes, exhibiendo el coño apenas con una hilera de bellos, sacándole unos gemidos sonoros, que lograban que las pequeñas vergas de los niños se fueran alzando mirando aquello, recordando a sus compañeritas, e imaginándolas así, siendo cogidas. Por otra parte Jou notaria que las niñas se fueron, no estaban de humor para aquello, lo cual esperaba, si bien que nadie sabría de dónde sacó una botella de metal plateado, la cual usaría para verlas a cada una de ellas, llegando primero con Helga, a su cuarto, donde ella se estaba por sacar el bañador, y ponerse crema para no quedar quemada, aunque era leve.
¿Qué quieres? Ah – dijo molesta la chiquilla mirando a su hermano mayor.

Ponte esto, es mejor – acertó a decirle mientras le ponía una plasta de gel aromático en la mano.

Ha, es una crema hidratante, por fin haces algo bien – dijo Helga con un tono desesperante.

Pero Jou no se quedaría a verle, solo llegaría a notar cómo se iba untando un poco con las manos, esperando que esta cubriera todo su cuerpo, una figurilla casi infantil, pero con su aire seductor, que ganaba un olor delicioso, le estaba gustando, era una sensación bastante agradable, suspiraba contenta, mientras lo hacía, pero no se quedó a mas él, salió del cuarto para casi irrumpir en el siguiente, con Jessy, por suerte estaban pegados, de hecho el corredor tenía todos los cuartos que eran algo grandes, pero eso no le importó. Apenas tocó la puerta para ver que su hermanastra estaba a punto de untarse crema, aunque solo usaba un calzoncito de algodón azul, que resaltaba con su clara piel, un poco enrojecida, aunque esto enojaría a la niña, que no se detuvo.
Qué te pasa idiota, no te dije que entraras, en serio como me desesperas, ah, que no vas a salirte – maldecía Jessy con un tono de voz bastante molesto.

Ah, toma esto y úntatelo, o te saldrán espinillas, se lo acabo de dar a Helga – dijo con antipatía tomando su mano, apenas tocándole y viendo sus pechos que empezaban a despuntar.

Ah, para las quemaduras – respondió un poco inquieta mientras olía la sustancia, sintiendo una fragancia más agradable, que incluso la tranquilizo.

La chica se le quedó mirando, y se untó la sustancia, al tacto era refrescante, lo cual le agradó mucho mas, notaba que era un gel transparente, además que la botella era de metal, no entendía de donde la sacaron, pero le dio una sensación bastante agradable, hasta un escalofrió que llegó de sus brazos a la vulva lampiña, lográndole causar un sonrojo.

Gracias – le diría Jessy finalmente a su hermanastro, pues no se llevaban bien, ella lo veía como un raro, esta se portaba como una niña mimada odiosa, no habría razones para ser amables entre sí, pero ese gesto fue “agradable” o quizás más que eso.
Con eso en mente el chico continúo con su caminata, llegando al cuarto de Joanna, quien apenas golpeo un poco antes de irrumpir, notando que como de costumbre se estaba quejando de las cosas, tenía la espalda roja, por el sol, era de piel muy delicada, lo cual le fastidiaba, diciendo toda clase de groserías que eran más infantiles de lo que muchos creerían, por lo que se quedó mirándole, aparte que igual a la anterior, solo usaba un calzoncito, pero ella rosado, mientras se revisaba, y al notarlo ella le diría.

¿Qué haces? Salte – diría llorosa Joanna mientras se miraba la espalda roja.

Traje esto para que te lo pongas y no te quemes – dijo con frialdad Jou enseñando la botella de metal que le causó extrañeza.
Ahh – diría la chica mientras notaba aquello desconfiada.

Pero sin dejarle decir nada mas, el hermano mayor la jalaría para sentarse en la cama y ella sobre él, dejándole sentir su verga que se estaba hinchando, lo cual le asustaría, eh iba a quejarse de inmediato, si era una experta en el drama.

Espera que haces, tu cosa esta en mi culito detente, ahhhh – fueron las palabras de la niña cuando sintiera algo fresco en su espalda relajando su molestia, incluso causándole un ligero escalofrió, mientras le iban sobando cada centímetro de su piel, dándole una sensación tan placentera, de tranquilidad que jamás espero, una holeada de frio relajante.
Se siente bien, pequeña puta – dijo jou no un poco de autoridad.

Mm, se siente bien rico, ya no me arde la espalda – respondería la chica mientras ignoraba que le hubieran dicho puta, solo disfrutaba de esa sensación placentera/relajante.

Bien, entonces déjate hacer para que acabemos pronto – dijo serio el hermano mayor mientras comenzaba a tocar otras partes de su cuerpo.

Dentro de poco pasó de las manos, brazos a las axilas, pero de ahí fue sobando debajo de las tetas, o al menos las pequeñas puntas que se iban haciendo sensibles, las iba tocando con cuidado, pero con firmeza, haciéndole vibrar, tocándole hasta el vientre causándole una sensación irresistible, un escalofrió en la vulva, como si quisiera correrse, aunque era muy joven para entender lo que era excitarse, sin embargo la chiquilla solo diría.

Mm, que bien se siente, sigue – fueron las palabras de Joanna mientras se nublaba su buen juicio sintiendo un calor en su coñito, que no reconocía, pero poco le importaba.

Pronto Jou comenzó a sobarle las tetillas, siendo cuidadoso al tocarlas, haciendo un esfuerzo por sentir aquellas masitas de carne que se iban desarrollando lentamente, aunque se notaban que pronto crecerían mucho, herencia de la madre, que sabía se trataba de una mujer espectacular en sus formas, pues aparte en la niña se le marcaban en la playera, dándole un aspecto tan delicioso, que ahora estaba disfrutando, iba sintiendo como estaban temblando, mientras ese calor y un ligero nerviosismo llenaban a la nena. Jou estaba muy serio, sobando sin dudas, logrando que la niña se estremeciera ante sus manos, recorriendo sus piernas ligeramente, además de la verga clavada entre sus nalguitas redondas que parecían restregarse por ella misma, comenzando a gemir con cada toque de esos pechos que le sonrojaban, pero no se quedaría quieto, pronto comenzó a bajar una de sus manos, para alcanzar la vulvita, la cual ya estaba jugosa, manchando su calzoncito de manera viciosa, creando un olorcito en el cuarto que avergonzaba a la niña, creyéndolo que se trataba de orina, pero pronto se daría cuenta que no.

Estás mojada – dijo el chico mientras sus dedos irrumpían en el coñito, comenzando a sobar esa parte intima con tanta ansiedad, que iba arrancando fuertes gemidos de la criatura, quien sin pensarlo, comenzó a jadear.

Espera, está sucio – trataba de defenderse la niña, sin saber que ocurría, no le enseñaban todavía del sexo, por lo que eso era nuevo, se estaba avergonzando.

No, esto no es orina, eres una putita, te estás mojando, quieres que te coja con todo, eso pasa, por eso estas mojada – le dijo y antes que pudiera decir más le dejaba en paz, sacando sus dedos.

La actitud de su hermano era extraña, no la reconocía, lo vio irse, pero al tocarse su vulva se daba cuenta, no era orina, olía diferente, aparte que el gel seguía recorriendo su cuerpo, relajándole, haciendo cosas dentro de ella que no imaginaba, por lo que ante la ausencia de su hermano, quien ya no parecía el mismo, se sacó el calzoncito, pues un deseo caliente se formaba en su mente, y comenzaba a tentar su vulvita con una curiosidad poco usual, empezando así su primer acercamiento sexual. Mientras tanto su Jou seguiría adelante, parecía controlado por algo mas, poseído, sin embargo la cosa era diferente, solo que nadie se daba cuenta del todo porque era un chico extraño, fuera de ello, ahora llegaba al cuarto de Sarai, donde tocaría la puerta antes de entrar, siendo recibido un poco mejor.

Ah, tu, espero que sea algo bueno – dijo más tranquila mientras se veía que estaba un poco inquieta, buscando algo, pero no sabía que el hermano mayor.

Traje esto para la piel – dijo a secas Jou mostrando la botella.

Ah, excelente, justamente necesito crema, pero hazme un favor y ponme en la espalda – dijo mas fresca Sarai, mostrando porque era con ella que se podían llevar mejor todos.

Claro, pero ponte en la cama – ordenó un poco serio Jou.

La chiquilla no se lo pensó mucho, para ella su hermano mayor era un chico extraño, pero jamás creería que este fuera a hacerle algo, además la atmosfera era diferente, así que se acomodó dejándole a este sobarla, comenzaría como un tranquilo masaje, en que tocaría sus hombros, también los brazos, cada parte de su espalda, dejándole una fragancia que le gustaría, relajándola tanto como podía, si ella misma diría.

Mm, que rico, se siente tan bien, mm – fueron sus palabras, por segundos le gustaron a Jou, quien recordaba que ella era de las menos odiosas.

Siempre has sido más linda – dijo el chico, cuando comenzó a bajar, alcanzado sus glúteos de manera firme, tocando sus piernas, pero aprovechando que usaba el bikini, comenzaría a sacarlo para tomar sus partes intimas, logrando sorprenderla, aunque la sustancia era embriagadora.

La chiquilla suspiraba algo caliente mientras sentía como la estaban sobando de manera más intima, su coño era alcanzado por esos dedos que tenían el gel extraño, que iba bañando sus partes intimas, logrando relajarla, así que suspiraba ansiosa, cargada de una lujuria inesperado, mordiéndose el labio para no gritar de la excitación, pues algo explotaba en su interior. La niña se sonrojaba, ahogando sus gemidos contra la almohada, sintiendo como su cuerpo vibraba, era una sensación de calor intenso, se perdía en ese placer, quedando desnuda, mientras las manos del chico estaban encima de aquel pequeño coño ansioso, que no dejaba de ser estimulado, incluso meterían un poco el dedo en el anito, como si la prepararan para algo más.

¿Qué estás haciendo? ah – decía mientras su cuerpo se sentía hirviendo.

Solo te preparo, luego te la voy a meter, mi verga en tu coño, y lo vas a gozar, pequeña puta golosa – dijo Jou mientras enterraba sus dedos en ambos huecos.

Sin embargo antes de que pudiera correrse, este se alejaría, dejando a la chiquilla inquieta, con la ansia de mas, como si necesitara seguir gozando de aquel gusto vicioso, aunque ignoraba que era eso, solo el placer se grabó en su mente, haciéndole desear sentir aquel calor tan sexual, que una vez sola, comenzaría a sobarse ella misma, buscando la misma sensación en su cuerpo. Luego de aquello Jou no se contuvo, llego de improvisto con Lisa, tocando fuerte, haciendo que la niña abriera para ver de qué se trataba, y al verlo con la botella dijo “no tengo sed”, lo cual fastidio al mayor, que se metería para untarle el gel especial, lo cual sorprendió a la pelirroja.

Ah, era eso, adelante, úntame – dijo y para sorpresa de Jou esta se acomodó sobre la cama, esperando que este se la pusiera.
Era un gusto, por lo general la niña siempre era mimada, acostándose boca abajo, dejando que todos hicieran las cosas por ella, ahora funcionaba, como era una tonta que se metía de lleno en el celular, sin entender las cosas, no se daría cuenta cuando su hermano le desvistió para dejarla desnudita y comenzar a sobarle primero las extremidades, pero de las piernas fue a las nalgas, abriéndolas para verle el culo, en segundo llego al coño con sus dedos escurriendo de aquel extraño químico, que la hacía perderse, mirando el celular, sin hacer nada, casi como si estuviera en una hipnosis, a tal grado que lentamente comenzaría a gemir de manera viciosa. Con ella apenas tocaría otras partes, se enfrascaría en sobarle sus partes intimas, su coñito a pesar de su edad se empezaría a excitar, logrando que soltara algunos pujidos y se sonrojara, dejando ver unas fuertes convulsiones eróticas, sus piernitas se estremecía, siendo abiertas un poco a la fuerza, y por un instinto mas sexual le haría voltear para comenzar a jalarle un poco el botón de placer, mientras le pellizcaba las tetillas, asustándola un poco, aunque con el juicio nublado, apenas podría reaccionar frente a la situación que estaba viviendo.

¿Qué me haces? Hermanito, esto no está bien – dijo un poco asustada cuando recibiría un beso de lengua que estaba totalmente perdido en una locura sexual, jugando hasta con sus anginas.

Tu calladita, que esto te va a gustar, voy a hacerte una putita, una que aprenderá a amar mi verga, me pedirás todo el tiempo que te coja, así como lo hace papá con mamá – dijo con algo de malicia inesperada el chico logrando en un pellizco hacerle gemir y tener un orgasmo.

Luego de eso la volvió a besar en los labios, inundando la mente de la niña en una serie de sensaciones nuevas, jamás le habían dado un beso, menos uno tan adulto, Lisa se quedó en shock mientras su cuerpo se rendía ante la situación, quedando en blanco su mente, mientras terminaba por dormitar en medio de la cama, aunque estaba sintiendo su coñito caliente, escurriendo su primera corrida a pesar de su edad. Todo era alguna clase de extraño plan, Jou se movía, aunque podía escuchar como sus padres cogían, seguro estaba en ese momento metiéndole toda la verga en el culo a su tía, que tan puta salió como para que su madrastra ahora le chupara las tetas, si bien que las conocía, eran demasiado golfas, deseando sentir dentro todo lo que tuviera su padre entre las piernas, quien no perdería el tiempo, estaría metiéndoles en fuertes embestidas toda su carne hasta que pudiera correrse, una visión totalmente ardiente. Aunque por eso mismo Jou no toleraba a Roy, quien lo creía poco hombre para hacer eso, por lo que fue con Naoko y Josefina, para terminar lo que estaba haciendo, y al verlo casi se corrió en seco, pues las niñas apenas el calzoncitos se estaban untando la crema, pero siendo algo torpes tiraron esta, pareciendo que se había corrido un caballo en sus caras, pues les escurría todo de manera muy erótica, llegando hasta sus vulvitas, viéndose de manera provocativa.

¿Qué hacen? Las 2 – dijo con un poco de dudas el chico mirando a ambas.

Es que nos queríamos poner la crema para no quemarnos – dijo Naoko algo asustada.

No te nojes emanito – decía la pequeña Josefina quien no sabía hablar bien.

Bien, venía a eso, quítense la crema, les tengo algo mejor, pero igual sáquense todo, se los pondré yo mismo – dijo con fingida molestia mientras comenzaba a mirarlas con otros ojos.

No era algo normal, pero las niñas aceptaron aquello, se sacaron los calzoncitos, y con una toalla se sacaron la crema, se acercaron al mayor, dejando ver sus pequeño coñitos lampiños, que se mostraban jugosos, tan carnosos en medio de sus formas casi infantiles, dándole una tentación total al chico, quien querría hacer cosas, pero debía esperar, una idea estaba clavada en su mente, y por eso actuaba de esa manera, por lo que agarró a ambas niñas, para empezara a sobarlas, en sus piernas. Sería un contacto suave, pero firme, sintiendo cada rincón de ellas, primeros los brazos, luego las piernas, pasando por las barriguitas, la sustancia como era de esperar, soltaba un aroma que nublaba los sentidos, dejándole la mente en blanco, haciéndoles sentir un punzar en sus coñitos cuando el dedo del chico las rozó, despertando un deseo en sus cuerpos, que era bastante embriagador, para ambas como probar un chocolate delicioso, que las hacia disfrutar de esos dedos en sus pequeñas vulvas que tal como pudo notar, comenzaron a soltar el olor de la hembra en celo, haciendo que se mordieran los labios deseando con ese juego, diciendo.
Que rico, hermanito, quiero más, ponme mas – decía mientras sentía algo extraño, como si quisiera orinar, pero no era, resultaba diferente.

Emanito, mas, quero más – dijo Josefina quien pese a su tierna edad, disfrutaba de aquello con toda la gula del mundo, suspirando en medio de eso.

Sin embargo no terminó, como con todas las demás, las dejaría ahí, calientes, deseosas, rompiéndose por el deseo que había desatado, pues ese era el juego, liberar, sin importar la edad, esa lujuria que toda hembra poseía en su interior, mirándole a él como la causa, para crear una especie de pasión por la que no estaban acostumbradas, por el momento, lo que le dejaría jugar con ellas y convertirlas en lo que deseara, o eso esperaba el chico, quien solo veía como algo se rompía dentro de la mente de esas pequeñas, y era su deseo. Saldría, sabiendo que después lo buscarían deseando sentir algo más, cuando vería a alguien acercarse, era Leila, la hija de la tía Janet, poco interactuaba con ella, era una niña algo introvertida, seria, de cabello negro con ojos verdes, herencia de su padre, bonita, no gorda ni flaca, como todas las mujeres en su familia, poseía un aire seductor, aunque seguro este se remarcaría cuando tuviera más edad, ahora solo era una promesa para el futuro.

Oye, Jo, me dicen que tienes crema para la quemadura, dame un poco – dijo algo inquieta, casi parecía estarla exigiendo, aunque no del todo.

Te doy un poco, porque la voy a seguir usando – dijo tratando de sonar molesto.

Ok, vamos a mi cuarto, úntame en la espalda, si – diría un poco dominante, aunque siendo una niña de apenas 7, poco podía hacer ante alguien que le doblaba la edad.

Así fueron a su cuarto, donde se sacaría su playerita, confiada de no tener que ocultar nada, pues ella no le tenía mala fe a su primo, lo creía raro como tantos otros, pero no alguien desagradable, así que le dejó tocarla, parecía que se había bañado, todos los cuartos tenían regadera, el cabello se hallaba húmedo, apenas usaba una playera de camisón, se levantó la prenda para que le untara todo, y así lo haría. Como era de costumbre, le sobaría la espalda, sintiendo frio, uno bastante rico que le causaría un escalofrió, que estremeció cada célula de su cuerpo, y casi gimió de gusto.

Mm, que rico, ponme mas, te doy permiso, mm – decía la niña con un tono coqueto.

Sin mediar palabra, todo cambiaria, empezando a tentar cada centímetro de ese precioso cuerpecito, haciéndole sentir una oleada eléctrica, la cual le estaría por hacer respirar de manera agitada, como si quisiera correrse, aunque ella tampoco sabía de eso, el placer era total, muy vicioso, tanto que suspiraba perdida en ese gusto, si casi parecía que estaba por correrse, solo que como su mente se hallaba en blanco, no le daba tiempo de saber lo que sucedía, o siquiera razonar en la situación, logrando que el chico tomara control total, así mientras la iba tocando por todas partes le diría en el oído.

Te gusta, verdad, eres una pequeña zorra, en estos momentos quieres que te la meta, y lo voy a hacer, siempre y cuando me lo pidas bonita – le dijo en el oído, casi como si fuera una clase de orden hipnótica, la cual le haría suspirar perdida
AHHHH – suspiraría con fuerza Leila sin poder reaccionar.

Después de eso Jou estaría contento, no se quedaría más, la botella sirvió a la perfección, había surtido su efecto tal como le dijeron, lo cual le daba esperanzas para lo que iba a suceder, sin embargo tenía que esperar, era cuestión de tiempo, solo horas realmente, así que se fue a ver qué pasaba, sabía que nada mas ocurriría con las niñas, por lo que iría a ver qué pasaba con los chicos, de seguro seguían disfrutando de la película de sexo. Tal como lo imaginó, Osvaldo y Damian seguían perdidos viendo aquello, pero lo más extraño es que se hallaban desnudos, comparando sus tamaños, como si quisieran saber quién era el más dotado, lo cual era una burla, aunque por segundos sintió algo de calor, como si quisiera usar aquella sustancia con ellos, pero no sería el caso, ellos estaban fuera del juego, si bien que sacó unos jugos para dárselos, mientras luchaban en sus cosas, para que se fueran a dormir, pues había llegado la noche, a lo cual aceptaron de mala gana, en especial Osvaldo, que era algo enojón, cuando alguien que no fuera su abuelo o padre, le daba órdenes. Una vez solo, Jou se quedó viendo la película, regresando un poco, porque la recordaba, había una escena donde una chica de piel canela era cogida de manera espectacular, usaba un uniforme escolar, y se le cogía de manera impecable, moviéndole las tetas de manera impresionante, unas masas de carne que competían con las de su madrastra o tía, aparte que verle el coño abrirse por la embestida del idiota que la cogía, valía la pena, o eso pensaba cuando se vio a la tipa, empezando ser usada para que le diera una mamada al actor.

Jou comenzaría a sacarse la verga, estaba al límite, todo el día estuvo vigilando a las niñas, perdido en sus pensamientos, recordaba a las mujeres que lo violaron, como le hicieron tragar sus vulvas, lo exprimieron hasta dejarlo seco, también recordaba como hace varias horas cogió con Martina, haciéndole tanto como pudo, era una locura lo que iba a vivir, pero su cabeza ya no aguantaba, era hijo de un idiota, casi un error, así se sentía, por ello iba a desquitarse donde más le dolieran a todos, convertiría a las niñas en sus perritas, solo era cuestión de horas, o eso creyó cuando eso ocurrió, apareció una de ellas.

¿Qué te pasa? Mm – dijo Jou mirando que llegaba a su lado Helga, se veía roja, respirando de manera ansiosa, como si estuviera aguantando un orgasmo que no salía, incluso olía de manera diferente, clavaba sus ojos en su verga.

Quiero – acertó a decir y justo en ese momento se escuchaba detrás de ella, como un orgasmo terminaba en un sonoro grito de placer.

Ante eso, como si fuera una señal, la niña se acercaría para comenzar a lamer la verga de su hermano mayor, perdiéndose en su gusto, saboreándolo como si fuera lo más sabroso del mundo, gozando de cada lengüetazo, hasta que se pusiera brillante, después de eso la niña se sacaría su playera, que usaba de camisón, dejando ver que no traía nada, y su coño escurría excitada, por lo cual la jalaría, de hecho notaba algo, era como si sus tetillas hubieran crecido, incluso las mordería un poco. Ante aquella acción, la niña gemiría de manera inesperada, miraría a Jou sin poder comprender lo que estaba pasando, nada tenía sentido, no le importaba, ella misma se acomodó, para dejarse penetrar, pero el mayor la detuvo, jugando un poco con el tiempo para rosarle todo, mientras le hacía escurrir mas sus mieles sexuales, desesperándola, pues intentaría dejarse caer, pero ante esa situación, la agarraría para metérsela de una embestida feroz. Luego de eso, una vez que su virgo fuera roto, ella se acostumbrara, aunque no sintió dolor, Jou comenzaría a embestirla con todo lo que tenía, aunque acariciaría cada parte de su cuerpo con cuidado para sentirla mejor, dándole tan fuerte como podía, haciéndole disfrutar de un placer total, en especial cuando le lamiera las tetas y al mismo tiempo le clavara los dedos en el culito, dándole un sobresalto, mientras comenzaba a violarla con todas sus fuerzas.

Ahora eres mi putita – le decía en el oído a Helga, quien se aferraba a su macho de manera desesperada, gozando del placer…

602 Lecturas/14 junio, 2025/0 Comentarios/por Lobo85
Etiquetas: hermano, hija, hijo, madre, mayor, montaña, padre, sexo
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